"No se puede pedir a los productores que siembren trigo y luego no los dejen exportar, falta confianza y eso se nota en la fuga de capitales de dólares en el primer semestre del año", disparó el candidato a presidente del Frente Amplio Progresista, calentando una tribuna que venía de escuchar un discurso ultraconciliador del ministro de Agricultura de la Nación, Julián Domínguez. El funcionario había llegado a reconocer como un error del Ejecutivo nacional la forma de intervención estatal en el mercado de ese cereal y del maíz, y prometido una pronta corrección.
Como una suerte de elenco estable, Domínguez, Binner y el intendente Miguel Lifschitz repitieron la delantera que ocupó, el miércoles, el estrado de la inauguración del congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Ayer el escenario fue el auditorio de la Bolsa, con el vicepresidente de la entidad, Víctor Cabanellas, como anfitrión, por la gripe de Cristián Amuchástegui. Como el día anterior, la serenidad y el espíritu de diálogo parecían acompañar los resultados electorales del domingo pasado. y también, el hecho de que era la última ceremonia de esas características de las que participaban esas autoridades como tales.
Cabanellas agradeció el trato que tuvieron con la institución tanto Binner, como Lifschitz y Domínguez. En el caso del ministro de Agricultura, esa relación marcó incluso la tarea que le encargaron de recomponer relaciones luego del conflicto de la 125. Es más, agradeció especialmente la interlocución de las autoridades de la Bolsa durante ese período. Denunció la pelea de las retenciones móviles como un "momento oscuro" del país y admitió que el gobierno hizo una "evaluación equivocada" del mercado agrícola. Y que esto lo llevó a una intervención errónea en el mercado triguero, donde a partir de las restricciones exportadoras se permitió que un grupo de empresas capturara ganancias a costa de los productores. Y, tras asegurar que el diálogo es la marca de los nuevos tiempos, llamó a profundizar una alianza con la producción para aprovechar las oportunidades que presenta la demanda mundial de granos.
Previamente, Cabanellas había reconocido que el bajo endeudamiento público y el colchón de precios de los granos permitían a la economía local enfrentar con cierta seguridad la crisis económica internacional que amenaza con profundizarse. Defendió el rol de los mercados institucionales para equilibrar los poderes relativos dentro de la cadena de valor agropecuaria, y la intervención del gobierno para evitar los monopolios y la concentración. pero cargó contra las restricciones a las exportaciones, sobre todo en el caso del trigo y del maíz, que dejaron a los productores sin señales de precios. Pidió, en ese sentido, una pronta regularización de esos mercados. También destacó el desarrollo de los mercados institucionales asociados a la Bolsa, como el Rofex, el Rosgan y el Mercado de Valores Rosario, y repasó la agenda de demandas de obras de infraestructura para la región.
Entre agradecimientos y cuidadas objeciones, los protagonistas buscaron cerrar discursivamente el capítulo del posconflicto agropecuario que los tuvo como actores principales. Poco antes del cierre, Binner coló sus críticas al gobierno nacional. Y embolsó el último aplauso de un auditorio necesitado de referentes opositores.
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