[editar] Américo Vespucio
Américo Vespucio ha sido señalado como el descubridor de las islas en el viaje al servicio de
Portugal iniciado en
Lisboa en mayo de 1501 dirigido por
Gonzalo Coelho, del cual tomó el mando a los 32° S. La hipótesis se basa en una carta a
Piero Soderini, fechada en Lisboa a 4 de septiembre de 1504 y denominada
Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente trovate in quatro suoi viaggi, en la que señala haber avistado tierra a los 52° S.
1 2 3 4 Sin embargo en una carta anterior a su protector,
Lorenzo di Pierfrancesco de Médicis, fechada en 1502 y conocida como
Mundus Novus, Vespucio mencionaba que tras haber alcanzado los 50° S pero sin tener la costa a la vista, había decidido retornar a Portugal.
[editar] Expedición españolas
La abundante cartografía inmediatamente posterior a 1520 sugiere que
las Malvinas fueron avistadas por miembros de la expedición de
Fernando de Magallanes al servicio del rey de España. La versión más difundida afirma que el descubridor del archipiélago fue
Esteban Gómez, piloto de la nave
San Antón o
San Antonio,
cuyo nombre dio origen al de las islas. Tras sublevarse contra
Magallanes el 1 de noviembre de 1520, Gómez regresó a España por la ruta
de
Guinea.
Fue sometido a un juicio en donde no se halla ninguna mención que pueda
atribuirse a las Malvinas. Otra versión atribuye el descubrimiento al
barco
Victoria, que fue enviado por Magallanes a rastrear al
San Antón en aguas del Atlántico.
5
El capitán
Pedro de Vera con la nave
Anunciada desertó de la
expedición de García Jofre de Loaisa a la altura del
río Santa Cruz, con el propósito de navegar hacia las Molucas por el
cabo de Buena Esperanza,
pero no volvió a saberse nada de esta nave. Por la ruta que debió
tomar, algunos historiadores han creído que pudo avistar las islas
Malvinas.
6
El comendador Simón de Alcazaba y Sotomayor partió de España con dos naves el 21 de septiembre de 1534. La nave
San Pedro, al mando de Rodrigo Martínez, fue separada de la
Madre de Dios por una tormenta a la altura del
Río de la Plata y volvieron a encontrarse el 17 de enero de 1535 en el
cabo Vírgenes, hecho que es relatado por Alonso Vehedor mencionando unas islas.
7
Posteriormente las fuentes peninsulares acreditan que una nave de la expedición comandada por fray
Francisco de Ribera, cuya expedición había sido armada por el obispo
católico de
Plasencia,
Gutierre de Vargas y Carvajal, hizo toma de posesión del archipiélago para España el 4 de febrero de
1540. Afirman también que luego invernó en las islas para finalmente partir de regreso a España en diciembre.
8 9
[editar] Expediciones británicas
El Reino Unido sostiene que el inglés
John Davis descubrió las islas Malvinas el 14 de agosto de
1592, después de que con el barco
Desire desertara de la segunda expedición
corsaria de
Thomas Cavendish.
10 11 12 13
Mapa de Hawkins's Maidenland, hecho en 1773 por John Hawkesworth and John Byron.
Otra hipótesis británica afirma que el corsario inglés
Richard Hawkins, al mando de la
Dainty, descubrió las Malvinas a principios de febrero de 1594, bautizándolas como
"Hawkins' Maiden Land" (
Tierra de las doncellas de Hawkins).
[editar] Sebald de Weert
El primer avistaje de las Malvinas que no tiene objeciones y que fue
fehacientemente acreditado en la cartografía inmediatamente posterior,
fue realizado por el capitán holandés
Sebald de Weer, quien avistara las
islas Sebaldes
(parte del archipiélago de las Malvinas), razón por la que los mapas
neerlandeses mantuvieron hasta fines del siglo XIX la denominación
islas Sebald o
Sebaldinas para las Malvinas. La nave de De Weert, la
Gelof, formaba parte de una expedición de cinco barcos que había partido de Holanda en
1598 al mando de
Jakob Mahu, que al morir fue reemplazado por
Simón de Cordes.
14 Una fuerte tormenta dispersó a las naves en el estrecho de Magallanes, por lo que De Weert decidió regresar a
Europa. El 24 de enero de
1600
avistó tres islas sobre latitud 50° 40' S y a 60 leguas holandesas de
la costa (equivalentes a 70 leguas españolas). De Weert no intentó
desembarcar pues su nave había perdido todos sus botes en la borrasca.
15 16
De Weert llegó a Holanda el 14 de julio de 1600 y a partir de
entonces las islas se encuentran en los mapas náuticos de ese país.
[editar] Confirmación del descubrimiento
[editar] Jakob LeMaire
La expedición comandada por
Jakob LeMaire confirmó la existencia de las islas el día 18 de enero de
1616 al reconocerlas como las Sebaldinas. Había partido de
Ámsterdam con los barcos
Eendracht y
Hoorn, al mando de los hermanos
Willem y
Jan Schouten respectivamente, con el objetivo secreto de encontrar un paso alternativo al Estrecho de Magallanes.
17
[editar] Isla Pepys
Otro corsario inglés,
William Ambrose Cowley, quien viajaba en una expedición al Pacífico en el
Bachelor's Delight, bajo el mando de
John Cook, publicó en enero de 1684 un diario de viaje, en el que señala la presencia de:
(...) una isla
desconocida, deshabitada, a la que di el nombre de isla Pepys, sobre la
cual crecen árboles y posee ríos de agua dulce, como también tiene un
gran puerto con capacidad para miles de naves.
El marino inglés
William Dampier, compañero de viaje de Cowley, interpretó que la presunta isla era parte de las Sebaldinas.
18 19 que fue buscada infructuosamente por varios navegantes, entre ellos
John Byron,
James Cook y
George Anson. Este último, en medio de una frustración creciente, se quejaba en
1774 por:
(...) la frivolidad con que los filibusteros daban noticias de lugares inexistentes.
El reporte de Cowley encendió el interés británico por esa región del mundo. En
1748 España logró frustrar una expedición británica para buscar la
isla Pepys y reconocer las Malvinas.
20
[editar] John Strong
El 27 de enero de
1690, una expedición británica comandada por el capitán
John Strong en la nave
Welfare (o
Farewell) navegó entre las dos islas principales, bautizando el pasaje como
Falkland Channel (actualmente
Falkland Sound o
estrecho de San Carlos), en honor de
Anthony Cary,
quinto vizconde de Falkland, el cual, como comisionado del Almirantazgo
Británico, había financiado el viaje. Muchos años después los
británicos extendieron este nombre a todo el archipiélago.
18 19 Strong había partido de
Inglaterra en octubre de
1689 con destino a los puertos chilenos y peruanos del Pacífico, en los cuales pretendía comerciar, pero fue expulsado de ellos.
21
Desembarcó el día 28 de enero a fin de aprovisionar sus bodegas con
focas y
pingüinos.
Como no hubo toma de posesión formal, reclamación de títulos ni
ocupación, Goebel afirma que este desembarco no tuvo consecuencia legal
alguna.
22
Gustafson señala que en los siguientes setenta y seis años no hubo
ocupación permanente de las islas y coincide con Goebel en que la
expedición de Strong no acarreó ventajas legales para Inglaterra.
23
De ese mismo año data el mapa holandés
Orbister Rarum Nova et Accurata Tabula de Gerard y de Leonard Valk, apareciendo por primera vez el nombre
Falkland.
24
[editar] Otros viajes
En el período desde 1616 hasta 1764, las islas fueron reavistadas por navegantes holandeses, españoles,
franceses
e ingleses. A principios del siglo XVIII los franceses organizaron
sucesivos viajes de exploración a las Malvinas. Mejoraron el
conocimiento cartográfico del área y reconocieron su importancia como
base de reaprovisionamiento para largas travesías. Como gran parte de
estas expediciones partían de
Saint-Maló, las islas fueron bautizadas por los marinos como
Malouines.
10
Fueron justamente los franceses los primeros en ocuparlas en forma
permanente a partir de 1764. Los ocasionales desembarcos de las otras
potencias se limitaron a la provisión de víveres, y fueron de duración
breve.
19 25 26
[editar] Asentamiento francés en Port Saint-Louis
Louis-Antoine de Bougainville (1729–1811).
Luego de la catastrófica derrota francesa en la
Guerra de los Siete Años,
en la que perdió casi todo su imperio colonial a manos de los ingleses,
Francia emprendió la reconstrucción de su poder imperial y, a expensas
de España, consideró colonizar las Malvinas, como parte de una
estrategia más amplia.
Louis Antoine de Bougainville, quien había estudiado las historias de los navegantes que exploraron el área, fundó la
Compagnie de Saint-Maló destinada a financiar la expedición y ocupar las islas en nombre del rey. Pensaba colonizarlas con algunos de los 18.000
acadienses que habían sido deportados por rehusarse a jurar lealtad a la corona británica.
27 28
Mapa de Port Louis en 1774.
Bougainville zarpó de Saint Maló el 15 de septiembre de
1763 con dos naves, en una de las cuales viajaban tres familias de la mencionada región
canadiense, quienes se habían refugiado en
Bretaña.
29 La
fragata Aigle y la
corbeta Sphinx tuvieron como capitanes a
Nicolas Pierre Duclos-Guyot y a
François Chenard de la Giraudais respectivamente. El 31 de enero de
1764 arribaron a las islas, a las que nombró
Illes Malouines. El 17 de marzo fundó una colonia en la
isla Soledad, a la que llamó
Port Saint-Louis y el 5 de abril de 1764 tomó posesión formal del territorio en nombre de
Luis XV.
30
El 8 de abril regresó a Francia y volvió a las islas Malvinas el 5 de enero de 1765 a bordo de la
Aigle llevando un nuevo grupo de acadienses.
29
La corte española reclamó inmediatamente ante Francia, aduciendo que
las islas eran una dependencia del continente de la América Meridional,
iniciándose negociaciones en septiembre de 1764. Ésta accedió
rápidamente a la protesta, sugiriendo que España negociase directamente
con Bougainville, que se hallaba de nuevo en Europa, pues había partido
de las islas el 25 de abril de 1765. El navegante reconoció la
ilegalidad del establecimiento y aceptó una indemnización española en
concepto de resarcimiento por el abandono de las instalaciones y
materiales; a partir de este momento los franceses depusieron cualquier
tipo de reclamo sobre la soberanía del archipiélago.
31 32
Bougainville, en su
Viaje alrededor del mundo da más detalles sobre el particular:
España reivindicó
estas islas como una dependencia de América Meridional, y habiendo sido
reconocido su derecho por el rey, recibí orden de ir a entregar nuestros
establecimientos a los españoles (...)
Habiendo Francia reconocido el derecho de su Majestad Católica sobre
las islas Malvinas, el rey de España, por un principio de derecho
público reconocido en todo el mundo, no debía ningún reembolso por los
gastos. Sin embargo, como adquirieron los navíos, bateles, mercaderías,
armas, municiones de guerra y de boca que componían nuestro
establecimiento, este monarca, tan justo como generoso, ha querido
reembolsarnos de nuestros adelantos, y la suma de 618.108 libras nos ha
sido entregada por sus tesoreros, parte en París y el resto en Buenos
Aires (...)33
Fragata francesa
La Boudeuse, bajo las órdenes de Bougainville. Grabado del siglo XVIII.
En el recibo extendido por Bougainville, reconoce expresamente que se había establecido en territorio español:
Don Luis de
Bougainville coronel de los ejércitos del Rey Cristianísimo. He recibido
seiscientos diez y ocho mil ciento y ocho libras trece sueldos y once
dineros que importa un estado que he presentado de los gastos que han
causado a la Compañía de San Maló las expediciones hechas para fundar
sus intrusos establecimientos en las Islas Malvinas de S.M.C (Su Majestad Católica) (...)34
El pago se realizó en concepto de indemnización a una empresa privada, la
Compagnie de Saint-Maló, por lo que no se trató de una compra de las islas a Francia.
35 El reconocimiento francés a la soberanía española de las islas aumentó los derechos jurídicos de España sobre ellas.
36
El primer día de abril de 1767 España recibió formalmente las islas
en Port Saint-Louis, quedando los ciento quince colonos franceses bajo
el gobierno de
Felipe Ruiz Puente, que había arribado al archipiélago con las fragatas
Liebre y
Esmeralda, siendo acompañado desde
Montevideo por Bougainville en la fragata
La Boudeuse.
37
Esta nueva colonia pasó a depender administrativamente del Gobernador y Capitán General de Buenos Aires, en aquel tiempo
Francisco de Paula Bucarelli y Ursúa.
38
[editar] Asentamiento británico en Port Egmont
La derrota española en la
Batalla de las Dunas
(1639) inició el declive de su supremacía naval, lo cual repercutiría
negativamente en el afianzamiento de sus dominios ultramarinos.
Antes de la Batalla de las Dunas, pintura de
Reinier Nooms, ca. 1639.
Cuando Lord
George Anson regresó a Inglaterra después de su expedición de piratería alrededor del mundo en
1744 propuso establecer una base en las Malvinas. En
1745
el embajador español en Londres tomó conocimiento de que se estaba
preparando una expedición para ocupar las islas, efectuándose una
protesta diplomática. El gobierno británico respondió que sus navegantes
las habían descubierto y que las visitaron en el siglo XVI. España
respondió que las islas eran adyacentes al continente americano y que
también sus navegantes las visitaron en el mismo siglo, por lo que la
expedición fue paralizada.
39
La corona británica, consciente de que las islas abrían parte del
océano Pacífico
a sus intereses comerciales, organizó una expedición que fue preparada
en secreto para evitar los reclamos españoles. Según consta en los
mismos documentos ingleses, en el Reino Unido se informó que la
expedición se dirigía a las
Indias Orientales, aunque esto se trataba de una ficción (
a blind). El verdadero destino fue revelado a los tripulantes recién el 22 de octubre, antes de abandonar
Río de Janeiro.
40
A su mando, el comodoro John Byron arribó a las islas en enero de 1765
—un año después del desembarco francés— y estableció una base temporaria
a la que nombró como
Port Egmont en homenaje al Lord del Almirantazgo conde de Egmont, ubicada en el paraje previamente bautizado por Bougainville como
Poil de la Croisade y llamado por los españoles
Puerto de la Cruzada, sobre la isla conocida por éstos como
Trinidad (la principal de las Sebaldinas), que fue renombrada como
isla Jason en honor al nombre del barco de Byron.
41 Éste reclamó las tierras para la corona británica, aunque no registró la fecha del hecho:
42
Tomo posesión de este
puerto y de las islas adyacentes en nombre de su Majestad el Rey Jorge
III de Gran Bretaña, y las nombro Islas Falkland.
Debido al entusiasta reporte de Byron, Inglaterra decidió enviar otra expedición para establecer una base permanente;
43 este segundo envío británico arribó a Puerto Egmont el 8 de enero de 1766, comandado por el capitán
John Macbride.
En marzo de 1766 los ingleses advirtieron la presencia de naves
francesas en la zona. Para el 2 de diciembre de 1766, ambos ocupantes
conocían la presencia del otro,
44 y Macbride intimó sin resultado la evacuación de Port Louis sin delatar el emplazamiento de Port Egmont.
Localización de Port Egmont.
En vista de la situación, y luego de la retirada francesa, la corte
española ordenó expulsar cualquier asentamiento británico en el área.
45
Fueron enviados barcos españoles en busca del establecimiento
británico. El capitán de fragata Domingo Perler, a bordo del chambequín
Andaluz, salió de
Montevideo el 23 de diciembre de 1768 y el teniente de navío
Francisco Gil y Lemos zarpó de Buenos Aires en diciembre de 1768 en la fragata
Santa Rosa, ambos sin resultado. En febrero de 1770, la
fragata española
Santa Catalina, al mando del capitán de fragata
Fernando de Rubalcava,
localizó finalmente Puerto Egmont; hubo un intercambio de acusaciones
pero las hostilidades no pasaron de ese punto. Sin embargo España
organizó desde Montevideo una flotilla al mando de
Juan Ignacio de Madariaga, con órdenes de desalojar a los ingleses.
46 La formaban las fragatas
Industria,
Santa Bárbara,
Santa Catalina y
Santa Rosa y el chambequín
Andaluz,
que zarparon de Montevideo el 11 de mayo de 1770. El 4 de junio el
escuadrón español se presentó ante Puerto Egmont y tras intercambiar
mensajes con los ingleses y no obtener una respuesta favorable decidió
proceder al desalojo: Puerto Egmont se rindió el día 10, luego de
algunos disparos.
47 48
Inglaterra interpretó la acción española como una afrenta al honor
nacional, y reaccionó enérgicamente; al poco tiempo, el conflicto
amenazaba con desembocar en una guerra. Francia estaba atada a España
por el
Pacto de Familia, por lo que debía apoyarla ante un eventual esfuerzo bélico;
49 sin embargo su actitud se limitó a la retórica: recomendó al rey de España,
Carlos III,
que aceptara el compromiso de permitir a Inglaterra el reinstalarse en
Puerto Egmont sin que esto significara un renunciamiento a los derechos
españoles. El 22 de enero de 1771 los contendientes firmaron una
declaración, en la que Su Majestad Católica se comprometía a:
(...) dar órdenes
inmediatas, a fin de que las cosas sean restablecidas en la Gran Malvina
en el Puerto denominado Egmont exactamente al mismo estado en que se
encontraban antes del 10 de junio de 1770.
Pero luego el texto agrega que:
(...) el compromiso
(...) de devolver a S.M. Británica el Puerto y Fuerte de Puerto Egmont
no puede ni debe afectar, de ninguna forma, la cuestión del derecho
anterior a la soberanía de las Islas Malvinas también llamadas Falkland.50
La firma de esta declaración supuso una solución pasajera al
conflicto, para algunos especialistas, empero, debilitó la posición de
España. Metford, por ejemplo, sostiene que la acción española de
restaurar el
statu quo
ha sido un factor de incomodidad entre los defensores del caso
argentino. Sin embargo, relativiza el valor legal de ese argumento, al
afirmar que el arreglo había reducido el problema a una situación
de facto,
en donde las consideraciones jurídicas no habían tenido ningún lugar.
Además, agrega que la posterior evacuación británica de 1774 había
resuelto el problema sin insistir en el aspecto legal.
51
Gustafson coincide en líneas generales. En su opinión, al recuperar
Puerto Egmont Inglaterra había conseguido una suerte de tácito
reconocimiento de sus derechos, por lo que el
statu quo no había sido restaurado. Pero luego aclara que el inciso incluido en la declaración que afirma que
"todas las cosas serán inmediatamente restauradas a la situación precisa en que estaban antes del 10 de junio de 1770" dejaría los derechos de fondo afuera de la discusión.
52
[editar] Presunto acuerdo secreto
Existe una versión de los hechos que sostiene la existencia en la declaración bipartita antedicha de una
cláusula secreta, privada y no oficial.
53
Según este supuesto inciso, España concedería a Inglaterra la
posibilidad de retornar a Port Egmont, para que ésta pudiera, luego de
un tiempo prudente, hacer una
retirada honorable que salvara las apariencias y mantuviera el orgullo nacional intacto.
Goebel, por ejemplo, cree que esta promesa existió porque no sólo fue
trasmitida a los embajadores de España y Francia por funcionarios
gubernamentales de primera línea del gobierno de Inglaterra (como North y
Rocheford) sino que además fue insinuada por el rey
Jorge III en persona.
54
Del lado británico al menos, no se ha hallado hasta el presente un
testimonio escrito oficial que pruebe esta hipótesis, ni ha sido
admitida en público por el gobierno. A pesar de ello la especie ha sido
suscrita por numerosos historiadores de ambos bandos, según reconoce el
mismo Foreign Office.
55 Más aún, en un memorándum reservado interno esta institución admite que:
Hay evidencia para
apoyar la convicción de que una garantía verbal de retirarse de las
Falkland fue dada por Lord North en noviembre de 1770. Sin embargo, no
puede ser totalmente demostrado.
(...) aceptar el hecho de una garantía secreta es destruir definitivamente el caso británico anterior a 1833.56
Con cláusula secreta o sin ella, tres años después, a fines de 1773,
Inglaterra ordenó a sus oficiales en Port Egmont abandonar las islas
Malvinas, lo cual fue cumplido el 22 de mayo de 1774.
57 Antes de dejar las islas, fijaron una placa de plomo con la siguiente inscripción:
Sepan todas las
naciones, que las islas Falkland, con este fuerte, los almacenes,
desembarcaderos, puertos naturales, bahías y caletas a ellas
pertenecientes, son de exclusivo derecho y propiedad de su más sagrada
Majestad Jorge III, Rey de Gran Bretaña, Francia e Irlanda, Defensor de
la Fe, etc. En testimonio de lo cual, es colocada esta placa, y los
colores de Su Majestad Británica dejamos flameando como signo de
posesión por S. W. Clayton, Oficial Comandante de las Islas Falklands.
A.D. 1774
Esta placa fue removida en 1780, y llevada a Buenos Aires por el capitán Juan Pablo Callejas.
58 Fue recuperada del archivo de la ciudad por
William Beresford durante la
invasión inglesa de 1806 al Río de la Plata, pero nunca llegó a Gran Bretaña y su paradero actual es desconocido.
59 60
[editar] Informe de Samuel Johnson
Samuel Johnson leyendo la
novela El vicario de Wakefield. Detalle del grabado publicado en
The Illustrated Magazine of Art Vol. 1, N. 1 (circa 1853).
El acuerdo público alcanzado por ambos países en 1771 fue duramente
atacado por la oposición parlamentaria al gobierno británico,
especialmente aquel inciso que establecía que la devolución de Port
Egmont no afectaba los derechos españoles subyacentes.
Para defenderse, el gobierno encargó al eminente
filósofo,
ensayista y
literato Samuel Johnson la redacción de un informe que explicara la postura gubernamental.
61 Este documento —de carácter oficial y refrendado por el gobierno británico— es notable por muchos motivos:
- Establece que el honor de Su Majestad había sido debidamente restaurado.
- Describe a las islas como provistas de un valor económico miserable:
Una estación para comerciantes contrabandistas, para protección del fraude, y un receptáculo del robo.
[Islas que como colonia] nunca llegarán a ser independientes, porque nunca serán capaces de automantenerse.
[La corona inglesa ha ganado] una triste y melancólica soledad, una
isla postergada para uso humano, tormentosa en invierno, y árida en
verano; una isla que por no habitarla, ni los salvajes del sur han
dignificado.
- Relativiza las pretensiones británicas de que Davis y Hawkins fueran descubridores del archipiélago.
- Confiesa que, en relación con las pruebas existentes, el reclamo británico de descubrimiento y primer asentamiento "pertenece más a la confianza que a la certeza".
- Reconoce el derecho exclusivo de navegación que le cabe a España en los mares australes:
Es bien sabido que las prohibiciones al comercio extranjero son, en esos países (Mar del Sur),
como mínimo rigurosas, y que ningún hombre no autorizado por el Rey de
España puede comerciar excepto por el uso de la fuerza o hurtadillas.
Cualquier ganancia para ser obtenida debe serlo por la violencia de la
rapiña, o el fraude.
[editar] Las Malvinas en posesión de España
Al asumir Felipe Ruiz Puente como primer gobernador español de las Malvinas, procedió a construir varios edificios comunes como
cocinas y
cuarteles, y una
capilla consagrada a
Nuestra Señora de la Soledad, nombre que reemplazó al
topónimo francés del puerto y derivó finalmente en el de toda la isla.
En este
Puerto de Nuestra Señora de La Soledad se radicó la sede de gobierno de la
Gobernación de las Islas Malvinas (posteriormente Comandancia).
Luego de la evacuación definitiva de Port Egmont, no hubo ningún otro
intento de fundación inglesa, y la cuestión de la soberanía española no
fue discutida nuevamente. A partir de ese momento, desde Puerto
Soledad, España ejerció la administración absoluta e ininterrumpida del
archipiélago —como dependencia del
Virreinato del Río de la Plata— hasta febrero de 1811. Los sucesivos gobernadores de las islas (hubo 18 en total)
62
cumplieron la tarea de inspeccionar regularmente las costas, en
especial Puerto Egmont, para verificar que los británicos no se hubieran
reinstalado; el lugar era habitualmente visitado por loberos y
balleneros ingleses y norteamericanos.
63 64 65 En 1780, en tiempos del apoyo español a los independentistas estadounidenses, el
virrey Vértiz ordenó a uno de sus buques arrasar los restos del ex-asentamiento británico.
47 48
La población de las islas estaba compuesta por oficiales, soldados y
presidiarios, éstos últimos pertenecientes a la cárcel instalada en
1780.
[cita requerida]
[editar] Convención de San Lorenzo o de Nootka Sound
El 25 de octubre de 1790 ambas potencias firmaron la primera de las tres
Convenciones de Nutka o de San Lorenzo (también llamada
de Nootka Sound),
que puso fin a un inminente conflicto colonialista y que tendría
importantes efectos positivos sobre los títulos legales españoles en las
Malvinas. El artículo noveno establecía que:
(...) quedaba
acordado respecto de las costas orientales y occidentales de Sur América
y de las islas adyacentes, que los respectivos súbditos no formaran en
el futuro ningún establecimiento en las partes de la costa situada al
sur de las partes de la misma costa y de las islas adyacentes ya
ocupadas por España; queda entendido que los mencionados súbditos
respectivos retendrán la libertad de desembarcar en las costas e islas
que allí se encuentren con propósitos vinculados a sus pesquerías y
erección de refugios y otras estructuras temporarias que sirvan a esos
objetivos (...)66
Aquellos territorios ya ocupados permanecerían en
statu quo67
Los británicos reconocían (sin nombrarlas) la soberanía española sobre
las Islas Malvinas, tierras en las que España se hallaba oficialmente
establecida desde 1767. Adicionalmente, Inglaterra renunciaba a
establecer nuevas colonias en la región.
68
Este Tratado fue abrogado en octubre de 1795, cuando España declaró
la guerra al Reino Unido, pero quedó ratificado nuevamente por el
artículo 1º del
Tratado de Amistad y Alianza entre Gran Bretaña y España del 5 de julio de 1814, rubricado en Madrid el 18 de agosto de 1814,
69 (refrendado una vez más por intermedio de una minuta de julio de 1811
69 ) y un informe de febrero de 1928
70
), siendo ambos documentos oficiales emanados del Foreign Office. En
vista de los antecedentes mencionados, se afirma que a partir del
momento en que los ingleses abandonaron Puerto Egmont, España ejerció
soberanía plena en las Islas Malvinas y mares adyacentes, con plena
aceptación de la corona británica. Por lo tanto, según la posición del
gobierno británico en 1920, los títulos ingleses anteriores a 1774
habían perdido su validez en 1790. A partir de este momento, los
intentos del Reino Unido por legitimar la posterior invasión de las
Malvinas en 1833 debían buscar sustento legal en otros argumentos.
Tras los primeros conatos independentistas en el virreinato, el gobernador de Montevideo,
Gaspar de Vigodet
decidió reunir todas las fuerzas militares de las que disponía a fin de
enfrentar a los revolucionarios de Mayo, por lo que ordenó evacuar las
Malvinas. En enero de 1811 España abandonó las islas con intenciones de
volver, luego de 37 años de ocupación indiscutida y dejando también
placas en el campanario de la capilla y en los edificios principales, en
la que afirmaba su soberanía sobre las islas:
Esta isla con sus
Puertos, Edificios, Dependencias y cuanto contiene pertenece a la
Soberanía del Sr. D. Fernando VII Rey de España y sus Indias, Soledad de
Malvinas 7 de febrero de 1811 siendo gobernador Pablo Guillén.71
[editar] Las Malvinas de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1820-1833)
Tras la partida de las tropas españolas, las islas quedaron despobladas.
72
En los años siguientes fueron esporádicamente visitadas por foqueros y
balleneros de diversas nacionalidades, que se limitaron a buscar refugio
y víveres.
[cita requerida]
El 25 de mayo de
1810 comenzó en lo fáctico la existencia de la Argentina independiente. Su primer gobierno, la
Primera Junta, atendió los reclamos del hasta entonces comandante militar español en Malvinas,
Gerardo Bordas, que en vez de dirigirse al virrey español, hizo petición al primer gobierno argentino, que le erogó los sueldos reclamados.
[cita requerida] La Argentina proclamó oficialmente la independencia de la corona de España y
"de toda otra dominación extranjera"73 en
1816, asumiendo la soberanía de las islas como legado de la corona Española, bajo el principio de
uti possidetis.
Este axioma definía, según los juristas de las naciones independizadas,
la soberanía territorial en base a los antiguos límites administrativos
coloniales de las respectivas metrópolis.
74 75 La mayoría de los juristas europeos y estadounidenses, en cambio, no aceptan este principio.
75
[editar] Toma de posesión y poblamiento
Hacia 1820 la caza ilegal de cetáceos en los mares insulares de las
Provincias Unidas había alcanzado proporciones depredatorias y amenazaba
la preservación del recurso. Grabado de
A Collection of Voyages Round the World..., recuento de los viajes de James Cook (circa 1790).
En 1820 el gobierno de las
Provincias Unidas del Río de la Plata tomó posesión formal de las islas enviando a la
fragata Heroína al mando del coronel de origen
estadounidense David Jewett. Éste dio cumplimiento a las órdenes recibidas en un acto solemne el 6 de noviembre de 1820.
76 77
Dado que el área estaba siendo ilegalmente explotada por balleneros
provenientes en su mayoría del Reino Unido y de los Estados Unidos, la
declaración que leyó estaba preparada en
español e
inglés; esta última versión había sido legalizada por el cónsul británico en Buenos Aires.
78 A bordo de esta nave llegó a las islas la primera representación del gobierno argentino para establecer una colonia basada en
penales; el primer gobernador de las islas fue
Pablo Areguatí, quien llegó en
1823.
79
Además se informaba a los buques extranjeros de la zona sobre la
prohibición de pescar y cazar en las aguas jurisdiccionales argentinas;
la violación de esta normativa implicaba que los infractores serían
enviados a Buenos Aires para ser juzgados.
76 80
La noticia de la toma de posesión por la Argentina se difundió por el
mundo, siendo publicada en España y en los Estados Unidos en agosto de
1821. Sin embargo este hecho no generó protesta alguna por parte de Gran
Bretaña.
81 Tampoco esgrimió ninguna objeción al firmarse el
Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con las Provincias Unidas en 1825, ni al reconocer la independencia argentina.
82 83
El gobierno concedió al mismo tiempo a la sociedad compuesta por
Jorge Pacheco y
Luis Vernet (nacido en
Hamburgo, de familia francesa y naturalizado argentino), el derecho a pesca y a la explotación de ganado vacuno en la Isla Soledad.
76 84
Tras un primer intento fallido, Vernet fundó en 1826 el primer
establecimiento permanente de las Provincias Unidas en el archipiélago;
sobre los restos de la antigua población fundó
Puerto Luis.
85
El gobierno argentino extendió la concesión a Pacheco y Vernet,
otorgándoles el derecho exclusivo de caza y pesca en las aguas
adyacentes a las islas.
86 El 10 de junio de 1829 Vernet fue nombrado Comandante Político y Militar del archipiélago; fomentó la instalación de
granjas, impulsó el negocio entre las islas y también mejoró los lazos que las unían a la Argentina continental. En
1830
nacieron en el archipiélago los primeros seres humanos malvinenses,
todos argentinos, y entre ellos una hija del propio Luis Vernet:
Malvina Vernet Sáez, nacida el 5 de febrero de 1830.
87
[editar] Incidente diplomático con Estados Unidos
Paralelamente, en Gran Bretaña algunos grupos empresariales habían
comenzado a interesarse por las Malvinas. Por ejemplo, en julio de 1829
un financista de apellido Beckington envió una carta al primer ministro
británico en la que solicitaba al gobierno de Su Majestad que se
apoderara de las Islas Malvinas. En otra de sus cartas afirmaba la
conveniencia de adueñarse:
(...) de un puesto
solitario en la parte más meridional de los territorios que en Sud
América pertenecían a España (sic) y que bordean el Atlántico, región no
habitada por españoles.
88
Con la excusa del nombramiento de Vernet, el gobierno de Su Majestad
reaccionó, y elevó una protesta al ministro de relaciones exteriores
Tomás Guido
el 19 de noviembre de 1831. En la carta, Inglaterra argumentaba que la
evacuación de 1774 no había invalidado sus derechos, que —sostenía—
Buenos Aires había ignorado.
89 90
Debido a la constante depredación de las colonias de focas, una de
las primeras leyes de Vernet fue prohibir la caza de estos animales.
91 92 Poco tiempo después tres pesqueros estadounidenses, el
Harriet, el
Breakwater y el
Superior fueron apresados por las autoridades argentinas en las islas, acusados de contravenir dicha normativa.
93 Los dos últimos barcos fueron liberados, pero el
Harriet
fue enviado a Buenos Aires junto con los documentos probatorios
necesarios para el debido juicio. El mismo Luis Vernet y su familia
acompañó el envío, que arribó a Buenos Aires el 19 de noviembre de 1831.
El cónsul de los Estados Unidos,
George W. Slacum,
presentó una queja al gobierno argentino por la captura y detención de
los barcos norteamericanos, calificando las acciones de las autoridades
rioplatenses como actos de piratería,
94
argumentando el derecho del pueblo estadounidense de pescar donde le
diera gana, y desconociendo pactos preexistentes entre naciones europeas
por el control exclusivo de la pesca en el Atlántico Sur.
95
Gran parte de los estudiosos asocian la rápida escalada de las
hostilidades a la impericia, falta de tacto y obstinada agresividad del
representante estadounidense.
96 97 98 Luego de un breve intercambio de oficios en el que el ministro de relaciones exteriores,
Tomás de Anchorena
le respondió al cónsul que "el asunto estaba bajo investigación", y que
no reconocía la facultad del enviado norteamericano para tratar asuntos
de esta naturaleza.
96 Slacum decidió tomar cartas en el asunto: informó al gobierno argentino que si el
Harriet y su capitán no eran liberados inmediatamente, ordenaría a la corbeta estadounidense USS
Lexington (fondeada a la sazón en el puerto de Buenos Aires) abordar las instalaciones argentinas en las Islas Malvinas.
99 Por su parte, el capitán de este buque,
Silas Duncan, salteando los canales diplomáticos habituales, instó a la
"rendición inmediata de Vernet para [que fuera] enjuiciado como ladrón y pirata".
89 100
[editar] Ataque a Puerto Soledad
En vista de la situación, Inglaterra buscó influir sobre Slacum al
asegurarle que Argentina no tenía derechos sobre el archipiélago, a cuya
soberanía Gran Bretaña
"no había renunciado".
101
Esto daba a la postura estadounidense una excusa de tono legal: el
cónsul se negó entonces a aceptar la validez del nombramiento de Vernet,
lo que precipitó los acontecimientos.
102
Enarbolando bandera francesa, la
Lexington arribó a Puerto
Soledad el 28 de diciembre de 1831. Desembarcó un grupo de soldados, que
destruyó el asentamiento, las fortificaciones y defensas de artillería,
tomando prisioneros a la mayoría de sus ocupantes.
[cita requerida] Como última medida previa a abandonar las islas, Duncan las declaró unilateral e inconsultamente
res nullius.
Al momento del ataque, la colonia de Puerto Soledad contaba con unos
124 habitantes: 30 negros, 34 porteños, 28 rioplatenses angloparlantes y
7 alemanes, a los que se le sumaba una guarnición de aproximadamente 25
hombres.
103 Removidas sus autoridades, el archipiélago quedó en un estado de
anarquía: los presos del penal deambulaban libremente, y los piratas atracaban impunemente en sus fondeaderos.
[cita requerida]
El 8 de febrero del año siguiente el buque estadounidense arribó al
puerto de Montevideo con algunos de los prisioneros engrillados. Todos
fueron liberados allí mismo.
[cita requerida]
El presidente Andrew Jackson alabó al Capitán Duncan por sus acciones –
Levi Woodbury, el Secretario de la Armada Americana le escribió a
Duncan: “… el Presidente de los Estados Unidos aprueba el curso que
usted siguió, y se encuentra muy satisfecho con la prontitud, la firmeza
y la eficiencia de sus medidas”.
La noticia del accionar de Duncan produjo indignación en el gobierno
de Buenos Aires: se negó a mantener cualquier tipo de contacto con
Slacum, y exigió a los Estados Unidos su reemplazo inmediato.
104 Sin embargo, la postura de Washington era inamovible. El presidente
Andrew Jackson, en mensaje anual al Congreso, calificó la captura argentina del
Harriet como piratería, e instó a preparar una expedición naval a fin de proteger los intereses estadounidenses en el Atlántico Sur.
105 106
Mientras tanto llegó a Buenos Aires el reemplazante de Slacum,
Francis Baylies, con idéntica agenda y estilo que su predecesor. Entró rápidamente en un callejón sin salida al tratar de que el ministro
Manuel Vicente de Maza admitiera que el gobernador Vernet era un pirata.
97
En consonancia con el anterior cónsul, Baylies también pretendía
desconocer la preexistencia del nombramiento de Vernet, aunque en una
carta privada al secretario de Estado
Edward Livingston la admite de plano.
107 Asimismo el nuevo representante de los Estados Unidos comunicó a
Henry Fox,
su flamante par británico, que Washington estaba dispuesto a reconocer
la soberanía británica a cambio del otorgamiento de derechos de libre
pesca en las aguas inmediatas.
97 108
Al poco tiempo se conminó a Baylies a abandonar el Río de la Plata. La
torpe gestión estadounidense llevó a la ruptura completa de las
relaciones diplomáticas entre Buenos Aires y Washington durante un
período de once años.
97 109
En septiembre de 1832, y con el objeto de reconstruir la colonia
penal para restablecer el orden, el gobierno argentino nombró como nuevo
gobernador interino de las Malvinas al sargento mayor de artillería
Esteban Mestivier.
110
El militar se hizo cargo del gobierno de las islas el 15 de noviembre de 1832, tras arribar a bordo de la
goleta Sarandí
junto con una guarnición de 25 soldados. Acto seguido, la nave
emprendió un viaje de patrullaje por las costas y mares del
archipiélago, capitaneada por
José María Pinedo.
[cita requerida]
En diciembre estalló una sublevación, que culminó con el asesinato de
Mestivier a manos de los rebeldes, y que fue controlada por Pinedo al
regresar a Puerto Soledad.
[cita requerida]
Estos trágicos hechos fueron interpretados por Baylies como
desencadenantes de condiciones propicias para que Gran Bretaña ejerciera
una acción firme a fin de obtener el control efectivo de las islas.
111
En efecto, las defensas argentinas de Puerto Soledad habían sido
inutilizadas, el archipiélago se hallaba en medio de un caos
administrativo y sólo estaba defendido por una goleta y su escasa
dotación.
[editar] Invasión británica
En agosto de 1832 el Primer Ministro británico,
Lord Palmerston, por sugerencia del Almirantazgo, ordenó enviar al contraalmirante
Thomas Baker jefe de la estación naval sudamericana la orden de retomar el control de la corona sobre el archipiélago.
112
El 20 de diciembre de 1832 arribó a Puerto Egmont la corbeta HMS
Clio. El capitán
John Onslow tomó posesión formal y su tripulación se abocó a reparar las ruinas del fuerte.
113 114
Unos días más tarde la nave ancló frente a Puerto Soledad. El
comandante Onslow informó a Pinedo que se disponía a tomar la isla, y le
ordenó que arriara la bandera argentina al día siguiente:
Debo informaros que
he recibido órdenes de S.E. el Comandante en Jefe de las fuerzas navales
de S.M.B., estacionadas en América del Sur, para hacer efectivo el
derecho de soberanía de S.M.B. sobre las Islas Malvinas.
Siendo mi intención izar mañana el pabellón de la Gran Bretaña en
el territorio, os pido tengais a bien arriar el vuestro y retirar
vuestras fuerzas con todos los objetos pertenecientes a vuestro
gobierno.
Soy, Señor, vuestro humilde y muy obediente servidor.
J. Onslow
A.S.E. el Comandante de las Fuerzas de Buenos Aires en Puerto Louis [Soledad], Berkeley Sound115
Pinedo estaba en inferioridad de condiciones: contaba con un buque de
capacidad bélica mucho menor, y la mayoría de su tripulación era de
origen británico. La legislación británica contemplaba el delito de alta
traición para los nativos de ese país que se alzaran contra la corona.
La mayoría de los hombres dijo estar dispuesta a combatir, pero la
resistencia fue insuficiente.
[cita requerida]
Los ingleses desembarcaron en la mañana del 3 de enero de 1833; primero
izaron su bandera y luego arriaron la argentina. Dos días después
Pinedo abandonó las islas a bordo de la
Sarandí llevando consigo a un grupo relativamente numeroso de colonos rioplatenses.
116
[editar] Sublevación
En las islas crecía el descontento entre los criollos, en su mayoría
gauchos y
charrúas.
Además de la natural exaltación patriótica motivada por la invasión
británica, se les había prohibido viajar a Buenos Aires, y el capataz
Jean Simon, apoyado por el ex mayordomo de Vernet, Matthew Brisbane, y
con la excusa de la ocupación británica, intentaba extenderles las ya
pesadas tareas campestres, entre otros excesos de autoridad. Además
seguían recibiendo por toda paga los
vales firmados por el ex gobernador, que no eran ya aceptados por el nuevo responsable de almacenes, el
irlandés William Dickson.
117
En desacuerdo con la nueva situación, un grupo de ocho rioplatenses
se sublevó el 26 de agosto de 1834 bajo el liderazgo del gaucho
entrerriano Antonio Rivero (apodado
Antook por los ingleses). Ellos eran:
Juan Brasido,
José María Luna,
Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar,
Manuel González y
Pascual Latorre. Estos rebeldes, además de su desventaja numérica, estaban pobremente armados con
facones,
boleadoras y viejos
mosquetes, en contraste con las
pistolas y
fusiles
con los que contaban sus oponentes, por lo que decidieron actuar por
sorpresa. Tras un breve enfrentamiento en el que fueron muertos
Brisbane, Dickson, Simon y otros dos colonos: Ventura Pasos y Antonio
Vehingar,
118
los revoltosos tomaron la casa de la comandancia. Impidieron el izado
de la bandera británica durante los siguientes cinco meses.
119 Según algunos relatos habrían izado el pabellón argentino.
120 121 122
Confinaron a las familias de los colonos ingleses en un islote, en
espera de que las autoridades argentinas enviaran una fuerza naval para
recuperar las islas. En octubre amarraron en Puerto Luis algunos barcos
ingleses, cuyas tripulaciones no intentaron enfrentarse a los facciosos.
123
Dos meses después, el 9 de enero de 1834, arribaron a la isla Soledad dos naves del Reino Unido: la HMS
Challenger, con el teniente
Henry Smith a bordo, y la HMS
Hopeful.
Inmediatamente izaron la bandera británica. Smith asumió al día
siguiente el título de oficial a cargo y ordenó la persecución de los
sublevados: Luna fue el primero en rendirse. Los restantes, muy
superados en número y armamento, optaron por retirarse al interior de la
isla. Para comienzos de marzo la rebelión ya estaba controlada y el
propio Rivero encarcelado.
124
Se les inició un proceso en el buque HMS
Spartiate, de la
estación naval británica de América del Sur. Por motivos no bien
documentados el almirante británico no se atrevió a convalidar el fallo y
ordenó que Rivero y los suyos fueran liberados en Montevideo.
123
Según una versión de los hechos, el tribunal se declaró incompetente
debido a que los crímenes no habían tenido lugar en el territorio de la
corona.
[cita requerida]
[editar] Las Malvinas en posesión británica (1833-abril 1982)
Smith centró sus esfuerzos en restaurar el establecimiento de Port Louis, al que renombró
Anson's Harbour. Fue sucedido por los tenientes
Robert Lowcay en abril de 1838 y
John Tyssen
en diciembre de ese mismo año. Estas autoridades negaron a Vernet sus
reiteradas solicitudes para volver a asentarse en las instalaciones de
las que era dueño, con el argumento de que se trataba de un
"intruso".
Finalmente, tras una visita a Londres, obtuvo una escasa compensación
monetaria por la pérdida de sus caballos, pero se le negó una ampliación
de la indemnización por los demás daños.
[cita requerida]
[editar] Protestas diplomáticas argentinas
Inmediatamente luego de la invasión británica se estableció entre
ambas naciones un patrón de argumentaciones diplomáticas que se
extendería casi sin variaciones hasta la fecha actual.
El 17 de junio de 1833
Manuel Moreno,
enviado argentino ante el gobierno del Reino Unido, presentó la
protesta formal en un largo documento escrito en inglés y en francés.
La Protesta,
como generalmente se conoce al texto, repetía en su substancia los
fundamentos ya enunciados en el decreto de nombramiento de Vernet: dado
que la innegable soberanía española sobre las islas había cesado debido a
la independencia de sus territorios en América, las Provincias Unidas
del Río de la Plata, como nueva nación independiente y reconocida por
Gran Bretaña y otros estados, la había sucedido en los derechos sobre la
jurisdicción de los mares del sur. Gran Bretaña, por lo tanto, quedaba
excluida del asunto, y no tenía derecho a reclamo alguno.
125
La respuesta británica llegó seis meses más tarde. En carta de lord
Palmerston, el gobierno británico reiteraba la no extinción de los
derechos anglosajones sobre las islas, fundamentados en el
restablecimiento del asentamiento de Port Egmont en 1771. Alegaba que el
posterior abandono de la base se había debido a cuestiones
"de austeridad" y no de renunciamiento, como
"atestiguaba" la placa de plomo oportunamente fijada por los marinos ingleses al retirarse.
126
El gobierno argentino calificó la respuesta de Palmerston como
insatisfactoria, por lo que Moreno volvió a protestar el 29 de
diciembre, sin obtener respuesta del Foreign Office.
127
La política exterior de
Juan Manuel de Rosas,
en aquellos años a cargo del poder ejecutivo, era proclive a restaurar
relaciones de amistad. En 1838 Moreno fue despachado nuevamente a
Londres con el fin de tantear los ánimos sobre la eventual e hipotética
posibilidad de ceder los derechos argentinos sobre las Malvinas con la
condición de que la deuda remanente del préstamo de la
Baring Brothers de 1824 fuera cancelada por el gobierno británico. La gestión tuvo resultado negativo.
128
Asimismo, y a pesar de la oficial interrupción de las relaciones
diplomáticas con los Estados Unidos, recurrió en 1839 al ministro
plenipotenciario en Washington,
Carlos María de Alvear, quien mantuvo una entrevista de carácter especial con el secretario de Estado
John Forsyth: el gobierno norteamericano se mantenía ajeno a la cuestión de soberanía, limitándose a apoyar el accionar de la
Lexington, pero
"sin que ello hubiera tenido la menor intención ni el deseo de hacer el más mínimo ultraje al gobierno ni a la Nación Argentina".
129
[editar] Nuevo Poblamiento
En 1839 un mercader británico llamado G. T. Whittington fundó la
Falkland Islands Commercial Fishery and Agricultural Association
y comenzó a ejercer presión sobre el gobierno de Su Majestad a fin de
obtener permisos de explotación en las islas. Presentó ante las
autoridades inglesas una petición firmada por un centenar de
comerciantes londinenses, en la que demandaba que se discutiera en forma
pública el futuro económico del archipiélago. En abril de 1840 escribió
al secretario colonial, lord Rusell, proponiendo a su compañía como
pionera de una eventual colonia.
[cita requerida]
En octubre de ese año, sin que tuviera noticias del gobierno sobre el
estado de su petición, Whittington despachó a su hermano con dos barcos
que llevaban colonos y materiales. Arribaron en Puerto Luis en enero del
año siguiente. J. B. Whittington exigió que se le otorgaran las tierras
que su hermano alegaba haber comprado de Vernet. Tyssen, por entonces
la máxima autoridad, respondió que no había recibido instrucciones de
Londres sobre el particular, pero no pudo impedir que los pioneros se
asentaran. Whittington lo hizo en Puerto Luis, en donde construyó una
casa de nueve habitaciones y estableció un saladero de pescado en el
mismo lugar donde Vernet había instalado el suyo.
[cita requerida]
En octubre de 1841 arribó el primer gobernador de las islas, el teniente
Richard Clement Moody, a bordo de la HMS
Hebe. Viajaban con él doce mineros y sus familias, dispuestos a asentarse en Malvinas; la colonia de
Anson's Harbour contaba ya con unas cincuenta personas.
[cita requerida]
Un año después lord
Edward Smith Stanley, secretario colonial de Estado, instruyó a Moody para que investigara el potencial del área del actual
Puerto Williams como lugar de asentamiento humano. El gobernador asignó la tarea al capitán
James Clark Ross, líder de la famosa expedición
antártica.
En 1843 Ross elevó un informe en el que sostenía que, en efecto, Puerto
Williams podría funcionar como base para naves de gran calado, y que
las costas desde el actual
Puerto Jackson
hacia el sur eran adecuadas para la construcción de caseríos, debido a
su ubicación protegida de los vientos, disponibilidad de agua dulce y
abundancia de turba.
Los trabajos comenzaron en julio de 1843; el 18 de ese mes el gobernador Moody bautizó el poblado como
Puerto Stanley.
En 1845 se establecieron los principales órganos de gobierno colonial:
el Consejo Legislativo y el Consejo Ejecutivo; tres años después se
asignaron los cargos administrativos correspondientes. Para 1846 ya
estaban construidas unas treinta casas prefabricadas de madera para 164
residentes, junto con una carpintería y una herrería.
[cita requerida]
La mayoría de los colonos se trasladaron al nuevo puerto, que creció
rápidamente hasta alcanzar los 200 habitantes en 1849. Ese mismo año
arribaron treinta familias para distribuirse entre la guarnición
permanente y el destacamento policial. Reemplazaron a los mineros y
zapadores que habían servido como fuerzas de orden desde 1842 a 1849. A
fines de ampliar el cuerpo de policía, en 1857 se reclutaron varios
civiles, y al año siguiente la guarnición fue reforzada con un grupo de
35
marines, formando la
Falkland Islands Garrison Company, que continuó expandiéndose con sucesivos envíos de personal desde la metrópoli.
[cita requerida]
[editar] Más protestas argentinas
Entre tanto la actividad diplomática continuaba intensamente. Se
sucedieron otras dos protestas argentinas, el 18 de diciembre de 1841 y
el 19 de febrero de 1842. En la respuesta a esta última, el gobierno de
Su Majestad afirmaba que el acuerdo alcanzado con España en 1771 era de
carácter
"final", lo que impedía reconocer la potestad de las Provincias Unidas sobre las islas.
130 El ministro Moreno respondió inmediata y enérgicamente:
El que suscribe (...)
se ve en la obligación de declarar, para evitar que el silencio de las
Provincias Unidas no sea interpretado como un consentimiento tácito, que
las Provincias Unidas no pueden aceptar y nunca aceptarán, la
resolución del Gobierno de su Majestad Británica del 5 del corriente,
dado que considera injusta y contraria a sus derechos evidentes (...)131
EL 23 de junio de 1843, diez años después de su invasión, las islas
fueron incorporadas a los dominios del rey de Inglaterra a través de
documentos firmados por la
Reina Victoria, trasladando la capital desde Puerto Egmont a
Puerto Stanley. En 1847 fue designado el primer gobernador del archipiélago,
George Rennie.
132
El 25 de julio de 1848, durante un debate parlamentario en el que se
trataban recortes al presupuesto, William Molesworth fue el primer
británico en oponerse públicamente a la postura gubernamental,
sosteniendo que debía reconocerse
" el reclamo de Buenos Aires sobre las islas Falkland",
lo que permitiría reducir los elevados gastos que insumía la estación
militar malvinense. Molesworth compartía el criterio casi unánime de que
las islas carecían de valor y perspectivas económicas.
133 134
En aquellos días los periódicos ingleses fustigaban la figura del
representante argentino y propiciaban una postura adversa a las
Provincias Unidas, a las que se consideraba un estado
"rebelde y de segunda categoría".
135 El diario
The Times, por ejemplo, comentó:
No sabemos qué
admirar más, si la insolencia del sudamericano o la resignación del
ministro de la Reina que no lo lanzó a puntapiés escaleras abajo.136
Estos mismos periódicos londinenses reprodujeron en forma confusa y
contradictoria un mensaje de lord Palmerston al parlamento, en el que
insinuaba que la Argentina había decidido abandonar su reclamo.
137
Esto produjo una inmediata réplica de Moreno, fechada el 31 de julio de
1849, en la que citaba los párrafos de los diarios y reiteraba que las
Provincias Unidas nunca habían aceptado el despojo a manos británicas.
Repetía también su propósito de no callar, para evitar que dicho
silencio fuera malinterpretado como una confirmación de las erróneas
expresiones del primer ministro. Lord Palmerston respondió que la prensa
le había atribuido palabras que no eran suyas, y que por el contrario
seguía sosteniendo que el asunto por la soberanía estaba pendiente de
acuerdo.
Es un hecho sugestivo el que no exista registro de este discurso de
Palmerston en las actas del parlamento. Algunos autores sospechan que
las palabras del primer ministro fueron suprimidas
138
debido a sus consecuencias legales, ya que de ellas se desprendía que, a
criterio británico, en 1833 las Islas Malvinas eran "Res nullius" y no
posesión inglesa como se argumentaba en ese momento.
139
Luego de la
batalla de Caseros
las Provincias Unidas se abocaron a la construcción del estado
argentino moderno. El tema de Malvinas comenzó a desaparecer
progresivamente de la agenda de ambos países, y no resurgiría con fuerza
sino hasta treinta años más tarde.
[cita requerida]
[editar] Convención de perfecta amistad
En la década de 1840 Gran Bretaña y Francia intervinieron
militarmente en la región de Río de la Plata, principalmente en lo que
hoy es Uruguay. Sin embargo, la política de ambos países fue un fracaso,
y ambos retiraron sus fuerzas tras firmar tratados con Argentina, que
en aquel tiempo no tenía un gobierno nacional, pero el encargo de las
relaciones exteriores recaía en el general Juan Manuel de Rosas,
gobernador de Buenos Aires. Las negociaciones entre el representante
británico, Henry Southern, y Rosas ocuparon la mayor parte de 1848 y
1849, y tuvieron como resultado un tratado de la paz, la “Convención
para restablecer las perfectas relaciones de amistad entre la
Confederación Argentina y Su Majestad Británica”, tratado también
conocido como “Arana-Southern” por el apellido de los cosignatarios, el
Ministro de Relaciones Exteriores bonaerense Felipe Arana y el emisario
británico Henry Southern, fue firmada el 24 de noviembre de 1849 y
ratificada por ambas partes en Buenos Aires el 15 de mayo de 1850. La
“Convención de perfecta amistad” fue descripta muchas veces como un
“tratado de paz” por ambas partes; representó un triunfo considerable
para Rosas, ya que pudo imponer su voluntad sobre dos adversarios
humillados, Gran Bretaña y Francia. Dado que su interés era terminar el
estado de guerra en el Río de la Plata, el tratado no mencionó el
reclamo de Argentina por las islas Malvinas, seguido de la guerra civil y
caída de Rosas, y el tema dejó de tratarse por la diplomacia argentina
por algunas décadas.
[editar] Desarrollo económico
Luego de 1845 Puerto Stanley se benefició singularmente con la
fiebre del oro de California: en 1847, por ejemplo, 777 barcos fondearon en sus instalaciones. Esta actividad produjo un
boom en los negocios de reparación y aprovisionamiento de buques. La navegación del
Cabo de Hornos
era singularmente difícil, y muchos barcos debían emprender la vuelta
severamente dañados tras inútiles intentos por pasar al Pacífico; varios
resultaban semidestruidos, por lo que las Islas Malvinas pasaron a ser
uno de los
cementerios de barcos más notables del mundo.
[cita requerida]
El negocio de reparación de buques comenzó a declinar en 1876, con la
sanción de una nueva legislación naviera internacional, con la adopción
progresiva del buque de vapor y el casco de hierro, y desapareció
finalmente con la construcción del
Canal de Panamá en 1914.
[cita requerida]
En enero de 1846 se celebró un contrato entre el gobierno de Su Majestad y
Samuel Lafone,
un comerciante británico que operaba desde Montevideo, en el que se le
asignaban derechos exclusivos de caza sobre el ganado de las islas. Este
contrato significó un duro golpe para la población de las islas, pues
el villorio de Stanley se vio imposibilitado de continuar abasteciéndose
por sus propios medios, y pasó a depender de terceros.
[cita requerida]
Lafone fue el primer terrateniente
in absentia del
archipiélago, pues nunca visitó las islas. Se le otorgaron unas
extensiones de tierra en la isla Soledad, donde vivía la mayor parte del
ganado salvaje. Esta zona de la isla pasó a ser llamada
"Lafonia".
Sus tareas nunca fueron auditadas por las autoridades inglesas: había
prometido introducir colonos de ascendencia británica, pero en cambio
envió grandes contingentes de gauchos e indios, que se establecieron en
1846 en
Hope Place, en la costa meridional de
Brenton Loch, y en 1849 finalizaron la construcción de una barricada en el
istmo de Darwin para facilitar el control de los animales.
[cita requerida]
El gobernador Moody implementó en 1947 un esquema de fomento
agroganadero en el que los colonos, a cambio del pago de una tarifa
anual, obtenían derechos de pastoreo en lotes costeros de 0,5 a 1,3 km²,
y en lotes internos de 1,3 a 2,6 km². Dos años después Rennie, sucesor
de Moody, extendió este plan para ampliar esos derechos a los 24 km²
circundantes a quienes compraran no menos de 0,65 km² de tierra.
[cita requerida]
En 1850 Lafone fundó una compañía llamada 'The Falkland Islands
Company Limited' con el propósito de instalar y explotar granjas, pues
el ganado de Lafonia había sido cazado hasta la extinción. En 1857 la
compañía se mudó desde
Hope Place a Darwin, en busca de terrenos
más adecuados para sus actividad. En 1860 el gobierno local modificó el
contrato original de Lafone, reservándose la potestad de caza en todo el
territorio de las islas con excepción de los lotes que pertenecían a la
compañía.
[cita requerida]
[editar] Incidente con Estados Unidos
En 1853, el gobernador del archipiélago se quejó a sus superiores por
la continua depredación cometida por los barcos balleneros y foqueros
—especialmente estadounidenses— en las inmediaciones de las islas. El
gobierno británico advirtió al norteamericano que no toleraría un
comportamiento semejante, y envió fuerzas navales a las islas para
asegurar un control efectivo. En mayo de 1854, en un confuso episodio,
el buque de guerra británico HMS
Express capturó a dos balleneros, acusándolos de la matanza de cerdos y focas de los criaderos del gobierno de las islas.
[cita requerida]
El comandante estadounidense William F. Lynch, al mando de la corbeta USS
Germantown,
que se hallaba fondeada en Puerto Stanley, presionó para que se
liberara a los buques y tripulaciones apresadas, amenazando con oponer
lucha armada.
[cita requerida]
Según una versión de los hechos, Lynch argumentó que los ingleses no
tenían derecho a fiscalizar las aguas malvinenses pues preexistía un
reclamo argentino.
140
Las autoridades británicas accedieron a negociar, aunque de todas
formas los capitanes de los balleneros acusados fueron juzgados y
multados por su accionar. Los Estados Unidos protestaron en favor de su
derecho
"adquirido" a pescar en aquellas aguas. En el texto del reclamo,
William L. Marcy,
entonces secretario de Estado norteamericano, dudó públicamente de la
legalidad de la soberanía inglesa al afirmar que su país no había
"concedido" derechos a Gran Bretaña.
141
La respuesta británica afirmaba que sus derechos no eran discutibles, y
que se atribuía el garantizarlos mediante uso de la fuerza.
142
El conflicto fue finalmente resuelto por la vía diplomática.
[cita requerida]
[editar] Continúa el crecimiento económico
En 1861 se emitió un acta de ampliación del alcance del plan de
fomento agroganadero, que otorgaba a los colonos la habilitación para
tareas de pastoreo durante un año en un lote indiviso de 24 km², con la
condición de que construyeran viviendas y proveyeran un cierto número de
cabezas de ganado. El terreno podía ser arrendado durante un plazo
renovable de diez años. Esta legislación tuvo un profundo impacto en el
modelado de la principal actividad económica de las islas hasta nuestros
días.
[cita requerida]
La colonización de la
Isla Gran Malvina
comenzó en 1867, y ya para 1869 la totalidad de su territorio había
sido otorgado a ocho colonos, que arribaron con su ganado, caballos,
herramientas, materiales de construcción, etc. Los gauchos rioplatenses
fueron reemplazados por escoceses.
[cita requerida]
[editar] Nuevos reclamos argentinos
Para 1884 ya habían pasado 35 años desde la última protesta argentina
formal, y el tema de la soberanía sólo había asumido un papel
secundario en el ámbito bilateral.
La presidencia de
Julio A. Roca
vigorizó el accionar diplomático, buscando dirimir la cuestión por
intermedio de un arbitraje. El ministro de relaciones exteriores,
Francisco J. Ortiz
informó el 30 de mayo al representante de la corona en Buenos Aires que
su gobierno intentaba recurrir a un laudo internacional para zanjar el
asunto, mecanismo que Gran Bretaña había fomentado asiduamente en el
pasado reciente y que, según esperaban las autoridades argentinas, no
dudaría en aplicar en este caso. El gobierno del Reino Unido respondió
con una rotunda negativa.
143
El 15 de diciembre de 1884 el
Instituto Geográfico Militar
publicó un mapa de la República Argentina que incluía a las Malvinas,
lo que provocó preocupación en la embajada del Reino Unido en Buenos
Aires.
144 Ante la firme inquisitoria del cónsul
Edmund Monson
sobre la oficialidad del mapa, la cancillería argentina respondió con
evasivas y declaraciones de amistad, lo que fue sumariamente contestado
por Monson con una protesta formal, efectivizada el 31 de diciembre.
145 146
La invitación a un arbitraje fue repetida al año siguiente, adjuntando una protesta formal en el mismo trámite.
147
Durante los tres años siguientes le sucedió un intenso intercambio de
correspondencia diplomática, en el que invariablemente Gran Bretaña se
limitaba a calificar el asunto como
"cerrado", a lo cual Argentina respondía reiterando los argumentos jurídicos expuestos.
146
Ya durante la presidencia de
Miguel Juárez Celman, el ministro de relaciones exteriores
Norberto Quirno Costa presentó una nueva carta de protesta al enviado británico en la que repetía la posición argentina:
(...) hoy, como
antes, el gobierno argentino mantiene su protesta respecto a la
ilegítima ocupación de las Islas Malvinas, que no abandona ni abandonará
jamás sus derechos a esos territorios y que en todo tiempo, hasta que
le sea hecho justicia, los considerará parte integrante, en la prioridad
del descubrimiento, de la ocupación, de la posesión iniciada y ejercida
en el reconocimiento tácito y explícito y en la adquisición por tratado
de estos últimos que pertenecían a la España.148
El representante británico, respondió diciendo que los derechos de la corona no eran discutibles.
149 El intercambio epistolar continuó durante el mes de abril, en el que Argentina calificaba el accionar británico como
"despojo" e insistía con su propuesta de arbitraje, pese a lo cual no consiguió ninguna respuesta favorable.
150
Muchos años después, en 1936, el asesor legal del Foreign Office, G.
H. Fitzmaurice, dejó plasmados en un memorándum los motivos de esta
tenaz oposición a la idea de un laudo arbitral:
(...) pero como
último recurso el único medio (...) sería ir a arbitraje y obtener una
decisión [de] que su reclamo es malo ante la ley. Pero a decir verdad no
estamos particularmente ansiosos por ir a arbitraje. Nuestro caso tiene
ciertas flaquezas.151
Desde 1888 y hasta al menos 1913, la publicación de mapas oficiales
argentinos que incluían a las islas Malvinas como parte del territorio
nacional siguió inquietando a las autoridades británicas, pese a lo cual
no hubo ninguna reacción oficial al respecto.
152 153 154 155 Durante todo este período el tema de la soberanía volvió a pasar al segundo plano de la agenda bilateral.
[cita requerida]
[editar] Acciones expansionistas
El 21 de julio de 1908 la corona británica emitió una Carta Patente Real que formalmente anexaba las islas
Georgias, las
Orcadas, las
Shetland, las
Sandwich y la
Tierra de Graham a la colonia de las islas Malvinas.
156
El documento oficial incluía entre las posesiones de la corona a parte de la Patagonia (la totalidad de
Tierra del Fuego, parte de la
provincia argentina de Santa Cruz y de la
región chilena de Magallanes.
157
El gobierno de Inglaterra nunca intentó explicar este grueso
error,
que no fue enmendado en los papeles sino hasta nueve años después, el
28 de marzo de 1917, por una nueva Carta Patente Real que rectificó a la
anterior. La mayoría de los estudiosos ve en ello un solapado intento
de expandir aún más las fronteras del imperio a costa de las naciones
sudamericanas.
[cita requerida]
Sorpresivamente, no hubo respuesta de los gobiernos argentino ni
chileno ante este manifiesto atropello. Por ejemplo, el canciller (y
futuro presidente de la Argentina)
Victorino de la Plaza
supuestamente se limitó a requerir a los ingleses información del nuevo
trazado y sólo respondió un acuse de recibo. Esta afirmación ha sido
relativizada: no existe copia del documento en los archivos argentinos;
los británicos sostienen que conservan la suya, aunque no ha sido hecha
pública hasta el presente.
158
Varios investigadores coinciden en resaltar la complacencia de las
autoridades argentinas ante los avances británicos de este período no
sólo sobre los archipiélagos, sino sobre territorios continentales sobre
los que Argentina ejercía plena y ordenada soberanía.
[cita requerida]
En 1908 el embajador italiano en Buenos Aires informó a la cancillería que la
Convención Postal de Roma
había incluido a las Malvinas entre las colonias británicas, lo que
provocó una airada protesta argentina, que fue cursada hacia el gobierno
de Italia.
159
Debido a que el canciller Victorino de la Plaza no extendió dicho
reclamo a Gran Bretaña, los ingleses desconocen la actuación de 1908, y
argumentan que durante 40 años (entre 1888 y 1928) Argentina no elevó
protestas formales por la situación del archipiélago.
160
[editar] Giro en la argumentación británica
En
1910
la Argentina cumplió cien años de vida, en un contexto de gran
prosperidad económica. El país obtenía influencia creciente en los
organismos internacionales, en donde era visto con respeto debido a su
éxito político y financiero. El continuo aumento del protagonismo
argentino en dichos foros repercutía directamente en la fuerza de sus
argumentos jurídicos e históricos respecto al tema de Malvinas, y en una
capacidad mayor para ejercer presión a fin de lograr la satisfacción de
sus reclamos. Esto comenzó a gestar una incomodidad manifiesta en
vastos sectores de la política anglosajona, que empezaron a expresar
dudas acerca de la validez de las pretensiones británicas al
archipiélago. Se temía que la invasión de 1833, ante los ojos del nuevo
siglo que comenzaba, pudiera ser vista como injustificada y que los
títulos derivados de la conquista militar no fueran ya valederos.
161 Se percibía entonces la necesidad de un cambio de estrategia que diera un nuevo soporte a la aspiración territorial.
162 Así, se buscó refugio en la tesis de que luego de casi cien años ininterrumpidos, el dominio de las islas se habría
transformado desde una naturaleza
de facto a una
de jure; en otras palabras, se echó mano al concepto de
"prescripción adquisitiva".
161
Desde 1910 hasta
1936
fueron emitidos por el Foreign Office nueve documentos de circulación
reservada que sostenían la debilidad de los derechos británicos.
161
Finalmente, a fines de agosto de 1936, el embajador británico en Buenos Aires recibió un documento confidencial en el que
Anthony Eden, ministro de relaciones exteriores de Gran Bretaña enunciaba los nuevos argumentos a esgrimir:
163
- Al abandonar España las islas en 1811, éstas quedaron vacías.
- Las islas eran res nullius en 1833; si esto no era verdadero, entonces
- Gran Bretaña había adquirido el título por prescripción, dada su ocupación centenaria del archipiélago.
- La Argentina no tenía poder militar suficiente como para hacer valer sus reclamos.
En última instancia, pues, el desequilibrio en la relación de fuerzas
a favor del Reino Unido constituía el anclaje de una política colonial
cuya legalidad estaba en duda.
69
[editar] Primera Guerra Mundial
El HMS
Cornwallis, uno de los buques que participaron en la Batalla de las Islas Malvinas.
Las islas jugaron un papel relativamente importante durante la
Primera Guerra Mundial,
gracias al establecimiento de una guarnición en las proximidades de
Puerto Stanley, que fue visitada regularmente por naves de guerra de las
Potencias Centrales. El 8 de diciembre de
1914
se libró una batalla marítima en las costas occidentales del
archipiélago, en la cual una flotilla británica muy superior en número y
armamento, al mando del almirante
Doveton Sturdee y originalmente atracada en Puerto Stanley, derrotó a una escuadra
alemana comandada por el almirante
Maximilian von Spee,
logrando una decisiva victoria que tuvo como efecto la eliminación del
poder naval germano en el hemisferio sur. Este episodio pasó a la
historia como la
Batalla de las Islas Malvinas.
164 165
Las consecuencias del enfrentamiento evidenciaron el gran valor
estratégico de las islas para el control de la ruta entre al Atlántico y
el Pacífico a través del extremo sur del continente.
166
[editar] Problemas con sellos postales
El gobierno de
Marcelo Torcuato de Alvear decidió, a partir de
1922, rechazar la correspondencia postal,
telefónica y
telegráfica
desde y hacia Malvinas con el fin de añadir presión concreta al reclamo
diplomático. El gobierno de las islas intentó paliar la acción
argentina mediante la contratación de vapores montevideanos, y la
protesta británica no tardó en llegar. Buenos Aires respondió alegando
que la medida no era oficial, sino que se trataba de iniciativas de
funcionarios individuales. En todo caso, para marzo de
1928
las comunicaciones con las islas estaban plenamente restablecidas,
hecha la aclaración que la reanudación del servicio de ninguna manera
implicaba una renuncia a los derechos argentinos.
167
A cambio, Alvear reanudó su reclamo ante la
Unión Postal Universal,
confirmando su reclamo sobre las Islas Malvinas, las Orcadas del Sur y
las Georgias del Sur como parte integral del territorio de la República:
(...) cumple a esta
Cancillería manifestar que si bien es exacto que desde 1833 esas islas
han estado bajo ocupación británica, no lo es menos que desde esa fecha y
en diversas oportunidades el Gobierno Argentino ha protestado por dicha
ocupación y por el acto originario que la determinó.168
En
1933
el correo británico emitió una serie de estampillas conmemorativas de la
invasión de un siglo antes. El gobierno argentino reaccionó con dureza,
e instruyó a los funcionarios del
Correo Argentino para que consideraran a toda correspondencia que arribara al país con las citadas estampillas como
"carente de franqueo", por lo que su destinatario pagaría, en consecuencia, la multa establecida por la ley ordinaria.
169
Ante esta reacción, el gobierno de Su Majestad se limitó a a hacer
una presentación ante la Unión Postal Universal, en la que sostenía que
el gobierno argentino violaba las convenciones de la organización,
puesto que las islas se hallaban bajo administración británica. No hubo
ninguna otra reacción pública, aunque en privado el Foreign Office
recriminó a la administración colonial por su imprudente proceder,
exigiendo ser informado antes de cualquier otro accionar concerniente al
servicio postal de las Malvinas.
170
Estampillas británicas conmemorativas de las islas Malvinas
En
1936 el Correo Argentino emitió sellos postales que mostraban a las Islas malvinas como pertenencia nacional.
145 El Foreign Office optó por una protesta informal y privada, en ocasión de una entrevista
casual
del subsecretario de Estado argentino y el embajador británico en
Buenos Aires. Sin embargo el asunto tomó estado público en la Cámara de
los Comunes, cuando en medio de un debate el parlamentario lord Apsley
inquirió al subsecretario de Asuntos Extranjeros,
Anthony Eden, sobre la situación. La respuesta de Eden fue:
El gobierno de Su
Majestad no puede admitir tal reclamo a las Islas, que son territorio
británico (...) pero se ha instruido al embajador de Su Majestad en
Buenos Aires que llame una vez más la atención del gobierno argentino al
hecho de que nada provechoso se puede conseguir con acciones tales como
la emisión de la estampilla en cuestión, que sólo puede ser perjudicial
para las buenas relaciones entre los dos países.171
Esto provocó una réplica del gobierno argentino, encabezado por
Agustín P. Justo,
que en una nota del 22 de abril de 1936 informó que no tenía
intenciones de retirar de circulación las estampillas, pues este gesto
podría ser malinterpretado como un renunciamiento. En efecto, al año
siguiente se realizó una nueva edición de los controvertidos sellos.
172
A pesar de que algunos sectores de la política interna inglesa
pretendían una reacción más fuerte de su gobierno, primó el criterio del
Foreign Office de evitar darle mayor atención al tema, por precaución
ante una eventual reacción argentina. Inglaterra no volvería a imprimir
estampillas con la temática malvinense sino hasta
1977.
173
Estampillas argentinas alusivas a las islas Malvinas (1936, 1937 y 1951)
[editar] Segunda Guerra Mundial
El inicio de la
Segunda Guerra Mundial
produjo una mayor flexibilización de la hasta entonces adamantina
postura británica. El gobierno argentino intentó aprovechar esta
coyuntura en las asambleas internacionales, en las que denunció
reiteradamente la ocupación anglosajona. Estados Unidos intentaba
concertar una política hemisférica común, que Argentina vio como una
oportunidad para encolumnar al bloque americano tras su postura
reivindicativa; en la Primera Reunión de Consulta de cancilleres
americanos emitió una proclama en la que afirmaba:
(...) dentro de las
aguas adyacentes al continente americano, en la extensión territorial de
costas correspondientes a la República Argentina en la zona que
delimita como libre de todo acto hostil no reconoce la existencia de
colonias o posesiones de países europeos [y agrega] que especialmente
reserva y mantiene intactos los legítimos títulos y derechos de la
República Argentina a islas como las Malvinas, como así a cualquier
otras tierras argentinas que resultaren ubicadas dentro o más allá de la
línea.174
En la Segunda Reunión, en junio de 1940, Argentina reiteró su
exigencia. En ese año el Foreign Office redactó un documento titulado
"Proposed offer by His Majesty's Government to reunite Falkland Islands with Argentina and acceptance of lease",
en el que planteaba la posibilidad de llegar a un acuerdo de dominio
compartido. Lamentablemente los detalles permanecen en la oscuridad.
175
Durante la semana siguiente al 13 de diciembre de 1939 las islas
tuvieron un pequeño rol en la guerra cuando una escuadra de tres
cruceros británicos comandada por el comodoro
Henry Hardwood enfrentó al acorazado de bolsillo alemán
Admiral Graf von Spee a cargo del almirante
Hans Langsdorff, en la que después sería llamada
Batalla del Río de la Plata. El único refuerzo británico en el sector, el HMS
Cumberland,
que se encontraba aprovisionándose en las islas, debió partir a toda
marcha en un viaje de día y medio de duración a fin de unirse a las
fuerzas de ataque. A las pocas horas de lucha el crucero pesado HMS
Exeter, tremendamente dañado, debió dirigirse a las Malvinas para ser reparado de emergencia.
176
Después de finalizada la guerra, la preponderancia de Gran Bretaña
como potencia central menguó notablemente, lo que derivó en una lenta
escalada de la conflictividad por el tema de la soberanía, a medida que
los lazos económicos entre ambos países se iban debilitando y crecía la
independencia mutua.
177 Ya con
Juan Domingo Perón como presidente, la
Cámara de Diputados de la Nación Argentina aprobó por unanimidad el 5 de julio de 1946 un proyecto para someter la discusión por el conflicto de soberanía al
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Esta acción trasladó definitivamente el eje del debate desde una agenda
exclusivamente binacional al ambiente colegiado de la comunidad de
naciones.
178
[editar] Naciones Unidas: primera etapa
A partir de la creación de la
ONU
y hasta 1965 los esfuerzos diplomáticos argentinos estuvieron centrados
en el ámbito de esta institución internacional, aunque en el medio
exclusivamente uni y bilateral sucedieron algunos hechos de importancia:
- Por el Decreto N° 17040 del 9 de junio de 1948 fue creada la División Antártida y Malvinas
bajo dependencia del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Su
función era entender en todo lo relacionado con la defensa de los
derechos jurídicos argentinos sobre la Antártida Argentina, las
Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. El año anterior se había
creado la Subcomisión Islas Malvinas e Islas Georgias del Sur,
encargada de recopilar y estudiar los antecedentes que existían en el
país acerca de dichos territorios insulares, con la principal tarea de
preparar una obra de carácter oficial sobre los derechos argentinos en
esas islas.179
- En 1948 Gran Bretaña inscribió en la ONU a las Malvinas como un "territorio no autogobernado".180
- A finales de 1950 el Congreso Nacional Argentino declaró formalmente a las islas Malvinas como "posesión argentina".180
- El 21 de diciembre de 1950, una Ordenanza Real extendió los límites
de la soberanía británica sobre el archipiélago, para incluir la
plataforma submarina, el fondo marino y el subsuelo contiguo a las
islas, llevando el área a unos 85.000 km².[cita requerida]
[editar] Incidentes en territorios dependientes
A fines de 1947 una escuadra de la
Armada Argentina
inició maniobras en las aguas próximas a Malvinas, que incluyeron
desembarcos de personal y equipamiento en varias islas del Atlántico
Sur. El Reino Unido contaba en las cercanías con la fragata HMS
Snipe, a la cual se agregó como respaldo el crucero HMS
Nigeria.
Luego de algunas fricciones menores, las fuerzas argentinas se
retiraron. El gobierno inglés decidió mantener en el área a los navíos
mencionados, los cuales fueron desafectados dos años después.
181 182
En 1952 la Argentina anunció sus planes para la ocupación efectiva de
los territorios que reclamaba como propios, lo que devino en una serie
de incidentes menores en
Bahía Esperanza, en la
Antártida. La respuesta británica fue destacar en la zona al crucero HMS
Superb y otorgar al comandante de operaciones una autorización para emplear la fuerza.
183
Al año siguiente se produjo un desembarco argentino en la
Isla Decepción, perteneciente a las
Shetland del Sur. Los británicos enviaron nuevamente al HMS
Snipe para forzar la retirada argentina.
180
Para fines de 1953 la tensión en la zona de Bahía Esperanza había ya
desaparecido, pero poco después el punto de conflicto se trasladó a la
isla Dundee,
donde la debilidad de la capacidad británica de respuesta se hizo
evidente. Las maniobras por parte de ambos países se limitaron sin
embargo a acciones meramente simbólicas.
183
En ese mismo año Perón envió a la ceremonia de coronación de la reina
Isabel II al presidente provisional del senado, el contraalmirante
Alberto Tesaire,
con el fin de ofrecer al gobierno británico que el archipiélago pasara a
manos argentinas a través de una operación privada de transferencia de
fondos. El Foreign Office declinó la propuesta, pues temía que una
eventual reacción de la oposición debilitara al primer ministro
Winston Churchill.
184
En septiembre de 1964 un piloto civil argentino,
Miguel Fitzgerald, aterrizó con una avioneta en la pista del
hipódromo
de Puerto Stanley, en la que desplegó una bandera argentina. Luego de
presentar una nota de protesta y requerir infructuosamente una
entrevista con el gobernador inglés, retornó al continente antes de que
pudiera ser capturado por las fuerzas de seguridad locales. Esto provocó
un airado reclamo del Reino Unido en la ONU, que fue rechazado
tajantemente por el gobierno argentino que alegó no estar involucrado en
el hecho. Como consecuencia, Londres decidió destacar en las Islas un
contingente permanente de Royal Marines.
185
Dos años después y también en septiembre, un grupo nacionalista acompañado por periodistas del diario
Crónica, en una acción armada a la que denominó
"Operativo Cóndor", secuestró y desvió el vuelo 648 que se dirigía desde Buenos Aires a
Río Gallegos, obligando al piloto a aterrizar en Malvinas, en donde desplegaron siete
banderas argentinas
y realizaron una proclama usando la radio del avión. El plan incluía
tomar la residencia del gobernador y ocupar el arsenal, pero se vio
frustrado porque la pesada aeronave se enterró en el barro de la pista
del hipódromo y fue rápidamente rodeada por un centenar de ingleses,
entre colonos y militares. Gracias a las gestiones del sacerdote
católico de las islas los pasajeros de la aeronave —entre los cuales estaba el entonces gobernador de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur— fueron alojados en las casas de algunos
kelpers mientras los secuestradores permanecieron en el fuselaje. Allí el párroco celebró una misa en
castellano.
Al día siguiente los jóvenes depusieron su actitud y entregaron las
armas a la única autoridad que aceptaron reconocer: el comandante del
avión, Ernesto Fernández García. Fueron capturados por las fuerzas de
seguridad británicas y dos días después regresaron al continente a bordo
del buque argentino ARA
Bahía Buen Suceso. La mayoría purgó una
condena efectiva de nueve meses; tres de ellos fueron encarcelados
durante tres años debido a sus antecedentes políticos, considerados
delictivos por el gobierno
de facto de
Juan Carlos Onganía.
[cita requerida]
El accionar del grupo nacionalista produjo una ola de actos
antibritánicos en la Argentina, que incluyó una balacera a la embajada
inglesa en Buenos Aires, que no produjo víctimas. El gobierno argentino
pidió disculpas a su par anglosajón por el atentado a la sede
diplomática y aseguró que no estaba involucrado en el secuestro de la
aeronave.
186 Londres por su parte decidió incrementar su fuerza militar en las Islas: expandió el destacamento de
Royal Marines desde seis integrantes a unos cuarenta, con lo que alcanzó el rango de
pelotón.
187
El 27 de noviembre de 1968 Fitzgerald realizó otro vuelo al mando de un avión bimotor del diario
Crónica,
en el que viajaba el director del matutino y uno de sus periodistas.
Esta vez no pudo aterrizar en la pista del hipódromo, pues estaba
obstruida, y debió hacerlo en un camino, por lo que su aeronave sufrió
algunos daños en la hélice. Los tres hombres fueron arrestados y
declarados
"inmigrantes ilegales". Luego de pasar 48 horas en un calabozo, fueron liberados en Río Gallegos.
[cita requerida]
[editar] Naciones Unidas
Edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Las resoluciones de la
ONU ejercieron presión para que el Reino Unido aceptara negociar la
soberanía del archipiélago.
La comunidad internacional compartía en general la percepción de que la persistencia de relaciones coloniales en pleno
siglo XX
constituía una violación de derechos humanos básicos, entorpecía el
desarrollo económico, social y cultural de los pueblos dependientes, y
era una amenaza para la seguridad internacional. Hacia fines de la
década del 50
se formó en los organismos internacionales un claro consenso al
respecto, que se expresó en la Asamblea General de las Naciones Unidas,
donde se decidió impulsar un proceso global de descolonización. El 14 de
diciembre de 1960 se aprobó allí por 89 votos a favor, ninguno en
contra y 9 abstenciones —casi todas de países colonialistas— la
resolución 1514 (XV)
Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales.
Este documento abrió las puertas a las negociaciones bilaterales entre
la Argentina y el Reino Unido. En cuatro de sus puntos (2, 4, 6 y 7), el
texto hacía referencia al nudo del problema: el respeto a la
autodeterminación, a la unidad nacional y a la integridad territorial.
Al año siguiente fue reafirmada por la resolución 1654 (XVI),
188
que creaba el que tras la resolución 1810 fue llamado "Comité Especial
de los Veinticuatro", encargado de efectuar el seguimiento del proceso
descolonizador.
189 En particular, el asunto de Malvinas recayó en la esfera del Subcomité III.
190 191
Inmediatamente la Argentina anunció su posición frente a la
declaración: el principio de autodeterminación debía considerarse en
justa relación a otros principios de mayor jerarquía, como el de la
unidad territorial del Estado, por lo que no era aplicable a Malvinas,
cuya población, británica en su origen, no es sino producto del desalojo
violento de los legítimos residentes argentinos.
192
En 1964 el gobierno del presidente
Arturo Umberto Illia
se propuso conseguir a través de esta especial coyuntura que la presión
de las Naciones Unidas obligara al Reino Unido a sentarse por vez
primera a la mesa de negociaciones, anulando las pretensiones británicas
de convalidar el
statu quo mediante una interpretación parcial de la autodeterminación.
190 193
Al iniciarse la sesión en septiembre, las delegaciones de ambos
países fueron autorizadas a participar del debate aunque sin derecho a
voto. La tesis argentina fue presentada por el consejero legal del
ministerio de relaciones exteriores, José María Ruda; la británica, por
Cecil King. El intercambio de argumentos fue encendido y la mayoría de
los miembros se inclinó por la postura argentina; el apoyo de
Latinoamérica, y de Uruguay y
Venezuela
en particular fue expreso y contundente. El Subcomité III redactó un
informe con las conclusiones del debate, que contrariaban punto por
punto los anhelos del Reino Unido:
- Se aceptaba la existencia de una disputa por la soberanía de las islas
- La resolución 1514 era aplicable al territorio (y no a la población) de las Islas Malvinas.
- Se recomendaba al Comité Especial que invitara a ambas partes a entablar negociaciones que tendrían en cuenta los intereses (y no los deseos) de los habitantes de las islas.194
Sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El Subcomité III aprobó el informe por unanimidad y lo elevó al
Comité Especial de los Veinticuatro. Allí se repitió la argumentación de
la etapa previa: la estrategia argentina fue la de minimizar las
discusiones para asegurarse el pasaje rápido a la siguiente etapa; el
Reino Unido, por el contrario, intentó llevar la cuestión al plano
bilateral para impedir que el tema siguiera tratándose en el marco de
las Naciones Unidas. Una vez más triunfó la diplomacia argentina y los
miembros del cuerpo aprobaron también por unanimidad las conclusiones
del informe recibido.
195 Siria
presentó la propuesta accesoria de que la palabra "Malvinas" apareciese
junto con "Falkland" en todos los documentos oficiales del organismo,
lo cual fue aprobado por 19 votos a favor, el Reino Unido en contra y
dos abstenciones. Luego se remitió el nuevo informe para su discusión en
la IV Comisión de Asuntos Coloniales de la Asamblea General, donde se
programó para ser tratado al año siguiente.
196 En el interín, Estados Unidos ejerció presión para que las negociaciones salieran fuera de la órbita de la ONU.
197
Tras la aprobación del proyecto de resolución por 87 votos a favor y
13 abstenciones, el 16 de diciembre de 1965 la Asamblea General aprobó
por 94 votos a favor, ninguno en contra y 14 abstenciones, la histórica
resolución 2065 (XX), basada en el informe de la IV Comisión. El texto
invitaba formalmente a ambos gobiernos a mantener negociaciones sobre la
soberanía siguiendo los puntos antedichos del informe del Subcomité II.
Básicamente establece que las Islas Malvinas no pueden ser
descolonizadas atendiendo el principio de autodeterminación, y pide a
ambas partes que informen al Comité Especial de los Veinticuatro y a la
Asamblea General del progreso en las conversaciones.
198
A partir de ahora el Reino Unido estaría obligado a negociar y a
efectuarlo en los términos planteados por la tesis argentina; en
palabras de Lanús:
(...) la resolución 2065
(XX) de las Naciones Unidas consagra el gran triunfo de la diplomacia
del gobierno del presidente Arturo H. Illia.
199
[editar] Cerca de una solución
A partir de la aprobación de la resolución 2065 dio comienzo una
nueva etapa en el diferendo, caracterizada por la reapertura de las
negociaciones bilaterales. Además de la presión de las Naciones Unidas
para dar término al anacronismo colonial, la continua declinación del
Imperio Británico y una mengua acentuada en los recursos destinados a
defensa exterior habían colocado a Malvinas como una carga molesta para
la metrópoli.
200
El relanzamiento del tema en la agenda binacional tuvo como primer paso
la firma de la notificación suscrita conjuntamente por el canciller
argentino
Miguel Ángel Zavala Ortiz y el secretario de Estado de Relaciones Exteriores del Reino Unido,
Michael Stewart,
el 14 de enero de 1966, en la que el Reino Unido aceptaba la validez de
la resolución 2065 y accedía a iniciar negociaciones conjuntas.
201
A mediados de 1966, luego del golpe militar de Onganía, el encargado de negocios de la embajada argentina en Londres,
Carlos Ortiz de Rozas
y sus acompañantes —el embajador había renunciado con la caída del
gobierno de Illia— fueron informados extraoficialmente durante un
almuerzo que las islas pasarían eventualmente a ser de soberanía
argentina efectiva, y que sólo restaba encontrar el momento y las
condiciones para efectuar el traspaso. Adicionalmente se recomendó a las
autoridades argentinas el iniciar una política de
seducción de los isleños, a fin de reducir la conflictividad del cambio por venir.
202 Onganía nombró como embajador en Londres al brigadier
Eduardo Mc Loughlin,
que tuvo a su cargo las negociaciones de soberanía. Durante los
siguientes dos años se estableció una agenda de reuniones confidenciales
en las que la Argentina intentó obtener de Gran Bretaña un compromiso
explícito y formal de transferencia del territorio, negándose a una
extemporánea propuesta inglesa de congelar las discusiones durante
treinta años para luego dejar en los isleños la decisión del destino del
archipiélago.
203 204
En marzo de 1967 Londres informó oficialmente a la diplomacia argentina que, bajo la condición de que se respetaran los
deseos de los locales, el gobierno de Su Majestad estaba dispuesto a ceder la soberanía efectiva de las islas.
205 Ante la negativa argentina a considerar la posición de los
kelpers entró en juego un grupo corporativo constituido por personas de influencia y financiado por la
Falkland Islands Company: el
Comité del Reino Unido y las Islas Falkland (también llamado el
"Falklands Lobby")
compuesto por isleños que se oponían a la transferencia. Mediante
presión al nivel del Parlamento y una campaña de propaganda en medios de
circulación masiva ejercieron una férrea resistencia al acuerdo.
206
Temiendo que el diálogo llevara a un punto de
fait accompli,
en febrero de 1968 el grupo de lobbistas presionó al Parlamento para que
debatiera sobre el tema, mediante una carta abierta que en su párrafo
inicial decía:
¿Sabe usted qué...?:
Se están llevando a cabo negociaciones entre los gobiernos de Gran
Bretaña y la Argentina para entregar en cualquier momento las islas
Falkland a la Argentina.
Tenga en cuenta que: los habitantes de las islas nunca fueron
consultados sobre su futuro. Que ellos NO quieren ser argentinos. Los
isleños son tan británicos como ustedes, la mayoría son de descendencia
inglesa o escocesa de hasta sexta generación. Cinco de cada seis
nacieron en las islas. Muchos ancianos no han estado en ningún otro
lugar. No hay problemas raciales, no hay desempleo y no hay pobreza, y
NO ESTAMOS EN DEUDA.207
Lord Chalfont representó al Foreign Office en la consiguiente interpelación de marzo.
208
En su monólogo admitió que los argentinos tenían derecho a mantener sus
reclamos, que las conversaciones seguirían siendo de carácter
confidencial en vista de lo delicado del asunto y que Londres se negaba a
otorgarle la independencia a las islas debido a su reducida población, a
su aislamiento geográfico y al hecho de que no eran autosuficientes.
Comprometió la posibilidad de un acuerdo binacional a que los isleños
aceptaran sus términos, aunque reservó para el gobierno la potestad
última de convalidarlo.
209 En el acalorado debate que prosiguió no hubo consenso
208
y Stewart se vio obligado a aclarar en varias oportunidades que no
habría sesión de soberanía en contra de lo opinado por los isleños.
210
A pesar de ello el 28 de marzo Mc Loughlin y Chalfont llegaron a un
acuerdo, al que titularon "Memorándum de Entendimiento": el gobierno de
Su Majestad aprobaría la transferencia de la soberanía si previamente se
garantizara la comunicación de las islas con el continente y se
aseguraran los intereses de los locales.
211 La nueva fórmula reemplazaba
deseos por
intereses, dando mayor espacio para facilitar el entendimiento mutuo a la vez que dejaba de lado la más restrictiva cuestión de la
autodeterminación, lo que intentaba disminuir el margen de maniobra de los lobbistas malvinenses.
212
Ese mismo mes, durante las reuniones de la Asamblea General Ordinaria de las Naciones Unidas en Nueva York, los ministros
Nicanor Costa Méndez y Michael Stewart concordaron en que no existían discrepancias significativas sobre el Memorándum; sólo restaba su firma.
213
Lord Chalfont visitó las islas en noviembre de 1968, con el objetivo
de convencer a los isleños de la bondad del inminente acuerdo. Frente a
un auditorio de unos quinientos colonos, Chalfont advirtió:
Ustedes se muestran
reacios a comprender que las cosas están cambiando en el mundo exterior.
El Reino Unido ya no es una gran potencia imperialista del siglo XIX
(...)
Se trata de vuestro futuro. Yo no les estoy dando ninguna seguridad,
pero cuando ustedes dicen «Mantengan a las Falkland británicas»,
asegúrense de saber que esto significa algo diferente a lo que
significaba en 1900...214
En reunión secreta con el Consejo Ejecutivo del archipiélago, el funcionario anunció que
Gran Bretaña ya no
podría mantener en las islas fuerzas navales suficientes para brindar
protección, que ya no podría contribuir financieramente por la
declinación del precio de la lana en el mundo, que había que tener en
cuenta los intereses de la gran comunidad británica en la Argentina y
que los isleños lo pasarían mejor dependiendo de la Argentina.215
Mantuvo reuniones adicionales en las que aclaró que el consentimiento
de los locales era fundamental para la firma de un eventual tratado de
transferencia. Sus palabras no convencieron a los isleños, y el
lobby,
que seguía presionando en el Parlamento, consiguió que un grupo de
representantes firmara una moción para instar al gobierno a declarar a
los habitantes del archipiélago como "británicos" e intransferibles en
contra de su voluntad.
216
A su regreso a Londres Chalfont fue interpelado en el Parlamento,
donde recibió duros ataques de los opositores conservadores, que
prometieron eliminar el asunto de la soberanía de la agenda exterior.
Movida por los lobbistas, la prensa tuvo también una ferviente actitud
crítica: el
Daily Express hizo públicas las discusiones bajo el titular sensacionalista de
"Malvinas en venta".
217
Mientras tanto, el gobierno argentino guardaba un silencio oficial
que se extendería durante casi dos meses: aparentemente existía alguna
oposición interna al acuerdo, aunque los detalles no son del todo
claros. Ciertas fuentes consignan que la demora se produjo por
diferencias insalvables acerca del texto de una nota adjunta al
documento del Memorándum: Argentina exigía el reconocimiento liso, llano
e incondicional de su soberanía sobre las Islas.
218
En octubre el embajador Eduardo Mc Loughlin participó en una reunión de
información en donde sostuvo la necesidad de apoyar el documento, pero
no consiguió del general Onganía ninguna manifestación en este sentido.
El canciller
Nicanor Costa Méndez debió esforzarse para mantener el asunto en movimiento.
213
Finalmente, a comienzos de diciembre de 1968 la Argentina presentó
formalmente en Londres su aceptación del entendimiento. El embajador Mc
Loughlin se entrevistó con el secretario Stewart para ejecutar los
trámites finales. Sin embargo el funcionario británico se retractó
aduciendo que
"ya era tarde" y que no estaba en condiciones de
aceptar el Memorándum debido a la intensidad de la oposición en la
Cámara, en la prensa y en la opinión pública;
219 el gobierno
laborista temía una reacción desmedida que precipitara su caída.
220
Como consecuencia, el 11 de diciembre el gobierno británico decidió suspender todas las tratativas derivadas del Memorándum.
210
Más tarde ese día Stewart declaró ante la Cámara de los Comunes que el
gobierno volvía a colocar como eje central de la discusión la fórmula de
la
autodeterminación:
221
(...) el gobierno de
Su Majestad ha tratado de llegar a un entendimiento con la Argentina a
fin de garantizar una relación satisfactoria entre las islas y la región
continental más próxima, aunque todavía no es total. Existe una
divergencia básica respecto de la insistencia del gobierno de Su
Majestad en que no podrá haber transferencia de soberanía contra los deseos de los habitantes de las Falkland Islands.222
Esta postura sería mantenida por Londres desde entonces y hasta el presente.
202
La cancillería argentina emitió al día siguiente una respuesta en la
que establecía su posición en contra de la interpretación británica del
tema de la autodeterminación:
1. [El reconocimiento
de la soberanía argentina] no debe estar supeditado a la conformidad de
los actuales pobladores de las Islas.
2. La República tendrá en cuenta y asegurará los intereses de los
habitantes de las Islas por medio de salvaguardias y garantías que se
acuerden. El gobierno argentino conforme a los principios tradicionales
ha informado su política en esta materia, acogerá esos pobladores con la
más generosa disposición (...)
3. La concertación del acuerdo integral tendrá, por lógica
consecuencia, el desarrollo de libres comunicaciones entre las Islas y
el resto del territorio nacional argentino y la creación de vínculos
definitivos con ellos (...)220
Varios analistas coinciden al afirmar que el Memorándum de
Entendimiento constituyó el compromiso histórico más explícito del Reino
Unido sobre la transferencia de la administración de las Islas a la
Argentina.
208 213 223
Otros autores, no obstante, argumentan que el documento continuaba
sosteniendo la aceptación de los isleños como punto primordial para un
eventual traspaso administrativo y relativizan la significancia del
cambio de lenguaje utilizado en su texto.
210
La decisión del gabinete de abandonar el Memorándum fue una importante victoria del
Falklands Lobby sobre los esfuerzos diplomáticos argentinos; durante los siguientes tres años la actividad bilateral decreció sensiblemente.
224
[editar] Cooperación
Con motivo del décimo aniversario de la resolución 1514, la Asamblea
General aprobó el 12 de octubre de 1970 la resolución 2621 (XXV), por 86
votos a favor, 5 en contra (casi todos miembros del Commonwealth) y 15
abstenciones. El texto reafirmaba los principios expresados en aquélla y
urgía a los estados miembros a acelerar la descolonización
225
A partir de 1970 la agenda se concentró en el tema del tránsito y las
comunicaciones de las Islas con el continente. Los británicos
reconocieron el aislamiento excesivo del archipiélago: recibían noticias
del mundo exterior exclusivamente a través de medios radiales; la
infraestructura educativa y sanitaria era inadecuada, etc. La solución
más económica pasaba por mejorar los lazos con el continente,
226 pero sin aceptar los requerimientos argentinos para tratar la cuestión de fondo.
227
Tras ignorar varias propuestas argentinas en ese sentido, el
Foreign Office aceptó sentarse a una mesa de negociaciones centrada en el tema de la comunicación,
226 en la que invitó unilateralmente a varios isleños, entre los que sobresalía el gerente general de la
Falkland Islands Company.
228
La ronda de tratativas comenzó en 1971; el 1º de julio ambos gobiernos
emitieron una declaración que tenía por fin facilitar el movimiento de
personas y bienes entre la Argentina continental y el archipiélago. El
acuerdo comprometía a la Argentina a:
- Entregar documentación especial, en la que no se haría referencia a
su nacionalidad, a los isleños que desearan trasladarse al continente;
- Eximir a los isleños de gravámenes por su actividad económica dentro
de las Islas o por transporte de equipaje hacia o desde el resto del
territorio argentino;
- Establecer un servicio aéreo semanal con las Islas.
Por su parte el Reino Unido se obligaba a:
- Eximir de gravámenes a los residentes del continente que efectuaren actividades económicas en el archipiélago;
- Proveer un servicio marítimo regular de pasajeros, correspondencia y carga.
Además el gobierno argentino se ofrecía a cooperar en las áreas de
salud, educación y agricultura, en el caso de que le fuera requerido. Se
incluían medidas para regular las tarifas de comunicación postal,
telegráfica y telefónica, y la creación de una comisión biestatal para
coordinar el accionar conjunto.
229
La estrategia argentina buscaba incrementar el interés de los
habitantes del archipiélago por la cultura y economía continental,
230
de manera de acercar posiciones en forma progresiva mediante la
profundización de los lazos y confianza mutua y facilitar una eventual
transferencia de soberanía.
221
En Argentina esta declaración fue aprobada el 1º de julio de 1971 y
refrendada mediante ley nacional por el gobierno del general
Alejandro Agustín Lanusse. Por su parte el acuerdo fue recibido con beneplácito por los sectores más intransigentes del Reino Unido: la prensa, el
Falklands Lobby y el parlamento conservador, tradicionalmente opuestos a la conciliación con Argentina.
231
El 7 de enero del año siguiente un buque turístico argentino, la motonave ARA
Libertad,
realizó una escala en Puerto Stanley como hito simbólico del proceso de
acuerdo. En el barco viajaban el embajador de Gran Bretaña en Buenos
Aires, Michael Hadow y el director general de Antártida y Malvinas de la
cancillería argentina, Mario Izaguirre.
230
La colaboración en pos del acuerdo original prosiguió. El 2 de mayo,
mediante la firma de un convenio al respecto, Argentina se comprometió a
construir un aeródromo provisorio compuesto por una única pista de 800 m
de largo por 30 de ancho, cuyo mantenimiento tendría a su cargo. Seis
meses después, un convenio accesorio acordó la apertura de una agencia
de
LADE en Puerto Stanley y la iniciación de los vuelos con el continente.
232
Más allá de esta cooperación, de la que los isleños fueron los
principales beneficiarios, la negociación por la soberanía fue
prácticamente aplazada por los británicos, que continuaron negándose
sistemáticamente a tratar el tema. Hacia 1972 esta situación había
desembocado en un
impasse en las negociaciones.
221
El 25 de mayo de 1973
Héctor J. Cámpora
juró como presidente constitucional. En su discurso de asunción afirmó
que la recuperación del archipiélago sería uno de sus objetivos. Su
gobierno encaró el problema desde una postura más enérgica y denunció
ante las Naciones Unidas que el Reino Unido empleaba una estrategia
dilatoria. La ONU, incomodada por el nulo avance en la cuestión de fondo
tras ocho años de negociaciones, respondió inmediata y afirmativamente a
la denuncia argentina con la aprobación el 14 de diciembre de la
resolución 3160 (XXVIII), por 116 votos a favor, ninguno en contra y 14
abstenciones, en la que señalaba su preocupación por la falta de
progreso en las tratativas e instaba a las partes a proseguirlas de
acuerdo a lo previsto en la resolución 2065.
233 Esta presentación no interrumpió la cooperación en materia de comunicaciones y de transporte; sin embargo el canciller
Alberto J. Vignes
afirmó en julio de 1974 que la "política amistosa" quedaba supeditada a
una aceleración en las negociaciones sobre la cuestión de fondo.
234
[editar] Hacia un condominio
Frente a estos hechos, el nuevo gobierno del primer ministro
Harold Wilson
decidió restablecer conversaciones sobre la soberanía, introduciendo la
posibilidad de que el gobierno de Su Majestad aceptara una eventual
soberanía compartida:
(...) el objetivo del
Gobierno de Su Majestad al entrar en negociaciones sobre la base del
condominio será resolver la disputa de la soberanía a través de la
aceptación de la co-soberanía argentina sobre las Islas y que el
producto final pueda ser un tratado que solucione la disputa
anglo-argentina creando una atmósfera favorable en la cual los isleños
puedan desarrollarse acorde a sus intereses.235
A continuación las reuniones bilaterales —altamente confidenciales—
se hicieron más frecuentes: se llegó a un consenso sobre cuestiones
básicas, como que el español y el inglés serían idiomas oficiales, que
los isleños gozarían de la doble nacionalidad, que ambas banderas
flamearían juntas, y que el gobernador sería designado por Londres y
Buenos Aires en forma alternada.
235
El fallecimiento del entonces presidente Juan Domingo Perón en julio
de 1974 puso fin a las negociaciones; no existe suficiente evidencia de
que Perón apoyara el posible acuerdo, pero resulta claro que tras su
muerte la negociación perdió su sustento político interno.
236
En forma paralela, el parlamento del Reino Unido hizo zozobrar las
conversaciones pues no contaban con la aprobación de los isleños. En
agosto el
Foreign Office admitió que las tratativas deberían abortarse.
227
A partir de 1970 el gobierno británico había encargado una serie de relevamientos
geológicos en el área de Malvinas, a fin de determinar la existencia de
petróleo en el subsuelo. Hacia mediados de la década el resultado acumulado de estas investigaciones (a cargo de la
Universidad de Birmingham) sostenía una moderada probabilidad de que en efecto existieran hidrocarburos en las aguas cercanas al archipiélago.
184 Varias empresas petroleras británicas centraron su atención en la zona.
211
Al hacerse públicas las intenciones británicas de proseguir la
exploración, la cancillería argentina emitió el 19 de marzo de 1975 un
duro comunicado en el que dejaba en claro que el país no reconocía al
Reino Unido ningún derecho en materia concerniente a los
recursos naturales:
Teniendo en cuenta
que las Islas Malvinas y dichas áreas forman parte integrante del
territorio nacional, el gobierno argentino manifiesta que en ellas no
reconoce ni reconocerá la titularidad ni el ejercicio de ningún derecho
relativo a la exploración y explotación de minerales o hidrocarburos por
parte de un gobierno extranjero. Por consiguiente tampoco reconoce ni
reconocerá y considerará insanablemente nulos cualquier actividad,
medida o acuerdo que pudiera realizar o adoptar Gran Bretaña con
referencia a esta cuestión que el gobierno argentino estima de la mayor
gravedad e importancia.
(...)
El gobierno argentino considerará, además, la materialización de
actos de la naturaleza antes mencionada, contraria a las resoluciones y
consensos sobre las Islas Malvinas adoptadas por las Naciones Unidas,
cuyo claro objetivo es la solución de la disputa de soberanía entre los
países por la vía pacífica de las negociaciones bilaterales.237
Las relaciones entre los dos países se deterioraron rápidamente. Al
mes siguiente el nuevo embajador británico hizo saber al canciller
Vignes que ante cualquier ataque argentino a las Islas el Reino Unido
respondería con la fuerza militar.
238
La Argentina respondió el 12 de octubre que cualquier innovación con
fines económicos sería motivo de fuerte rispidez en el ámbito
binacional, haciendo peligrar la solución pacífica del diferendo;
239
esta advertencia argentina no rindió frutos: el 16 de octubre el
gobierno de Su Majestad confirmó el envío a las islas de una misión
económica oficial encabezada por Lord Shackleton.
237
El Ministerio de Relaciones Exteriores respondió que no concedía
permiso oficial a la misión Shackleton, argumentando que las acciones
unilaterales británicas sobre las Islas eran incompatibles con las
negociaciones que bajo supervisión de la ONU intentaban dirimir el
conflicto de su soberanía.
240
En vista de la presión existente, en julio de 1975 el Reino Unido
propuso a la Argentina discutir sobre el desarrollo conjunto del
Atlántico Sur. La cancillería argentina aceptó esa posibilidad con la
condición de que la agenda incluyera el trasfondo por la soberanía. El
Foreign Office
se negó, pero la Argentina se mantuvo firme en su exigencia de que el
tema de la soberanía fuera central en toda tratativa sobre explotación
económica.
241
Para noviembre las negociaciones se hallaban en estado de virtual
ruptura: el representante argentino en las Naciones Unidas afirmó que,
en virtud de ello, su país no dejaría de hacer valer sus derechos en la
forma que considerara más apropiada. Esta velada amenaza de acción
militar comenzó a hacerse común en la acción diplomática argentina.
227 242
A raíz de un ofrecimiento británico para abrir la agenda a "otras cuestiones", el nuevo canciller argentino,
Manuel Aráuz Castex, propuso modificar la misión Shackleton a una acción binacional, a fin de eliminar su carácter
"unilateral y provocativo".
Este claro ofrecimiento de desarrollo conjunto fue distorsionado por
los británicos, reduciéndolo a la posibilidad de que la Argentina
proveyera sólo tres técnicos; con este accionar el Reino Unido había
hecho evidentes sus intenciones de actuar de manera exclusivamente
unilateral.
243
La tensión entre los dos países siguió en escalada: el 3 de enero de
1976 se produjo el arribo de lord Shackleton a las Malvinas. La
cancillería argentina no dejó escapar la simbología de las fechas (la
invasión de 1833 también se había producido un 3 de enero), calificando
la
"coincidencia" de
"hostil y desconsiderada".
244 245
El 5 de enero de 1976 el gobierno de
María Estela Martínez de Perón emitió un comunicado ante lo que consideraba una
"ruptura unilateral" de las conversaciones por parte de los británicos:
Ante tal
comprobación, la cancillería argentina estima inadecuado avenirse a
considerar temas que, frente a aquella reticencia, resultan
insustanciales con relación al problema verdadero, y no conducentes por
lo tanto a la justa solución del mismo (...)
Como consecuencia de ello el Pueblo de la República debe estar
advertido de que su gobierno, juntamente con las Fuerzas Armadas y demás
organizaciones institucionales que estructuran el Estado argentino,
comparten inquebrantablemente el celo de aquél por la defensa de la
dignidad y los derechos de la Nación; y que actuarán sin precipitación
pero con toda la persistencia, la prudencia y la energía que sean
necesarias para lograr justicia.246
El 7 de enero un diputado
justicialista
propuso confiscar todas las propiedades británicas en la Argentina, sin
compensación, hasta que Gran Bretaña devolviera las Islas.
247
Movida por este aumento de la tensión Gran Bretaña ensayó un tímido
intento por enfriar los ánimos, sosteniendo que la discusión por la
soberanía era una
"disputa estéril", al tiempo que invitaba a
continuar con las conversaciones. La negativa argentina fue tajante:
afirmó que se rehusaba a reanudar las relaciones mientras las movidas
unilaterales británicas continuasen, e invitó al gobierno de Su Majestad
a que retirara su embajador de Buenos Aires, al tiempo que informaba
que el representante argentino no retornaría a Londres. Las relaciones
diplomáticas entraron en un período de congelamiento,
248 en el que abundaron en ambos gobiernos las expresiones de buena voluntad con el propósito de recomponer vínculos.
249
En vista de esta delicada situación la
Organización de los Estados Americanos se expidió a favor de la Argentina, sosteniendo que las actividades prospectivas del Reino Unido —a las que calificó de
"innovación unilateral"—
violaban las Resoluciones 2065 y 3160 de la ONU, constituían una
amenaza a la seguridad hemisférica y a la paz mundial; que la Argentina
tenía un inobjetable derecho de soberanía sobre las Islas Malvinas y que
las acciones británicas tenían por objeto silenciar los reclamos
argentinos y obstaculizar las negociaciones impulsadas por dicha
institución.
248 250 251
[editar] Incidente Shackleton
El 4 de febrero
Ramón A. Arosa, capitán del destructor argentino ARA
Almirante Storni, ordenó al buque británico de investigación
oceanográfica RRS
Shackleton que parara las máquinas, con el propósito de abordarlo. Éste navegaba a 78 millas al sur de Puerto Stanley, por lo que la
Armada Argentina argumentó que se encontraba dentro del límite de 200 millas náuticas que pertenecían a la jurisdicción argentina.
252 El capitán del buque británico, siguiendo órdenes de
Neville French,
gobernador inglés de las Malvinas, ignoró las órdenes argentinas y
continuó la marcha. El destructor —siguiendo procedimientos de rutina—
hizo varios disparos a proa del
Shackleton sin obtener respuesta.
Finalmente, asistido por un avión Neptune, continuó persiguiendo al
buque inglés hasta seis millas de Puerto Stanley.
253
Algunos autores ven en el hecho de que el destructor no emprendiera
una acción más drástica un gesto planificado por el gobierno argentino
para reforzar su reclamo sin permitir que la situación se desbordase:
253 No se le reconocería al Reino Unido la potestad del desarrollo económico del archipiélago.
252
Efectivamente, el incidente no pasó a mayores: Londres protestó ante
su par argentino y ante el Consejo de Seguridad de la ONU; ambas
presentaciones fueron contestadas por la Argentina.
254 El Reino Unido se hallaba ocupado en la
Tercera Guerra del Bacalao con
Islandia, por lo que intentó echar paños fríos al conflicto, aunque sin variar su tradicional resistencia a tratar el tema de fondo;
255 las cancillerías de ambos países prometieron reiniciar el diálogo aunque el
Foreign Office
comunicó a las autoridades argentinas que su gobierno estaba dispuesto a
defender las Islas ante un hipotético escenario de reocupación.
256 La Argentina insistió en discutir el núcleo del problema; en palabras del canciller
Raúl Quijano:
(...) el centro de nuestra discusión es (...) [la] soberanía (...)
No
podemos avanzar y si el Reino Unido no desea discutir este tema
nosotros no podemos tratar los otros temas. Por supuesto que estamos muy
interesados en la cooperación económica y las comunicaciones, pero sin
soberanía estos son temas mucho más periféricos.257
[editar] Discusiones sobre soberanía
A principios de 1976 había gobiernos nuevos en ambos países: un golpe de Estado en Argentina había puesto en la presidencia a
Jorge Rafael Videla, mientras que en Gran Bretaña había asumido el laborista
James Callaghan.
Las autoridades intentaron devolver las relaciones a su cauce normal,
mediante una serie de conversaciones secretas de agenda abierta que se
realizaron en ambas capitales.
254
El gobierno argentino presentó una propuesta escrita a su par
británico en la que diseñaba un traspaso progresivo de soberanía de las
islas, que contemplaba una primera etapa de administración conjunta, de
ocho años de duración, seguida del traspaso pleno de la administración a
la Argentina.
258
Movido por el interés de acceder a créditos financieros del Reino Unido, el ministro de economía argentino,
José Alfredo Martínez de Hoz,
enfatizó la necesidad de lograr acuerdos de cooperación y dejar la
presión confrontadora de lado. Encontró una fuerte oposición en la
cancillería argentina, que logró finalmente imponerse.
259
A finales de julio se publicó finalmente en Londres el Informe
Shackleton, que destacaba la debilidad de la economía monoproductora
malvinense, y la consiguiente y acuciante necesidad británica de
cooperación argentina para lograr el desarrollo de las Islas en el
aspecto pesquero y petrolífero.
257
El gobierno de Su Majestad vio entonces renovadas sus ambiciones de
desarrollo conjunto del Atlántico Sur, e intentó nuevamente conseguir el
apoyo de la Argentina, que sin embargo se mantuvo firme en su postura:
Respecto de una
hipotética cooperación entre la Argentina y el Reino Unido para el
desarrollo de industria y petróleo en las Malvinas, el Ministerio de
Relaciones Exteriores repite la posición del Gobierno argentino que es
que el tema esencial por resolver es la disputa por la soberanía y, por
lo tanto, no tiene comentarios para hacer en asuntos que no estén
directamente relacionados con ellos.260
En el ámbito de las Naciones Unidas existía para entonces un
generalizado apoyo a la causa argentina, al que se sumaba la
preocupación por las posibles consecuencias del accionar de Londres: el
1º de diciembre la Asamblea General aprobó la resolución 3149 (XXXI),
por 102 votos a favor, el Reino Unido en contra, y 32 abstenciones, que
reconocía:
(...) los continuos
esfuerzos realizados por el Gobierno de la Argentina, conforme a las
decisiones pertinentes de la Asamblea General, para facilitar el proceso
de descolonización y promover el bienestar de la población de las
Islas.
Además instaba a las partes (en alusión al Reino Unido) a que se
abstuvieran de acciones unilaterales que pudieran hacer peligrar el
proceso de negociación impulsado por las resoluciones 2065 y 3160 y
pedía nuevamente la aceleración de las tratativas.
261
El
Foreign Office publicó el 2 de febrero de 1977 una
declaración en la que apoyaba las conclusiones del Informe Shackleton y
hacía hincapié en las posibilidades de cooperación con la Argentina,
pero sin hacer concesiones en el tema de fondo.
262
Inmediatamente envió una delegación a las Islas a fin de convencer a
los locales de las bondades de un desarrollo económico binacional del
archipiélago; estas gestiones tuvieron resultado negativo. Le siguieron
una serie de conversaciones con la cancillería argentina en Buenos
Aires, en donde se consiguió la reanudación total de las relaciones
diplomáticas y la reposición de los respectivos embajadores. Este gesto
de buena voluntad frenó un plan del Reino Unido para asignar a las Islas
un grupo de despliegue militar.
263
No obstante se logró un sorprendente avance: el 19 de abril se emitió
un comunicado de prensa conjunto en el que la soberanía constituía un
punto primordial:
[Se establecerán
negociaciones] que se refieren a las futuras relaciones políticas
incluyendo la soberanía, con relación a las Islas Malvinas, las Georgias
del Sur y las Sandwich del Sur y a la cooperación económica con
respecto a dichos territorios en particular y al Atlántico Sudoccidental
en general.
(...)
[Ambos países buscarán] una solución pacífica a la disputa existente
entre los Estados sobre la soberanía y al establecimiento de un marco
para la cooperación económica argentino-británica.264
En visita oficial en
Comodoro Rivadavia, el secretario del
Foreign Office
declaró su predisposición para discutir el tema de la soberanía, que
sería tratado en las negociaciones subsiguientes. Estos antecedentes
fueron históricos: por primera vez el Reino Unido aceptaba la discusión
de la cuestión de fondo en el diferendo.
265 La excusa para explicar este cambio abrupto de postura recaía en que el gobierno de Su Majestad
contaba ahora
con la aprobación del gobierno de las Islas. Sin embargo ésta no
coincidía con la opinión de los isleños, sino que emanaba de directivas
del propio
Foreign Office. El secretario fue duramente criticado en Londres por la prensa y por el Parlamento, debido a su
predisposición para discutir sobre la soberanía.
266
A pesar de esta oposición ambos gobiernos arribaron a un acuerdo
sobre el temario a desarrollar en las negociaciones futuras: contemplaba
tanto la intercolaboración económica como la disputa por la pertenencia
territorial, pero aclaraba que la población de las Islas sería
consultada, y que el hecho de encarar dichas discusiones no constituía
un abandono de posiciones para ninguno de los dos gobiernos,
267
por lo que en esencia subsistía el mismo esquema: el Reino Unido estaba
interesado exclusivamente en el desarrollo económico y la Argentina en
su reclamo soberano.
268
El plan de Londres era dilatar todo lo posible la transferencia de
soberanía, al tiempo que capitalizaba los beneficios del desarrollo
bilateral del archipiélago; de persistir la presión argentina,
entretendría a su contraparte con concesiones de territorios
dependientes mientras encaraba tareas propagandísticas para convencer a
la opinión pública sobre la conveniencia del traspaso.
269
Entretanto, el empresario argentino Héctor F. Capozzolo intentó comprar parte de la
Falkland Islands Company, con la intención de que el
Falklands Lobby perdiera su principal financiador, pero el gobierno británico prohibió la operación.
270
Los encuentros diplomáticos bajo la agenda acordada se extendieron
hasta fines de 1981 en Nueva York, Lima, Ginebra y París. Al comienzo de
las gestiones el gobierno británico decidió apostar secretamente una
fuerza naval en las cercanías de las Islas, debido a la escalada de
hostilidades de los meses precedentes; fue retirada al cabo de la
primera ronda debido a la distensión resultante.
271 272
Las reuniones de Lima se inclinaron hacia el tema de la cooperación, y
las de Ginebra sólo arrojaron un principio de acuerdo para la
colaboración científica en Georgias y Sandwich del Sur que fue
rápidamente desechado por el gobierno de Su Majestad debido al rechazo
que cosechó en el consejo legislativo de las Islas.
273
En mayo de 1979
Margaret Thatcher
asumió como primer ministro e introdujo un nuevo impulso a las
tratativas. La divergencia de intereses de las partes se había
evidenciado cada vez más en el curso de los últimos encuentros.
274
En un breve ciclo de reuniones bilaterales en Buenos Aires volvió a
reiterarse el mismo patrón: la postura británica sobre la
autodeterminación de los isleños constituía un obstáculo para el
entendimiento mutuo; éstos se oponían a cualquier tipo de cambio en el
statu quo
y abrazaban la idea de un congelamiento indefinido del asunto. La
negativa argentina a aceptar a los colonos como parte de la negociación
tropezaba con la intransigencia británica de supeditar la decisión final
a la opinión de éstos. El Reino Unido temía que su par sudamericano
recurriera a medidas más drásticas para conseguir sus propósitos; sabía
que la Argentina tenía la capacidad para ocupar las Islas y que las
escuetas fuerzas británicas no podían defenderlas adecuadamente sin un
exagerado aumento de gastos.
275
En abril de 1980 prosiguieron las conversaciones en Nueva York, que
nuevamente giraron hacia el tema de la explotación conjunta de los
recursos atlánticos.
276
En julio Londres propuso a los isleños la solución de la disputa
mediante un mecanismo de arriendo, por el que la Argentina obtendría la
soberanía nominal mientras que el Reino Unido seguiría administrando el
archipiélago durante un período a estipularse, que según las fuentes,
oscilaba entre 25 y 99 años. Los colonos seguirían manteniendo su modo
de vida y, del consiguiente desarrollo conjunto, un aumento de los
beneficios económicos. La opinión de los isleños se mostró dividida: una
mayoría indecisa y una minoría marcadamente en favor de dejar las cosas
como estaban, que lo hizo saber de manera categórica, con rechiflas
incluidas.
277 278 Pero ante la sola posibilidad de un acuerdo cercano, el
Falklands Lobby entró nuevamente en acción: el
London Times publicó un artículo en primera plana denunciando en términos dramáticos la propuesta del arriendo.
279
Cartel reivindicatorio ubicado cerca de la frontera argentino-brasileña.
Existen muchas otras inscripciones similares a lo largo del territorio
argentino.
El gobierno británico fue empujado hacia la defensiva y se vio
obligado a efectuar declaraciones arriesgadas y contradictorias en vista
de su reciente accionar. Ante una interpelación al ministro
Nicholas Ridley,
en la que se expresó el descontento mediante chiflidos y abucheos, los
parlamentarios laboristas y conservadores por igual atacaron los planes
gubernamentales con inusitada dureza. Por consiguiente, se restringió
enormemente el margen de maniobra del gobierno británico, lo que terminó
influyendo negativamente en las siguientes rondas diplomáticas: en
Nueva York propuso congelar la discusión sobre soberanía por un número a
consensuar de años, durante los cuales las tratativas girarían
exclusivamente en torno a la explotación económica del archipiélago.
280
Esto provocó un categórico rechazo de la parte argentina, que
permaneció intransigente en sus exigencias sobre las prioridades del
temario a tratar.
281
Mientras tanto, los recortes al presupuesto militar habían decidido
enviar a desguace o venta a una gran porción de la flota de superficie
británica, incluyendo dos
portaaviones.
282
El gobierno británico empezó a tomar conciencia de lo acotadas que
estaban sus posibilidades de negociación, y de cuán rápidamente iba en
aumento la ansiedad por avances concretos y significativos en la
política interna argentina.
283
Ante este panorama las autoridades concluyeron que la alternativa del
arriendo era la única posible; en base a los reportes de enviados a las
islas y a la Argentina, el
Foreign Office consideraba que los
isleños podían ser convencidos de las virtudes de un acuerdo en este
sentido. El ambiente político interno argentino era, por el contrario,
más complejo: la idea contaba con el apoyo de funcionarios civiles pero
todavía encontraba resistencia en las jerarquías militares.
284
Más allá de este acertado diagnóstico, poco se hizo durante los meses
siguientes para acercar la opinión pública británica a la postura
gubernamental. Peor aún, se produjo un claro retroceso en la situación:
Ridley fue reemplazado por un representante del
Falklands Lobby, Richard Luce; la oposición a un acuerdo con la Argentina se consolidó en las Islas mediante el triunfo de los partidarios del
statu quo
en las elecciones legislativas; mientras que Buenos Aires exigía una
solución rápida y directa, el Reino Unido adoptó una inflexibilidad aún
mayor; en el siguiente ciclo de entrevistas diplomáticas en octubre se
hizo evidente que a pesar de las buenas intenciones no quedaba ya
espacio para actuar. Hacia fines de octubre el embajador británico en
Buenos Aires informó a Londres que la paciencia argentina se estaba
agotando.
285
[editar] Antecedentes argentinos en Malvinas previos a la guerra
Desde aproximadamente el
1950,
hasta comienzos de la guerra, las islas mantuvieron un fuerte vínculo
de contacto con ciudades patagónicas argentinas. Los pobladores solían
comerciar con ciudades costeras cercanas como Río Grande, Ushuaia, Río
Gallegos, Caleta Olivia, Puerto Santa Cruz y Comodoro Rivadavia.
Mantenían viajes a esos destinos por causas de salud, educación,
turismo, intercambio, relaciones sociales, etc. Esto explica porqué las
islas tenían un precario y olvidado desarrollo institucional que era
compensado con viajes en avión o barco a ciudades cercanas.
[editar] Las Malvinas en posesión argentina (abril-junio de 1982)
Monumento a los caídos en la guerra de Malvinas ubicado en la ciudad argentina de
Quequén.
A principio de la década de 1980, el modelo económico de la junta
militar que gobernaba la Argentina entró en crisis, lo cual tuvo
consecuencias negativas en el ámbito social interno. El rechazo a la
junta se incrementó a causa de factores como: 90% de inflación anual, la
profunda recesión, la mayor carga tributaria, el brusco aumento del
endeudamiento externo de los sectores público y privado, la continua
depreciación del salario real con el aumento de la pobreza resultante,
etc. A fin de recuperar oxígeno interno y en base a premisas
geopolíticas que resultaron equivocadas, la junta militar organizó una operación militar para apoderarse de las Malvinas.
286 287
Además de estos motivos, los analistas afirman que la operación militar
argentina se debió también a un equívoco en la interpretación de las
acciones británicas de desarme y relegación de la ciudadanía de los
isleños a un rango menor:
288
la junta militar no esperaba una reacción armada del Reino Unido, como
atestigua el hecho de que nunca se diseñó un plan de contingencia para
ello.
289
Como parte de una escalada ofensiva en múltiples planos, fuerzas argentinas tomaron el control de las islas el
2 de abril de
1982.
El declinante gobierno británico de Margaret Thatcher, por su parte y
tras una etapa de confusión inicial, consiguió imponer un discurso de
orgullo patriótico en las masas y reaccionó enérgicamente, logrando el
pleno apoyo de la
Comunidad Económica Europea, la
OTAN, el
Commonwealth y, parcialmente, de la
ONU.
[cita requerida] El 7 de abril estableció una
Maritime Exclusion Zone
(MEZ) ("Zona de Exclusión Militar") de 200 millas de radio con centro
en latitud 51° 40' S y longitud 59° 39' O, sobre el estrecho de San
Carlos.
290
Reunió además una masiva fuerza expedicionaria —la mayor desde la
Segunda Guerra Mundial— que tomó rumbo hacia el archipiélago; mientras
tanto ambos gobiernos se enfrascaron en febriles reuniones diplomáticas
organizadas por el secretario de Estado de EE.UU.,
Alexander Haig, por el presidente del
Perú,
Fernando Belaúnde Terry, y por el secretario general de la ONU,
Javier Pérez de Cuéllar.
Estos intentos de mediación fracasaron, y Estados Unidos pasó a asistir
militarmente al Reino Unido, otorgándole acceso a armamento e
información de inteligencia avanzados. La
Marina Real desembarcó seis semanas más tarde y después de duros combates forzó la rendición argentina el
14 de junio de 1982.
291
[editar] Las Malvinas en posesión británica (junio de 1982-presente)
[editar] Secuelas y transición
La derrota argentina aceleró la caída del régimen militar
de facto.
292 El gobierno británico prohibió el ingreso a las islas de civiles con
pasaporte argentino. El 22 de junio de 1982 la
Comunidad Económica Europea anuló la prohibición a las importaciones argentinas.
293
El 23 de julio de 1982 el Reino Unido modificó el alcance de la Zona de
Exclusión Militar, reduciéndola en 50 millas náuticas radiales y
rebautizándola como
Falkland Islands Protection Zone (FIPZ) ("Zona de Protección de las Islas Malvinas").
290
A mediados de septiembre la Argentina y el Reino Unido levantaron
bilateralmente las sanciones financieras que mutuamente se habían
aplicado.
291
La Asamblea General de las Naciones Unidas emitió una resolución
urgiendo a las partes a reanudar las conversaciones para resolver el
litigio.
294
Por primera vez Estados Unidos votó a favor de estos lineamientos,
intentando enmendar sus relaciones con Latinoamérica, deterioradas por
su apoyo concreto al lado británico durante el conflicto armado. El
Reino Unido criticó el voto estadounidense y no cambió su postura,
argumentando que el rearme y recomposición encarados por las fuerzas
armadas argentinas —que sin embargo incluía equipamiento británico
293 — demostraban que el país estaba dispuesto a
"un segundo round".
295 Margaret Thatcher justificó su negativa al diálogo:
(...) no negociaré con la Argentina. Estamos seguros de nuestros títulos de soberanía.[cita requerida]
En mayo de 1983 el gobierno británico propuso a la Argentina
restablecer los vuelos comerciales entre los dos países que se habían
suspendido en junio de 1982, y acordar sobre el traslado de los restos
de los caídos al continente. El gobierno argentino se negó a estos
ofrecimientos, manteniéndose en su tradicional postura de que todos los
aspectos de la disputa deberían discutirse simultáneamente junto con el
de la soberanía.
296
La ruptura de relaciones fomentó la aparición de grupos de diálogo
informales, constituidos por sectores académicos, religiosos,
empresariales y parlamentarios de ambos países.
297 En 1983 se estableció en Londres el
South Atlantic Council
("Consejo del Atlántico Sur") que promovió en base a la publicación de
trabajos sobre el tema una solución pacífica y duradera para el asunto
de la soberanía. Este cuerpo, que reunía entre sus filas al
parlamentario conservador Cyril Towsend y al laborista George Foulkes,
tuvo varios logros destacables, como el influir en la opinión pública
británica para que apoyara la posibilidad de que el problema se
discutiera bilateralmente.
298
[editar] Retorno de la democracia en la Argentina
En diciembre de 1983
Raúl Alfonsín
asumió como presidente constitucional argentino y desde su discurso
inaugural ante el congreso colocó a la recuperación de las Islas como
una meta central de su gobierno. Su canciller,
Dante Caputo, esbozó así la que sería la estrategia a seguir:
Había que lograr una
permanente tensión exterior sobre el tema Malvinas. Para nosotros el
único método (por cierto de largo plazo) para lograr este objetivo era
permanentemente mantener presentes los costos internacionales para el
Reino Unido de la ocupación. Si esos costos disminuían, si esos costos
se hacían nulos, casi nulos, la intervención o la presencia de la
ocupación británica se mantendría permanentemente.299
Se siguieron estos lineamientos mediante la continuación de las
hostilidades pero sin escalar el nivel de agresividad, lo que obligó al
Reino Unido a efectuar crecientes gastos por la defensa del
archipiélago. Sin embargo la estrategia argentina fue interrumpida a
mediados de 1984 cuando comenzó a resultar evidente que el gobierno
británico estaba dispuesto a sobrellevar el costo adicional.
300
Bandera de las fuerzas armadas del Reino Unido destacadas en las Islas Malvinas.
El gobierno argentino también procuró hacer de la denuncia pública
ante los foros internacionales —principalmente en la ONU, la OEA y el
Movimiento de Países No Alineados— su principal herramienta de coacción.
301
Al mismo tiempo, el gobierno de Thatcher elaboraba planes de
contingencia en vista de un hipotético nuevo golpe de Estado en la
Argentina. Este argumento también sirvió pàra justificar la presencia
del muy reforzado destacamento militar en Malvinas.
302 303
En febrero las autoridades argentinas solicitaron al lado británico
la reanudación de las conversaciones: se propuso que mientras duraran
las negociaciones la guarnición británica en Malvinas fuera reemplazada
por una
fuerza de paz de las Naciones Unidas, a cambio de lo cual la Argentina declararía el cese de hostilidades. La oferta fue rechazada al día siguiente.
304
El 7 de junio todos los partidos políticos argentinos firmaron una
declaración conjunta en la que demandaban al Reino Unido el
reconocimiento de los derechos de la Argentina sobre las Islas. Al mismo
tiempo, una serie de gestiones reservadas auspiciadas por los
negociadores de
Suiza y
Brasil
terminó en un rotundo fracaso en el que los representantes de cada
parte acusaron a la otra de haber incumplido las normas pactadas.
302 305 306 307 308
Con la intención de consolidar la viabilidad de la economía de las
Islas, Londres finalmente decidió implementar las recomendaciones del
Informe Shackleton de 1982, que hasta entonces sólo habían sido
aplicadas en pequeña escala. En 1984 se creó la
Falkland Islands Development Corporation
("Corporación para el Desarrollo de las Islas Malvinas"). Entre sus
metas estaba la de diversificar la actividad económica, mejorar la
infraestructura y fomentar la inmigración selectiva. Se aprobó una serie
de desembolsos a seis años por un total de 31 millones de
libras esterlinas
para mejorar las telecomunicaciones, extender las líneas eléctricas,
construir caminos, implementar una reforma agraria, crear una
granja hidropónica para permitir el autoabastecimiento de vegetales frescos, etc.
309
Uno de sus resultados fue un incremento sensible en la redistribución
de tierras: en nueve años el porcentaje de terrenos en manos
malvinenses pasó desde el 24% al 73%. Estas medidas afianzaron el
nacionalismo de los isleños, desplazando la opinión pública local aún
más hacia la intransigencia.
310 311
En medios políticos británicos empezó a contemplarse la idea de que el modelo de traspaso de soberanía diseñado para
Hong Kong en los acuerdos de
Pekín
de 1984 podría ser aplicado al problema de Malvinas. En la Argentina la
propuesta fue considerada como viable, aunque Alfonsín la supeditó a
que se acordara un tiempo de transición razonable:
(...) podemos aceptar
una solución de tipo Hong Kong medida en meses, no en años. También
podríamos aceptar que se nos devolvieran las islas en el plazo de cinco
años o tres años, pero no en veintinueve años.312
En septiembre de 1984 Alfonsín anunció personalmente ante la Asamblea
General de la ONU que su país estaba dispuesto a reanudar las
negociaciones por medios pacíficos y dio a entender su apoyo a un
arreglo similar al chino. Sin embargo la respuesta británica fue que
Hong Kong era
"diferente" al caso de Malvinas.
313
A fines de ese año la Argentina empezó a concentrar sus reclamos en
la ONU. Nuevamente el Reino Unido se negó a tratar el tema de la
soberanía y como de costumbre propuso una agenda centrada en las
relaciones económicas y culturales.
314
Luego de la guerra la presencia militar británica en el archipiélago fue
reforzada substancialmente. En la fotografía, el destructor HMS
Edinburgh, destacado en Mount Pleasant desde 2006 en reemplazo del HMS
Southampton.
Esta intransigencia del gobierno de Margaret Thatcher fue criticada
internamente: Dennis Healey, líder de la posición laborista, fustigó la
política de la primer ministro de rehusarse sistemáticamente a discutir
el tema de la soberanía con Argentina. Healey ironizó sobre el hecho de
que Thatcher se negara a conversar con un gobierno democrático
escudándose en la oposición de 1800 malvinenses, mientras que había
negociado con la
"dictadura comunista" de
China
sin consultar a los cuatro millones de habitantes de Hong Kong sobre su
propio futuro. Sin embargo la mayoría conservadora en el parlamento
aseguraba al gobierno británico que su postura sería mantenida sin
dificultades.
315
A principios de 1985 y en vista de esta situación, Londres asumió una
actitud más flexible y dio un paso para intentar destrabar la relación:
Thatcher ofreció abolir la zona de exclusión a cambio del cese
argentino de hostilidades. El gobierno de Alfonsín rechazó la oferta,
acusando a su par británico de querer
"imponer un cese unilateral de hostilidades"; las autoridades argentinas reconocerían luego que esta respuesta fue inadecuada y que sólo consiguió trabar el diálogo.
316 Expresaron asimismo que el despliegue militar británico en el archipiélago era
"excesivo" y que
"representaba una agresión contra la Argentina y América Latina."317 Simultáneamente, con un costo de 300 millones de libras esterlinas el Reino Unido construía el aeropuerto de
Mount Pleasant para reemplazar al de Puerto Argentino/Stanley.
318
En julio el Reino Unido dejó en claro ante la ONU que no estaba
"preparado" para tratar el tema de la soberanía,
319 aunque levantó parcialmente el embargo comercial hacia la Argentina.
320 Debido a lo restrictivo de su implementación, en los hechos la medida tuvo un carácter casi simbólico.
321
Sin embargo no halló reciprocidad en su par sudamericano, que supeditó
su accionar a la reanudación de conversaciones sobre la cuestión de
fondo.
322
En la siguiente reunión de la Asamblea General de la ONU el canciller
Caputo denunció que el Reino Unido seguía contrariando los reiterados
pedidos del Comité de Descolonización al continuar ocupando las Islas
Malvinas.
323
Hacia fines de año se dieron varios cambios legales de importancia:
el gobierno británico otorgó la plena ciudadanía a los isleños,
324 y se redactó una nueva constitución para las Islas que daba a los malvinenses mayor control sobre los asuntos internos.
296 Las nuevas herramientas legales fueron desplazando al rol pivotal que el
Lobby había cumplido informalmente hasta esa fecha, por lo que su papel se redujo notablemente en los años siguientes.
325
[editar] Entendimiento con la oposición laborista
Dada esta falta de progreso, el gobierno argentino se dispuso a
aumentar la presión sobre el Reino Unido. En septiembre Alfonsín se
entrevistó en París con el líder de la oposición, el laborista Neil
Kinnock. Ambos coincidieron en la necesidad de restablecer las
relaciones diplomáticas y comerciales entre los dos países y de encarar
negociaciones que incluyeran
todos los aspectos sobre el futuro de las Islas. Sugerentemente Kinnock subrayó la necesidad de tener en cuenta los
intereses de los malvinenses.
326
Un mes después se reunió en
Madrid con David Steel, jefe de la bancada
liberal
del parlamento. También hubo coincidencia en los aspectos
fundamentales, y se elaboró una serie de pasos para normalizar las
relaciones bilaterales:
- Formalización del cese de hostilidades;
- Abolición de la zona de exclusión;
- Reanudación de negociaciones totales sobre el futuro del archipiélago.327
Estos contactos, a los que se agregó el
socialdemócrata
David Owen, continuaron el año siguiente, aunque no se repitió el firme
compromiso de la reunión anterior sobre el tema de la soberanía.
328
[editar] Zona de conservación pesquera
En el primer cuarto del año 1986, el gobierno argentino empezó a
poner en marcha una política de pesca más estricta, que tenía el
propósito de hacer frente a la intensa depredación de los recursos del
Atlántico Sur. La nueva política incluía la entrega de permisos de pesca
a la
URSS y
Bulgaria, países que reconocían la reivindicación argentina,
329 y existían tratativas y preacuerdos para extender similares privilegios a otras naciones.
330
El 28 de mayo el ARA
Derves interceptó a un buque pesquero
taiwanés y lo conminó a entregarse para luego ser llevado a
Puerto Deseado,
donde enfrentaría un proceso penal. El pesquero arguyó que se
encontraba en aguas de las Islas Malvinas y no dentro de la jurisdicción
argentina. Se le respondió que efectivamente se hallaba en el mar
circundante de islas pertenecientes a la Argentina. Le siguió una
negociación que duró varias horas. Ante la negativa del pesquero a
acatar las exigencias, se emitió desde Buenos Aires una orden de uso de
fuerza y el pesquero fue hundido.
329 331
El Reino Unido condenó la acción argentina de
"perseguir un reclamo de soberanía por la fuerza" y la calificó de
"patrullaje agresivo".
332
El gobierno de Thatcher utilizó estos hechos para justificar su
decisión de establecer unilateralmente un radio de 150 millas naúticas
alrededor de las islas, que formaba un área que fue llamada
Falkland Islands Conservation Zone (FICZ) ("Zona de Conservación de las Islas Malvinas")
323 333 334
La distancia escogida tenía por objeto evitar la superposición con la
jurisdicción argentina medida en 200 millas desde el continente.
323
La Argentina emitió su rechazo a la acción británica y expresó su
disposición al diálogo abierto según los términos impulsados por las
Naciones Unidas, argumentando una vez más que el tema central era la
soberanía, y ofreció el cese de las hostilidades a cambio de que el
Reino Unido diera marcha atrás con su medida.
335
Estados Unidos veía con preocupación el incremento de la tensión e
intentó gestionar un acercamiento entre las partes mediante una serie de
conversaciones secretas que comenzaron en noviembre.
336
Si bien nominalmente los encuentros trataban sobre pesca, el tema de la
soberanía apareció en los documentos oficiales emitidos.
337
No obstante, la implementación de la FICZ comenzó sin titubeos en
febrero de 1987. Varios foros internacionales, entre ellos la OEA, se
manifestaron en contra de la medida unilateral británica, pero la
mayoría de los estados que mantenían actividad pesquera en la región
acataron las nuevas regulaciones.
338
Esta acción tuvo dramáticos e inesperados efectos en la economía del
archipiélago. La mayor parte de los ingresos de los malvinenses
provienen ahora de la venta de licencias de pesca a compañías
extranjeras que buscan actuar en la FICZ.
339 El ingreso per cápita promedio aumentó hasta niveles que en 1995 superaban a los del Reino Unido, los Estados Unidos y
Alemania.
340 La tasa de crecimiento poblacional revirtió la tendencia decreciente de los anteriores decenios.
341
Esto tuvo por efecto la disminución de la carga para la metrópoli: en
1992 Londres dejó de enviar ayuda económica directa a Malvinas.
Actualmente el gobierno británico sólo eroga en concepto de manutención
de las instalaciones militares del archipiélago,
342 por lo que el interés de Londres por conservar la posesión de las Islas se ha visto reforzado.
309
[editar] Fire Focus
El 11 de junio de 1987 Margaret Thatcher fue elegida por tercera vez
para el cargo de Primer Ministro. Al igual que con su anterior
reelección, las campañas electorales conservadoras habían hecho hincapié
en la retórica dura y en la inflexibilidad de la
Dama de Hierro
ante los reclamos argentinos. Se ha hecho notar que esto terminó
encerrando a su gobierno en una posición sin salida, pues cualquier
cambio de política tendiente a la negociación en materia de soberanía
equivaldría a
"admitir que llevó a las tropas británicas a la muerte en vano". Por consiguiente, durante su gobierno no era esperable cambio alguno, por lo que la situación devino en un largo
impasse.
343
Salón de reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
A partir del 16 de marzo de 1988 el Reino Unido realizó una serie de
maniobras y ejercicios militares de entrenamiento en el archipiélago,
colectivamente denominados
"Fire Focus". Involucró el transporte de un millar de soldados, la participación de aviones de la
Royal Air Force, y movimientos de buques de la
Royal Navy y finalizó el 31 de ese mes.
344
Buenos Aires respondió enérgicamente con una movilización militar y varias protestas elevadas a los foros internacionales.
345 En una carta al presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, la Argentina advertía sobre:
(...) la situación
creada en el Atlántico Sur por la decisión del gobierno del Reino Unido
de conducir maniobras militares en las Malvinas (...)
El 18 de marzo el Consejo Permanente de la OEA emitió —con 27 votos a
favor, ninguno en contra y dos abstenciones— una resolución en la que
expresaba su profunda preocupación por las consecuencias del accionar
británico. El Movimiento de Países No Alineados hizo pública una
declaración
"deplorando firmemente" la decisión de Londres de realizar el ejercicio militar.
346
A finales de ese año las gestiones reservadas de los Estados Unidos
parecieron empezar a rendir frutos: el gobierno de Alfonsín aceptó
continuar las negociaciones bajo lo que se denominó "fórmula del
paraguas", que permitía el tratamiento de temas accesorios como el
desarrollo económico, las comunicaciones y las relaciones culturales
entre los países sin que se hicieran cambios en la cuestión de la
soberanía.
347
Las elecciones presidenciales de 1989, el aguzamiento de la crisis
económica argentina y la consecuente entrega anticipada del poder
impidieron que se consiguieran avances concretos.
348
Actualmente los argentinos pueden ir con pasaporte de turistas a las
Islas Malvinas. Las negociaciones están trabadas debido a las
pretensiones británicas de que dichas conversaciones se den entre el
Reino Unido, Argentina y representantes de los pocos habitantes de las
Malvinas a la que se opone el gobierno argentino. Por lo general se
entiende (al haber nacido o ser descendientes de súbditos británicos)
que el sentimiento de los habitantes es claramente pro-británico y
prefieren ser independientes a ser parte de Argentina.