La muestra presentará
fotografías y diseños originales de trabajos de 27 tatuadores
santafesinos. La inauguración se concretará este sábado a las 20, en el
Centro Experimental del Color. La entrada será gratuita. Organiza el
Gobierno de la Ciudad.
“Tattoo”
es el título de la nueva muestra del Centro Experimental del Color
(CEC) (Estación Belgrano, Bulevar Gálvez 11.50). Se trata de una
exposición que estará compuesta por fotografías, diseños originales y
trabajos que dan cuenta de la actividad de 27 tatuadores de nuestra
ciudad y de Santo Tomé. Organizada por el Gobierno de la Ciudad, la
propuesta se inaugurará el próximo sábado a las 20 en el espacio
cultural ubicado en el ala oeste de la Estación Belgrano.
Vale
destacar que en este marco actuará La otra curda, grupo santafesino de
rock progresivo y grunge está compuesto Emiliano Prochetto (voz), Juan
Sánchez (guitarra y coros), Hernán “Pote” Cervini (bajo) y Mariano
“Pulpo” Menna (batería).
Protagonistas
Los
27 tatuadores que participarán de esta muestra son Walter Strak, Javi,
Faber, Tobías, Bruno Trédici, Capocha, Walter Domé, Luquitas
Colombetti, Vik Borgarello, Leopoldo, Leo Moscovich, Johnny Viña,
Manson, Adrián, Florencia, RLX, David, Nacho Mendoza, Guillermo,
Andrés, Tata, Juan Mr. Pinchasos, Chiaru Tattoo, Gonzalo, Foche, Sino
Tattoo, Emiliano Prochetto.
Imágenes en el cuerpo
Raúl
Ishikawa, en un texto especialmente redactado para esta exposición,
explica que “un tatuaje es una imagen (dibujo o texto) sobre el cuerpo,
lograda modificando el color de la piel por la incorporación de
pigmentos bajo la epidermis. Es una práctica muy antigua en la
humanidad, cuyos orígenes se remontan al Neolítico, con fines tan
diversos como ser puramente ornamental; tener significados simbólicos o
mágicos propiciatorios; para marcar criminales o bien explicitar la
propiedad del sujeto tatuado. En los pueblos polinesios, el tatuaje
comenzaba a temprana edad y continuaba toda la vida. Indicaba el paso
de la adolescencia a la madurez, y luego la jerarquía de su portador en
su comunidad y el respeto que se le debía”.
En
este sentido, Ishikawa continúa afirmando que “la difusión moderna en
Occidente es consecuencia los viajes exploratorios que ponen en
contacto a los europeos con pueblos de América, Asia, África, y
fundamentalmente de Oceanía. Justamente la palabra tatuaje proviene del
samoano tatau, que significa “marcar”, y luego tatouage en francés. En
Japón, otro de los focos de irradiación de una vertiente reconocida
del tatuaje, se denomina irezumi. Los marineros que la difundieron en
todo el mundo, provenían de clases populares de las comunidades
portuarias. Quizás por esta razón, durante mucho tiempo el tatuaje
devino en una práctica de sectores marginales, ligados muchas veces a la
delincuencia y los ámbitos carcelarios, con sus propios códigos de
expresiones sentimentales, motivos religiosos o aún del historial
delictivo de su portador. Estas “marcas” indelebles parecen
comunicarnos la pertenencia para siempre a una relación sentimental, a
un culto o a una historia personal inmodificable”.
Más
adelante, el artista plástico sostiene que “en la segunda mitad del s
XX comenzó a ganar adeptos entre los jóvenes, resignificando lo
marginal como gesto de rebeldía ante los convencionalismos sociales, y,
en muchos casos, proclamando la pertenencia a alguna de las numerosas
tribus urbanas. En poco tiempo, el tatuaje devino moda y, apropiado por
estrellas del espectáculo, las artes y el deporte, adquirió prestigio y
llegó hasta la alta costura con referentes como Jean-Paul Gaultier.
Así alcanzó, en las últimas décadas del siglo pasado, una masividad que
en la actualidad abarca a todos los estratos sociales. Parecería
existir, en el mundo del consumo, un cierto paralelismo entre el uso de
logotipos y marcas como exhibición de estatus, con el auge del
tatuaje. Sin embargo, el primero se limita a vestimentas y accesorios y
es, en consecuencia, efímero y cambiable y más sujeto a una moda
cambiante, mientras que el segundo es una intervención sobre el cuerpo
con pretensiones de perennidad. El tatuaje es mucho más que una acción
cosmética que modifica temporariamente su estética, y tiene que ver con
una percepción más profunda de la propia imagen”.
Finalmente,
Ishikawa completa su análisis afirmando que “la propia geografía
corporal donde se porta el tatuaje dispara múltiples sentidos:
¿imágenes para exhibir, para sugerir, para ocultar?, ¿imagen corporal
pública o privada? ¿Está ligado exclusivamente a lo estético, o revelan
motivaciones más profundas que diferencian/integran al tatuado?
Cualquiera sean las respuestas a estos interrogantes, lo cierto es que
hoy es tatuaje tiene su lugar en nuestra contemporaneidad. Formas y
colores inscriptos en los cuerpos son cotidianos en el paisaje humano.
Esta muestra pretende una primera aproximación a esta temática”.
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