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viernes, 21 de septiembre de 2012

SANTA FE: “Tattoo”: imágenes en el cuerpo que se exponen en el CEC

La muestra presentará fotografías y diseños originales de trabajos de 27 tatuadores santafesinos. La inauguración se concretará este sábado a las 20, en el Centro Experimental del Color. La entrada será gratuita. Organiza el Gobierno de la Ciudad.
 
“Tattoo” es el título de la nueva muestra del Centro Experimental del Color (CEC) (Estación Belgrano, Bulevar Gálvez 11.50). Se trata de una exposición que estará compuesta por fotografías, diseños originales y trabajos que dan cuenta de la actividad de 27 tatuadores de nuestra ciudad y de Santo Tomé. Organizada por el Gobierno de la Ciudad, la propuesta se inaugurará el próximo sábado a las 20 en el espacio cultural ubicado en el ala oeste de la Estación Belgrano.
Vale destacar que en este marco actuará La otra curda, grupo santafesino de rock progresivo y grunge está compuesto Emiliano Prochetto (voz), Juan Sánchez (guitarra y coros), Hernán “Pote” Cervini (bajo) y Mariano “Pulpo” Menna (batería).

Protagonistas

Los 27 tatuadores que participarán de esta muestra son Walter Strak, Javi, Faber, Tobías, Bruno Trédici, Capocha, Walter Domé, Luquitas Colombetti, Vik Borgarello, Leopoldo, Leo Moscovich, Johnny Viña, Manson, Adrián, Florencia, RLX, David, Nacho Mendoza, Guillermo, Andrés, Tata, Juan Mr. Pinchasos, Chiaru Tattoo, Gonzalo, Foche, Sino Tattoo, Emiliano Prochetto.

Imágenes en el cuerpo

Raúl Ishikawa, en un texto especialmente redactado para esta exposición, explica que “un tatuaje es una imagen (dibujo o texto) sobre el cuerpo, lograda modificando el color de la piel por la incorporación de pigmentos bajo la epidermis. Es una práctica muy antigua en la humanidad, cuyos orígenes se remontan al Neolítico, con fines tan diversos como ser puramente ornamental; tener significados simbólicos o mágicos propiciatorios; para marcar criminales o bien explicitar la propiedad del sujeto tatuado. En los pueblos polinesios, el tatuaje comenzaba a temprana edad y continuaba toda la vida. Indicaba el paso de la adolescencia a la madurez, y luego la jerarquía de su portador en su comunidad y el respeto que se le debía”.
En este sentido, Ishikawa continúa afirmando que “la difusión moderna en Occidente es consecuencia los viajes exploratorios que ponen en contacto a los europeos con pueblos de América, Asia, África, y fundamentalmente de Oceanía. Justamente la palabra tatuaje proviene del samoano tatau, que significa “marcar”, y luego tatouage en francés. En Japón, otro de los focos de irradiación de una vertiente reconocida del tatuaje, se denomina irezumi. Los marineros que la difundieron en todo el mundo, provenían de clases populares de las comunidades portuarias. Quizás por esta razón, durante mucho tiempo el tatuaje devino en una práctica de sectores marginales, ligados muchas veces a la delincuencia y los ámbitos carcelarios, con sus propios códigos de expresiones sentimentales, motivos religiosos o aún del historial delictivo de su portador. Estas “marcas” indelebles parecen comunicarnos la pertenencia para siempre a una relación sentimental, a un culto o a una historia personal inmodificable”.
Más adelante, el artista plástico sostiene que “en la segunda mitad del s XX comenzó a ganar adeptos entre los jóvenes, resignificando lo marginal como gesto de rebeldía ante los convencionalismos sociales, y, en muchos casos, proclamando la pertenencia a alguna de las numerosas tribus urbanas. En poco tiempo, el tatuaje devino moda y, apropiado por estrellas del espectáculo, las artes y el deporte, adquirió prestigio y llegó hasta la alta costura con referentes como Jean-Paul Gaultier. Así alcanzó, en las últimas décadas del siglo pasado, una masividad que en la actualidad abarca a todos los estratos sociales. Parecería existir, en el mundo del consumo, un cierto paralelismo entre el uso de logotipos y marcas como exhibición de estatus, con el auge del tatuaje. Sin embargo, el primero se limita a vestimentas y accesorios y es, en consecuencia, efímero y cambiable y más sujeto a una moda cambiante, mientras que el segundo es una intervención sobre el cuerpo con pretensiones de perennidad. El tatuaje es mucho más que una acción cosmética que modifica temporariamente su estética, y tiene que ver con una percepción más profunda de la propia imagen”.
Finalmente, Ishikawa completa su análisis afirmando que “la propia geografía corporal donde se porta el tatuaje dispara múltiples sentidos: ¿imágenes para exhibir, para sugerir, para ocultar?, ¿imagen corporal pública o privada? ¿Está ligado exclusivamente a lo estético, o revelan motivaciones más profundas que diferencian/integran al tatuado? Cualquiera sean las respuestas a estos interrogantes, lo cierto es que hoy es tatuaje tiene su lugar en nuestra contemporaneidad. Formas y colores inscriptos en los cuerpos son cotidianos en el paisaje humano. Esta muestra pretende una primera aproximación a esta temática”.

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