El Sabalero visita a Olimpo en Bahía Blanca desde las 19,05 con arbitraje de Patricio Loustau. Para armar juego, Colón tendrá a Costa y Moreno y Fabianesi, uno por cada costado pero con libertades para moverse, tal cual lo hicieron ante Arsenal, en Sarandí.
Bahía Blanca podría definirse como la ciudad de las calles anchas y las ventanas abiertas. Es que sin tomar la preponderancia que tiene en otras ciudades, como por ejemplo en la más sureña Comodoro Rivadavia, donde la pelota es capaz de ir y volver al campo propio sin que ningún rival la toque, en Bahía Blanca también hay una incidencia del viento y del frío, más seco que en Santa Fe pero no por eso menos insoportable.
Bahía se ha transformado en sinónimo de fútbol desde hace un buen tiempo a esta parte. Antes, en los viejos nacionales, Puerto Comercial y Huracán de Ingeniero White supieron darle alguna momentánea presencia en la elite del fútbol argentino. Después, llegó el turno de Olimpo —todavía se recuerda aquel inolvidable 4 a 4 con Colón a finales de la década del ‘80— y un breve paso de Villa Mitre, tan fugaz como negativo, también por la máxima categoría de ascenso.
Pero Bahía Blanca es sinónimo de fútbol por Olimpo y por ese dirigente que aún se recuerda en esta ciudad y seguramente quedará, su nombre, grabado a fuego y para siempre: Jorge Ledo, fallecido en abril de este año.
La cancha, un problema
No es fácil jugar en la cancha de Olimpo. Sus dimensiones reducidas la convierten, con la de Rafaela, en una de las más chicas de Primera División. Un tiro libre en las cercanías del mediocampo se convierte, inevitablemente, en una cita adentro del área. Los arqueros llegan de arco a arco con sus remates y un error en las inmediaciones del área defensiva puede ser una jugada de gol. Colón la sufrió no hace mucho, cuando en una noche con derrota quisieron salir jugando desde el fondo y fue Leandro González, precisamente (obvio que jugando para Olimpo), quien aprovechó esa imprecisión con mezcla de duda en una salida desde atrás que, de hacerse, tiene que ser con mucha convicción.
La cancha también es un problema porque este Colón ha denunciado inconvenientes a la hora de marcar en las pelotas quietas. Lo sabe el técnico, lo admiten los jugadores y lo aprovechan los rivales. Va a ir Pellegrino al banco y él puede ser una solución. Pero tampoco es cuestión de esperar que un solo jugador pueda acomodar un aspecto en el que todos tendrán que contribuir. Barraza, Prediger, Bastía y Fuertes son jugadores que tienen que contribuir, al menos en los tiros libres que caigan sobre el área de Pozo, para que el equipo consiga una fortaleza que hoy no tiene.
Mejorar en el juego
Colón tuvo un buen segundo tiempo ante Arsenal, en líneas generales, y un arranque promisorio ante All Boys que se prolongó hasta los 25 ó 30 minutos. Fue el tiempo en el que manejó la pelota y atacó con agresividad. No preocupa la falta de generación de situaciones, porque ante Arsenal dio vuelta el resultado y frente al equipo de Pepe Romero pudo aumentar las cifras. Preocupa que el equipo no pueda sostener por mayor tiempo ese volumen de juego aceptable e interesante que mostró sólo por pasajes.
La idea es mejorar en el manejo de la pelota. Para ello, Mario Sciacqua piensa que hay que trabajar con mayor eficacia en su recuperación y por eso lo pone a Bastía junto con Prediger, con Costa y Moreno por los laterales. En una cancha chica, el espacio entre volantes y delanteros también se achica. Y la idea es que los dos que van por afuera tengan amplias libertades, inclusive para volcarse al medio y estar más cerca del arco rival.
Sin Chevantón, Garcé y Luque, Colón pierde tres jugadores con amplias posibilidades de ser titulares. Sin embargo, el equipo que se arma para jugar mañana tiene suficiente jerarquía individual, a la que debe sumarse lo que pueden aportar desde el banco Pellegrino o Lima.
Esperando el clásico
A propósito de Chevantón y Garcé, todo permite suponer que es casi imposible que puedan llegar al clásico. Sin embargo, en el mundo Colón se sostiene que en los dos casos hay muchas ganas de hacer todos los deberes —y más también— para jugar ese partido.
Chevantón se fue a Uruguay con el permiso del presidente Lerche y del departamento médico del club que encabeza el doctor Vega. “Sólo les pido que me den unos días, quiero hablar con gente que conozco y que me pueden dar una mano grande en la recuperación porque al partido con Unión lo quiero jugar”, fue lo que le dijo el uruguayo a Lerche, a Vega y a Sciacqua.
El viernes, en el Hospital de Niños y durante la visita compartida con los jugadores de Unión, varios jugadores de Colón hablaron del clásico. “Sabemos que antes está Olimpo y en ese rival nos tenemos que concentrar, pero vivimos en una ciudad que respira fútbol y nadie puede ignorar lo que siente el hincha por el clásico”, comentaron. Y es así. Olimpo es el objetivo que tiene Colón entre ceja y ceja, pero de reojo, nadie puede disimular que también se mira el gran choque dentro de siete días en el Centenario.
Bahía se ha transformado en sinónimo de fútbol desde hace un buen tiempo a esta parte. Antes, en los viejos nacionales, Puerto Comercial y Huracán de Ingeniero White supieron darle alguna momentánea presencia en la elite del fútbol argentino. Después, llegó el turno de Olimpo —todavía se recuerda aquel inolvidable 4 a 4 con Colón a finales de la década del ‘80— y un breve paso de Villa Mitre, tan fugaz como negativo, también por la máxima categoría de ascenso.
Pero Bahía Blanca es sinónimo de fútbol por Olimpo y por ese dirigente que aún se recuerda en esta ciudad y seguramente quedará, su nombre, grabado a fuego y para siempre: Jorge Ledo, fallecido en abril de este año.
La cancha, un problema
No es fácil jugar en la cancha de Olimpo. Sus dimensiones reducidas la convierten, con la de Rafaela, en una de las más chicas de Primera División. Un tiro libre en las cercanías del mediocampo se convierte, inevitablemente, en una cita adentro del área. Los arqueros llegan de arco a arco con sus remates y un error en las inmediaciones del área defensiva puede ser una jugada de gol. Colón la sufrió no hace mucho, cuando en una noche con derrota quisieron salir jugando desde el fondo y fue Leandro González, precisamente (obvio que jugando para Olimpo), quien aprovechó esa imprecisión con mezcla de duda en una salida desde atrás que, de hacerse, tiene que ser con mucha convicción.
La cancha también es un problema porque este Colón ha denunciado inconvenientes a la hora de marcar en las pelotas quietas. Lo sabe el técnico, lo admiten los jugadores y lo aprovechan los rivales. Va a ir Pellegrino al banco y él puede ser una solución. Pero tampoco es cuestión de esperar que un solo jugador pueda acomodar un aspecto en el que todos tendrán que contribuir. Barraza, Prediger, Bastía y Fuertes son jugadores que tienen que contribuir, al menos en los tiros libres que caigan sobre el área de Pozo, para que el equipo consiga una fortaleza que hoy no tiene.
Mejorar en el juego
Colón tuvo un buen segundo tiempo ante Arsenal, en líneas generales, y un arranque promisorio ante All Boys que se prolongó hasta los 25 ó 30 minutos. Fue el tiempo en el que manejó la pelota y atacó con agresividad. No preocupa la falta de generación de situaciones, porque ante Arsenal dio vuelta el resultado y frente al equipo de Pepe Romero pudo aumentar las cifras. Preocupa que el equipo no pueda sostener por mayor tiempo ese volumen de juego aceptable e interesante que mostró sólo por pasajes.
La idea es mejorar en el manejo de la pelota. Para ello, Mario Sciacqua piensa que hay que trabajar con mayor eficacia en su recuperación y por eso lo pone a Bastía junto con Prediger, con Costa y Moreno por los laterales. En una cancha chica, el espacio entre volantes y delanteros también se achica. Y la idea es que los dos que van por afuera tengan amplias libertades, inclusive para volcarse al medio y estar más cerca del arco rival.
Sin Chevantón, Garcé y Luque, Colón pierde tres jugadores con amplias posibilidades de ser titulares. Sin embargo, el equipo que se arma para jugar mañana tiene suficiente jerarquía individual, a la que debe sumarse lo que pueden aportar desde el banco Pellegrino o Lima.
Esperando el clásico
A propósito de Chevantón y Garcé, todo permite suponer que es casi imposible que puedan llegar al clásico. Sin embargo, en el mundo Colón se sostiene que en los dos casos hay muchas ganas de hacer todos los deberes —y más también— para jugar ese partido.
Chevantón se fue a Uruguay con el permiso del presidente Lerche y del departamento médico del club que encabeza el doctor Vega. “Sólo les pido que me den unos días, quiero hablar con gente que conozco y que me pueden dar una mano grande en la recuperación porque al partido con Unión lo quiero jugar”, fue lo que le dijo el uruguayo a Lerche, a Vega y a Sciacqua.
El viernes, en el Hospital de Niños y durante la visita compartida con los jugadores de Unión, varios jugadores de Colón hablaron del clásico. “Sabemos que antes está Olimpo y en ese rival nos tenemos que concentrar, pero vivimos en una ciudad que respira fútbol y nadie puede ignorar lo que siente el hincha por el clásico”, comentaron. Y es así. Olimpo es el objetivo que tiene Colón entre ceja y ceja, pero de reojo, nadie puede disimular que también se mira el gran choque dentro de siete días en el Centenario.
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