Es una recomendación del
Ministerio de Salud de la provincia de Santa Fe, orientada en primer
lugar a aquellos que tengan como destino los estados de Río Grande do
Sul, Santa Catarina y Paraná.
Uno de los destinos preferidos para las vacaciones de los santafesinos es la Costa brasileña. Entre los más frecuentes se encuentran las localidades del sur del vecino país, tales como Torres, Florianópolis, Camboriú, Garopaba, Ferrugem y Bombinhas.
Teniendo en cuenta esta predilección de numerosos ciudadanos, el Ministerio de Salud de la provincia, a través de la Dirección de Promoción y Protección de la Salud, dio a conocer detalles sobre la vacunación contra la Fiebre Amarilla, que se requiere para ingresar en algunos países de América del Sur y África.
El principal fundamento es que la Argentina, Paraguay y la República Federativa del Brasil experimentaron entre 2008 y 2009 un brote epidémico, hecho que no se registraba desde hacía varias décadas. Al presente, si bien no se registra actividad selvática viral, las personas que viajan a toda área de transmisión en el Cono Sur de Sudamérica deben efectuar una consulta médica, para una correcta indicación de la vacunación.
En el caso de Brasil, se recomienda vacunarse a los viajeros que permanezcan en los estados de Río Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná (donde se encuentran todas las localidades mencionadas con anterioridad), todos limítrofes con las provincias argentinas de Corrientes y Misiones.
La vacunación debe considerarse para quienes, viajando por vía terrestre hacia destinos en la Costa brasileña, atraviesen esos municipios y pernocten en ellos. Si no se va a pernoctar en esas áreas, la vacuna no es necesaria.
La eficacia de la vacuna es muy alta y muy segura. Sin embargo, las indicaciones de vacunación deben ser evaluadas cuidadosamente. Para esto, el Programa Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles recomienda que quienes viajen a destinos con potencial transmisión, se asesoren por profesionales de salud entrenados en el tema para saber si pueden y deben recibir la vacuna.
Además quienes viajen a destinos en los cuales no hay transmisión documentada, pero exigen a viajeros provenientes de la Argentina el certificado de vacunación, deben asesorarse en las representaciones diplomáticas de esos países para conocer sus requisitos al respecto.
También existe la posibilidad de exención de la vacunación para quienes tengan contraindicación o quienes tienen mayor riesgo de experimentar una complicación de la vacunación. Esta exención debe ser firmada por un profesional que constate tales contraindicaciones absolutas o relativas.
Otros caminos
Si el transito es a través del Uruguay, también por vía terrestre, pueden tomarse caminos que hacen innecesaria la vacunación. En tanto, el Paraguay, con excepción de su capital, Asunción, es un territorio con riesgo de transmisión.
En la Argentina, la provincia de Misiones y, en Corrientes, los departamentos de Berón de Astrada, Capital, General Alvear, General Paz, Itatí, Ituzaingó, Paso de los Libres, San Cosme, San Martín, San Miguel, Santo Tomé son áreas de riesgo. La ciudad de Corrientes no se considera un área de transmisión y su periferia presenta un riesgo bajo.
A su vez, las provincias de Chaco, Formosa, Salta y Jujuy presentan un riesgo bajo de transmisión y la vacunación, como regla general, no está indicada para los viajeros.
Todos los países de América del Sur, con excepción de Chile y Uruguay también tienen regiones de transmisión.
La enfermedad
La fiebre amarilla es una enfermedad viral presente en América del Sur y África, que se transmite al ser humano a través de la picadura de mosquitos.
La infección es casi siempre asintomática, aunque en un bajo porcentaje puede causar síntomas como fiebre, cefaleas, dolores musculares y decaimiento; entre el 5 y el 10 por ciento de los casos, puede causar una forma clínica muy grave, que no tiene tratamiento específico y con una mortalidad de entre 30 hasta el 60 por ciento. La prevención se da a través de la aplicación de una vacuna que está disponible en el mundo y en la Argentina desde hace varias décadas.
En la historia argentina
Las epidemias de fiebre amarilla en Buenos Aires tuvieron lugar en los años 1852, 1858, 1870 y 1871, siendo esta última una catástrofe que mató aproximadamente al 8 por ciento de los porteños: en una ciudad donde el índice de fallecimientos diarios no llegaba a 20, hubo días en los que murieron más de 500. Habría provenido de Asunción del Paraguay, al traerla los soldados argentinos que regresaban de la Guerra de la Triple Alianza, habiéndose propagado antes en Corrientes. En su peor momento, la población porteña se redujo a la tercera parte, debido al éxodo de quienes la abandonaban para escapar del flagelo.
La provisión insuficiente de agua potable, la contaminación de las napas de agua por los desechos humanos, el clima cálido y húmedo en el verano, el hacinamiento de la gente de raza negra y de inmigrantes europeos humildes en la zona sur que ingresaban sin que se tomaran medidas sanitarias para ellos, los saladeros que contaminaban el Riachuelo, el relleno de terrenos bajos con residuos y los zanjones que recorrían la ciudad infectados por lo que la población arrojaba en ellos; fueron algunas de las causas de la propagación de esta enfermedad.
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