La insólita y trágica historia de la cafetería en la que a nadie le importaba que el servicio fuera lento.
El tamaño de la taza tenía un doble significado en el café Grand View en
la pequeña ciudad de Vassalboro, en Maine, Estados Unidos. Las mozas y
mozos atendían en topless a los comensales que iban disfrutar de su café
y del exuberante paisaje.
A pesar de que la entrada estaba prohibida a menores de 18 años y
tampoco se permitía “tocar o fotografiar al staff”, la inauguración del
coffe shop levantó una tormenta de protestas en el pueblo. Varios
vecinos se quejaron por la inmoralidad de la propuesta y luego de una
larga discusión, la junta vecinal decidió aprobar su apertura. Pocos
meses más tarde, el lugar fue prendido fuego y reducido a cenizas.
Pueblo chico, infierno grande, al parecer, la ex-novia del lugareño
Raymond Bellavance Jr. trabajaba allí y podría haber estado manteniendo
una relación íntima con el dueño, Donald Crabtree. Se cree que
Bellavance, enojado y celoso, fue el artífice de la ruina total del
local.
Más tarde, Grand View volvió a abrir sus puertas, pero con ello
volvieron los problemas. La polémica reapareció en la comunidad y,
finalmente, la policía clausuró el restaurante alegando que algunos de
sus carteles promocionales como “Lavado de autos desnudo” y “Boobies
wanted”, violaban las reglas de zonificación.
La vecindad se vio dividida entre quienes festejaron la noticia del
cierre, y la tristeza de los fieles clientes que tendrán que volver a
los restaurantes de mozas con uniformes menos reveladores.
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