Funcionaba en el mismo lugar desde 1861. Sus dueños sufrieron cuatro asaltos en tres años. El último fue en diciembre y los apuntaron con un arma.
Lía Masjoan
lmasjoan@ellitoral.com
El año arrancó con una postal inusual en barrio Sur. Las persianas bajas de la histórica panadería Santo Domingo recibió a varios clientes que se comieron el amague a la hora de comprar pan fresco. Esta vez el cierre es definitivo. El miedo a sufrir más robos obligó a la familia Valdéz de Giraldez a tomar una decisión drástica: poner punto final a una actividad que se inició en 1861 en el mismo local de calle 1° de Mayo 1466.
“Sufrimos cuatro asaltos en los últimos tres años. Por eso, a la tarde, mi hijo (de 29 años) me hacía custodia mientras atendíamos”, contó Estela Valdéz a El Litoral, quien estaba al frente del negocio junto a su marido desde 1971.
El último hecho sucedió a mediados de diciembre pasado, cuando delincuentes en moto apuntaron con un arma al pecho de su hijo y forcejearon hasta que escaparon al escuchar que ella llamó a la policía. “Ahí mi hijo dijo basta”, contó Estela con el cuerpo tembloroso por las emociones fuertes que le provoca recordar la situación: “Mamá, ya laburaste mucho. Basta con la panadería. Vas a morir vos o yo, o los dos. No quiero más estar en la calle. Esta vez me hizo mal la cabeza”, le dijo su hijo. A tal punto quedó afectado, que a los días escuchaba una moto y creía que venían a asaltarlo de nuevo.
Basta
Suficiente. El aliento les alcanzó para llegar a fin de año. El último día de 2014 bajaron las persianas para no volver a levantarlas. Adentro, aún permanece todo intacto... menos la esencia del negocio familiar, ese tentador olorcito a pan caliente. Las góndolas conservan algunos paquetes de bizcochos embolsados, las golosinas, las gaseosas y los productos de almacén que complementaban la panificación. Poco a poco irán vaciándolas hasta desocupar el local, que funcionaba al frente de la casa familiar. Los cuatro empleados fueron despedidos e indemnizados.
“El negocio funcionaba muy bien, vendíamos mucho y teníamos una gran cantidad de clientes”. Por un momento pensaron en alquilarlo. “Pero el miedo que sentimos esta vez fue horrible y ya no podemos seguir”, reconoció Estela, acodada por última vez detrás del mostrador.
La inseguridad que atormenta a esta ciudad se llevó un negocio más que centenario, que creció entre paredes de barro de la mano de un inmigrante español en 1861. Barrio Sur ya extraña el aroma y el sabor de sus exquisiteces.
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10.324 habitantes tenía la ciudad de Santa Fe en 1869, década en la que comienza a funcionar la panadería Santo Domingo, creada por un inmigrante español de apellido Torres. (Dato demográfico del primer censo nacional)
lmasjoan@ellitoral.com
El año arrancó con una postal inusual en barrio Sur. Las persianas bajas de la histórica panadería Santo Domingo recibió a varios clientes que se comieron el amague a la hora de comprar pan fresco. Esta vez el cierre es definitivo. El miedo a sufrir más robos obligó a la familia Valdéz de Giraldez a tomar una decisión drástica: poner punto final a una actividad que se inició en 1861 en el mismo local de calle 1° de Mayo 1466.
“Sufrimos cuatro asaltos en los últimos tres años. Por eso, a la tarde, mi hijo (de 29 años) me hacía custodia mientras atendíamos”, contó Estela Valdéz a El Litoral, quien estaba al frente del negocio junto a su marido desde 1971.
El último hecho sucedió a mediados de diciembre pasado, cuando delincuentes en moto apuntaron con un arma al pecho de su hijo y forcejearon hasta que escaparon al escuchar que ella llamó a la policía. “Ahí mi hijo dijo basta”, contó Estela con el cuerpo tembloroso por las emociones fuertes que le provoca recordar la situación: “Mamá, ya laburaste mucho. Basta con la panadería. Vas a morir vos o yo, o los dos. No quiero más estar en la calle. Esta vez me hizo mal la cabeza”, le dijo su hijo. A tal punto quedó afectado, que a los días escuchaba una moto y creía que venían a asaltarlo de nuevo.
Basta
Suficiente. El aliento les alcanzó para llegar a fin de año. El último día de 2014 bajaron las persianas para no volver a levantarlas. Adentro, aún permanece todo intacto... menos la esencia del negocio familiar, ese tentador olorcito a pan caliente. Las góndolas conservan algunos paquetes de bizcochos embolsados, las golosinas, las gaseosas y los productos de almacén que complementaban la panificación. Poco a poco irán vaciándolas hasta desocupar el local, que funcionaba al frente de la casa familiar. Los cuatro empleados fueron despedidos e indemnizados.
“El negocio funcionaba muy bien, vendíamos mucho y teníamos una gran cantidad de clientes”. Por un momento pensaron en alquilarlo. “Pero el miedo que sentimos esta vez fue horrible y ya no podemos seguir”, reconoció Estela, acodada por última vez detrás del mostrador.
La inseguridad que atormenta a esta ciudad se llevó un negocio más que centenario, que creció entre paredes de barro de la mano de un inmigrante español en 1861. Barrio Sur ya extraña el aroma y el sabor de sus exquisiteces.
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10.324 habitantes tenía la ciudad de Santa Fe en 1869, década en la que comienza a funcionar la panadería Santo Domingo, creada por un inmigrante español de apellido Torres. (Dato demográfico del primer censo nacional)
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