Lucas Martínez tiene 27 años y acaba de terminar su capacitación en Técnicas de Producción Forestal en el Vivero de Recreo. Su historia de superación se conecta con las de otros 1.200 chicos.
Microcréditos. Podrían formarse pequeños emprendimientos con ayuda oficial.
Serio. Entre las flores con la responsabilidad y el compromiso puestos en la tarea.
Él se llama Lucas Martínez y tiene 27 años. Con alegría –aunque con una naturalidad y una seguridad no menores para el acertado destino que tendrían pensado para él–, contó a Diario UNO el proceso y el camino transitado, tras ser convocado a inicios de 2014 para participar del Centro de Capacitación en Técnicas de Producción Forestal.
Antes de introducirnos en su relato (él es el protagonista y la noticia), una breve contextualización: este centro funciona en Recreo Sur y está inserto en la Red de Viveros Inclusivos, que ya suma 27 en toda Santa Fe. Y “da trabajo a 1.200 personas”, según expresó el gobernador Bonfatti en ocasión de inaugurar el último, en Carlos Pellegrini, departamento San Martín, el martes pasado.
Se convoca a jóvenes mayores de edad con alguna discapacidad o en situación de vulnerabilidad, luego de una evaluación y selección interdisciplinaria e interministerial (también intervienen Desarrollo Social y Producción de la provincia).
Específicamente, “el proyecto es impulsado por la Subsecretaría de Inclusión para Personas con Discapacidad del Ministerio de Salud, en coordinación y articulación con la Secretaría del Sistema Hídrico, Forestal y Minero, del Ministerio de la Producción y el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Santa Fe”, según puede leerse enwww.santafe.gov.ar.
Lucas narró pormenores de esa experiencia en donde intervienen muchos actores. “Un día me llamó una de las supervisoras para ver si podía comenzar en el vivero. Presenté los papeles que me pidieron y quedé seleccionado. Se armaron dos grupos: el de emprendedores y el de capacitadores. Allí hacemos plantines florales, aromáticos y ornamentales. Con el tiempo, quedé en el de capacitadores, lo cual fue relindo”, comenzó contando.
—¿Y en qué consistió ser capacitador?
—En ayudarlos y enseñarles a hacer los plantines a los chicos emprendedores. Ellos cuando tuvieron los primeros plantines dijeron que ya les gustaría venderlos. Y dijimos: “¡Vamos a venderlos!”.
—¿Y qué tal la venta?
—Bien, bien. El tema es que no teníamos idea de cuánto cobrarlos (risas). Y vendimos bastante. Eso, más lo que nos paga el vivero por mes, nos ayuda.
—¿Qué les pagan por mes?
—Una beca para capacitarnos en todo lo forestal. Aunque uno tiene que cumplir con la asistencia, ser responsable y hacer la capacitación. O sea, nos ayudan en lo económico para aprender y para tener un emprendimiento después.
—¿Qué anécdotas quisieras compartir de esa experiencia en 2014?
—Muchas cosas. La pasamos genial con los chicos, con Gonzalo (Arancio, ingeniero agrónomo del vivero) y con Carina Autelli (subdirectora general de Inclusión para Personas con Discapacidad). Fue lindo. ¡Y lo que más me alegró fue cuando me dijeron que me necesitaban para que los ayude en cosas de informática! Porque yo sé algo de computación. Así que ahí empecé a trabajar también en la oficina y a ayudar en los trámites de los pedidos de plantines, poniendo para qué día se necesitaban y qué cantidad. Así que la idea para 2015 es ver si puedo trabajar en eso. Vamos a ver. Es toda una prueba para mí. Ya veremos. Hice un video con fotos del vivero. Es pesado. Tiene muchos mega. Se los paso si quieren.
—¿Y tus compañeros?
-—Ellos están armando con la ayuda de Gonzalo, Carina y mía los emprendimientos para vender los plantines. Esos son los proyectos que tenemos.
Las plantas ya tienen un lugar en el mercado
Por su parte, la psicóloga Silvia Tróccoli, subsecretaria de Inclusión para Personas con Discapacidad de la provincia, explicó el sentido del proyecto. “Apostamos al trabajo como forma de inclusión. Cuando una persona trabaja gana dinero, aunque su significación va más allá de eso: se siente que de algún modo «está» en el mundo, se siente incluido. Opera un doble proceso de valoración: la valoración y estima interna; y la valoración externa, de los otros, el reconocimiento por lo que un sujeto produce”, sintetizó la funcionaria.
Y agregó:“Compartimos con estos chicos el sueño de ser incluidos, reconocidos. Hoy, son hombres y mujeres que quieren trabajar y vivir dignamente. Y muchos de ellos ya lo están haciendo”, agregó.
Posteriormente, la funcionaria recordó: “Los Viveros Inclusivos son un proyecto que comenzamos en Rosario hace 20 años con Fernando Brunotto. No inventamos nada. Simplemente lo proyectamos y gestionamos. Y en este momento hay 1.200 personas trabajando en la Red Provincial de Viveros Inclusivos. Imaginen la magnitud: como si se tratara de 1.200 personas en una fábrica. Bien. Esta es una gran fábrica que produce otras cosas, bellas: flores, plantas, aromáticas. Y que no solamente incluye a personas con discapacidad sino a personas que estaban en situación de vulnerabilidad”.
Por su parte, Gabriela Bruno directora provincial de Inclusión para Personas con Discapacidad de la Segunda Circunscripción, manifestó su “satisfacción y alegría con el resultado del proyecto de Viveros Inclusivos. Realmente, si uno conoce la historia particular de cada uno de estos jóvenes, muchos aspectos de su realidad han mejorado”.
“Además, cada vivero tiene su perfil, particularidad y produce cosas distintas. Algunos ya entran en un mercado competitivo”, destacó.
Mariano Ruíz Clausen/Diario UNO Santa Fe
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