Por Luciana Sosa. Desde el Servicio de Endocrinología del hospital Centenario advierten sobre la alarmante situación de chicos que consumen comida chatarra, no realizan actividad física y tampoco son expuestos al sol. oidmortales2011.blogspot.com
23 jun, 2011
Semanas atrás se conoció a nivel nacional la propuesta de eliminar la llamada “cajita feliz” de los locales de comida. El cuestionamiento se dirigió a la promoción de comida de alto contenido calórico, tanto en grasas como azúcares, con un juguete incluido. Si bien la medida no tomó mayor relevancia, hoy los endocrinólogos advierten sobre el peligro latente: cada vez más chicos de entre 3 y 4 años presentan cuadros severos de diabetes 2, enfermedad que suele registrarse entre los 60 y 70 años.
Javier Chiarpenello, titular del servicio de endocrinología del hospital Centenario, reveló a El Ciudadano que si bien se conoce la diabetes 1 “como la enfermedad ligada a los niños con sobrepeso, y de la cual los niños dependen de la insulina desde el primer paso del tratamiento, hoy notamos no sin preocupación que los casos registrados presentan una gravedad mayor a los 3 años de edad. Su páncreas presenta un funcionamiento mucho más lento, debido a la mala alimentación que recibe el niño y, por ende, a los 11 años ya prevemos que funcione con el ritmo de un adulto de entre 40 y 60 años”.
Por el consultorio del médico pasan chicos de distintas clases sociales, por ende los casos se deben a los guisos hipercalóricos, o bien a las interminables tardes frente a la computadora, comiendo galletitas, gaseosas o sándwiches. Es decir, “la diabetes no distingue clases sociales. Lo preocupante es cómo se altera la calidad de vida de los niños no sólo en el presente, sino cómo será en tan sólo unos años, sin hablar de la adultez. Lamento que los padres no tomen cartas en el asunto”, dijo.
Desterrando la típica frase de abuela –“el nene está gordito, está sanito”– Chiarpenello enfatizó: “Hemos comprobado que la alimentación de nuestros niños es cada vez más deficiente. Los padres poco saben sobre la calidad necesaria en su crecimiento”.
Y agregó que sólo hasta los 20 o 24 años se puede ganar masa ósea, consumiendo alimentos ricos en calcio. “Después de esa edad, por más que tengas a una vaca en tu cocina, no hay manera de ganar masa ósea, sólo se puede mantener la que se tiene, o perderla, lo cual derivará en una osteoporosis profunda”, analizó, remarcando que las meriendas con gaseosas destierran el alimento básico del crecimiento: la leche.
La función del páncreas
El páncreas produce insulina, que mantiene el grado de glicemia, el azúcar en la sangre. Alguien con sobrepeso genera una resistencia y le cuesta salir a la glicemia del páncreas, por ende las células del sistema inmune no se alimentan correctamente. La diabetes tipo 1 tiende a la destrucción de células del páncreas y por eso necesita insulina externa.
En tanto, el tipo 2 tiene un páncreas sobreexigido y perezoso, cuyo desgaste es entre dos a cuatro veces mayor que uno de funcionamiento normal, y es así cómo no llega en buen estado a la adultez del individuo.
Es por eso que cuando estos pacientes tengan entre 30 y 40 años ya pueden presentar serios problemas de visión, otros de tipo cardíaco y complicaciones en el funcionamiento de sus riñones, entre otros factores en materia de salud. “El costo de vida será mucho mayor en estos jóvenes, y la calidad de vida mucho más pobre, al igual que las expectativas de la vida de ese niño, ahora adulto”, apuntó el doctor.
Mala educación y alimentación
Consultado sobre la respuesta de los padres ante el diagnóstico médico, el endocrinólogo señaló que “sólo un 20 por ciento de los padres se toma en serio la salud de sus hijos en estos casos. Si bien la mayoría de los padres inicia un tratamiento que incluya un cambio de hábito en la alimentación y estilo de vida del niño, sólo el 20 por ciento de ellos lo sostiene después de un mes de comenzado”.
Por otra parte, el médico remarcó que al realizar actividad física no es necesario que un chico vaya al gimnasio a diario, si no que salga a caminar, andar en bicicleta, ir a jugar a la plaza, “o que baile en su habitación la música que más le guste. Debemos evitar que pasen horas sentados frente a la televisión o a la computadora; ya que tienen bastante en el colegio como para sumarle otras, además de estar comiendo golosinas”.
Semanas atrás se conoció a nivel nacional la propuesta de eliminar la llamada “cajita feliz” de los locales de comida. El cuestionamiento se dirigió a la promoción de comida de alto contenido calórico, tanto en grasas como azúcares, con un juguete incluido. Si bien la medida no tomó mayor relevancia, hoy los endocrinólogos advierten sobre el peligro latente: cada vez más chicos de entre 3 y 4 años presentan cuadros severos de diabetes 2, enfermedad que suele registrarse entre los 60 y 70 años.
Javier Chiarpenello, titular del servicio de endocrinología del hospital Centenario, reveló a El Ciudadano que si bien se conoce la diabetes 1 “como la enfermedad ligada a los niños con sobrepeso, y de la cual los niños dependen de la insulina desde el primer paso del tratamiento, hoy notamos no sin preocupación que los casos registrados presentan una gravedad mayor a los 3 años de edad. Su páncreas presenta un funcionamiento mucho más lento, debido a la mala alimentación que recibe el niño y, por ende, a los 11 años ya prevemos que funcione con el ritmo de un adulto de entre 40 y 60 años”.
Por el consultorio del médico pasan chicos de distintas clases sociales, por ende los casos se deben a los guisos hipercalóricos, o bien a las interminables tardes frente a la computadora, comiendo galletitas, gaseosas o sándwiches. Es decir, “la diabetes no distingue clases sociales. Lo preocupante es cómo se altera la calidad de vida de los niños no sólo en el presente, sino cómo será en tan sólo unos años, sin hablar de la adultez. Lamento que los padres no tomen cartas en el asunto”, dijo.
Desterrando la típica frase de abuela –“el nene está gordito, está sanito”– Chiarpenello enfatizó: “Hemos comprobado que la alimentación de nuestros niños es cada vez más deficiente. Los padres poco saben sobre la calidad necesaria en su crecimiento”.
Y agregó que sólo hasta los 20 o 24 años se puede ganar masa ósea, consumiendo alimentos ricos en calcio. “Después de esa edad, por más que tengas a una vaca en tu cocina, no hay manera de ganar masa ósea, sólo se puede mantener la que se tiene, o perderla, lo cual derivará en una osteoporosis profunda”, analizó, remarcando que las meriendas con gaseosas destierran el alimento básico del crecimiento: la leche.
La función del páncreas
El páncreas produce insulina, que mantiene el grado de glicemia, el azúcar en la sangre. Alguien con sobrepeso genera una resistencia y le cuesta salir a la glicemia del páncreas, por ende las células del sistema inmune no se alimentan correctamente. La diabetes tipo 1 tiende a la destrucción de células del páncreas y por eso necesita insulina externa.
En tanto, el tipo 2 tiene un páncreas sobreexigido y perezoso, cuyo desgaste es entre dos a cuatro veces mayor que uno de funcionamiento normal, y es así cómo no llega en buen estado a la adultez del individuo.
Es por eso que cuando estos pacientes tengan entre 30 y 40 años ya pueden presentar serios problemas de visión, otros de tipo cardíaco y complicaciones en el funcionamiento de sus riñones, entre otros factores en materia de salud. “El costo de vida será mucho mayor en estos jóvenes, y la calidad de vida mucho más pobre, al igual que las expectativas de la vida de ese niño, ahora adulto”, apuntó el doctor.
Mala educación y alimentación
Consultado sobre la respuesta de los padres ante el diagnóstico médico, el endocrinólogo señaló que “sólo un 20 por ciento de los padres se toma en serio la salud de sus hijos en estos casos. Si bien la mayoría de los padres inicia un tratamiento que incluya un cambio de hábito en la alimentación y estilo de vida del niño, sólo el 20 por ciento de ellos lo sostiene después de un mes de comenzado”.
Por otra parte, el médico remarcó que al realizar actividad física no es necesario que un chico vaya al gimnasio a diario, si no que salga a caminar, andar en bicicleta, ir a jugar a la plaza, “o que baile en su habitación la música que más le guste. Debemos evitar que pasen horas sentados frente a la televisión o a la computadora; ya que tienen bastante en el colegio como para sumarle otras, además de estar comiendo golosinas”.
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