La cabeza de Solange Aguirre, la joven de la localidad bonaerense de Benavídez que apareció decapitada
y enterrada en una isla de Entre Ríos el 8 de septiembre, fue
encontrada por la Policía en base a los datos aportados en el lugar por
el confeso asesino de la chica.
Fuentes policiales informaron hoy a Télam que el hallazgo se produjo
ayer, durante una reconstrucción del momento en el que Alejandro Reynoso
(38), el comerciante detenido por el crimen, enterró el cuerpo y le
seccionó el cráneo.
‘Reynoso se posicionó en el lugar en el
que había enterrado el cuerpo e indicó dónde había escondido la cabeza, a
unos cuatro o cinco metros. El cráneo se enconcontró bastante completo y
era identificable a pesar del tiempo transcurrido‘, explicó el vocero
consultado.
Si bien el lugar había sido rastrillado varias
veces, el tipo de vegetación y las características del suelo de la zona
habían impedido a los bomberos y policías encontrar la cabeza antes y
solo lo lograron cuando el imputado señaló expresamente el sitio.
‘Fue terrible la situación de ver al acusado explicando todo con tanta
tranquilidad, pero parecía que sentía la obligación de que la familia
de la chica tuviera todo el cuerpo completo‘, relató la fuente.
Tras el hallazgo, el cráneo se envió a la morgue judicial para que,
junto con el resto del cuerpo, los peritos puedan culminar con las
tareas de identificación y análisis y entregar el cadáver a la familia
para que pueda sepultarlo.
La medida se efectuó en presencia
del fiscal de Boulogne a cargo de la causa, Sebastián Fitipaldi; el
juez entrerriano de Gualeguaychú que intervino en el hallazgo del
cuerpo, Arturo Dumón; la defensa del acusado, policías bonaerenses y un
grupo de bomberos.
Además, asistió el hijo del principal
acusado, Sergio Reynoso (19), quien también está detenido por el caso
pese a que su padre, en su confesión, trató de desincriminarlo al
afirmar que no tiene nada que ver y que tampoco supo que le pidió que lo
acompañara a la zona de Zárate-Brazo Largo, en las inmediaciones del
puente Urquiza, para enterrar un cadáver.
‘Esto terminó de
esclarecer definitivamente el delito y a partir de esta prueba, no
descartamos la participación del hijo porque es imposible que Reynoso
padre haya hecho todo esto solo‘, dijo a Télam José Vera, abogado de la
familia de Solange.
Agregó que el juez de Garantías de San
Isidro, Rafael Sal Lari, a cargo de la causa por el homicidio junto con
el fiscal Fitipaldi, le pidió a su par de Gualeguaychú que se inhiba de
seguir interviniendo en el expediente y le remita todas las actuaciones.
Aguirre (22) era madre de dos niños, un varón de 5 años y una niña de 2, hija de Reynoso padre.
La joven fue vista por última vez el 5 de septiembre, cuando salió a
comprar cigarrillos a un supermercado chino de Benavídez, donde quedó
grabada por cámaras de seguridad y dijo que después iba a ir a hablar
con el padre de su hija a una de sus pollerías.
Según la
confesión que Reynoso brindó ante la Justicia, aquella tarde Solange lo
fue a ver a uno de sus comercios de la ruta 9, allí discutieron y la
asesinó atravesándole la cabeza con una chaira para afilar cuchillos.
El pollero relató que luego recubrió el cadáver con dos bolsas, lo
cargó en su camioneta y fue a su casa de la calle Peñaloza 1992, de
Boulogne, partido de San Isidro.
Ya en horas de la madrugada
del jueves 6, aseguró que fue con su hijo a la zona de Zárate-Brazo
Largo, un lugar que conocían porque solían ir a pescar y allí enterró el
cadáver, al que previamente le seccionó la cabeza, le cortó las yemas
de los dedos de las manos y le tajeó los tatuajes, para dificultar su
identificación.
El sábado 8, en un camino vecinal próximo al
puente Urquiza de la isla Talavera, a metros del límite con la
provincia de Buenos Aires, cuatro pescadores paraguayos que habían visto
a dos hombres enterrar algo, descubrieron el cadáver decapitado y
completamente desnudo de una mujer, que luego fue reconocido por su
familia como el de Solange.
La clave de la identificación
fueron los tatuajes que la víctima tenía en uno de sus hombros con las
iniciales de los nombres de sus dos hijos, ‘A‘ y ‘L‘, pese a que esa
zona había sido tajeada, y alguna particularidad en sus pies.
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