Ramón Ardusso Ledit, profesor adjunto de la cátedra de Alergia e Inmunología de Medicina, indicó que para divulgar científicamente la problemática cada especialista tiene que saber a qué están expuestos los pacientes de cada región.
Desde el servicio de Alergia del Hospital Centenario llevan varios años estudiando distintos aspectos sobre la problemática, básicamente en todo lo referido a la exposición medioambiental y sensibilización alérgica, desde alérgenos que son comunes para todos por la inhalación diaria de ácaros o polenes. "A partir de saber lo que hay en el medioambiente, uno puede saber también a qué cosas se sensibilizan o se exponen los pacientes a alérgenos que son derivados de determinadas sustancias que un principio parecería que sea un problema ocupacional pero que va más allá de eso como la cáscara de soja", explicó Ardusso Ledit.
Si bien puede pensarse que están más expuestas las personas que trabajan en aceiteras, en la carga y descarga en silos y barcos, el docente de la UNR explicó que en el transporte o la manufactura de la cáscara de soja "se va fraccionando, produciendo partículas muy pequeñas e impalpables que son expuestas al medio ambiente, y que por efecto de los vientos pueden llegar perfectamente al centro de la ciudad y afectar a pacientes que son sensibles a la cáscara de soja, no hay que estar al lado de una aceitera para tener una exposición".
Ardusso Ledit dijo que esta situación se potencia cuando el paciente es alérgico a inhalantes medioambientales externos. "Otra cosa es ser alérgico a ácaros del polvo, que son casi microscópicos y que todos tenemos en nuestros hogares. Esto lo pudimos comprobar a partir de estudios que realizamos en 20 casas con distintos rangos o niveles socioeconómicos. Aspirando colchones, almohadas y el piso debajo de las camas, demostramos que en todas las casas había ácaros, encontrando hasta 10 especies distintas", detalló el docente de la UNR.
Con esta información, los especialistas pueden ofrecer medidas de prevención respecto a la medicación o tratar que los pacientes estén menos expuestos, aunque es casi imposible evitarlo totalmente. "La exposición intradomiciliaria es la mayor, porque si uno tiene en cuenta cuánto tiempo pasamos bajo techo en relación a cuánto pasamos al aire libre, la proporción es de 70 a 30; esto hace que el 80 por ciento de los alérgicos de nuestro medio sean sensibles a ácaros", indicó Ardusso Ledit.
El polen es otro alérgeno a tener en cuenta. En este sentido, el docente indicó que a partir de un trabajo conjunto con la cátedra de Botánica de la facultad de Ciencias Bioquímicas de la UNR pudieron disponer de una cuenta polínica en la región. Los investigadores, a través de un sitio de internet, pueden saber qué cantidad de granos de pólenes hay diariamente en el ambiente exterior.
"Por ejemplo, cuando se sabe que un paciente es sensible al polen del fresno, que comienza a polinizar durante los meses de agosto y setiembre, y se observa un pico polínico, el paciente quizás tenga que ajustar su medicación preventiva, salir con lentes de sol grandes para evitar la entrada de los polenes a lo ojos, o mantener más cerradas las ventanas para que en esos días no entre tanto polen dentro de las habitaciones", apuntó el profesor adjunto de la cátedra de Alergia e Inmunología de la facultad de Ciencias Médicas de la UNR.
En este marco, el especialista aclaró que el plátano "tiene mala prensa" porque la molestia no deviene del polen de dicho árbol si no de lo que se llama la infrutescencia o plumerillo, que "en realidad no da alergia, pero sí cada una de esas espículas de los plumerillos, que si uno las observa con el microscopio son agujas perfectas, que obviamente impactan en la conjuntiva o en la mucusa nasal causando irritación, disparando sintomatologías tales como la exposición a humo de tabaco, un cambio brusco de temperatura, o un químico como la lavandina".
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