Una paciente que estuvo
internada en el Hospital Maciel asegura que Marcelo Pereira, uno de los
dos enfermeros detenidos, le aplicó una sobredosis de insulina y estuvo
al borde de perder la vida. Hasta ahora, se sabía que asesinaban con
morfina e inyecciones de aire.
“Una tarde vino este hombre y me inyectó insulina. Se fue,
volvió y me inyectó de nuevo. Y así cuatro veces en menos de una hora”,
contó Alicia Blanco, de 61 años, quien estuvo internada en la sala de
cuidados coronarios del Hospital Maciel.
La glucemia de la mujer cayó rápidamente a 0,5, y se salvó de milagro, a
juicio de los expertos. “La persona entra en una hipoglucemia severa y
puede sufrir un coma diabético o morir en un rato. Una glucemia en 0,5
es muy grave. Es raro que haya sobrevivido”, afirmó Carla Musso, médica
dela Sociedad Argentinade Diabetes.
El caso de Alicia, que presentó su denuncia ante la justicia uruguaya el
martes, abre una nueva arista en la investigación, hasta ahora
desconocida. ¿Los “enfermeros asesinados” habrán matado pacientes con
sobredosis de insulina? Desentrañar este nuevo interrogante no será
tarea fácil, según Musso. Es que, de acuerdo a la especialista, “aplicar
altas dosis de insulina es una forma de matar sin dejar rastros”.
“Hace un tiempo que los diabéticos dejaron de aplicarse insulina animal;
hoy es insulina humana, la misma que genera nuestro propio cuerpo. Por
lo tanto, si la persona es diabética y la insulina era parte de su
tratamiento, nunca habrían detectado que se trataba de un crimen”,
señaló Musso en diálogo con Clarín.
Alicia Blanco vivió una pesadilla ese día en la sala de terapia
intensiva, presumió incluso que querían asesinarla, pero afortunadamente
pudo ser rescatada a tiempo. “Esa cantidad de insulina es más de lo que
me aplicaba en un día completo. Entonces le dije: ‘muchacho ¿cómo sabés
que tengo la glucemia alta o baja si no me la mediste?’ Y me contestó
que me quedara tranquila que lo mandaba el médico”. Pero Alicia no tenía
diabetólogo, sino médica, añade el matutino que conversó con la mujer.
“Empecé a temblar y me empapé de sudor. Estaba mareada y sólo me acuerdo
que me corría el agua por el cuerpo. Y como pude grité: ‘Llamen a mis
hijas que este loco me quiere asesinar’, relató la mujer. Se salvó
porque llegaron a aplicarle una inyección conocida como “de rescate”.
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