Un hombre de 20 años fue procesado como presunto autor del homicidio agravado del chiquito de 10 años, quien murió al recibir un disparo –el pasado 23 de noviembre– en barrio San Lorenzo.
Allanamientos. El día siguiente al crimen, la policía realizó más de 10 procedimientos para recabar pruebas.
Esta semana, el juez de feria, Nicolás Falkenberg, procesó a Marcelo Orlando López, de 20 años, como probable autor del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y dictó su prisión preventiva. La medida, es el resultado del análisis de más de 15 declaraciones y pruebas periciales que reconstruyeron cómo se sucedieron los hechos aquella madrugada. Sin embargo, los testimonios –algunos de ellos con más detalles que otros pero con nombres que se repiten– están todos surcados por el temor que infundan los protagonistas en el barrio.
Cercado
Horas después del crimen, la policía realizó más de 10 allanamientos. De la investigación, resultó que los disparos habrían sido protagonizados por dos grupos antagónicos: la banda del Gauchito Gil, que se juntan en calle Uruguay al 4.200 y Los Maraqueros, que tienen su lugar de encuentro “en calle General López al fondo”; ambas fracciones conocidas en el barrio por la violencia de sus ataques.
Casi un mes después del crimen, el presunto autor material ya había sido identificado y era intensamente buscado: se llama Marcelo Orlando López, de 20 años. El 19 de diciembre se sintió cercado, se presentó espontáneamente en sede judicial y quedó detenido. Se lo acusa de haber efectuado varios disparos de arma de fuego, presuntamente con una pistola calibre 9 milímetros hacia un grupo de personas, entre quienes estaba Marcos.
De espaldas
En el expediente, está incluido el relato del dueño de la casa donde estaba Marcos cuando fue herido. El chiquito estaba sentado en la vereda junto a su hermano de 13 años y la hija de la familia propietaria de la vivienda, de 10. Habían terminado de cenar y el calor los llevó a “sacar unos sillones a la vereda y tomar jugo”, contó el hombre. Los padres de Marcos le dieron permiso para que se quedara “un ratito no más, porque ya era tarde”. Desde la ventana lo podían ver.
“Marcos estaba sentado de espaldas a la calle. En eso se empiezan a escuchar disparos todos seguidos y del mismo sonido fuerte, que provenían desde el oeste, es decir desde el sitio que llaman el zanjón Taca o terraplén. Apenas escucho los tiros les digo a los chicos que se tiren al suelo. Todos alcanzan a hacerlo pero Marcos no tuvo tiempo”, recordó el testigo.
Y continuó: “Cuando él (por Marcos) se quiso parar de la silla con las dos manos apoyadas sobre la misma comenzó a gritar de dolor. Ahí me di cuenta de que lo había alcanzado un tiro en el cuerpo.
Entonces, antes de que se caiga al piso, lo tomo de la cabeza y lo recuesto en el suelo. En ese momento sale otro de mis hijos, de 18 años y con él le levantamos la remera y vimos que Marcos estaba herido a la altura de la axila izquierda. No dejé que más nadie se acercara hasta que llegó la policía, que como vieron que estaba tan grave lo alzaron y lo llevaron al hospital”.
Tierra de nadie
El testimonio de este vecino continúa con precisiones que dan cuenta de lo peligroso que se tornó el barrio: “Desde hace un año aproximadamente, no se puede salir de noche porque siempre se escuchan tiros, es tierra de nadie”.
Esa frase fue coincidente con las declaraciones del padre de Marcos, Pablo Benítez, quien vio a su hijo por última vez la noche del tiroteo, cuando llegó de trabajar.
“Ese día llegué de trabajar cerca de las 22. Comí algo y me acosté, sabía que Marcos estaba sentado en la casa de un amigo, enfrente de casa. Después de unos minutos, entra mi señora corriendo a la habitación y me dice que mi otro hijo le contó que a Marcos lo habían herido. Me levanté y lo vi tirado en el piso, sangrando”, recordó Pablo en sede policial.
Sin embargo, la primera pista más firme sobre el autor del hecho llegaría el 25 de noviembre, luego de sepultar a Marcos. “Mi señora me contó que una vecina vino a casa y le dijo que «la noche del tiroteo, Marcelo López pasó junto a otro muchacho por la puerta de mi casa y le decía al otro joven que él le había pegado un tiro a alguien, pero que no sabía a quién». La mujer también le dijo a mi esposa que esta persona se estaba cambiando la remera”, agregó Pablo.
“Estaba durmiendo”
Casi un mes después del crimen, Marcelo López declaró ante el juez de la causa y se defendió de la acusación: “Es imposible que yo estuviera en el barrio porque hace ya tres meses que vivo en Santo Tomé. Además, a esa hora ya estaba durmiendo”, expresó y aseguró que él no tenía “nada que ver con el episodio porque tiene mujer y un hijo y que se enteró del crimen dos o tres días después, por televisión”. Mientras tanto, el abogado defensor de Marcelo López, Ignacio Ferreyra, ya apeló el procesamiento.
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