Mientras el mercado laboral tiene una demanda insatisfecha constante que obliga a contratar alumnos avanzados, siguen siendo pocos los que se animan a estudiar esas ciencias duras
Según datos oficiales del año 2009, sólo el cinco por ciento de los ingresantes a las universidades públicas y privadas estudia alguna de las 420 carreras de ingeniería que se dictan en el país, en tanto que un porcentaje similar de alumnos egresa por año en esta especialidad.
En otras palabras, se gradúa anualmente un ingeniero cada 6.700 habitantes, de acuerdo a un informe del Ministerio de Educación de la Nación, basado en datos registrados hace dos años en las universidades públicas argentinas.
“Esa cifra es baja comparada con países como China (uno cada 2.000), Alemania o Francia (uno cada 2.300), México o Chile (uno cada 4.500) y Brasil (uno cada 6.000)”, señala el documento tras aclarar que “para estar entre los mejores niveles latinoamericanos debería lograrse una cifra de un ingeniero graduado cada 4.000 habitantes por año”.
Eso significa que deberían recibirse al menos 10.000 ingenieros por año, es decir, casi el doble de los que egresan actualmente, para asegurar un desarrollo sostenible del modelo productivo y del sistema científico, tecnológico y de innovación.
Para el decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral (Fich UNL), Mario Schreider, la creciente demanda laboral que presenta el sector incide en las tasas de desgranamiento en los ciclos superiores de algunas especialidades de carreras de ingeniería.
“Una de las razones por la que numerosos estudiantes no logran finalizar sus carreras está ligada a la demanda laboral insatisfecha existente, ya que ante la escasa oferta de profesionales jóvenes, se emplean alumnos avanzados. Esto, sumado al bajo nivel de inscriptos y a las altas tasas de desgranamiento, genera un círculo vicioso cuyo resultado es la falta de nuevos ingenieros”, explicó.
Al respecto, el informe de la cartera educativa nacional es contundente: “el principal motivo de la caída de rendimiento y deserción de alumnos avanzados obedece a razones laborales. Entre el 70 por ciento y el 100 por ciento trabaja más de 35 horas por semana”.
Los miedos sobre el estudio
En 2009, las carreras de pregrado y grado más elegidas por los jóvenes argentinos estuvieron ligadas a Economía y Administración, con el 19 por ciento de inscriptos; a Derecho, con el 11 por ciento; y a Medicina, con el 8 por ciento.
Las razones que explican esa preferencia por carreras liberales y la poca atracción por la ingeniería son variadas y complejas.
Entre ellas es posible identificar la crisis que sufrió la disciplina en el país a raíz de la profundización de las políticas neoliberales en la década del 90, asociada a la representación social de las ingenierías como carreras difíciles de estudiar.
Por otra parte, reflexionó Schreider, “la cultura de la inmediatez y la inseguridad acerca de lo que pueda ocurrir en el país a cinco o diez años también domina la decisión de los jóvenes universitarios y muchas veces inclina la balanza hacia carreras más cortas y de inmediata salida laboral”.
Por otro lado, y en cuanto a la dificultad que se atribuye al estudio de las carreras de ingeniería, el decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias hídricas afirmó: “Es un mito. Cualquier carrera de grado seria posee un nivel de dificultad acorde a su disciplina. Las carreras de ingeniería son perfectamente realizables por cualquier estudiante que egrese de la escuela secundaria”.
Una especialidad clave
Aunque todas las especialidades de la ingeniería son fundamentales para el desarrollo sostenible del país, Schreider destacó el rol clave que desempeña en la región la Ingeniería en Recursos Hídricos, carrera única de su tipo en el país que se dicta en la Fich desde 1974.
“La región está esperando un crecimiento postergado durante décadas, relacionado con el desarrollo de medios de transporte, navegación e infraestructura, acceso al agua potable, mejoras en saneamiento, generación de energía, sustentabilidad de los procesos productivos y de las prácticas agropecuarias. En este contexto, los ingenieros en recursos hídricos son profesionales específicamente formados para satisfacer todas estas necesidades”, concluyó Schreider.
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