El secretario de Defensa
británico Philip Hammond aseguró que la Argentina no debería entender la
llegada del heredero real como una "provocación" dado que se trata de
ejercicios humanitarios. El gobierno británico envía un buque destructor
a la zona.
El secretario de Defensa británico Philip Hammond aseguró que
la Argentina no debería entender la llegada del heredero real como una
"provocación" dado que se trata de ejercicios humanitarios. El gobierno
británico envía un buque destructor a la zona
Philip Hammond intentó disminuir la tensión con la Argentina asegurando que la misión del príncipe William en las Islas Malvinas (Falklands para los ingleses) es simplemente una "rutina" para un piloto de las fuerzas aéreas.
Al ser interrogado sobre si la estancia del príncipe en el disputado archipiélago aumentaría la tensión con Argentina, después de que Buenos Aires lo calificara de provocación, Hammond se limitó a responder: "Bueno, no debería".
"Él está allí como piloto de búsqueda y de rescate, es una función humanitaria y es un despliegue de rutina", precisó el secretario a los periodistas a su llegada a Bruselas para participar en una reunión de la OTAN.
"Todos los pilotos de búsqueda y rescate de las fuerzas navales y aéreas británicas realizan una misión en las Malvinas y es el turno del príncipe William", agregó.
El segundo en la línea de sucesión al trono británico, de 29 años, llegó a las Malvinas el jueves para realizar una misión de seis semanas de la Royal Air Force.
Esa misión coincide con el 30º aniversario del inicio de la guerra que enfrentó a Gran Bretaña y la Argentina por la soberanía de ese territorio del Atlántico Sur.
Ante la llegada del duque de Cambridge, el gobierno de la presidente Cristina Kirchner emitió el martes un comunicado lamentando que "el heredero real arribe a suelo patrio con el uniforme de conquistador y no con la sabiduría del estadista que trabaja al servicio de la paz y el diálogo entre las naciones", lo que le valió al primogénito del príncipe Carlos y de la difunta Diana el apodo de "William el Conquistador".
La Argentina reclama la apertura de negociaciones bilaterales sobre la soberanía de las islas, bajo dominación británica desde 1833, en cumplimiento de lo que reclama la ONU desde 1965, pero Londres insiste en el derecho de autodeterminación de los casi 3.000 isleños, quienes se sienten mayoritariamente británicos.
Philip Hammond intentó disminuir la tensión con la Argentina asegurando que la misión del príncipe William en las Islas Malvinas (Falklands para los ingleses) es simplemente una "rutina" para un piloto de las fuerzas aéreas.
Al ser interrogado sobre si la estancia del príncipe en el disputado archipiélago aumentaría la tensión con Argentina, después de que Buenos Aires lo calificara de provocación, Hammond se limitó a responder: "Bueno, no debería".
"Él está allí como piloto de búsqueda y de rescate, es una función humanitaria y es un despliegue de rutina", precisó el secretario a los periodistas a su llegada a Bruselas para participar en una reunión de la OTAN.
"Todos los pilotos de búsqueda y rescate de las fuerzas navales y aéreas británicas realizan una misión en las Malvinas y es el turno del príncipe William", agregó.
El segundo en la línea de sucesión al trono británico, de 29 años, llegó a las Malvinas el jueves para realizar una misión de seis semanas de la Royal Air Force.
Esa misión coincide con el 30º aniversario del inicio de la guerra que enfrentó a Gran Bretaña y la Argentina por la soberanía de ese territorio del Atlántico Sur.
Ante la llegada del duque de Cambridge, el gobierno de la presidente Cristina Kirchner emitió el martes un comunicado lamentando que "el heredero real arribe a suelo patrio con el uniforme de conquistador y no con la sabiduría del estadista que trabaja al servicio de la paz y el diálogo entre las naciones", lo que le valió al primogénito del príncipe Carlos y de la difunta Diana el apodo de "William el Conquistador".
La Argentina reclama la apertura de negociaciones bilaterales sobre la soberanía de las islas, bajo dominación británica desde 1833, en cumplimiento de lo que reclama la ONU desde 1965, pero Londres insiste en el derecho de autodeterminación de los casi 3.000 isleños, quienes se sienten mayoritariamente británicos.
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