Por más que uno lo intente, es imposible transitar bulevar, Facundo Zuviría o Aristóbulo del Valle sin que algún semáforo se ponga en rojo. ¿Error de cálculo o estrategia predefinida?
Quien transita a diario por
bulevar (Gálvez y Pellegrini) sabe que la onda verde siempre “se corta”.
Lo mismo pasa en Facundo Zuviría y en Aristóbulo del Valle. Por más que
se intente circular a una velocidad constante, es imposible recorrerlas
de principio a fin sin que algún semáforo se ponga en rojo. Esto no es
un error ni una falla de cálculo. Al contrario, responde a la
diagramación de la semaforización de una avenida de doble mano. “La onda
verde de bulevar no es completa, sino que son ondas parciales, por
módulos. Necesariamente se tienen que producir cortes porque es una
arteria con dos pasos: el de la mano contraria y el de la calle que
cruza”, explicó José Bañez, director de la Central de Semaforización
Municipal. Esta situación se repite en todas las avenidas de doble mano y
se complica aún más cuando está permitido el giro.
“Se trata de hacer coincidir los verdes de las dos
manos y también hay que tener en cuenta qué tiempo de luz verde se le
deja a las transversales. En algunos casos se dan cruces de avenidas con
otras calles que también son importantes, como Galicia y Salvador del
Carril”, indicó Sergio Ludueña, subsecretario de Transporte Municipal.
Por el contrario, como Urquiza tiene un solo paso (el
de las calles transversales), es mucho más ágil y es posible
“enganchar” la onda verde desde Bulevar hasta J.J. Paso, sin
interrupciones. Bañez reconoce que “funciona mejor” y, entre las
razones, agrega que tiene un solo carril (que es más ancho) y la
ausencia de transporte público, que entorpece el tránsito.
Diseñar la onda verde
¿Cómo se calcula el tiempo que dura una onda verde?
“Para diagramar la onda verde se hace un estudio que tiene en cuenta la
distancia y la velocidad de circulación que se le quiere dar a la
avenida: 40, 50, 60 km/h”, detalló Verónica Bañez, que trabaja en la
Central de Semaforización.
De esta manera se establece el tiempo que dura un
ciclo, que implica que cada uno de los semáforos de una esquina -en el
caso de bulevar son tres- se pongan en rojo-amarillo-verde-amarillo.
“Bulevar tiene el mismo plan (la velocidad de circulación) y el mismo
ciclo las 24 horas del día: es de 80 segundos”, indicó Bañez. Es decir,
que transcurren 80 segundos desde que un semáforo de la mano este-oeste
se pone en rojo, luego amarillo, verde y vuelve a ponerse amarillo,
hasta que haga lo mismo el de la mano contraria (oeste-este) y,
finalmente, el de la calle que cruza (transversal).
En Urquiza y Rivadavia -ambas de una sola mano- este
ciclo también es de 80 segundos. En Facundo es de 90 y en Alem y 27 de
Febrero, de 100 segundos.
La única avenida de la ciudad que tiene dos ciclos y
dos velocidades de circulación es Aristóbulo del Valle. En los horarios
pico, se baja la velocidad de circulación -anunciada por carteles
luminosos-, para que el semáforo esté más tiempo en verde y puedan
transitar más vehículos. “Cuando hay mayor afluencia de tránsito, el
ciclo se extiende a 105 segundos. Eso permite que la luz verde sea más
larga y haya más circulación. El resto del día el ciclo es de 96
segundos para que los tres semáforos que confluyen en una esquina se
pongan, respectivamente, en rojo-amarillo-verde y nuevamente amarillo”,
especificó Verónica.
Semáforos intermitentes
Facundo Zuviría, López y Planes y Castelli son
algunas calles que desactivan sus semáforos -quedan intermitentes-
durante la noche. La subsecretaría de Transporte Municipal está
analizando extender esta medida a todas las arterias de la ciudad. “Uno
instala un semáforo para ordenar el tránsito y para garantizar un cruce
peatonal seguro. Como a la noche, baja considerablemente el tránsito, no
es necesario que esté activo”, explicó Sergio Ludueña, subsecretario de
Transporte. Sin embargo aclaró que habría excepciones, como bulevar,
que es sumamente transitado las 24 horas.
Monitoreo permanente
Las ondas verdes de la ciudad son monitoreadas -las
24 horas- desde la Central de Semaforización, dependiente de la
Dirección de Alumbrado Público y Electromecánica de la Municipalidad.
Allí se concentra toda la información de las principales avenidas.
Frente a la pantalla -que tiene un gran plano de la
ciudad y los círculos indican la ubicación de los semáforos- se
encuentra Verónica Bañez, quien explica: “Mientras todos los puntos
están en verde significa que están funcionando correctamente. Si alguno
se pone amarillo puede ser un error de plan, es decir que hay un
problema en la placa que puede saltar por la vibración, o que se quemó
una lámpara. Entonces mandamos a la cuadrilla para que solucione el
problema”. Si el tablero muestra un punto rojo se trata de un corte de
energía o un problema de comunicación, es decir que el controlador no
está enviando información a la Central, que entonces desconoce cómo está
funcionando ese semáforo. “En ese caso también mandamos la cuadrilla a
controlar: puede ser un fusible o un problema en el cable”, detalló
Verónica.
El control es permanente y cuando un semáforo deja
de funcionar, queda registrado a qué hora sucedió el desperfecto y
cuánto tiempo se demoró en repararlo. Estos datos son clave, por
ejemplo, en caso de que haya un accidente. “Desde la Central podemos
saber si en el momento del accidente el semáforo estaba funcionando
correctamente o si se había cortado por algún problema”, concluyó la
joven.
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