EVALUACIÒN QUÌMICA/Las harinas sacan “cero” en confianza
Investigadoras de la UNL
observaron que muchos de los rótulos de los paquetes no coincidían con
sus contenidos. Sólo una de siete marcas examinadas pasó las pruebas de
calidad.
Si usted quiere hacer un buen pan,
desconfíe de las harinas de trigo que usa. Antes obsérvelas, porque a
veces las etiquetas mienten y los paquetes no contienen productos de la
calidad que aseguran. A esta conclusión arribaron investigadoras de la
Universidad Nacional del Litoral (UNL), luego de indagar sobre la
composición química de algunas marcas. Varias aseguraban ofrecer harinas
de tres o cuatro ceros, pero ni siquiera llegaban a uno.
La
investigación fue encarada por Melina Erben y Anabella Gallardo, ambas
investigadoras del Instituto de Tecnología de Alimentos (ITA) de la
Facultad de Ingeniería Química (FIQ), quienes eligieron siete marcas
reconocidas en el mercado y las analizaron repetidamente para saber cómo
se componían. “Fueron compradas en supermercados. Todas decían ser de
tres (000) y cuatro ceros (0000). Observamos sus composiciones químicas:
proteínas, grasas, hidratos de carbono, humedad, gluten y cenizas”,
explicó Erben.
Cuando se muele el trigo, la harina puede
contaminarse con cáscaras, dando un alto valor de cenizas, que hacen a
la falta de pureza del producto. “Es materia inorgánica o minerales que
le dan color grisáceo a las harinas: a más alto contenido de cenizas,
menos ceros como clasificación, según especifica el Código Alimentario
Argentino (CAA). Las harinas cuatro ceros se utilizan para la
elaboración, por ejemplo, de tapas para empanadas o tartas, ya que el
consumidor prefiere que estos productos frescos presenten un color
blanco uniforme”, dijo Erben.
“En la evaluación encontramos
que sólo una de las harinas era cuatro ceros, lo que se correspondía con
la especificación de la etiqueta, mientras que el resto no cumplía con
lo indicado en el envase. Incluso, encontramos una que ni siquiera
llegaba a medio cero”, precisó.
Cambia el producto final
De este modo, los consumidores pagan productos que no condicen con lo
que explicitan los rótulos de los paquetes. “En el mercado no existen
harinas de uno o dos ceros. Esa calidad influye en la panificación,
porque al haber más cenizas es afectada la fermentación y las
características organolépticas de los productos. No son cuestiones que
puedan atacar a la salud, pero a los consumidores no les interesa comer
productos grisáceos, por ejemplo. Por su parte, las empresas ganan más
porque producen mayor cantidad de harina”, detalló -por su parte-
Gallardo.
Las investigadoras también elaboraron productos
panificados con las distintas harinas y observaron que las que contenían
más cenizas variaron el tamaño de los alvéolos de la miga, por lo que
el pan resultaba con poco volumen y miga de color grisáceo .
En cuanto al resto de los componentes, observaron que casi todos se
encontraban dentro de los valores aceptables. Por ejemplo, todas
superaron el siete por ciento de proteínas, que es el porcentaje básico
adecuado.
Por otra parte, todas registraban índices cercanos
al 14 por ciento de humedad, el máximo permitido. “Las siete cumplieron
bien con ese parámetro. Es un aspecto que se asocia a la conservación
microbiológica de las harinas. Si tienen valores más altos de humedad,
pueden invadir hongos u otros microorganismos”, acotó Gallardo.
Además, todos los productos arrojaron contenidos de gluten superiores
al 20 por ciento, cifra que resultó aceptable, según concluyeron las
investigadoras.
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