Se trata de dos chicos de 11 y 14 años que no estaban con el resto de la familia, hallada viviendo bajo tierra, el jueves pasado. El padre, Juan Carlos Rézola, fue detenido tras la denuncia de abuso.
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El jueves a la mañana, agentes de Seguridad Personal, unidades especiales de la UR I, La Capital, de la policía santafesina, apresaron a Juan Carlos Rézola denunciado e imputado por sus hijos de haberlos violado sistemáticamente, tanto es así, que los dos mayores, una mujer y un varón huyeron de la vivienda familiar y denunciaron el suceso ante la jueza penal Susana Luna. Tras una prolongada búsqueda, que se extendió durante un mes en la vecina ciudad de Santo Tomé, los agentes hallaron al hombre, a su esposa y a dos de sus cuatro hijos viviendo en un pozo hecho de tierra y amurallado con chapas metálicas. Sin embargo, faltaban dos niños, de 11 y 14 años, que el viernes a la tarde fueron localizados. En un primer momento, los chicos negaron ser hijos de Rézola, pero tras una serie de preguntas y de comparación de datos se pudo confirmar que se trata de los dos menores que eran intensamente buscados. Al igual que sus hermanos, estos dos niños pasaban la mayor parte del día en la calle, pidiendo dinero, y aún se intenta determinar si a la noche volvían al escondite familiar o si descansaban en uno de similares características ubicado en proximidades al primero. Inhabitable Los dos niños que fueron encontrados en el pozo con sus padres estaban en condiciones físicas y psíquicas deplorables, con una absoluta falta de higiene, y evidentes signos de desnutrición crónica. Los chicos dormían en pozos realizados en la tierra con forma de hondonada y arriba recubierto sólo con paja áspera. El promontorio que habitaba la familia carecía de agua potable, luz eléctrica, y de elementos necesarios para la preparación de alguna comida. El lugar es un páramo, inhabitable, y rodeado de un espeso monte. Historia sórdida y truculenta La espeluznante historia comenzó cuando los dos hijos mayores de Rézola relataron, ante la magistrada penal Susana Luna, los sistemáticos abusos que habían sufrido de parte de su padre. La magnitud del contenido de la denuncia, más los escabrosos detalles que suministraron ambos adolescentes, llevó a la magistrada a requerir en fecha 15 de junio de 2011 la divulgación, a través de los medios gráficos y televisivos, del rostro del hombre imputado por sus hijos de haber cometido con ellos delitos contra la integridad sexual. Los pesquisas de Seguridad Personal de la UR I, caminaron por espacio de un mes la plantilla urbana y toda la zona rural de la ciudad de Santo Tomé, para dar con el paradero de Juan Carlos Rézola de 39 años. Ambos hermanos lograron zafar de la casa familiar y decidieron poner fin a los abusos sufridos cuando vivían en una finca ubicada en el barrio Costa Azul de la ciudad de Santo Tomé. Se los había tragado la tierra Pero cuando los policías comenzaron a caminar las calles del barrio, todos los vecinos dijeron que el matrimonio junto a sus cuatro pequeños hijos, mujeres y varones, entre seis y diez años habían abandonado la finca en la que vivían con rumbo desconocido: “Se los había tragado la tierra”, graficó un viejo pesquisa de Investigaciones. Vida subterránea Pero durante el fin de semana pasado, un dato revelador fue obtenido por un investigador de unidades especiales, cuando un vecino del barrio Las Vegas le dijo que hacía un mes había una familia completa viviendo en un pozo hecho en la tierra y amurallado con chapas metálicas, en deplorables condiciones de higiene y salubridad, haciendo particular hincapié en que los hijos del matrimonio salían a pedir a la calle todos los días. Ese pesquisa policial tuvo la corazonada de que se trataba de Juan Carlos Rézola, porque el cruzamiento de datos y las características de la persona buscada eran complementarias; una guardia discreta de 24 horas fue la que finalmente determinó fehacientemente en qué lugar de un descampado del barrio Las Vegas vivía este matrimonio y sus hijos, en las muy particulares condiciones descriptas por los vecinos.
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