RECUERDO. “SU MANERA PATERNA DE CUIDARNOS Y ACOMPAÑARNOS ES ALGO QUE NUNCA SE BORRARÁ DE MI CORAZÓN”, DIJO.
Luego de que la curia de la Iglesia Católica designara al jesuita Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice, muchos comenzaron a preguntarse qué significaba formar parte de esa orden religiosa, quién la creó y qué incidencia tendrá en el accionar del Papa Francisco. “Ser un sacerdote jesuita es ser un compañero de San Ignacio (de Loyola), es seguir un estilo de vida, es discernir entre la voz de Dios y la voz que tienta, es saber reconocer las cosas buenas...”, dijo, en diálogo con Diario UNO, el miembro de la comunidad jesuítica y cura párroco de Alto Verde, Javier Albisu.
La orden de los jesuitas o Compañía de Jesús es una asociación religiosa que surgió, con bases de obediencia como eje de formación, en 1540 con muy pocos miembros. “San Ignacio entiende que la Iglesia puede ir a todas las partes del mundo y que los jesuitas deben ser hombres de equipaje ligero y de corazones prontos, que deben estar dispuestos a ir con lo justo y necesario a cualquier misión que le sea encomendada”, explicó Albisu y continuó: “El jesuita debe llevar su mensaje e invocar a otros a hacer lo mismo, es por eso que la congregación nació con ocho miembros; a la muerte de San Ignacio (en 1556) ya tenía mil seguidores y hoy alcanza los quince mil, aproximadamente”.
Cabe destacar, que la formación de los jesuitas es de catorce años (de estudio y servicio). “Las órdenes religiosas son gracias que se han encarnado en un santo; y así como San Francisco invitó a los compañeros y fundó la orden de los Franciscanos, San Ignacio junto con otros compañeros formó otra, pero no quiso que los llamaran «ignacianos» sino que la denominó Compañeros de Jesús, lo que derivó en que se los llame «jesuitas»”.
—Muchos se extrañaban por la llegada de un jesuita al papado, dado que se los considera religiosos que evitan honores...
—San Ignacio pensó la congregación como un grupo de sacerdotes dispuestos a servir a los hermanos pontífices, y ésa es la fórmula de nuestro instituto o lo que se puede llamar la Carta Magna; entonces los jesuitas hacemos los votos (tres rigurosos) y algunos hacen el cuarto voto que es de una obediencia especial en las misiones confiadas por el romano pontífice. Eso significa que esa persona, ese jesuita, podrá recibir el día de mañana la misión que le designa el Papa y sólo tendrá que decir: “Armo el bolso y voy”.
—¿Piensa que ahora –con la designación de un jesuita cómo máximo referente de la Iglesia– habrá un cambio?
—Yo creo que sí. La Iglesia siempre ha atendido a los pobres, y sin duda alguna hoy agregará algo el hecho de que Francisco haya tenido una formación jesuítica. Seguramente su pertenencia a la orden de San Ignacio marcará un estilo de gobierno de la Iglesia: cercano, capaz de discernir, porque seguramente habrá muchos temas que le tocarán discernir, para ver en dónde la Iglesia está tentada y dónde tiene que fortalecerse. De hecho, Bergoglio ya está marcando un cambio con las cosas que hace, que ya las hacía desde antes, pero que los medios recién las notan...
—Se lo señala como un hombre muy austero, que viajó con el resto de los cardenales y pagó la cuenta del hotel...
—Él siempre fue así, eso no lo hizo por una simple cuestión de imagen, sino porque así es su vida, ése es su corazón y su ahínco.
Cabe resaltar que el padre Javier Albisu compartió tiempo de estudio y parte de su formación con el ex arzobispo de Buenos Aires y por eso lo conoce muy bien. “Dentro de la comunidad de estudiantes, realmente me impactaba su forma de ser y su estilo de vida, su manera paterna de cuidarnos y acompañarnos es algo que nunca se borrará de mi corazón”, detalló el párroco.
—¿Por qué cree que fue elegido?
—En cada momento Dios llama a las personas que por sus cualidades y por su historia personal de fe, necesita que se pongan en juego. Francisco fue elegido como Papa en un momento de la Iglesia y de la humanidad muy difícil. Hace falta mucho –como cuerpo apostólico, como Iglesia– para estar muy cerca de los pobres, que cada vez son más. Y en este momento creo que tenemos que ser muy cercanos a ellos y al mismo tiempo tener una pobreza que nos haga cuidar el don de Dios, ser creíbles.
La orden
La Compañía de Jesús nació a mediados del siglo XV como una “asociación de presbíteros” bajo la iniciativa de San Ignacio de Loyola. Esta Orden Religiosa de la Iglesia Católica está compuesta por sacerdotes y hermanos –esparcidos por todo el mundo– que desarrollan actividades espirituales, sociales y educativas para la sociedad en general, con una especial preferencia por las personas menos favorecidas.
La Compañía de Jesús nació a mediados del siglo XV como una “asociación de presbíteros” bajo la iniciativa de San Ignacio de Loyola. Esta Orden Religiosa de la Iglesia Católica está compuesta por sacerdotes y hermanos –esparcidos por todo el mundo– que desarrollan actividades espirituales, sociales y educativas para la sociedad en general, con una especial preferencia por las personas menos favorecidas.
—¿Existe alguna diferencia entre los jesuitas “iniciadores” y los “actuales”?
—San Ignacio era un hombre que se tomaba su tiempo para que lo que estaba escrito, incluso se cuenta que escribía muchas veces una misma carta porque sabía que lo que iba escrito quedaba para siempre. Del mismo modo, escribió “nuestra manera de vivir”, lo que nosotros llamamos “nuestra Constitución”, que tuvo algunas modificaciones, pero que fueron de forma y no de contenido.
—¿Quién realizó esas modificaciones?
—Así como hoy hemos visto un cónclave de cardenales, la Compañía de Jesús realiza cada tanto una reunión donde los superiores mayores y representantes de distintos países deciden los pasos a seguir. Y en una de esas reuniones se hicieron modificaciones, pero como dije no cambiaron la esencia. Con esto notamos que San Ignacio nos deja herramientas, que pueden atravesar tiempos, lugares y personas, porque el mismo San Ignacio hizo que esas tres cosas quedaran para el discernimiento de los propios jesuitas; es decir, yo te doy la mirada de fondo con la cual ver tu manera de servir, pero luego te dejo solo para que atiendas los tiempos, los lugares y las personas.
—¿Cree que esta congregación puede seguir creciendo con la llegada del Papa Francisco al máximo lugar de la Iglesia?
—Dios es quien llama a la vocación y quien te extiende su mano; seguramente como nos llamó a muchos seguirá llamando, y tal vez ahora que muchos más conocerán el corazón de Francisco, marcado en sus gestos por lo que la Compañía de Jesús le hubiera enseñado o dejado, la atracción sea más grande. Pero como dije anteriormente, eso está en las manos de Dios que bendecirá a su medida, a unos les toca sembrar y a otros regar la cosecha.
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