Lo confirmó Eduardo García, obispo auxiliar de Buenos Aires. "Esta tapado de trabajo", dicen cerca del jefe de la Iglesia.
Finalmente, y a pesar de las versiones que comenzaron a circular, el papa Francisco no vendría a la Argentina en 2013, según confirmó uno de sus más estrechos colaboradores.
No sólo no visitará su tierra natal durante la campaña electoral, sino que no llegaría siquiera después de las elecciones legislativas de fines de octubre, como habían dejado trascender en el entorno del máximo pontífice.
Uno de sus colaboradores más cercanos y actual obispo auxiliar de Buenos Aires, Eduardo García, lo confirmó a PERFIL desde Roma: “Francisco no va a ir a la Argentina en todo 2013, ni en junio ni en septiembre”, indicó.
Hasta ayer se decía que el primer papa argentino podría llegar al país entre noviembre y diciembre, pero varios de sus asesores, que participaron de las reuniones en las que se armó parte de la agenda, aseguran que decidió postergar su viaje.
“Está tapado de trabajo y todavía está descubriendo los mecanismos de cómo funciona el Vaticano; lo noté perplejo ante la cantidad de tareas de las que tiene que hacerse cargo”, confía uno de sus hombres más cercanos, que habló ayer con él desde Buenos Aires.
Inicialmente se había especulado –en función de los testimonios de sus propios asesores– con que existían dos “oportunidades” para que visitara el país.
La primera, en julio, cuando tiene agendado un viaje a Brasil para asistir a la Jornada Mundial de Juventud en Río de Janeiro. El Papa podría haber aprovechado su llegada a la región para visitar la Argentina. “No va a ir a la Argentina como destino secundario al brasileño, porque es su país natal y la idea es que haga un viaje directo e importante”, aclaran en su entorno, y recuerdan que una visita papal requiere unos tres meses de preparación.
La otra oportunidad era en septiembre, cuando se realizará la beatificación del cura Brochero en la Argentina, pero finalmente se decidió que el Sumo Pontífice envíe un cardenal en su nombre, para no quitar protagonismo al evento.
Un importante referente eclesiástico que almorzó esta semana con Francisco en el Vaticano analiza, con cierto grado de ironía, por qué decidió no venir: “Si vos fueras el Papa, ¿a quién vas a visitar primero? A Obama, a Vladimir Putin (presidente de Rusia) o a Cristina?”, y recordó que ahora debe trabajar para responder las necesidades de 1.200 millones de fieles en el mundo.
Es cierto que, antes de ser papa, Jorge Bergoglio siempre fue muy hábil a la hora de jugar con los tiempos y las lógicas de la política. Por eso decidió no “meterse” en las elecciones con un viaje en medio de la campaña –decisiva para el futuro del kirchnerismo–, ya que hubiera sido visto como un mensaje político. No sólo porque su visita habría capitalizado toda la atención, sino porque además siempre ha sido muy crítico de la pobreza y la desigualdad en el país.
Los asesores históricos de Francisco están sorprendidos por su “nuevo nacimiento”; juran que desde que fue consagrado papa “rejuveneció veinte años” y “es un hombre nuevo, con más fuerza que nunca”. Una mala noticia para sus enemigos. Incluso los locales.
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