Lo dijo la propietaria de un
negocio de barrio Sur. El último de la veintena de robos ocurrió el
miércoles, la atacaron dos jóvenes armados. “El nivel de violencia es
desesperante ”, dijo.
.
“Desde que abrí el negocio, sufrí 22 asaltos. Todos fueron muy
violentos. Me salvé 22 veces de que me maten. Ya no quiero seguir así.
No vale la pena. En el primer robo, le pusieron un arma en la cabeza a
mi hijita, que era un bebé. ¿Y si se le escapaba el tiro?”. El
testimonio pertenece a Milagro Michling, la propietaria de una agencia
de quiniela que hace más de 15 años funciona en Francia al 1.400, en
pleno barrio Sur.
El miércoles a la noche, poquito después de las 20, un muchacho se paró en la puerta del local y contaba monedas. Milagros lo vio desde adentro del negocio y cuando el joven tocó el timbre, lo hizo pasar. La actitud de contar el cambio, el buen aspecto, y el pedido de jugar una quiniela no la hicieron sospechar. Hasta que segundos después, el chico fue hasta la puerta y de un envión entró otro muchacho.
“Uno de los dos estaba más nervioso que el otro y quería hacer todo rápido e irse. El otro insistía en que le diera más plata. Me sacaron el celular y el dinero del día. Me salvó el televisor, porque no anda bien, y se sube y se baja el volumen. En ese momento, se subió y se creyeron que había alguien atrás y se fueron”, detalló la mujer.
Y agregó que si bien es difícil de determinar la edad que tenían, “parecían jovencitos”, en referencia a que podían ser menores de edad.
—¿Hizo la denuncia?
—Sí, en la comisaría 2ª. Me tomaron los datos, después tengo que volver a ir. Después de tantos robos uno aprende qué mirar. Por eso los pude describir. Estaban a cara descubierta pero, además, uno recuerda detalles, desde qué tipo de zapatillas tenían hasta el peinado.
—¿Cómo piensan seguir?
—Con mi esposo ya decidimos cerrar el negocio. No vale la pena tanta violencia. Son muchos años, todos los años pasó algo. Hubo casos más graves que otros, siempre gente distinta, mujeres, chicos, hombres. Pusimos timbre, rejas, pero nada alcanza. No hay nada que uno pueda hacer para prevenir estos episodios. Y esto ya no es vida para nosotros. Yo no puedo caminar por la calle de la paranoia que tengo. Tengo dos hijas, y cada vez que salen para mí es un estrés terrible pensar que les puede pasar algo. Estoy todo el tiempo llamándolas. Así que vamos a cerrar y no sé después qué voy a hacer. Lo primero es tomarme un tiempo para tranquilizarme y después ver cómo seguimos adelante.
Los más afectados
El caso de Milagros no es el único que suma cifras altísimas de episodios de inseguridad. En la intersección de las calles 1º de Mayo y Mariano Comas funciona un kiosco que en cuatro meses fue asaltado cinco veces. Y es que los comercios que funcionan con mucha liquidez de dinero en efectivo, aunque no sea en grandes cantidades, parecen ser los que más atraen a los delincuentes. Otro kiosco que sufre los embates de la delincuencia, desde hace más de 30 años, es el tradicional comercio ubicado en diagonal al estadio del club Unión, sobre avenida Freyre al 3.400.
El último de los episodios ocurrió el 4 de marzo pasado, cerca de las 16, cuando una mamá ingresó con su pequeño hijo para hacer compras en el kiosco ubicado sobre la avenida Freyre casi bulevar Pellegrini. Un delincuente bajó de una motocicleta con el casco puesto, ingresó al local comercial, amenazó con un arma de fuego a la empleada, robó los 500 pesos que había en el interior de la caja registradora.
Posteriormente le sustrajo los efectos personales a la cliente ante la mirada de su hijo. Tras el suceso, la mujer se desmayó en el interior del local. En sus 30 años de funcionamiento, el negocio ya suma 60 asaltos. Otro de los casos más llamativos es el de una farmacia de barrio Pro Adelanto Barranquitas, que desde que fue inaugurada, hace 13 años, sufrió 20 robos. El último robo ocurrió a principios de febrero pasado, cuando delincuentes ingresaron armados a la farmacia, amenazaron a las dos hijas de la farmacéutica y a los clientes y se llevaron la recaudación del día. Sabían que en el local, ubicado en J. B. Iturraspe al 3.100, en el corazón de barrio Pro Adelanto Barranquitas había dinero en efectivo.
El miércoles a la noche, poquito después de las 20, un muchacho se paró en la puerta del local y contaba monedas. Milagros lo vio desde adentro del negocio y cuando el joven tocó el timbre, lo hizo pasar. La actitud de contar el cambio, el buen aspecto, y el pedido de jugar una quiniela no la hicieron sospechar. Hasta que segundos después, el chico fue hasta la puerta y de un envión entró otro muchacho.
“Uno de los dos estaba más nervioso que el otro y quería hacer todo rápido e irse. El otro insistía en que le diera más plata. Me sacaron el celular y el dinero del día. Me salvó el televisor, porque no anda bien, y se sube y se baja el volumen. En ese momento, se subió y se creyeron que había alguien atrás y se fueron”, detalló la mujer.
Y agregó que si bien es difícil de determinar la edad que tenían, “parecían jovencitos”, en referencia a que podían ser menores de edad.
—¿Hizo la denuncia?
—Sí, en la comisaría 2ª. Me tomaron los datos, después tengo que volver a ir. Después de tantos robos uno aprende qué mirar. Por eso los pude describir. Estaban a cara descubierta pero, además, uno recuerda detalles, desde qué tipo de zapatillas tenían hasta el peinado.
—¿Cómo piensan seguir?
—Con mi esposo ya decidimos cerrar el negocio. No vale la pena tanta violencia. Son muchos años, todos los años pasó algo. Hubo casos más graves que otros, siempre gente distinta, mujeres, chicos, hombres. Pusimos timbre, rejas, pero nada alcanza. No hay nada que uno pueda hacer para prevenir estos episodios. Y esto ya no es vida para nosotros. Yo no puedo caminar por la calle de la paranoia que tengo. Tengo dos hijas, y cada vez que salen para mí es un estrés terrible pensar que les puede pasar algo. Estoy todo el tiempo llamándolas. Así que vamos a cerrar y no sé después qué voy a hacer. Lo primero es tomarme un tiempo para tranquilizarme y después ver cómo seguimos adelante.
Los más afectados
El caso de Milagros no es el único que suma cifras altísimas de episodios de inseguridad. En la intersección de las calles 1º de Mayo y Mariano Comas funciona un kiosco que en cuatro meses fue asaltado cinco veces. Y es que los comercios que funcionan con mucha liquidez de dinero en efectivo, aunque no sea en grandes cantidades, parecen ser los que más atraen a los delincuentes. Otro kiosco que sufre los embates de la delincuencia, desde hace más de 30 años, es el tradicional comercio ubicado en diagonal al estadio del club Unión, sobre avenida Freyre al 3.400.
El último de los episodios ocurrió el 4 de marzo pasado, cerca de las 16, cuando una mamá ingresó con su pequeño hijo para hacer compras en el kiosco ubicado sobre la avenida Freyre casi bulevar Pellegrini. Un delincuente bajó de una motocicleta con el casco puesto, ingresó al local comercial, amenazó con un arma de fuego a la empleada, robó los 500 pesos que había en el interior de la caja registradora.
Posteriormente le sustrajo los efectos personales a la cliente ante la mirada de su hijo. Tras el suceso, la mujer se desmayó en el interior del local. En sus 30 años de funcionamiento, el negocio ya suma 60 asaltos. Otro de los casos más llamativos es el de una farmacia de barrio Pro Adelanto Barranquitas, que desde que fue inaugurada, hace 13 años, sufrió 20 robos. El último robo ocurrió a principios de febrero pasado, cuando delincuentes ingresaron armados a la farmacia, amenazaron a las dos hijas de la farmacéutica y a los clientes y se llevaron la recaudación del día. Sabían que en el local, ubicado en J. B. Iturraspe al 3.100, en el corazón de barrio Pro Adelanto Barranquitas había dinero en efectivo.
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