EL INADI. ORGANIZÓ LA ACTIVIDAD Y CONTÓ CON LA PRESENCIA DE PEDRO MOURATIÁN.
Fútbol, sexo y guerra, los lugares de los varones en esta sociedad que se promueve como igualitaria pero que tiene profundas desigualdades que, en los casos más graves, terminan con la vida de las mujeres. El jueves el Inadi organizó una jornada sobre Nuevas Masculinidades, donde se intentó echar luz sobre los estereotipos que se imponen a los hombres en la sociedad actual.
Entre los disertantes estuvieron el interventor del Inadi a nivel nacional, Pedro Mouratián; Julia Contreras, directora de Políticas de Promoción y Desarrollo de Prácticas contra la Discriminación; y Juan Carlos Volnovich, psicoanalista que ha trabajado desde hace décadas la relación entre el psicoanálisis, el feminismo y las masculinidades.
En su paso por Santa Fe los tres dialogaron con Diario UNO. Volnovich hizo hincapié en cuál es el lugar de los varones y cómo las mujeres buscan compartirlos pero lo hacen bajo las normas masculinas. Además, se refirió a la pornografía y su relación con las nuevas tecnologías.
Los varones del feminismo
Volnovich comenzó a trabajar, en la década del 60, la relación entre las teorías feministas y el psicoanalista. Al contactarse con teóricas del feminismo decidió que el enfoque más apropiado para su trabajo sería el de abordar la teoría de género desde los varones. “Por lo tanto trabajé sobre todo aquello que hacemos los varones. Sobre el sexo, el fútbol y la guerra. Esas ideas fijas que tenemos. Y cómo funcionan en la construcción de la subjetividad”, detalló.
Y agregó: “Además del femicidio, una de las prácticas tradicionales de los varones es la prostitución. Y ése es un tema importantísimo. El femicidio es un tema que está visibilizándose aunque no cabe dudas de que va en aumento. Con respecto a la prostitución, la globalización capitalista generó casi una promoción, junto con las nuevas tecnologías, de la industria de la trata y de la prostitución que está en su apogeo, que supone una violencia brutal contra las mujeres y que está más naturalizada que antes”.
—¿A qué se atribuye eso?
—Yo creo que el patriarcado, como sistema de dominio, ha empezado a cambiar, sobre todo a partir del siglo XX, algunos aspectos de la relación de fuerzas. Sobre todo en la posibilidad de las mujeres de acceder al espacio público cuando estaban subordinadas al espacio doméstico. Eso ha significado un avance en el camino de la igualdad de derechos y obligaciones entre varones y mujeres y ha generado, para mi gusto, una especie de alerta, de reacción de parte de los varones que se han visto obligados a reforzar los estereotipos tradicionales masculinos. De ahí que el fútbol, la guerra y la prostitución sean los tres cotos masculinos fundamentales para la construcción de la subjetividad del varón tradicional. Seguramente hay muchas causas más pero me da la impresión que son esas prácticas convencionales las que funcionan como donantes de una identidad de género y, por lo tanto, quedan reforzadas.
—¿Qué rol cumplen las nuevas tecnologías en la explotación sexual?
—Antes, hace algunas décadas, cuando uno decía prostitución pensaba en la callejera y para eso había ciertas leyes que tendían al arresto de prostitutas y a un programa de reeducación. Después se empezó a trabajar con los proxenetas pero, en este momento, sucede que son grandes mafias internacionales las que administran y regulan la prostitución en el mundo. A partir de las nuevas tecnologías la prostitución no está más referida a un segmento de público patético, marginal o que tiene que ver con el boliche o el burdel. Hoy en día eso está en la televisión. Además, a partir de internet, está el uso de las redes de prostitución y de prostitución infantil.
Ganando espacios
—Mencionaba también el fútbol como uno de esos cotos, sin embargo cada vez son más las mujeres que se suman a ese deporte, por lo menos, desde el lado de la hinchada...
—Reforzando las reglas masculinas. Es decir, quien pone las reglas son los varones y son las mujeres las que, al incorporarse, las transitan y las refuerzan. También podríamos decir que hay lugares de stripers donde las mujeres van a ver hombres de la misma manera que los varones miran mujeres. Pero, primero, estadísticamente la cantidad de mujeres en el fútbol es insignificante y, en caso de que lo hagan lo hacen cumpliendo estrictamente y sobreactuando las reglas tradicionales impuestas por los varones. Eso no pasa sólo en el fútbol también pasa, por ejemplo, en los grupos de adolescentes con el consumo de alcohol porque para ser aceptadas tienen que hacer lo que antes hacían los varones pero más, de manera que quedan como caricaturas en cuanto a relaciones sexuales y consumos. Cuando el exceso es una característica tradicionalmente masculina.
—Mencionaba también el fútbol como uno de esos cotos, sin embargo cada vez son más las mujeres que se suman a ese deporte, por lo menos, desde el lado de la hinchada...
—Reforzando las reglas masculinas. Es decir, quien pone las reglas son los varones y son las mujeres las que, al incorporarse, las transitan y las refuerzan. También podríamos decir que hay lugares de stripers donde las mujeres van a ver hombres de la misma manera que los varones miran mujeres. Pero, primero, estadísticamente la cantidad de mujeres en el fútbol es insignificante y, en caso de que lo hagan lo hacen cumpliendo estrictamente y sobreactuando las reglas tradicionales impuestas por los varones. Eso no pasa sólo en el fútbol también pasa, por ejemplo, en los grupos de adolescentes con el consumo de alcohol porque para ser aceptadas tienen que hacer lo que antes hacían los varones pero más, de manera que quedan como caricaturas en cuanto a relaciones sexuales y consumos. Cuando el exceso es una característica tradicionalmente masculina.
—Hay teóricas feministas que atribuyen la imposibilidad de acceder a espacios de poder a la doble jornada (el hecho de que tengan un trabajo remunerado y que también tengan otro no reconocido cuidando del hogar). ¿El lugar del varón dentro de la casa es importante para lograr la equidad?
—Es el fundamental. Pero no en la casa sino en la crianza de los hijos. Yo estoy convencido de que hasta que no se trabaje sobre la manera en que los varones nos involucramos en la crianza de nuestros hijos y de nuestras hijas desde los primeros momentos de nacido, por más leyes que haya esto no va a ir cambiando. No vamos a entrar en el camino de una mayor igualdad de derechos y obligaciones hasta que no se trabaje sobre la relación en la crianza de los hijos desde el principio.
—¿Eso se puede apoyar con leyes que hablen de licencias por maternidad y paternidad más equilibradas?
—Sí, pero no sirven demasiado porque hay algo que está por encima y es el imaginario social. Suecia siempre se toma como un país ejemplar. Allí hay un año de licencia por maternidad, pero tiene un bajísimo nivel de maternidad.
La norma marca que son seis meses para la mujer y seis para el varón y que ellos pueden elegir quién se los toma primero. Pero a los varones les da vergüenza pedirla. Imaginate qué pasaría acá. Además, supone seis meses fuera del lugar del trabajo y esa exclusión en una sociedad de libre competencia es fatal.
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