La Justicia investiga una presentación de la Sedronar que asegura que, antes de la balacera que hirió a tres militantes del Movimiento Evita, hubo otro tiroteo con los mismos narcos de protagonistas. Los vecinos avisaron a la policía que los encontró armados y no detuvo a nadie por orden de un comisario. Con el campo libre, llegó el segundo tiroteo, donde uno de los atacantes llevaba un chaleco policial.
El Juzgado Federal N° 4 de Rosario recibió el 16 de enero un escrito de la Secretaría para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), firmado por Rafael Bielsa, en el que se da cuenta de que el jueves 10 de enero, antes del ataque contra los tres integrantes del Movimiento Evita, hubo un tiroteo en el mismo lugar. Alertada la policía por una comunicación al 911, llegó al lugar un patrullero que –según el texto– a pesar de encontrarse con jóvenes armados, por orden del comisario inspector Sergio Vergara, no detuvo a nadie. De acuerdo con la denuncia, los vecinos entregaron varias vainas de armas de distintos calibres. En la agresión posterior a los militantes del Movimiento Evita, uno de los atacantes tenía puesto un chaleco antibalas que decía “Policía”. En el escrito se mencionan los nombres de quienes, de acuerdo con la misma denuncia, dominan el negocio de la droga en Nuevo Alberdi y los vehículos que se usaron en el ataque. También hay fotos de hombres y mujeres armados que integrarían el grupo narco.
El titular de la Sedronar, santafesino de pura cepa, mantiene un perfil bajísimo desde que asumió el cargo. En su dependencia se negaron a confirmar la presentación, pero en el Juzgado admitieron que el texto existe y que ratifica las historias delineadas por Rosario/12 en las últimas semanas. Es más, lo que ocurrió en Nuevo Alberdi, la connivencia policial, encaja milimétricamente en la nota publicada por Página/12 en octubre que derivó en la detención del ex jefe de la policía santafesina Hugo Tognoli, anterior titular de Drogas Peligrosas. En su reemplazo fue designado su número dos, Cristian Sola, sin ningún cambio en la estructura que venía teniendo la fuerza. Además, Sola es investigado por enriquecimiento ilícito desde hace un año, en un expediente con notorias demoras. “Desde ya que el narcotráfico es un fenómeno internacional y nacional –señaló León Arslanian, ex ministro de Seguridad bonaerense–, pero cuando se tienen hechos tan focalizados, el gobierno local debe actuar. Un punto decisivo es la complicidad policial, por lo cual la conducción de la fuerza debe asumirla, sin dudas, el poder político (ver aparte).”
La denuncia
La denuncia enviada en secreto por Bielsa hace diez días fue recibida por el secretario del Juzgado Federal N° 4, Mauricio José Donati. El titular del juzgado, Marcelo Bailaque, está en feria pero, por lo que pudo averiguar este diario en el mismo juzgado, el texto transcribe un detallado anónimo en el que se cuenta la secuencia de lo ocurrido y se agregan las fotos de integrantes de la “familia R”, exhibiendo armas, algunas de las cuales –de acuerdo con la denuncia– se usaron en el ataque contra Carlos y Jorge Ferreira, y Gastón Arregui, del Movimiento Evita. Este diario no publica nombres y apellidos completos porque se trata de un escrito que está en la Justicia y los abogados defensores podrían pedir nulidades por la filtración.
El texto menciona los nombres y los apelativos de los supuestos jefes de los narcos del Barrio Municipal Nuevo Alberdi, miembros de la familia R., y los del grupo al que están enfrentados por el territorio, que se consignarán como “familia M.”. Continúa el texto:
- En el ataque del día 10 de enero se usó una moto Honda Twister, color blanca. Estuvo tripulada por un soldadito de los R., al que llaman Jonathan.
- En el resto de los rodados iban cuatro miembros de la familia R., entre ellos uno apodado FM (que aparece en una fotografía que se acompañó en el escrito).
- B. R. es una chica del grupo. En otra fotografía que se acompañó aparece con una ametralladora FMK 3 que fue usada en el ataque.
- La misma arma u otra idéntica pueden verse en otra fotografía en la que están B. R. y A. R.
- Uno de los vehículos usados es un BMW que maneja habitualmente el jefe de la familia R. También se acompañó fotografía.
Más allá de los datos aportados sobre los hechos en sí, se acompañan algunos escritos periodísticos en los que se esboza un diagnóstico coincidente con el detallado por Rosario/12 en las últimas semanas y que resulta el trasfondo de lo ocurrido.
- Nuevo Alberdi se convirtió en el campo de batalla entre dos organizaciones de narcos. Por un lado, la banda de los R., que perpetró el ataque y por el otro la banda de la Gorda L. Esta última fue integrante del Movimiento Evita, del que fue expulsada en noviembre justamente por las sospechas sobre su vinculación con la venta de estupefacientes.
- El diputado provincial del Movimiento Evita, Eduardo Toniolli, confirmó públicamente esa versión.
- En los textos que trascendieron del Juzgado Federal N° 4 se dice que “soldaditos”, como llaman a los jóvenes de cada banda, alineados con La Gorda L. les dispararon a soldaditos de los R. Eso provocó la llegada de los policías, que recolectaron vainas de los proyectiles disparados, pero que no hicieron ninguna detención. Hay testigos que afirman que los uniformados vieron hasta las armas que portaban los soldaditos y no hicieron más que conversar amigablemente con ellos.
- Tres horas más tarde vino la respuesta de los R., que le dispararon a los integrantes del Movimiento Evita.
- El texto menciona que una de las personas que la emprendió a los tiros era un hombre con un chaleco antibalas en el que se leía “Policía”.
Testimonio
Este diario pudo dialogar con L., un joven que participó en otros episodios de esta guerra, pero que tuvo que salir de Rosario porque, como él dice, “era hombre muerto”. “No dude que cualquier pelea por el territorio es, además, una pelea por la cobertura –dice L.–. El que termina dominando es el que tiene un mejor arreglo con Drogas Peligrosas. Es que sin arreglo, no hay nada. Ellos (los de Drogas) te dicen dónde podés poner un quiosco, pero a veces necesitan voltear a alguno y te piden que le des un perejil para voltear.”
Lo que señala L. parece reflejar el actual estado de cosas. En la investigación que hizo en su momento la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) se mencionaban tres individuos presuntamente narcos. En primer lugar Ignacio Actis Caporale, alias Ojitos, con decenas de pruebas en su contra. Incluso escuchas telefónicas en las que negocia con la comisaría que le devuelvan un Audi A3 que le secuestraron después de un tiroteo. La negociación se basa en armar un expediente fraudulento. Ojitos está prófugo desde hace meses. Los rumores lo ubican de a ratos en la costa atlántica, pero a veces también en Rosario.
El segundo individuo al que la PSA vinculó con el narcotráfico fue Carlos Andres Ascaíni, de Villa Cañás. Según el texto presentado por la PSA, el ex jefe Tognoli estaba vinculado con Ascaíni, conclusión a la que llegaron por dos vías: por un lado, una escucha telefónica en la que la propietaria del local de un prostíbulo pregunta quién distribuye cocaína en Villa Cañás y cómo se arregla. Un comisario retirado le contesta que quien vende es Ascaíni y con quien se arregla es directamente con Tognoli. Hoy Ascaíni está en libertad.
El tercer supuesto narco que apareció en escena fue Aldo Orozco, alias Totola. Fue detenido en Firmat a raíz de un operativo antidrogas. En los papeles judiciales figuró que se le secuestró un kilo de cocaína, es decir que tenía un kilo de una sustancia blanca que dio positivo ante los reactivos que indican cocaína. Meses después quedó en libertad porque la Justicia sostuvo que no era cocaína sino azúcar. Nadie explica cómo ocurrió todo esto, pero parece claro que alguien cambió la sustancia.
La cantidad desproporcionada de muertes de Rosario indican que –como señala Arslanian– hay un fenómeno localizado, que tiene una de sus bases en la connivencia policial. Habrá que ver si el Juzgado Federal N° 4 avanza en la investigación de los hechos que enumera el escrito de la Sedronar, en especial en los efectivos que estuvieron antes del tiroteo contra los integrantes del Movimiento Evita, los que dejaron que todo siga ocurriendo como si nada hubiera pasado.
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