Para el ex gobernador, ex diputado nacional, ex diputado provincial, ex intendente y ex concejal de Santa Fe, el justicialista Jorge Obeid, la política y su familia, son las materias de las que está hecha su vida. Una y otra, son la ocupación y sus afectos indispensables. Hoy recorre la provincia pensando en ser tal vez candidato a diputado este año o a gobernador en 2015.
La Capital |
—¿Cuál es su impresión de la Argentina actual?
—Que atraviesa un momento especial en un mundo en crisis que busca recetas para sobreponerse. Con el salto de calidad que diera tras 2001, Argentina aparece como una economía más sólida en comparación. Afectada, pero en muy menor medida.
—¿Es usted optimista?
—Y realista. 2013 será un año con crecimiento económico. Ayuda que Brasil, a cuyo crecimiento está ligada nuestra economía, está bien. China sigue necesitando alimentos y nosotros salimos a los mercados con un piso de 50 millones de toneladas de soja. Le estamos incorporando valor agregado. El desafío es superar la situación energética del país.
—¿Producto de una, al menos, ausente política en la materia?
—Pero se hizo bien en nacionalizar YPF y buscar nuevas fuentes de petróleo y gas. Confío en que las reservas (que se espera encontrar) del yacimiento de Vaca Muerta permitan superar el cuello de botella que es la energía para el crecimiento y la inversión.
—¿Se puede hablar de una economía sólida con una inflación que crece tanto?
—La inflación nunca es buena. Es una señal de la necesidad de recomponer el gasto público. Pero, no es sólo eso, en la medida que crezca la economía y vengan inversiones, se controla.
—Pasa que inversiones no vienen a la Argentina.
—¿De qué vale plantearnos que vengan inversiones si después no tenemos energía? Solucionando esto, como creo que estamos encaminados, van a venir.
—¿Es confiable Argentina para que vengan inversiones?
—Depende con quién se lo compare. Hoy es más confiable que España, Portugal, Grecia y cualquier país europeo excepto Alemania.
—¿Frente a Brasil y Venezuela resignamos la pretensión de liderar América latina?
—No estoy seguro que la hayamos tenido en serio. Pero esto es una cuestión de escala. Venezuela es el tercer yacimiento de petróleo del mundo. Brasil prácticamente es un continente que por su superficie tiene todo lo hay que tener. Además, diseñó una política para ser una superpotencia en el año 35 que mantuvo más allá de que tuvo gobiernos militares, civiles, liberales o conservadores. Esto tenemos que lograr aquí.
—Este año hay elecciones (legislativas) cruciales, ¿en qué situación ve a Cristina?
—Más allá de las críticas que se le puedan hacer, todos le reconocen al gobierno capacidad de gestión. Está todo el día proponiendo cosas y afrontando problemas. Al contrario, la oposición no logra mellar esa impronta y menos ganarle la iniciativa.
—¿Entonces piensa que gana el oficialismo este año?
—No dije eso. Hay que tener cuidado porque es bien sabido que en la elección intermedia en la que no se disputa un cargo ejecutivo es en la que mucha gente pretende dar una advertencia al gobierno de que hay cosas que deben cambiarse. Si las cosas se hacen bien pienso que habrá un triunfo del justicialismo.
—¿Cristina pondrá el juego una reforma constitucional para le reelección?
—No la oí a Cristina plantear en serio una reforma.
—¿No se debate en el PJ reelección o sucesión?
—En serio, todavía no. Lo que pueda haber es pura abstracción especulativa aún.
—¿Usted tuvo una relación zigzagueante con los Kirchner?
—Es verdad. A nivel personal siempre tuve una relación correcta pero institucionalmente cada uno tiene su visión.
—¿Por eso avaló, junto a Reutemann, el reclamo que hizo Binner por la deuda ante la Corte?
—Por supuesto, porque es defender los intereses de la provincia. Cuando se es legislador o gobernador de una provincia, lo primero es defender los intereses de su provincia independientemente de quién esté gobernando la Nación. Con Menem discutimos mucho por los recursos y con Kirchner por la 125 porque pensamos que era perjudicial para los intereses de la provincia pero siendo diputado vote casi todas las demás leyes que propuso su gobierno.
—¿Los socialistas tienen razón al insistir en que la Nación les pague lo que le reclaman?
—Independientemente de quien conduzca, porque quiero ser respetuoso y tengo por Bonfatti un gran respeto, es honesto y una excelente persona; lo que no pueden hacer los gobiernos socialistas es echarle la culpa de los problemas que ellos mismos generaron al gobierno nacional o a las gestiones peronistas anteriores. El socialismo llegó hace 5 años a la Casa Gris sin proyecto. Binner se pasó 4 años sin hacer nada más que discursos y dejó una provincia con un rojo recalcitrante. Esto Bonfatti no puede decirlo públicamente, pero deberían hacer desde la humildad un acto de sinceramiento.
—¿Cuáles son esos problemas que crearon los socialistas?
—Al no tener un proyecto sobre qué querían hacer empezaron a gastar sin ton ni son, multiplicaron estructuras y aumentaron el gasto de tal forma que de los 1.650 millones que les dejamos en caja, Binner terminó su gestión dejándole 1.500 millones de deuda a Bonfatti. No controlan el gasto público y entonces hay que apelar a aumentar impuestos, endeudarse o pedir al gobierno nacional. Si no se logra, hay que echarle la culpa a las gestiones peronistas o a la Casa Rosada. Tampoco han buscado inversiones. No vino una sola desde que el socialismo gobierna. En mi segunda gestión vinieron 3 mil millones de dólares, que significaron 300 mil puestos de trabajo.
—¿Entonces?
—Hay que dialogar. A mí nunca me llamaron para conversar de algo. Es necesario que se generen acuerdos sobre políticas que perduren a las gestiones. Cuando yo era gobernador el intendente de Rosario era Hermes Binner y al menos una vez por mes nos reuníamos. El admitió que nunca había recibido tanta atención de un gobierno provincial. Eso era producto del diálogo. También lo tuvimos con Lifschitz en mi segundo mandato. No me parece que ahora se dé ese diálogo.
—Aun así, la relación entre una Legislatura peronista y un Ejecutivo socialista fue menos traumática de lo esperado.
—El socialismo no se puede quejar de que el justicialismo no le dio las herramientas que necesita para gobernar. La experiencia es interesante porque obliga a dialogar, y la política debe ser diálogo. Así como gobernar debe ser solucionar los problemas a la gente. Por eso no estoy conforme creo que en la provincia hemos retrocedido porque se podrían haber hecho muchas más cosas.
—Pero legisladores y dirigentes de su partido dicen que con Bonfatti pueden dialogar.
—Bonfatti es un hombre de diálogo, pero esto no es cuestión de personas sino de proyectos y de capacidad de gestión. Y encima si no hay autocrítica acerca de que se pueden equivocar...
—¿No está obviando que el PJ salió tercero en la provincia?
—Aquí caben las autocríticas que tenemos que hacernos. Muchos votos que fueron a Del Sel y a Bonfatti son votos que el peronismo no supo contener. El desafío es lograr unidad que contenga esos votos y diseñar un programa que convoque.
—Divididos en 9 bloques en Diputados y 2 en el Senado, ¿no cree que la imagen que el PJ da a la sociedad no es la más seria?
—La unidad es el problema fundamental del PJ, pero la imagen que da es la de haber dado las leyes que el Ejecutivo necesitó.
—¿Va a ser candidato a diputado este año?
—Es probable, pero me gusta más las idea de ser candidato a gobernador en el 2015.
—¿Cómo vencerá el recelo de los K, para quienes usted y Reutemann son el pasado?
—De la única manera posible: verse las caras y conversar. En diciembre mi sector convoco 600 jóvenes en el partido y eso es porque estamos con el recambio generacional pero este es un proceso no es una carrera de posta.
—En los pocos meses que quedan a las elecciones, ¿el PJ resolverá sus problemas de dialogo, unidad y liderazgos en la provincia?
—Los va a resolver.
—Eso es voluntarismo.
—Eso es política.
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