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lunes, 10 de octubre de 2011

ROSARIO/"Si la GUM se va de Santa Lucía y Las Palmeras, la gente se muere"

Así lo afirmó un referente vecinal de la zonas periféricas de Rosario. La carencia de servicios en la zona sudoeste revaloriza la tarea de la fuerza municipal. Dos agentes tratan de recomponer la relación de esos barrios con el resto de la ciudad.

En Santa Lucía y Las Palmeras, zonas periféricas de Rosario donde sus vecinos están cruzados por una situación de desamparo que los pone en un alto grado de vulnerabilidad social, dos agentes de la Guardia Urbana Municipal (GUM) despliegan una tarea silenciosa que intenta recomponer la relación de los habitantes de esos barrios con el resto de la ciudad. Trasladan personas a los hospitales, a Tribunales y actúan en situaciones de violencia de género y de niños, entre otras intervenciones. "Si la GUM se va del barrio, la gente se muere", afirmó un referente vecinal para valorizar las tareas que realizan los agentes del cuerpo civil. Su presencia es casi fundamental ya que a esa cuadrícula de la zona sudoeste únicamente es posible acceder por Cerrito al 7600, luego de trasponer la avenida de Circunvalación, además de que ingresa una sola línea de colectivos, la prevención policial es en cuentagotas y las ambulancias cubren emergencias en un rango horario restringido. Un primer paso fue una reunión de concejales, vecinos e instituciones que se realizó el lunes pasado en el barrio para tratar de poner en marcha el Observatorio Social de Seguridad Ciudadana (ver aparte). En ese contexto, Fernanda Albarracín y Gastón Martínez, dos agentes de la GUM apostados de forma permanente en el lugar, cubren múltiples necesidades. "Pedimos trabajar en este territorio repleto de necesidades. Hacemos cosas que no se notan pero que la gente valora mucho. Llevamos y traemos vecinos a Tribunales, a los hospitales, o las trasladamos desde la casa al centro de salud, como ocurre con una mamá que debe acudir con su hijo que padece problemas motrices para que haga una terapia", dijo a La Capital Albarracín. Los agentes caminan el barrio, charlan con los vecinos y es habitual verlos sentados junto a un grupo de adolescentes de los denominados "conflictivos", con los que buscan tender puentes de confianza. Esa dinámica les permite indagar y visualizar las problemáticas que aquejan a gran parte del barrio, como la falta de servicios, el consumo de estupefacientes o la violencia intrafamiliar. "Nuestro trabajo consiste en brindar seguridad, tomando como eje de «inseguridad» el maltrato infantil y la violencia de género. Generamos confianza, materia prima indispensable para detectar e intentar desarticular la vulneración de derechos, tanto de niñas como de adolescentes y mujeres", destacaron los agentes. Uno de los primeros pasos que dieron fue un partido de fútbol, actividad a través de la cual se logró atravesar una barrera dentro de un paradigma que los estigmatiza a los chicos "con gorrita", y a los uniformados, que vienen a extenderle su mano, con la única finalidad de mejorar su calidad de vida. El dúo territorial de la GUM logró en cinco meses (comenzaron a operar en abril pasado) mediar entre vecinos por problemas de convivencia, intervenir en riñas entre estudiantes dentro y fuera de la escuela, asistir y acompañar a víctimas de violencia de género o tramitar actuaciones judiciales (prohibición de acercamiento o exclusión de hogar de los agresores) para preservar su integridad física y la de los niños. Además, brinda contención, acompañamiento y apoyo jurídico a familiares y menores víctimas de abuso sexual. Por otra parte, tramitaron 50 documentos de identidad a personas que hacía años que no los tenían.

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