sábado, 15 de octubre de 2011

La Virgen está lista para volver a su lugar

El trabajo demandó muchas horas, pero ya casi concluyó. Foto:El Litoral
El trabajo demandó muchas horas, pero ya casi concluyó.


El artesano Saúl Miller, que la realizó en 2001, está a punto de concluir con la restauración. Dice que “le quedó más linda la cara” y que “ahora la gente va a saber que en la cancha de Colón hay una Virgen, porque nadie la miraba”.
Tiene 71 años y admite una diabetes que por momentos lo complica. Sin embargo, Saúl Miller también se empeña ante el cronista en mostrar una vitalidad elogiable en un hombre de su edad y la manera en la cual se “entrena” para soportar tantas horas de trabajo en posiciones (muchas veces agachándose y debiendo esforzarse para mantener total estabilidad) que son incómodas y cansadoras.

Saúl Miller fue el artesano que realizó la imagen de la Virgen de Guadalupe donada por Jorge Fossati, el ex técnico sabalero y entronizada el 12 de diciembre de 2001 en la parte alta de la platea oeste del estadio Brigadier López.

Este artesano nació en San Lorenzo, provincia de Santa Fe, pero actualmente se encuentra radicado con su esposa en Villa Anisacate, un pequeño paraje que pertenecía al casco de la estancia de Alta Gracia, ubicado a unos 43 kilómetros de la capital cordobesa y que en la actualidad posee una población aproximada de 2.800 habitantes. La localidad, enclavada en la margen de la Ruta 5, lleva el nombre del río que atraviesa su corazón. Anisacate, que en lengua aborigen significa “pueblo del cielo”.

Miller se está encargando desde hace días de la restauración de la estatuilla de la Virgen de Guadalupe que él mismo construyó, y aceptó, en exclusiva, el diálogo con El Litoral. No sólo habló del trabajo en sí. Dejó también algunas frases contundentes: dice no ser católico y habló con mucha pasión de algunos trabajos a gran escala que hizo y que le permitieron alcanzar consideración, cuestión que nunca fue el objetivo de Miller. “La fama no me interesa para nada”, dijo, explicando también que por ello <BF>exigió absoluta privacidad para llevar adelante su trabajo, <XB>algo que “terminó” en el momento en que mostró su labor casi finalizada a El Litoral.

—Saúl, ¿siempre supo que la imagen que usted realizó en el 2001 iba a estar en la parte superior del estadio de Colón?

—Sí, claro. Lo que pasa es que después de un tiempo me puse a pensar si realmente la habían colocado bien, porque yo conocía el lugar donde iba a ir, porque esa vez me llevaron al Arzobispado primero y a la cancha después para indicármelo, pero nadie me invitó a la entronización. Y no me gusta ir a la cancha. Además, no soy de Santa Fe. Nunca la vi colocada.

—¿Realmente le preocupaba esto que comenta?

—Mirá, yo tenía hasta pesadillas... Soñaba que la Virgen se caía y mataba a gente de la platea.

—¿Alguna vez se lo comentó a alguien?

—No, yo no soy de hablar. Además, no sabía nada de lo que había pasado con la Virgen. Cuando me dijeron que la habían sacado y que había que restaurarla, me interesé.

—¿A qué se dedica actualmente, Saúl?

—Yo soy de la ciudad de San Lorenzo pero ahora vivo en Anisacate, provincia de Córdoba. Sigo con las esculturas, hago trabajos artesanales como carros romanos, egipcios, persas, asirios. Estoy haciendo un parque que se llama Centro de Artesanías Argentino de enseñanza gratuita para sordomudos e hipoacúsicos. Me hacen donaciones de Córdoba, Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, San Agustín y otros lugares. Y con mi señora le enseñamos a los chicos sordomudos a efectuar este tipo de artesanías. Pero esto de la Virgen me viene bien.

—¿Por qué?

—Porque como esto ha tenido repercusión nacional y todos hablan de la Virgen de Colón, quiero pedirle al gobierno que haga dos pasarelas en Anisacate, donde estoy viviendo. El intendente se llama Ramón Zalazar y estoy haciendo una fuente de entrada, de unos seis metros de alto. Espero que no se enoje el intendente porque me vine a arreglar la Virgen, así que ahora me vuelvo a mi pueblo porque tengo que seguir haciendo ese trabajo.

—¿Cuánto tiempo le llevó aquella vez hacer la Virgen?

—No me acuerdo... Hay trabajos que me llevan meses y otros que me llevan días.

—¿Por qué tenía miedo de que la Virgen se cayera?

—Soñaba eso, porque no sabía cómo la habían colocado... Ahora está mejor, está apta para la intemperie, le hice unos anclajes, le di un poco más de alegría a la cara. La dejé mejor de lo que estaba.

—¿Usted es creyente?

—Creo en Dios, respeto a las religiones y creo en el Ángel de Jehová. Siempre le pido a Dios, a la mañana, que me envíe el Ángel para que me ayude.

—¿Le da satisfacción realizar este tipo de imágenes?

—A mí me gustaría que me encarguen otro tipo de trabajos. Por ejemplo, hace poco copié La Piedad en Rosario por encargo; esa imagen de La Piedad que está con Cristo muerto en los brazos. Ese trabajo me gustó mucho.

—¿Modificó algo de esta imagen en la restauración?

—La altura es la misma y, como te decía, la arreglé para que ahora pueda estar a la intemperie y para que la cara sea más linda. Estoy seguro de que ahora la van a mirar.

—¿Cómo?

—Muchísima gente no sabía que estaba la Virgen ahí arriba. Yo a eso lo sé. Ahora van a mirar para arriba y la van a ver, la van a admirar. Ahora sí van a saber que hay una Virgen, porque antes nadie la veía.

—¿Y qué piensa de todo lo que pasó?

—Para mí, que la Virgen permitió que se la bajara y que ahora, la gente, aunque sea por curiosidad, la va a mirar. Ahora se va a respetar. Y la Virgen va a enseñar a perdonar. La Biblia lo dice claramente: “El niño crecía y se henchía en sabiduría para con Dios y los hombres”. ¿Por qué?, porque la Madre le enseñó y lo protegió. Me acuerdo de una vez que me pidieron que haga al Cristo de los pescadores bendiciendo. Y yo lo hice llamando. Y por eso no me lo quisieron pagar. Entonces, lo llevé al cura al lugar y le dije: ¿Usted cree que Cristo los va a estar bendiciendo cuando se están peleando por la venta de los pescados, porque unos venden más caros que otros? Así, de esta forma, los está llamando porque los quiere bendecir. Y ahí me pagó el trabajo.

—¿Qué otra cosa le gustaría que pase con la Virgen?

—Que la pinten linda y con un buen sintético para mantenerla, eso le dará brillo. Y me gustaría también que le pongan una corona de luces arriba.

—¿Está sorprendido de la repercusión?

—No, para nada. Estoy contento con lo que pasó, porque va a haber un freno de rencores. Y el que no lo hace, es porque no cree en la Virgen. Y si no cree en la Virgen, ¿para qué se va a poner a protestar?

—¿Usted hubiese tomado la decisión de restaurarla?

—Sí. Quizás por mi salud, no hubiese subido a verla. Pero tengo unos muchachos que son unos gatos y se suben a cualquier lado. Yo hice y restauré como unas 60 vírgenes en Santa Fe, cuando las veía feas, las restauraba... Un día me llamaron y me dijeron: “Te van a llamar de Santa Fe, la cosa está fea, no atiendas a nadie porque te van a tender una trampa”. Y yo no entendía lo que estaba pasando hasta que me contaron esto de la Virgen. Hoy, estoy muy contento de haber hecho este trabajo y de haber conocido gente buena, gente como la gente.

—O sea que no hubo ninguna trampa..

—¡No, al contrario! Yo no creo en la Virgen, pero la misma Virgen me hizo conocer gente como la gente, gente que se merece el cielo. Hicieron lo imposible para que la Virgen esté más linda.

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