Fue el primer barrio obrero de
la ciudad y durante los últimos años se lo miró como al vecino pobre de
los arrolladores proyectos de Puerto Norte. No obstante, en la mirada de
urbanistas y agentes inmobiliarios Refinería pinta como la zona de la
ciudad con mayor potencialidad de crecimiento a corto plazo.
Fue el primer barrio obrero de la
ciudad y durante los últimos años se lo miró como al vecino pobre de los
arrolladores proyectos de Puerto Norte. No obstante, en la mirada de
urbanistas y agentes inmobiliarios Refinería pinta como la zona de la
ciudad con mayor potencialidad de crecimiento a corto plazo. Algo de
esto se ve en sus calles, donde las viejas casas bajas empiezan a colgar
carteles de venta. Incluso, sobre avenida Cándido Carballo ya asoman
proyectos de edificios premium en los que el metro cuadrado se valúa
hasta en 2.800 dólares, casi lo mismo que en las torres. Pero en la zona
coexisten universos paralelos: pobres y ricos, lujo y miseria,
servicios de Primer Mundo y cuadras oscuras, inseguras, algunas sin
cloacas ni gas natural.
Basta caminar unos metros por la primera cuadra de Junín o perderse por la cortada Arenales para percibir contrastes.
De un lado de Francia una familia
aprovecha el fresco de los árboles para tomar mate sobre una mesa de
cemento plantada en la vereda de tierra, un grupo de caballos pasta en
una improvisada canchita de fútbol y por todos lados hay obreros
sentados en el piso compartiendo el almuerzo. Cruzando la calle, el sol
del mediodía rebota en los muros vidriados de las torres de oficinas
Nordlink y un par de Minicooper entran y salen del estacionamiento.
El barrio Refinería (oficialmente,
Islas Malvinas) suma unas 45 manzanas, desde avenida Alberdi a Carballo
(ex Tres Vías) y de Francia a las vías. Durante mucho tiempo sus calles
permanecieron casi escondidas, pero el cese de la actividad cerealera
primero y la urbanización de las tierras que pertenecieron al
ferrocarril después volvieron a colocar a sus casas bajas, talleres,
bodegones y conventillos en la mirada de todos.
"Siempre fuimos un barrio de gente
bien. Ahora tenemos mejor imagen, somos un buen barrio", se entusiasma
la presidenta de la vecinal, Graciela Sosa, como una forma de sintetizar
los cambios de la zona.
¿Qué lo hace tan atrayente? Según
explican conocedores del mercado inmobiliario local, hay varios
factores: la cercanía con el shopping Alto Rosario y las nuevas
urbanizaciones (Dolfines, Nordlink, Embarcadero, Condominios del Alto,
Ciudad Rivera, Forum y Maui); las avenidas que lo conectan con el centro
y hacen la llegada muy rápida; la presencia de terrenos aún vacantes
con servicios y el hecho de que ya ostenta una movida de restaurantes y
bares que anima sobre todo a la cortada Arenales y a Rawson.
Para el secretario de Planeamiento del
municipio, Pablo Barese, Refinería "es una de las áreas que va a tener
un gran potencial de desarrollo" en los próximos años.
"Seguramente el barrio necesita un
proyecto de renovación y de sustitución, hay edificios en desuso y
subutilizados y galpones vacantes. Son manzanas que necesitan un cambio
urbano acorde a la infraestructura que tienen alrededor", dijo.
Con visión de futuro. Inversores
y agentes inmobiliarios la tienen más que clara y en el lugar ya
abundan los intentos por "tentar" a los antiguos residentes del barrio
con ofertas de compra que no siempre son bien recibidas.
Algunos vecinos de Arenales entre
Francia y Vera Mujica, por ejemplo, dicen que de ahí no se mueven. Es el
caso, por ejemplo, de Lucía Moreira (42), consciente de que su inmueble
se valorizó y dispuesta a "aguantar" hasta que llegue un ofrecimiento
"irresistible".
Con su vieja casita sobre avenida Cándido Carballo al 500, Clorinda
Fernández, de 74 años, lleva 47 en el barrio y tampoco piensa mudarse.
"Desde el anteaño me vienen ofreciendo comprar. El último, hace 15 días,
me dijo: «Con lo que te doy te comprás dos o tres departamentos en el
centro», pero yo no vendo"."Refinería todavía no encontró un techo", sentencia Fernando Beltramone, de la firma Beltramone Jorge SH.
Los operadores, sin excepción, coinciden en que se trata de un proceso de "desarrollo sostenido, pero no explosivo" (Beltramone), "imparable por la tracción que ejerce Puerto Norte, pero que llevará su tiempo" (Carlos Rubio, agente inmobiliario).
"El futuro de Rosario pasará por ahí, pero la renovación recién empieza", sintetizó Ester Virgini, de Asset Negocios Inmobiliarios.
Rubio dijo estar convencido de que en dos o tres años toda la avenida Carballo va a mostrar una línea de edificios de hasta ocho plantas, básicamente demandados por inversores dispuestos a alquilar.
Los precios. Las inmobiliarias consultadas por LaCapital coinciden en que el precio de los terrenos y los inmuebles aumentó al ritmo de los megaemprendimientos de Puerto Norte. "Sin eso valdrían la mitad", afirmó Rubio.
¿De qué cifras se habla? De un rango amplio, según zona. Para tener idea: un terreno en esquina en Vélez Sarsfield al 400, de 8,36 metros por 29,45, se ofrece a 160 mil dólares: 666 el metro cuadrado.
Otro en avenida Carballo al 200, de 9 metros por 13 (claramente, la arteria que más cotiza porque se puede construir en altura), se ofrece por 220 mil, con una caída que podría abaratarlo a 150 mil (de 1.900 a 1.300 el metro cuadrado). Y en las unidades recién construidas, nivel premium, los valores rondan entre 2.700 y 2.800 dólares.
Más allá de esa dispersión, lo cierto es que desde que se ensanchó Carballo, hace sólo 4 meses, en las tres cuadras que van de Thedy a Echeverría aparecieron carteles de venta y vallados sobre nueve propiedades, sin contar con que muchas casas de las que se mantienen en pie ya fueron recicladas o simplemente crecieron sin demasiado plano hacia arriba, en ladrillo hueco y sin revocar.
¿Qué quedará del viejo barrio obrero cuando estos desarrollos terminen de consolidarse? ¿Cómo convivirán casas bajas y torres de lujo? La respuesta la tiene el futuro, que ya empezó a construirse.
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