Corondinos procesados por abusar de menores
Un profesor de Historia y
un ex agente penitenciario se encuentran detenidos desde el 29 de
febrero. El caso comenzó a investigarse con el ingreso al Hospital de
Niños de un chico de 11 años con sífilis.
El juez de Instrucción Tercera, Luis Octavio Silva, procesó el viernes
13 de abril a los dos hombres de Coronda acusados de ofrecer dinero a
menores a cambio de sexo. Los imputados son Aquiles Ramón Acosta, un ex
agente penitenciario de 61 años que se dedicaba a enseñar música
particular; y Julio César Méndez, de 47 años, quien se desempeñaba como
profesor de Historia y bibliotecario en instituciones de la zona.
Los dos fueron procesados por los delitos de “abuso sexual gravemente
ultrajante” y “promoción de la corrupción y prostitución” de menores.
En ambos casos los delitos se encuentran agravados “por el daño a la
salud física y mental y por la portación consciente de una enfermedad de
transmisión sexual grave y su riesgo de contagio” y por tratarse de
menores de 13 años.
La situación se agrava para Méndez, “por
su calidad de encargado de la educación” de las víctimas, ya que habría
aprovechado su condición de bibliotecario para acercarse a ellos.
Chicos infectados
En sede policial el caso lo trabajó el Centro de Orientación a la
Víctima de Violencia Familiar y Sexual (Covvfs) de la Unidad Regional XV
del departamento San Jerónimo. La denuncia la radicó una asistente
social del Equipo de Atención y Diagnóstico de la Subsecretaría de la
Niñez, Adolescencia y Familia el 17 de febrero.
El primer
caso surgió en el hospital de niños Dr. Orlando Alassia, con un chico de
11 años contagiado con sífilis. En una primera entrevista, el chico no
aportó datos que permitieran suponer un abuso, pero días más tarde hizo
mención a una casa, donde recibía dinero a cambio de sexo.
El
20 de febrero dos hermanitos de 7 y 11 años ingresaron al Samco de
Coronda con los mismos síntomas. Y a causa de las lesiones también
fueron derivados al Hospital de Niños de Santa Fe.
De las
primeras diligencias resultó que los hermanitos eran amigos de la otra
víctima y que los tres habían estado con Méndez y Acosta
alternativamente.
“VDLR reactiva”
Ante las serias acusaciones la jueza de Instrucción Cuarta, Susana
Luna, ordenó la detención de los sospechosos el 29 de febrero y les tomó
declaración indagatoria. Pero como uno de los acusados tenía una causa
anterior en trámite el expediente pasó al Juzgado de Instrucción
Tercera, todavía bajo la subrogancia del Dr. Néstor Troncoso.
El magistrado a cargo ordenó allanar los domicilios de los imputados,
les amplió declaración indagatoria y los sometió -de manera voluntaria- a
la realización de análisis de VDRL en el hospital Cullen. Dichos
exámenes indicaron VDRL reactiva y MHA/TOP positivo, lo que implicaría
“que padecen sífilis”, según confirmó el médico forense.
Luego hubo un impasse en la causa, por la asunción en el cargo de juez
de Instrucción Tercera del Dr. Luis Octavio Silva, quien es el titular
de la investigación desde el 23 de marzo.
Pedido de prisión
Con los primeros elementos de prueba reunidos la fiscal N° 3, Mariela
Jiménez, pidió la prisión preventiva; a pesar de la oposición de las
defensas de los imputados, encabezada por los abogados particulares
Horacio Paulazzo y José Ignacio Mohamad por Méndez; y la defensora
general N° 6, Nilda Ojeda, por Acosta.
Pero lejos de mejorar
la situación de los inculpados, a medida que se profundizaba en la
investigación fueron apareciendo nuevas víctimas -dos menores de 15 y 16
años-, que comprometieron aún más a los detenidos con sus
declaraciones.
Sin dudas que fue la infección que se
manifestó en los chicos -que generó ardores y lesiones que merecieron la
asistencia médica-, la que puso de relieve un posible caso de “abuso
sexual infantil” en la comunidad corondina.
Cámara Gesell
A partir de los síntomas y con las entrevistas de psicólogos de la
repartición policial, se fueron confirmando una a una las sospechas, que
luego se ratificaron en sede judicial mediante el uso de la Cámara
Gesell.
Uno de los chicos de 11 años confirmó que mantenía el
vínculo desde que tenía 10 y además de dar detalles de las situaciones a
las que eran expuestos, reveló la identidad de los pedófilos. De uno de
ellos dijeron que “es un viejo gay, un degenerado”.
El más
chico de los menores confesó con vergüenza que acompañaba a su hermano y
que lo esperaba en la esquina. Cuando regresaba lo hacía con $ 5, $ 10 ó
$ 20. También contaron que les mostraban películas pornográficas.
Como si fuera poco, para el juez Silva, fue posible acreditar mediante
la versión de dos de las víctimas, que Méndez utilizaba el ámbito de la
biblioteca en la que trabajaba para hacer las insinuaciones e
invitaciones “para ir a hacer cosas sexuales”.
Sin embargo, a
pesar de que uno de los chicos aseguró que fue accedido, “no se ha
podido verificar que los menores hayan sido sujetos pasivos de abusos
sexuales con accesos carnales”, por lo que les dictó la falta de mérito
en ese sentido.
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