Más allá de que la mayoría de
las víctimas no realice la denuncia policial correspondiente, cada vez
se conocen más situaciones de estas características. El modus operandi
es siempre el mismo.
Tanto el gobierno municipal como el provincial tomaron nota en los
últimos meses de la repitencia de casos de los denominados secuestros
virtuales en la ciudad de Santa Fe, pero también en otras localidades.
La modalidad delictiva se reitera con frecuencia, más allá de que la
mayoría de las víctimas decida no realizar la denuncia policial
correspondiente.
Esta semana, una situación de estas características llegó a los medios al ser involucrado como víctima un empresario local. Pablo Nepote fue quien contó días atrás cómo sufrió el accionar de los delincuentes en carne propia. A diferencia de otros casos, en esta oportunidad el victimario no realizó ningún preámbulo ni disimuló sus intenciones: “Recibí un llamado telefónico al celular del bar, diciendo que mi tío estaba secuestrado, que junte la plata que tenía porque sino lo iban a matar, que le iban a cortar un dedo”.
La reacción inmediata de la víctima fue responder a las exigencias de los “secuestradores”: “No atiné a más nada que a juntar plata. Salí desesperado, fui al correo más cercano y deposité cuatro mil pesos”.
Y una de las claves del relato es justamente uno de los tips que se repiten en estas situaciones: “Estuve en contacto en todo momento con los secuestradores. Me dijeron que no corte el teléfono”.
Otro detalle que se reiteró en las últimas semanas en muchos casos, fue la existencia de pruebas. “Me pusieron en contacto dos veces con una persona que se hacía pasar por mi tío, una voz desesperada, pidiendo que no le diga nada a nadie. En ese momento, era la voz de mi tío”, cuenta Nepote.
Esto último es lo que confundió a numerosas víctimas. En el momento de confusión y nerviosismo, la persona que recibe la llamada cree escuchar la voz del familiar en peligro. Los balbuceos y gritos de alguien desesperado acrecientan los nervios y evitan que se piense y oiga con claridad. El empresario gastronómico fue uno de los pocos que efectuó la denuncia policial.
A una mujer
Hace 20 días, otra mujer santafesina fue víctima de un ataque similar. Por temor, esta persona solicitó a Diario UNO que su identidad permanezca en reserva, por lo cual de ahora en más se utilizará el nombre María para referirse a ella.
María recibió la llamada al teléfono fijo de su domicilio. Un hombre muy correcto le indicó: “Hablo de la Policía. Tenemos una persona en estado de shock, en un accidente de tránsito. Se encuentra bien, pero el único dato que nos brindó es este teléfono. ¿Puede haber un familiar suyo en la casa?”.
La mujer pensó en primer lugar en su hermano. “Me dijeron que era un hombre, lo relacioné con él. Me dicen que me van a pasar con él para que lo tranquilice, porque estaba muy shockeado. Me pasan con una persona que no hablaba mucho, pero parecía él. Toma el teléfono la primera persona y yo le digo que lo lleven al hospital que yo salía para allá”, relata.
En ese momento, el delincuente decide cambiar el rumbo de la conversación. “Al ver que yo estaba por cortar para ir al hospital, me preguntan el nombre de mi hermano y yo les digo. Me dicen que efectivamente es él y ahí me gritan: «Esto es un secuestro»”, cuenta María.
El cambio en el tono alertó a la mujer de que podía tratarse de un engaño. Los victimarios le exigen que le pase el teléfono al marido y ella lo hace. Él tampoco les da más información y cuando ella retoma el diálogo telefónico la amenazan con que, si no junta dinero, le mandarían la mano de su hermano. María cortó la comunicación y llamó de inmediato a su familiar, quien se encontraba en perfecto estado, en su casa. En este caso, los malvivientes no alcanzaron a exigir una suma determinada de dinero ni a especificar forma de pago tampoco.
Otro formato
A fines de 2011, Gabriel Ríos acababa de bajarse de su taxi cuando su celular le avisó que había recibido un mensaje de texto. En la pantalla, un número de teléfono con característica de Córdoba lo felicitaba: se había ganado un auto cero kilómetro: “Felicitaciones. Renault Credit premia tu línea activa. Felicidades, ganaste tu nuevo Sandero 0 kilómetro. Comunicate y disfrutá”, decía el escrito. “Si bien no me creí todo de entrada, la verdad es que me entusiasmé pensando qué podía hacer con el premio y con recaudos llamé al número de teléfono”, contó Gabriel a Diario UNO.
Lo atendió un hombre que se identificó como Nicolás Gutiérrez. Con mucha seguridad y con datos precisos le explicó cómo era la operativa para recibir el vehículo: “Somos de la empresa Renault Credit. Éste es un premio que damos por única vez, tu número salió sorteado. Te ofrecemos lo siguiente: un Renault Sandero color gris, y vos depositás en una cuenta 4.800 pesos. Con ese dinero, nosotros reducimos el gasto de lo que vos tendrías que abonar, que sería para la patente, grúa para el traslado y la transferencia entre provincias”.
“Me pareció extraño y le dije que yo no le iba depositar ese dinero, que prefería pagar el total de los costos pero que yo buscaba el auto en Córdoba. Y ahí se puso nervioso, me empezó a repetir que esto era algo serio, que si no le creía que mirara la página de internet que habla del sorteo. Yo le insistí en que estaba todo bien pero que no le iba a depositar plata si no tenía ningún comprobante. Me quedé sin crédito, los llamé desde mi casa y no atendían. Les mandé un último mensaje, que les decía que les estaba hablando con otro teléfono y ahí me volvieron a atender. Pero la conversación siguió en los mismos términos hasta que me cortaron”, recordó Gabriel.
Esta semana, una situación de estas características llegó a los medios al ser involucrado como víctima un empresario local. Pablo Nepote fue quien contó días atrás cómo sufrió el accionar de los delincuentes en carne propia. A diferencia de otros casos, en esta oportunidad el victimario no realizó ningún preámbulo ni disimuló sus intenciones: “Recibí un llamado telefónico al celular del bar, diciendo que mi tío estaba secuestrado, que junte la plata que tenía porque sino lo iban a matar, que le iban a cortar un dedo”.
La reacción inmediata de la víctima fue responder a las exigencias de los “secuestradores”: “No atiné a más nada que a juntar plata. Salí desesperado, fui al correo más cercano y deposité cuatro mil pesos”.
Y una de las claves del relato es justamente uno de los tips que se repiten en estas situaciones: “Estuve en contacto en todo momento con los secuestradores. Me dijeron que no corte el teléfono”.
Otro detalle que se reiteró en las últimas semanas en muchos casos, fue la existencia de pruebas. “Me pusieron en contacto dos veces con una persona que se hacía pasar por mi tío, una voz desesperada, pidiendo que no le diga nada a nadie. En ese momento, era la voz de mi tío”, cuenta Nepote.
Esto último es lo que confundió a numerosas víctimas. En el momento de confusión y nerviosismo, la persona que recibe la llamada cree escuchar la voz del familiar en peligro. Los balbuceos y gritos de alguien desesperado acrecientan los nervios y evitan que se piense y oiga con claridad. El empresario gastronómico fue uno de los pocos que efectuó la denuncia policial.
A una mujer
Hace 20 días, otra mujer santafesina fue víctima de un ataque similar. Por temor, esta persona solicitó a Diario UNO que su identidad permanezca en reserva, por lo cual de ahora en más se utilizará el nombre María para referirse a ella.
María recibió la llamada al teléfono fijo de su domicilio. Un hombre muy correcto le indicó: “Hablo de la Policía. Tenemos una persona en estado de shock, en un accidente de tránsito. Se encuentra bien, pero el único dato que nos brindó es este teléfono. ¿Puede haber un familiar suyo en la casa?”.
La mujer pensó en primer lugar en su hermano. “Me dijeron que era un hombre, lo relacioné con él. Me dicen que me van a pasar con él para que lo tranquilice, porque estaba muy shockeado. Me pasan con una persona que no hablaba mucho, pero parecía él. Toma el teléfono la primera persona y yo le digo que lo lleven al hospital que yo salía para allá”, relata.
En ese momento, el delincuente decide cambiar el rumbo de la conversación. “Al ver que yo estaba por cortar para ir al hospital, me preguntan el nombre de mi hermano y yo les digo. Me dicen que efectivamente es él y ahí me gritan: «Esto es un secuestro»”, cuenta María.
El cambio en el tono alertó a la mujer de que podía tratarse de un engaño. Los victimarios le exigen que le pase el teléfono al marido y ella lo hace. Él tampoco les da más información y cuando ella retoma el diálogo telefónico la amenazan con que, si no junta dinero, le mandarían la mano de su hermano. María cortó la comunicación y llamó de inmediato a su familiar, quien se encontraba en perfecto estado, en su casa. En este caso, los malvivientes no alcanzaron a exigir una suma determinada de dinero ni a especificar forma de pago tampoco.
Otro formato
A fines de 2011, Gabriel Ríos acababa de bajarse de su taxi cuando su celular le avisó que había recibido un mensaje de texto. En la pantalla, un número de teléfono con característica de Córdoba lo felicitaba: se había ganado un auto cero kilómetro: “Felicitaciones. Renault Credit premia tu línea activa. Felicidades, ganaste tu nuevo Sandero 0 kilómetro. Comunicate y disfrutá”, decía el escrito. “Si bien no me creí todo de entrada, la verdad es que me entusiasmé pensando qué podía hacer con el premio y con recaudos llamé al número de teléfono”, contó Gabriel a Diario UNO.
Lo atendió un hombre que se identificó como Nicolás Gutiérrez. Con mucha seguridad y con datos precisos le explicó cómo era la operativa para recibir el vehículo: “Somos de la empresa Renault Credit. Éste es un premio que damos por única vez, tu número salió sorteado. Te ofrecemos lo siguiente: un Renault Sandero color gris, y vos depositás en una cuenta 4.800 pesos. Con ese dinero, nosotros reducimos el gasto de lo que vos tendrías que abonar, que sería para la patente, grúa para el traslado y la transferencia entre provincias”.
“Me pareció extraño y le dije que yo no le iba depositar ese dinero, que prefería pagar el total de los costos pero que yo buscaba el auto en Córdoba. Y ahí se puso nervioso, me empezó a repetir que esto era algo serio, que si no le creía que mirara la página de internet que habla del sorteo. Yo le insistí en que estaba todo bien pero que no le iba a depositar plata si no tenía ningún comprobante. Me quedé sin crédito, los llamé desde mi casa y no atendían. Les mandé un último mensaje, que les decía que les estaba hablando con otro teléfono y ahí me volvieron a atender. Pero la conversación siguió en los mismos términos hasta que me cortaron”, recordó Gabriel.
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