Por un déficit de construcción,
la red colapsa y se inundan las calles. Los vecinos la semana pasada
comenzaron a juntar firmas para elevar un petitorio a Aguas Santafesinas
(Assa).
En el barrio 7 de Septiembre
el agua de las cloacas brota del asfalto como en una vertiente. El
charco crece, salpica, sube a las veredas y enciende el malestar de los
vecinos por ese trastorno crónico debido a falencias de infraestructura
que requiere mantenimiento constante para destapar los conductos.
"Estamos viviendo en un foco infeccioso", "a la gente le da asco cruzar
la calle", se quejan entre los monoblocks, donde la semana pasada
comenzaron a juntar firmas para elevar un petitorio a Aguas Santafesinas
(Assa).
La situación fue expuesta la semana
pasada por unos setenta vecinos a los concejales Héctor Cavallero y
Fernanda Gigliani, del Partido del Progreso Social (PPS).
"Me encontré con un alto grado de
irritabilidad por las cloacas reventadas y la falta de presión en el
agua. Hay lagunas con materia fecal frente a una escuela y la comisaría,
pero ningún plan municipal o provincial para resolver el problema",
planteó Cavallero.
En Assa aseguraron que el problema es
estructural y a eso se suma un mal uso de la red (se han encontrado
desde trapos a pañales), lo que obliga a realizar desobstrucciones
constantes (ver aparte).
Para Juan Osuna, presidente de la
vecinal 7 de Septiembre, el problema existe "desde que se hizo el
barrio" y requiere de "un contacto permanente" con Assa. "Hay un
problema de nivelación y de bombeo, que se interrumpe cuando se corta la
luz", planteó, si bien destacó que el año pasado el municipio "invirtió
un millón y medio de pesos en pavimento, abrió calles y cambió las
luminarias".
En el barrio de la zona noroeste, según
datos de la vecinal, habitan unas 30 mil personas que conviven en dos
conjuntos de torres Fonavi. Fue creado para obreros metalúrgicos hace
más de treinta años y está delimitado por la colectora de
Circunvalación, Sarratea, Juan B. Justo y Jorge Newbery.
Detonante. La
saturación de las cloacas acompaña a la historia del lugar, pero el
reciente aumento del 63 al 117 por ciento en la boleta del agua movilizó
a los vecinos a reclamar una solución.
"En invierno y verano las cloacas están
tapadas. La calle Ayala Gauna al 7800 siempre es un río. Y cuando se
llena la calle se empiezan a rebalsar las cañerías adentro de la casa",
contó Laura, una vecina de esa cuadra. En el medio de la calle, frente a
la escuela Fray Luis Beltrán, daba fe de sus dichos un pozo geométrico
cercado por carteles de Aguas Santafesinas. Un día antes, los camiones
de la empresa habían desagotado los caños ante un nuevo desborde.
"La semana pasada no se podía cruzar de
vereda a vereda. Siempre hubo problemas con las cloacas. Hace 28 años
que vendo en este barrio y conozco a todos los camiones atmosféricos",
describió Hugo, un churrero de 43 años. Entre la torres, los vecinos
cuentan que al colapsar las cañerías el agua servida comienza a salir
por piletas e inodoros.
Ese problema afecta sobre todo a los
departamentos en planta baja, como el de Blanca, una vecina de la tira
13: "Se tapan las cloacas y nadie hace nada. El agua sucia brota de los
inodoros y el baño se inunda. Tengo que cerrar la llave de paso de la
torre, ponerme un par de guantes y meter la mugre en bolsas".
Unos metros más adelante, el acceso al
monoblock 4 está bordeado por un charco de agua oscura. A eso se suma
que, en la esquina de Ayala Gauna y Tarragona, el agua de lluvia aflora
sobre el pavimento por un defecto en la cámara de desagüe pluvial del
municipio.
"Esto es un foco infeccioso terrible.
Hace meses que lo tenemos", se quejó Margarita, masajista del centro de
jubilados. Oscar Rincón, presidente de la entidad y "uno de los
fundadores del barrio", cuestionó la falta de obras de fondo y planteó
que los vecinos comenzaron a juntar firmas para elevar un petitorio a
Assa.
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