Fátima M. declaró en el juicio que investiga la desaparición de la joven tucumana y detalló el horror sufrido en su cautiverio. Qué dijo de los acusados.
Susana Trimarco, estuvo presente en la audiencia durante la mañana.
Tenía 16 años cuando empezó a trabajar como niñera en la casa de Daniela Milheim, hoy acusada de haber participado del secuestro de Marita Verón. Durante su corta estadía, se asustó cuando por entonces su patrona le propuso que fuera a trabajar de copera a Río Gallegos y decidió dar por terminada la relación laboral. No conforme con la decisión, Milheim procedió a secuestrarla y a partir de entonces Fátima M vivió un verdadero infierno, donde las golpizas y las amenazas de que iban a liquidar a su familia si no obedecía, se volvieron moneda corriente.
"Yo vi a Marita". Fue precisamente durante su cautiverio cuando Fátima M vio en dos oportunidades a Marita Verón. La primera fue en la casa del barrio Feput, a las afueras de la capital tucumana: "No sabía que era ella, pero posteriormente cuando vi los afiches que la buscaban me convencí que era ella. Me habían advertido que no cruzara palabra, que estaba demacrada porque venía de un largo viaje. Eso habrá sido para fines de mayo del 2002".
"Luego volví a verla a fines de diciembre de ese año, pero esta vez en la casa que tenía Daniela Milheim en Yerba Buena, para ese entonces yo ya sabía que era Marita Verón", agregó.
Red de trata. "Por la casa de Daniela Milheim pasaban muchas chicas que posteriormente eran prostituídas en La Rioja, Santa Cruz (Río Gallegos) y otras provincias. De hecho a mí me habían secuestrado con esa finalidad, pero la denuncia que había hecho mi madre por mi desaparición le impedía sacarme de la provincia, porque junto a los afiches de Marita que estaban pegados por todos lados, también estaba mi foto", contó la testigo.
"Yo sabía que si me sacaban de la provincia no iba a volver a ver nunca más a mi familia. Así que me negaba a aprender los datos falsos que me enseñaban para que usara documentación falsa y como consecuencia de ello era constantemente castigada".
"Daniela Milheim se enfurecía conmigo por mi resistencia a ser trasladada a otra provincia y me privaba de comidas y agua para disciplinarme. Ella quería que me vaya a prostituir a Río Gallegos, por esos días había venido un señor Moyano, que me prometía hasta casamiento con tal que lo siguiera. Pero yo me negué rotundamente, porque sabía que me iba a llevar para prostituirme en Las Casitas.
"Durante esos días lo vi a este señor Moyano hablando con Rubén Ale y me llamó la atención que lo hicieran ante un plato que contenía una sustancia blanca que parecía azúcar o harina", prosiguió.
Fátima señalo también como en la casa de Daniela Milheim se quemaban en una pileta los afiches que había en el centro con la cara de ella y de Marita, que para ese entonces eran buscadas intensamente por la policía.
Escalofriante relato. Pero el momento de mayor tensión de la declaración de la testigo protegida se vivió cuando contó cuando una vez fue severamente castigada, porque a la señora Milheim, se le habían perdido $100. "Ese día Daniela me ordenó a mí y a otra chica que tenía que nos desnudáramos y nos pusiéramos de cuclillas para que sus hermanos Aldo y Pablo, palparán nuestra vagina, porque según decía, allí escondían las mujeres la droga para llevarle a sus maridos presos", dijo indignada, quebrándose en llantos.
Acobardada por tantas humillaciones, un día Fátima M decidió huir, pero para fue atrapada y como consecuencia de ello recibió una paliza que le dejaría marcas para toda su vida. "Me patearon malamente hasta que me descompuse. A partir de ahí, comencé a orinar sangre y preocupados porque no me curaba me llevaron a un hosital, donde me hicieron ingresar con un nombre falso. Recuerdo que el médico les dijo que yo estaba embarazada y me recetó penicilina. Cuando volví a la casa de la señora Daniela, sus hermanos me hacían burla y yo no entendía nada, porque no recordaba haber tenido relaciones con nadie", dijo entre sollozos.
"Luego recapacitando caí en la cuenta que me daban unas pastillas blancas para hacerme dormir y probablemente ahí abusaban de mí. Al recuperar la libertad y someterme a estudios ginecológicos, la doctora descubrió que tenía cáncer de útero, producto de que me habían desgarrado el cuello uterino. Como consecuencia de ello tuve mi primer hijo con malformaciones".
Debido a lo extenso de su relato, el tribunal, decidió pasar a un cuarto intermedio hasta el próximo martes a las 9,30, oportunidad en la que los abogados de los imputados tendrán oportunidad de preguntar y seguramente tratarán de echar por tierra el testimonio de Fátima M que, a pesar de algunas confusiones propias del paso del tiempo, provocón conmoción a los asistentes.
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