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jueves, 1 de marzo de 2012

ROSARIO: Buscan a un policía por el homicidio de otro

Está prófugo junto con otro sospechoso: la víctima brindó sus nombres poco antes de morir.

 La noche del 5 de enero pasado, el sargento Carlos Honores, de 46 años, fue atacado a tiros en inmediaciones de avenida de Circunvalación y 27 de Febrero, lugar al que había llegado momentos antes a bordo de una Toyota Hilux. Recibió dos disparos y, malherido, logró escabullirse en una casa de la zona y desde allí llamar a su hijo, a quien les dio los nombres de sus presuntos asesinos. El uniformado, que tenía 25 años de servicio, falleció 36 horas después. Desde entonces, y pese a estar identificados, ninguno de los sospechosos fue detenido. Ayer, el juez de Instrucción Juan Donnola ofició a todas las reparticiones de seguridad del territorio nacional para que intensifiquen la búsqueda y dejó a cargo de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) la captura de los dos imputados, uno de los cuales es otro policía en la Unidad Regional II.
Las dos personas buscadas cuentan con antecedentes penales, reveló un vocero del caso. En relación con el uniformado acusado, días atrás se presentó en el Juzgado de Instrucción de la 7ª Nominación un abogado para anunciar que se presentaría de forma espontánea. Como eso no ocurrió y todavía la Policía no los ha apresado, el juez Donnola ofició al jefe de la Unidad Regional II un pedido para que se intensifique la búsqueda y se reinserte a todas las reparticiones de seguridad de la Nación: Interpol, Gendarmería, Policía Federal, Migraciones y Prefectura Naval. Asimismo, fuentes judiciales indicaron que se dispuso una custodia especial para la esposa de Honores.
El homicidio tuvo lugar durante las últimas horas del jueves 5 de enero pasado, a metros de la estación de servicios de 27 de Febrero y avenida de Circunvalación. Allí había llegado el policía Carlos Honores, que prestaba servicios en la sección Sustracción de Automotores, a bordo de una Toyota Hilux que estaba a nombre (según se supo después) de un amigo, luego de recibir un llamado telefónico a su celular que lo hizo salir de su casa cerca de la medianoche.
Fuentes de la causa informaron que el sargento estaba franco de servicio y vestía de civil. Una vez en el lugar, estacionó a varios metros de la estación de servicios EG3, sobre la calle colectora de Circunvalación, bajó de la camioneta para comprar cigarrillos en el minimarket y volvió a subir al vehículo. Allí fue baleado dos veces en la zona intercostal derecha con orificios de salida del lado izquierdo, y en la mañana del sábado 7 falleció a causa de las heridas recibidas.
Entre las versiones que trascendieron sobre la mecánica del crimen, una indica que el sargento fue atacado por un conocido al que permitió el ingreso al vehículo, aunque no se descartaba que le hubiesen disparado desde afuera. Por las huellas que dejó el rodado, se constató que la camioneta retrocedió unos metros del lugar en el que había sido estacionada y que Honores corrió hasta esconderse en un domicilio al azar, que también fue atacado a tiros.
Cuando cesaron los disparos, el dueño del lugar –que se había tirado cuerpo a tierra con su familia– fue hasta el dormitorio de uno de sus hijos y se topó con el hombre malherido, que intentaba esconderse debajo de una cama, al tiempo que mantenía una conversación telefónica que más tarde se constató era con uno de sus hijos. Fuentes de la causa dijeron que en esa conversación el policía mencionó a sus dos atacantes con nombre y apellido, pero que pese a contar con esos datos precisos hasta anoche ninguno fue detenido.
Sobre el móvil del crimen sólo hay conjeturas: fuentes del caso dijeron que desde 2008 Honores era investigado en vía administrativa por enriquecimiento ilícito. En ese marco, una versión apunta a que el crimen ocurrió “por dinero” y resultó sugestivo que la investigación quedara a cargo de Asuntos Internos. Tras el ataque, los homicidas se fugaron a bordo de la Toyota, que horas más tarde apareció incinerada en un basural de Cabín 9. Un día después, el titular del rodado se presentó en la División Judiciales y dijo ser amigo de Honores. En su interior había dos armas, la pistola reglamentaria de la víctima, y un revólver 32.

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