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sábado, 3 de marzo de 2012

SANTA FE: “La provincia tiene un potencial científico enorme”, dijo una investigadora del Conicet

Fue quien dirigió el desarrollo de semillas resistentes a la sequía que se comercializará internacionalmente. Habló de su trabajo y del cambio de mirada sobre la ciencia.

 


Un desarrollo científico realizado en Santa Fe fue destacado a nivel nacional e internacional. Se trata de la posibilidad de generar semillas resistentes a la sequía que serán comercializadas también en otros países. El trabajo fue elaborado por un grupo de científicos del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) –dependiente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicet)– y dirigidos por la docente e investigadora local Raquel Chan.

En diálogo con Diario UNO, Chan se refirió a las características de la tecnología que se desarrolló, sus alcances y los beneficios económicos que traerá al país. Pero también se refirió a los cambios que se han evidenciado en la Argentina respecto del rol de la ciencia y de la mujer en ese campo.

“Para nosotros es una satisfacción enorme. Hemos culminado un proyecto de muchos años de un producto que, esperamos, tendrá mucho impacto económico en todo el país”, indicó y resaltó que todos los integrantes del equipo de investigación pertenecen a instituciones públicas y han sido becados por Conicet y UNL.

“Hay que entender que en ciencia no todo va a dar una ganancia cuantificable. Pero que una parte de lo que se invierte se pueda devolver a la sociedad a la cual pertenecemos nos genera una enorme satisfacción”, destacó Chan y agregó: “Dentro de unos años esto va a generar un aumento de la riqueza enorme que para el Estado puede significar mayores impuestos además de las regalías que se obtendrían por el uso de la propiedad intelectual correspondiente. Hay que aclarar que esto es propiedad del Estado, nosotros somos empleados del Estado y como en cualquier ley de patente lo que genera un empleado es propiedad del empleador”.


Un importante avance
—¿En qué consiste este desarrollo?
—Estudiamos cómo las plantas normalmente responden a una situación de estrés, porque siempre están sometidas a estrés y no se mueren sino que tienen un tiempo de sobrevida determinado. Eso lo puede ver cualquiera que tiene macetas en su casa, si no las riega por dos días no mueren pero si las deja durante 15 seguramente sí. O sea, las plantas tienen un mecanismo normal para poder aguantar una situación mala durante un tiempo. Cuando estudiamos los girasoles encontramos algunos genes responsables de esa respuesta de adaptación a la condición medioambiental desfavorable. Al tomar ese ejemplo logramos aislarlo en el genoma del girasol y ponerlo en otras plantas; así logramos aumentar la resistencia normal de la planta a la sequía. Entonces el tiempo de sobrevida es mayor ante esa condición desfavorable.

—¿El desarrollo, una vez que se comercialice, podrá llegar a cualquier productor o está pensado para algún sector específico?
—En principio va a llegar cualquier productor a través, supongo, de la semillera. Ese camino aún debe ser recorrido y ya no nos ocuparemos nosotros sino una entidad que trabajará en la producción y comercialización. Además, en la Argentina existe una ley de protección de productores locales que busca acercar este tipo de posibilidades. En principio, tendrían privilegios respecto a cualquier país extranjero para el uso de esta tecnología. Y eso es lo que corresponde porque son ellos los que aportan, con sus impuestos, para que nosotros podamos trabajar.

—¿Cómo surge la decisión de empezar esta investigación?
—Los investigadores nos hacemos preguntas y tratamos de responderlas con estrategias metodológicas. Sobre todo en las ciencias experimentales como la biología. La pregunta esencial que nos planteamos es cómo hace una planta para tolerar un tiempo y no morirse aunque uno no le dé agua. Como somos biólogos moleculares buscamos respuestas genéticas. Las plantas tienen muchos genes y actúan en cascadas, en lo que se llaman vías de señalización. Entonces tratamos de descubrir cuáles eran las que disparaba una planta cuando existía una situación de estrés ambiental. Aislamos distintos genes y tratamos de ponerlos en otras plantas exagerando su función. Así llegamos a encontrar el gen que daba tolerancia a la sequía.

—¿Esperaba esta repercusión cuando empezó la investigación?
—No, de ninguna manera. Nosotros trabajamos silenciosamente todos los días, como lo hacen miles de investigadores en este país. Tratamos de hacer nuestro trabajo lo mejor posible. De todas maneras, cuando tuvimos los resultados y vimos la magnitud del impacto económico que podía tener, imaginamos que iba a tener una repercusión importante. Porque aparte del interés científico pasó a tener un interés económico y cultural. Argentina es capaz de producir tecnología además de alimentos crudos.


El cambio de mirada
—¿Considera que, a partir de distintos desarrollos que se han dado en los últimos años, ha habido un cambio de mirada sobre la labor científica por parte de los gobiernos y la sociedad en general, en oposición con lo que fue la década del 90?
—Creo que sí. Eso es evidente que hay un cambio favorable. Hay mucho para hacer todavía, no puedo decir que estemos una situación óptima o que todo esté maravillosamente solucionado. Pero hay cambios abismales entre cuando nos mandaron a lavar los platos y ahora que se puede concursar por subsidios una vez al año a través de la Agencia Nacional de Promoción Científica. Ha habido más becas e ingresos a la carrera, también hubo un crecimiento importante de la comunidad científica y las oportunidades. Sin dudas esto está muy lejos de lo que era antes cuando los recursos estaban terriblemente limitados. Además existía la percepción de que uno solamente gastaba plata, que era un gasto y no una inversión. Ese famoso “vayan a lavar los platos” tenía esa intención, marcar que uno era una carga.

—¿Qué hace falta para que se siga potenciando y consolidando el desarrollo científico en el país y la región?
—Hacen falta muchas cosas, sobre todo que intervengan muchas personas formadas en distintas disciplinas. También se requiere que nuestros gobernantes, nacionales y provinciales, aúnen ideas para un proyecto común de país. Necesitamos seguir creciendo y mejorando lo que tenemos. Todavía tiene que crecer el recurso humano porque si bien es muy bueno es poco, producto de que se ha castigado mucho a la ciencia en la Argentina.

—¿Considera que Santa Fe podría ser un polo científico para observar, en el futuro, dentro del país?
—Absolutamente. La provincia tiene un potencial enorme. Hay científicos de una calidad maravillosa. Santa Fe es pionera en muchos aspectos, también por la importancia que tiene el agro en la provincia.

—Cuando la Presidenta la reconoce en su discurso lo hace como científica y como mujer. A su criterio, ¿están dadas las condiciones de acceso de las mujeres en igualdad de condiciones al mundo científico?

—Hay absolutamente igualdad de oportunidades. Yo diría que no hay ningún tipo de discriminación hacia las mujeres. Yo he tenido becarias mujeres y varones; y yo fui becaria de un profesor varón. No me he sentido limitada por ser mujer en este área. De todas maneras, las mujeres, sobre todo las que tenemos hijos o alguna carga familiar, nos tenemos que organizar mejor que los hombres para poder trabajar al mismo ritmo. Pero no he sufrido nunca un hecho de discriminación. Tal vez las cosas me han resultado más difíciles por tener hijos. No hay que olvidarse que las mujeres que tenemos un trabajo no estamos liberadas del trabajo hogareño y eso hace que el esfuerzo haya que redoblarlo.

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