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sábado, 18 de febrero de 2012

ROSARIO: Engañan a un anciano para entrar a su casa y robarle 15 mil pesos

Le preguntaron por un auto que estaba en venta y les abrió la puerta. Fue en Ocampo al 1900. Los ladrones golpearon al hombre, de 83 años, y a su hija que llegó minutos después.

Dos delincuentes les robaron 15 mil pesos en efectivo a un hombre de 83 años y a su hija, a quienes retuvieron y golpearon el jueves a la tarde en su domicilio de Ocampo al 1900. Según comentó la mujer, los hampones ingresaron a la vivienda mediante un ardid que les permitió que el anciano les abriera la puerta. A pesar de los golpes recibidos, las lesiones de las víctimas no revistieron gravedad.
El jueves último, alrededor de las 18, cuando parecía que la tormenta por fin traería un poco de desahogo con agua fresca, Andrea llegó con las carpetas de sus alumnos a cuesta a la casa donde vive junto con su padre, en Ocampo entre Moreno y Dorrego, en el límite del barrio del Abasto con el Parque Independencia y a menos de 30 metros de la Dirección Municipal de Tránsito.
Al accionar el picaporte, la mujer comprobó que la puerta estaba abierta. Lo primero que pensó es que su papá se había olvidado de ponerle llave. Pero pronto se daría cuenta que no era cuestión de olvidos, sino que dos ladrones habían ganado el interior de la vivienda y tenían a su padre retenido.
"Entré y casi sin mirar llegué al living. Ahí salió de la nada un tipo que me dijo «esto es un robo». Y me tiró al piso", recordó Andrea.
Dato. Los maleantes habían llegado con un dato preciso. "Dame la guita. Acá compran y venden autos", le dijo a Andrea uno de los ladrones antes de pegarle varios culatazos en el cuerpo y la cabeza.
Los delincuentes también golpearon al padre, al que maniataron con precintos. "Ahí perdí la cabeza. Y el que me tenía apuntada me dijo: «hija de puta, dame la plata o te hago mierda acá nomás". Andrea tragó saliva. Pensó en su padre, que estaba maniatado junto a ella, miró el caño del arma y esperó a que el tiempo pasara.
A los pocos minutos, de tanto hurgar, los ladrones encontraron 15 mil pesos tras una puerta bajo llave en el modular. Entonces dejaron a padre e hija atados de pies y manos.
El papá logró zafarse de las ataduras y entonces le quitó a Andrea el alambre con el que los ladrones le habían ajustado los tobillos. Así, ella pudo caminar —con la manos aún atadas con alambre— hasta la Dirección de Tránsito y pidió ayuda.
Auto. "A los ladrones les abrió la puerta mi papá porque tocaron timbre y preguntaron: «Venimos a ver el auto que está a la venta». Mi papá les dijo que ya lo habían vendido. Y para explicarles mejor abrió la puerta. Entonces lo empujaron hacia adentro", contó Andrea.
Una vez que la mujer llegó, uno de los ladrones la tiró al suelo y luego la llevó hasta la habitación de su padre. "La pieza era un completo desastre, todo revuelto. A mi papá lo tenían sentado en la cama con sus manos maniatadas con precintos plásticos. Para él fue muy duro porque mi mamá falleció hace tres años y él tenía toda su ropa acomodada y no quería que nadie se la tocara", relató la mujer.
Con las víctimas sentadas en la cama, uno de los delincuentes se quedó custodiándolos y el otros siguió revolviendo todo. "No hubo lugar en el que no buscaran. Uno me decía «dame la guita, acá se venden y compran autos». Y yo le decía que no sabía nada de la plata. Que mi hermano hace algún negocio ocasionalmente con la venta de un auto, pero él ni siquiera vive con nosotros", explicó Andrea.
Culatazos. "Mientras revisaban en el living —agregó Andrea— se percataron que todas las puertas del modular se podían abrir, menos una. Entonces me pidieron la llave. Les dije que no la tenía. Entonces uno de ellos me empezó a pegar culatazos en las piernas y en la cabeza. Después le pegó a mi papá y eso me hizo perder los estribos. Ese (el pegador) era el que estaba más loco. Después buscaron una herramienta que tiene guardada mi papá y forzaron la puerta del modular. Ahí encontraron la plata".
El hallazgo del dinero, 15 mil pesos fruto de la venta de un auto, marcó el final del robo. En la cama quedaron maniatados Andrea (con alambres) y su papá (con precintos).
"El logró soltarse y me sacó los alambres de las piernas. Entonces salí a la vereda y no había nadie. Con las manos atadas atrás corrí hasta Tránsito y pedí ayuda. Un empleado me sacó el alambre y llamó a la policía", relató Andrea sobre el desenlace de la espantosa experiencia que debió afrontar durante unos 30 minutos.

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