Tras la victoria de los conservadores en los debates en los que se abordó la acogida a los homosexuales y a los divorciados vueltos a casar, el Papa afirmó que su papel como líder de la Iglesia es el de "garantizar la unidad".
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El papa Francisco proclamó este sábado, al final del Sínodo extraordinario sobre la familia, que en esta asamblea no se ha puesto en entredicho la "verdad fundamental" del "sacramento del matrimonio: la indisolubilidad".
Así lo afirmó el Sumo Pontífice en un discurso pronunciado ante los participantes en el Sínodo, a quienes dijo que su papel como líder de laIglesia Católica es el de "garantizar la unidad", tras los debates en los que se abordaron cuestiones como la acogida a los homosexuales o a los divorciados vueltos a casar.
Además, el Papa dijo que la Iglesia Católica "no mira a la humanidad desde una torre de cristal para juzgar o clasificar a las personas".
Francisco recordó a los participantes en el Sínodo que su función es la de "recordar a los pastores que su primer deber es alimentar al rebaño (...) que el Señor les ha confiado y buscar acoger con paternidad y misericordia y sin falsos miedos a las ovejas descarriadas".
"Aquí me he equivocado. He dicho acogerlas: ir a buscarlas", matizó el pontífice, que llamó a los obispos y otros participantes en el Sínodo a "practicar una caridad sincera y activa".
"Esta es la norma suprema de conducta de los ministros de Dios, un amor incondicional como el del Buen Pastor, lleno de alegría, abierto a todos, atento al prójimo y solícito con los que están lejos", agregó.
La Iglesia Católica no debe "tener miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos"
En otro momento de su intervención, el Papa explicó que la Iglesia Católica no debe "tener miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos", en alusión al Evangelio de San Lucas.
Bergoglio admitió que en los debates en el Sínodo se pudieron apreciar "tensiones y tentaciones", entre las cuales mencionó la tentación de la "rigidez hostil", que resumió en la actitud de "querer encerrarse en lo que está escrito (la letra) y no dejarse sorprenderse por Dios, por el Dios de las sorpresas".
Y advirtió contra la "tentación" que plantean los que calificó como "tradicionalistas" o "miedosos", pero también a aquellos que definió como "denominados progresistas y liberales".
Las palabras del Papa, que este domingo pondrá punto final solemne con una misa en San Pedro al Sínodo extraordinario cuyos trabajos concluyeron hoy, fueron recibidas con uncerrado aplauso de los congregados que duró unos cinco minutos.
Los puntos más importantes del Sínodo
La oficina de prensa del Vaticano explicó que el documento aprobado este sábado es un texto de propuestas de los obispos sobre el que trabajarán durante un año de cara al próximo Sínodo de octubre de 2015, que también abordará el tema de la familia.
Según se desprende de los resultados de las votaciones, no todos los 62 puntos obtuvieron la mayoría de dos tercios requerida en el pasado para este tipo de documentos, pero consiguieron una mayoría y por tanto forman parte del mismo.
No todos los 62 puntos obtuvieron la mayoría de dos tercios requerida
Entre ellos, el punto 52 en el que se proponía estudiar un camino penitencial para que los divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, fue el que más votos en contra tuvo, pero fue aprobado finalmente por 104 a favor y 74 en contra.
Lo mismo ocurrió con el punto 53, 112 a favor y 63 en contra, que instaba a continuar estudiando la posibilidad de que los divorciados que han vuelto a casarse puedan recibir "la comunión espiritual" o el "por qué no pueden recibir la comunión sacramental".
Otro de los puntos aprobados, aunque con 62 votos contrarios, fue el relativo a loshomosexuales. La mayoría aprobó que "los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza" y que se "evitará cualquier marca de discriminación".
Sin embargo, los obispos subrayaron "que no se pueden establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia".
El documento dedica un amplio espacio a exaltar "la belleza" de la familia tradicional y fiel, pero asegura que la Iglesia "como madre atenta" debe acompañar "con misericordia y paciencia" a las familias frágiles o heridas.
Queridos Eminencias, Beatitudes, Excelencias, hermanos y hermanas:
¡Con un corazón lleno de reconocimiento y de gratitud quiero agradecer junto a ustedes al Señor que nos ha acompañado y nos ha guiado en los días pasados, con la luz del Espíritu Santo!
Agradezco de corazón a S. E. Card. Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo, S. E. Mons. Fabio Fabene, Sub-secretario, y con ellos agradezco al Relator S. E. Card. Peter Erd y el Secretario Especial S. E. Mons. Bruno Forte, a los tres Presidentes delegados, los escritores, los consultores, los traductores, y todos aquellos que han trabajado con verdadera fidelidad y dedicación total a la Iglesia y sin descanso: ¡gracias de corazón!
Agradezco igualmente a todos ustedes, queridos Padres Sinodales, Delegados fraternos, Auditores, Auditoras y Asesores por su participación activa y fructífera. Los llevare en mis oraciones, pidiendo al Señor los ¡recompense con la abundancia de sus dones de su gracia!
Puedo decir serenamente que –con un espíritu de colegialidad y de sinodalidad– hemos vivido verdaderamente una experiencia de "sínodo", un recorrido solidario, un "camino juntos".
Y siendo "un camino" –como todo camino– hubo momentos de carrera veloz, casi de querer vencer el tiempo y alcanzar rápidamente la meta; otros momentos de fatiga, casi hasta querer decir basta; otros momentos de entusiasmo y de ardor. Momentos de profundo consuelo, escuchando el testimonio de pastores verdaderos (Cf. Jn. 10 y Cann. 375, 386, 387) que llevan en el corazón sabiamente, las alegrías y las lágrimas de sus fieles.
Momentos de gracia y de consuelo, escuchando los testimonios de las familias que han participado del Sínodo y han compartido con nosotros la belleza y la alegría de su vida matrimonial. Un camino donde el más fuerte se ha sentido en el deber de ayudar al menos fuerte, donde el más experto se ha prestado a servir a los otros, también a través del debate. Y porque es un camino de hombres, también hubo momentos de desolación, de tensión y de tentación, como algunas de las siguientes:
- La tentación del endurecimiento hostil, esto es el querer cerrarse dentro de lo escrito (la letra) y no dejarse sorprender por Dios, por el Dios de las sorpresas (el espíritu); dentro de la ley, dentro de la certeza de lo que conocemos y no de lo que debemos todavía aprender y alcanzar. Es la tentación de los celosos, de los escrupulosos, de los apresurados, de los así llamados "tradicionalistas" y también de los intelectualistas.
- La tentación del "buenismo" destructivo, que en nombre de una misericordia engañosa venda las heridas sin primero curarlas y medicarlas; que trata los síntomas y no las causa ni las raíces. Es la tentación de los "buenistas", de los temerosos y también de los así llamados "progresistas y liberalistas".
- La tentación de transformar la piedra en pan para terminar el largo ayuno, pesado y doloroso (Cf. Lc 4, 1-4) y también de transformar el pan en piedra , y tirarla contra los pecadores, los débiles y los enfermos (Cf. Jn 8,7) de transformarla en "fardos insoportables" (Lc 10,27).
- La tentación de descender de la cruz para contentar a la gente, y no permanecer, para cumplir la voluntad del Padre; de ceder al espíritu mundano en vez de purificarlo e inclinarlo al Espíritu de Dios.
- La Tentación de descuidar el "depositum fidei", considerándose no custodios, sino propietarios y patrones, o por otra parte, la tentación de descuidar la realidad utilizando ¡una lengua minuciosa y un lenguaje pomposo para decir tantas cosas y no decir nada!
Queridos hermanos y hermanas, las tentaciones no nos deben asustar ni desconcertar, ni mucho menos desanimar, porque ningún discípulo es más grande que su maestro; por lo tanto si Jesús fue tentado –y además llamado Belcebú (Cf. Mt 12,24)– sus discípulos no deben esperarse un trato mejor.
Personalmente me hubiera preocupado mucho y entristecido sino se hubieran dado estas tenciones y estas discusiones animadas; este movimiento de los espíritus, como lo llamaba San Ignacio (EE, 6) si todos hubieran estado de acuerdo o taciturnos en una falsa y quietista paz. En cambio he visto y escuchado –con alegría y reconocimiento– discursos e intervenciones llenos de fe, de celo pastoral y doctrinal, de sabiduría, de franqueza, de coraje y parresía. Y he sentido que ha sido puesto delante de sus ojos el bien de la Iglesia, de las familias y la "suprema lex": la "salus animarum" (Cf. Can. 1752). Y esto siempre sin poner jamás en discusión la verdad fundamental del Sacramento del Matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la procreatividad, o sea la apertura a la vida (Cf. Cann. 1055, 1056 y Gaudium et Spes, 48).
Esta es la Iglesia, la viña del Señor, la Madre fértil y la Maestra premurosa, que no tiene miedo de remangarse las manos para derramar el óleo y el vino sobre las heridas de los hombres (Cf. Lc 10,25-37); que no mira a la humanidad desde un castillo de vidrio para juzgar y clasificar a las personas. Esta es la Iglesia Una, Santa, Católica y compuesta de pecadores, necesitados de Su misericordia. Esta es la Iglesia, la verdadera esposa de Cristo, que busca ser fiel a su Esposo y su doctrina.
Es la Iglesia que no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos (Cf. Lc 15). La Iglesia que tiene las puertas abiertas para recibir a los necesitados, los arrepentidos y ¡no sólo a los justos o aquellos que creen ser perfectos! La Iglesia que no se avergüenza del hermano caído y no finge no verlo, al contrario, se siente comprometida y obligada a levantarlo y a animarlo a retomar el camino y lo acompaña hacia el encuentro definitivo con su Esposo, en la Jerusalén celeste.
¡Esta es la Iglesia, nuestra Madre! Y cuando la Iglesia, en la variedad de sus carismas, se expresa en comunión, no puede equivocarse: es la belleza y la fuerza del sensus fidei, de aquel sentido sobre natural de la fe, que viene dado por el Espíritu Santo para que, juntos, podamos todos entrar en el corazón del Evangelio y aprender a seguir a Jesús en nuestra vida, y esto no debe ser visto como motivo de confusión y malestar.
Tantos comentaristas han imaginado ver una Iglesia en litigio donde una parte está contra la otra, dudando hasta del Espíritu Santo, el verdadero promotor y garante de la unidad y de la armonía en la Iglesia.
El Espíritu Santo que a lo largo de la historia ha conducido siempre la barca, a través de sus Ministros, también cuando el mar era contrario y agitado y los Ministros infieles y pecadores.
Y, como he osado decirles al inicio, era necesario vivir todo esto con tranquilidad y paz interior también, porque el sínodo se desarrolla cum Petro et sub Petro, y la presencia del Papa es garantía para todos.
Por lo tanto, la tarea del Papa es aquella de garantizar la unidad de la Iglesia; es aquella de recordar a los fieles su deber de seguir fielmente el Evangelio de Cristo; es aquella de recordar a los pastores que su primer deber es nutrir la grey que el Señor les ha confiado y de salir a buscar –con paternidad y misericordia y sin falsos miedos– la oveja perdida.
Su tarea es la de recordar a todos que la autoridad en la Iglesia es servicio (Cf. Mc 9,33-35) como ha explicado con claridad el Papa Benedicto XVI con palabras que cito textualmente: "la Iglesia esta llamada y se empeña en ejercitar este tipo de autoridad que es servicio, y la ejercita no a título propio, sino en el nombre de Jesucristo... a través de los Pastores de la Iglesia, de hecho, Cristo apacienta a su grey: es Él que la guía, la protege, la corrige porque la ama profundamente. Pero el Señor Jesús, Pastor supremo de nuestras almas, ha querido que el Colegio Apostólico, hoy los Obispos, en comunión con el Sucesor de Pedro ... participaran en este misión suya de cuidar al pueblo de Dios, de ser educadores de la fe, orientando, animando y sosteniendo a la comunidad cristiana, o como dice el Concilio,"cuidando sobre todo que cada uno de los fieles sean guiados en el Espíritu santo a vivir según el Evangelio su propia vocación, a practicar una caridad sincera y operosa y a ejercitar aquella libertad con la que Cristo nos ha librado" (Presbyterorum Ordinis, 6)... Y a través de nosotros – continua el Papa Benedicto – es que el Señor llega a las almas, las instruyen las custodia, las guía. San Agustín en su Comentario al Evangelio de San Juan dice: "Sea por lo tanto un empeño de amor apacentar la grey del Señor" (123,5); esta es la suprema norma de conducta de los ministros de Dios, un amor incondicional, como aquel del buen Pastor, lleno de alegría, abierto a todos, atento a los cercanos y premuroso con los lejanos (Cf. S. Agustín, Discurso 340, 1; Discurso 46,15), delicado con los más débiles, los pequeños, los simples, los pecadores, para manifestar la infinita misericordia de Dios con las confortantes de la esperanza(Cf. Id., Carta 95,1)" (Benedicto XVI Audiencia General, miércoles, 26 de mayo de 2010).
Por lo tanto la Iglesia es de Cristo –es su esposa– y todos los Obispos en comunión con el Sucesor de Pedro, tienen la tarea y el deber de custodiarla y de servirla, no como patrones sino como servidores. El Papa en este contexto no es el señor supremo sino más bien el supremo servidor – "Il servus servorum Dei"; el garante de la obediencia , de la conformidad de la Iglesia a la voluntad de Dios, al Evangelio de Cristo y al Tradición de la Iglesia poniendo de parte todo arbitrio personal, siendo también – por voluntad de Cristo mismo – "el Pastor y Doctor supremo de todos los fieles" (Can. 749) y gozando "de la potestad ordinaria que es suprema, plena, inmediata y universal de la iglesia" (Cf. Cann. 331-334).
Queridos hermanos y hermanas, ahora todavía tenemos un año para madurar con verdadero discernimiento espiritual las ideas propuestas y encontrar soluciones concretas a las tantas dificultades e innumerables desafíos que las familias deben afrontar; para dar respuesta a tantos desánimos que circundan y sofocan a las familias, un año para trabajar sobre la "Relatio Synodi" que es el resumen fiel y claro de todo lo que fue dicho y discutido en esta aula y en los círculos menores.
¡El Señor nos acompañe y nos guíe en este recorrido para gloria de Su nombre con la intercesión de la Virgen María y de San José! ¡Y por favor no se olviden de rezar por mí
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