Ingrid Beck, la directora de Revista Barcelona, publicó su descargo luego de la ola de críticas recibidas tras la polémica tapa que hace referencia a la postura eclesiástica sobre la homosexualidad.
Sobre la tapa de Barcelona, Feinmann y otras yerbas
Después del quilombete de ayer, quiero dejar estas breves ideas.
Voy a escribir una serie de tuits sobre la reciente tapa de @revisbarcelona.
No suelo dar explicaciones sobre las noticias que publicamos, pero esta vez me dieron ganas.
Algunos interpretan que le decimos puto al Papa. Esa es una lectura literal.
Hemos usado numerosas veces el aumentativo y lo que indica es “golpe”, “tendencia”. Ejemplos: Cordobazo, Rodrigazo, Argentinazo.
Publicamos esta tapa en el medio del sínodo de obispos que debaten si la Iglesia debe acoger a los homosexuales o no.
Los medios reflejan esa discusión como una apertura, una suerte de progresismo de la Iglesia.
En @revisbarcelona elegimos parodiar esa mirada. Una vez más, como lo hacemos habitualmente.
Intervinimos una foto de Francisco, transformándolo en lo que el imaginario popular estigmatiza como gay.
En el mismo sentido, repetimos adjetivos discriminatorios. El recurso refiere a los discursos dominantes sobre la homosexualidad.
Me preguntan por qué nos metemos con la Iglesia. A) Porque es noticia.
B) Porque la Iglesia se mete con nosotros. Les recuerdo que acaba de intervenir en el nuevo Código Civil, que regirá nuestras vidas.
No es la primera tapa de @revisbarcelona con la jerarquía católica. En tanto sea noticia, seguiremos trabajando con ese material.
Me preguntan si alguna vez trabajamos con temas como el Holocausto o el conflicto en Medio Oriente. La respuesta es sí, claro.
Trabajamos con lo que los medios publican, las noticias. Y algunas que omiten, también.
Sobre Feinmann. Consulté con mis compañeros la conveniencia de hacer nota con él. Decidimos que sí. Que sería promoción para la revista.
Tal vez fue un error. No sabía que me iba a insultar. Y no me fui de mi casa. Simplemente salí de cámara. No sigo una nota en esos términos.
No me sorprende la reacción de Feinmann. Tampoco de los ultracatólicos ofendidos. Ni siquiera de una institución cuestionada como la DAIA.
Aunque, les confieso, es algo perturbador recibir cientos de insultos como este.
O como éste.
O éste.
O éste.
Pero me preocupa la lectura literal de algunos colegas a los que considero (o consideraba) inteligentes.
“Se pasan de provocadores.” “Ya fueron, que cierre.” “¿Cómo van a decir que el Papa es puto?” En fin…
Espero que todo este lío repercuta en mayores ventas para la revista, porque cada número puede ser el último.
Y ya que llegaron hasta acá: pueden comprarla en los kioscos o en su versión digital http//revistabarcelona.com.ar/barcelonadigital
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