Esta exposición rompió récords. Hubo 70 arquitectos y urbanistas como expositores, casi 3 mil inscriptos y 150 estudiantes que participaron de los workshops para estudiantes.
La Capital |
La IX Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo que finalizó anoche en la ciudad fue un éxito palpable. Por un lado enfatizó el valor de las arquitecturas más cercanas, comprometidas y reales, atentas a los requerimientos que emanan de la particularidad de los lugares. Por otro lado, fue una extraordinaria demostración de un trabajo en conjunto en lo organizativo. Es que Rosario regaló su río como postal y espectacular telón de fondo de una Bienal inolvidable, que encontró al gobierno de España, las autoridades de Santa Fe, la Municipalidad, los Colegios de Arquitectos de la provincia y la ciudad y la Facultad de Arquitectura (UNR) poniendo manos a la obra en conjunto. Un ejemplo de decisión y coordinación.
Esta exposición rompió récords. Hubo 70 arquitectos y urbanistas como expositores, casi 3 mil inscriptos y 150 estudiantes que participaron de los workshops para estudiantes. Por eso se transformó en sorpresa y felicidad para los organizadores. Tanto Ginés Garrido como Paco Burgos, los coordinadores españoles de la Biau, sólo tenían palabras de gratitud hacia una ciudad que entregó por completo su avidez por la arquitectura.
Y lo demostró con una gran cantidad de estudiantes que colmó las instalaciones de la Franja Joven que se recuesta sobre el río. En ese sentido, debido a la excelente respuesta que hubo en este acontecimiento, la intención de algunos sectores activos de la ciudad es empezar a usar todos estos galpones en otras actividades de escala similar.
En otro orden, para la Bienal estuvo a disposición un grupo de voluntarios que colaboraron para que no se escapara ningún detalle. Después del Dakar, fue el encuentro con más cantidad de asistentes. Desde todos los sectores hubo una gran predisposición para que la exposición se desarrolle por los carriles esperados y pueda lucir su alto nivel de trabajos y disertantes.
Asimismo, hay que destacar el increíble esfuerzo de los responsables de prensa de la muestra, que siempre estuvieron atentos a cada inquietud de la gran cantidad de medios que cubrieron la exhibición.
En lo disciplinar, la Bienal rescató la condición transformadora de la arquitectura. De utilizarla como herramienta de acción para cambiar realidades. Para estar más cerca de las necesidades. Y asumir un estado de responsabilidad en cualquier situación de diseño. Lo dijo el arquitecto Gerardo Caballero: "Para pensar lo que se construye, y construir lo que pensamos". Una frase que arrastra desde los 90 y que ahora goza de un reconocimiento, una legitimidad y una vigencia total.
La Bienal dijo adiós y marcó un camino al lado del río. Y por la potencia de lo ocurrido automáticamente se constituyó en uno de los eventos culturales del año. Muchos no la olvidarán fácilmente.
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