El contador y hombre clave de Covelia admitió que recibía llamados y mensajes de texto de Adriana Cruz hostigándolo. Las advertencias en el country.
Carlos Vázquez y las amenazas patológicas de su mujer en su propia casa el día que ahogó y estranguló a su hijo.
Según comentó Vázquez a la Justicia desde que se separaron y él se fue de la casa en agosto del año pasado, ella no dejó de hostigarlo. “Los conflictos eran constantes”, describió el hombre al fiscal de la causa, Leandro Heredia, que investiga el asesinato de su hijo.
La novia de Vázquez, Gabriela Krisztopian, una mujer de 34 años, también declaró y contó que sabía y estaba al tanto de las amenazas. Como adelantó ayer PERFIL, la nueva relación amorosa con esta mujer y una foto de la flamante pareja en el celular habría sido el detonante del asesinato del nene.
Cruz y Vázquez se habían conocido en Cancún hace 16 años. La mujer es de San Pablo, Brasil. Se pusieron de novios, ella dejó su país y se vino a vivir a la Argentina. Cruz nunca superó la separación. Cuando se iniciaron los trámites de divorcio empezó a atenderse con un psiquiatra. En noviembre del año pasado, por una crisis nerviosa que tuvo y por “reiteradas conductas impulsivas”, estuvo internada durante cuarenta días en la Clínica Abrines, en Quilmes. Luego, quedó con tratamiento ambulatorio.
Vázquez quedó shockeado después de la muerte de Martín. Tras enterarse del crimen, le ofrecieron recibir asistencia psicológica por parte del Ministerio de Seguridad bonaerense. Según contaron fuentes judiciales a PERFIL; sus otras dos hijas, F. y C., de 15 y 14 años, se encuentran “menos golpeadas” que su padre.
Los informes preliminares de la autopsia del cadáver de Martín indican que el chico murió por asfixia por sumersión. El cuerpo presentaba hematomas en el cuello, que pudieron ser provocados previamente por su madre para generar un estado de semi inconciencia. Según los investigadores, la mujer habría tratado de evitar que el nene se defienda o pida auxilio.
Pericias claves. Al día siguiente del asesinato, el 21 de marzo, a Adriana Cruz la revisaron en el Hospital Ramón Carrillo de San Vicente. PERFIL tuvo acceso a los informes de los peritos psiquiatras y médicos forenses de la Asesoría Pericial de La Plata. En la primera revisación le descubrieron la afición por los tatuajes. Tenía un caballito de mar en el abdomen, una lagartija en el hombro y en la columna vertebral, tres letras en chino: las iniciales de los nombres de sus hijos.
El cuerpo médico la encontró lúcida y orientada en tiempo y espacio. La brasileña no evidenció síntomas psicóticos y respondió las preguntas que le hicieron los peritos. Colaboró durante todo el examen que le realizaron y relató los episodios de violencia y agresión con su ex marido.
Habló en tono bajo y ritmo lento, sin trastornos al articular las palabras. Estaba sedada, pero de forma ligera. Por eso no le costaba prestar atención a los requerimientos de los médicos. “No se evidencian delirios en su contenido” y “percibe y evoca sin dificultad”, revelan las pericias psiquiátricas.
El día que murió Martín, contó que tomó de forma abusiva los psicofármacos que tenía recetados y que se cortó las muñecas, pero dejó de hacerlo por el dolor que le provocaba. “El contacto con la realidad se halla indemne y el juicio crítico se encuentra conservado” dice la evaluación. Lo único que detallan los peritos es que no mostró afectividad acorde a lo trágico de su relato. Sólo lloró cuando habla de su ex pareja. La mujer manifestó deseos e intención de volver a lastimarse.
Los resultados del informe demuestran que corre riesgo para sí misma y revelan su total claridad a la hora de explicar los hechos. “Mantiene indemne sus funciones intelectuales, como así también su capacidad de discernimiento” dicen las pericias. Los médicos concluyen el escrito con un dato: Cruz ya está condiciones de declarar ante el fiscal Heredia.
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