Central hizo más que Boca
Unidos, pero fue 2 a 2. Falló en la definición y no se subió a la punta,
que bien podría compartir con River (empató ante Gimnasia y Esgrima La
Plata) e Instituto, que juega mañana ante Desamparados.
Central dejó
pasar una fecha inmejorable para encaramarse bien arriba. Porque pudo
compartir momentáneamente la punta del torneo con River e Instituto (que
juega mañana), pero en la noche del Gigante no logró torcerle la muñeca
a Boca Unidos y la chapa terminó empatada en dos goles. Fue un
encuentro emotivo y con resultado abierto hasta el final, aunque desde
lo futbolístico y las intenciones de ir por la victoria hubo a un claro
protagonista que fue Central. Claro que los auriazules (ayer de azul)
generaron un sinfín de ocasiones netas de gol, que dilapidaron una y
otra vez para establecer en la red la ventaja que evidenciaron en el
verde césped. Si bien el equipo de Pizzi supo dar vuelta la ventaja
inicial de la visita y con los goles de Castillejos y Lequi se apoderó
del resultado, pagó carísimo la falta de puntería para definir el pleito
y además cometió desatenciones defensivas groseras que posibilitaron la
igualdad del conjunto litoraleño. Central hizo el gasto del partido,
pero por impericia propia se fue con una moneda de un punto en el
bolsillo. No se bajó de ninguna pelea, pero podría haber terminado el
sábado en el tope de las posiciones.
Central salió a jugar en la fortaleza
que convirtió al Gigante. Pero anoche fue la primera vez en el año que
resignó puntos en su casa. Desde la actitud y la generación de chances
de gol no hay nada para reprocharle al equipo de Pizzi, pero salvo
Castillejos y Lequi (para dar vuelta el resultado) fue llamativa la
sistemática catarata de opciones dilapidadas frente a las narices de
Sessa. No hay dudas de que los delanteros y volantes ofensivos no
estuvieron en su noche y eso atentó contra la victoria auriazul. Tan
cierto es esto como las negligencias defensivas de la última línea.
Ambas conquistas correntinas fueron similares. Desborde por derecha del
conocido Danelón y conversión en soledad, primero de Patricio Pérez para
el 1 a 0, y luego de Lagrutta, para el 2 a 2 definitivo. La zaga
canalla perdió las marcas y lo pagó carísimo. Incluso en el final el
Melli García le tapó el tercero en un mano a mano a Sánchez Paredes.
Claro que no se puede soslayar que hasta el pitazo final Biglieri,
Medina, Mozzo, Ricky Gómez, Monje y hasta Castillejos tuvieron opciones
de convertir y las culminaron de manera imperfecta.
En este contexto y recapitulando la
historia del partido se hace difícil explicar que en el primer tiempo el
canalla haya alcanzado el empate agónico mediante la conquista del
siempre efectivo Castillejos. Porque casi se va al vestuario en
desventaja, luego de generar situaciones clarísimas para agitar las
redes del ladino Gato Sessa. Biglieri estuvo cerca de la apertura, pero
cabeceó a las manos a la salida de una bocha quieta. Ferrari se encontró
con un regalo de toda la defensa correntina y su tiro de costado dio en
el travesaño. Promediando la etapa hubo buena triangulación de la
visita, Danelón lanzó el centro pasado y Patricio Pérez la empujó sin
rastros de la defensa auriazul. A remar de atrás.
Central no conoce otra fórmula que la
dinámica y los desbordes por los cotados, y apostó a eso. Méndez (que
caminó por la cornisa de la roja y Pizzi lo sacó para que no lo
expulsen) exigió los reflejos del Gato en un tiro libre. En el primer
minuto de adicional Ricky metió la puñalada y Castillejos sacó el manual
del goleador. Uno a uno y al descanso. El gol tempranero de Lequi
(pareció estar un paso adelante en el pelotón antes de cabecear) amagó
con encarrilar la victoria. Pero fue un espejismo. Central siguió
fallando goles abajo del arco de Sessa y atrás continuó regalando
grietas letales. Como la que aprovechó el ingresado Lagrutta, que estaba
claramente adelantado, y clavó el empate definitivo. El canalla no lo
supo ganar.
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