El estudio del Instituto de Fisiología Experimental, dependiente del CONICET y de la UNR, indica que el alcohol, el tabaco, y la ingesta de grasas son factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades como la diabetes y el cáncer de hígado.
Rosario 12 |
Investigadores del Instituto de Fisiología Experimental (IFISE), dependiente del CONICET y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), analizan los factores que pueden influir en la aparición de la diabetes y el cáncer de hígado. "Las líneas de investigación que desarrollamos se centran en el hígado para determinar cuál es el momento en el que se da origen a estas enfermedades, con el fin de prevenirlas", señalaron Ariel D. Quiroga y María Teresa Ronco, doctores en Ciencias Biológicas. Las claves que en cierta medida pueden atenuar el desarrollo de estas enfermedades son la buena alimentación y la práctica de ejercicios físicos. "El alcohol, el tabaco, y la ingesta de grasas en exceso y de baja calidad son altamente perjudiciales para la salud y son factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades antes mencionadas. El ejercicio diario lleva a una disminución de la cantidad de grasa en los tejidos, esto incluye al hígado, por lo que la prevención de esas enfermedades es posible", precisaron los investigadores.
En el caso de la diabetes, los estudios se enfocan en determinar los efectos que tiene el proceso inflamatorio en esta patología diabética, tanto en la diabetes tipo 1 y como en la diabetes tipo 2. "Ambos tipos se relacionan con un estado inflamatorio crónico, en especial la diabetes tipo 2, el cual favorece al desarrollo y aparición de la enfermedad", puntualizó Ronco. La investigadora explicó que en la diabetes los órganos comprometidos en el desarrollo de la enfermedad son principalmente el hígado, el músculo y el tejido adiposo. Después se pueden ver afectados indirectamente el riñón, los ojos, y otros órganos. Ronco explicó detalles de esta enfermedad: "La glucosa es la principal y más rápida fuente de energía de las células. La misma ingresa a la mayoría de las células a través de un receptor que se inserta en la membrana celular cada vez que la insulina actúa sobre ellas, y el resultado final del ingreso de la glucosa a las células es la disminución de la concentración de glucosa en sangre. La insulina es producida por células del páncreas en respuesta a elevaciones en la concentración de glucosa. Si la insulina no actúa, ya sea porque está ausente o porque no es reconocida por las células, se producirá un aumento de la glucosa en sangre que es el principal marcador de la diabetes".
La investigadora explicó que "en el caso de la diabetes tipo 2 las células no tienen la capacidad de ingresar glucosa a su interior porque no responden; es decir, no reconocen a la insulina". En este sentido, relacionó la diabetes con la obesidad. "La gente que padece diabetes presenta hiperglicemia: su sangre se caracteriza por tener altas cantidades de glucosa, que no puede ser metabolizada. El hígado y el cerebro son dos órganos no dependientes de insulina, por lo que la glucosa puede ingresar a estos órganos libremente. Así, la glucosa a altas concentraciones ingresa constantemente al hígado y al estar superada la necesidad energética del organismo, el hígado sintetiza grasas a partir de la glucosa en exceso, y esto se traduce en una acumulación de grasa, que puede finalmente llevar a la obesidad".
La importancia de estos estudios en la diabetes tipo 2 radica en determinar si este proceso inflamatorio es el que desencadena la resistencia (falta de respuesta) a la insulina y, de ser así, tratar de encontrar alguna medida para prevenir el desencadenamiento de dicho proceso. Sobre los orígenes de la diabetes, Ronco señaló que "hay factores genéticos que predisponen y factores ambientales, que también la ocasionan. Por ejemplo, la obesidad predispone y genera resistencia a la insulina. Así, se empieza a acumular grasa en los músculos, en el hígado, y en general, en el abdomen". En este marco resaltó que "es alarmante la cantidad de jóvenes a los cuales se les diagnostica diabetes. Esta es una enfermedad con la que hay que aprender a convivir y para poder finalmente controlar".
Quiroga trabaja desde hace 10 años en el estudio del desarrollo del cáncer hepático y la acción de ciertas drogas en la prevención de dicha enfermedad. "Durante mi doctorado me aboqué a estudiar, entre otras cosas, cuáles son las causas que llevan al desarrollo de este tipo de cáncer. Uno de los factores que podía estar influyendo es la acción de los lípidos. Por ello, me focalicé en el estudio del metabolismo de los lípidos; es decir, el metabolismo de las grasas, para finalmente poder estudiar el rol de los mismos en el desarrollo del cáncer".
El investigador estudia la participación de distintas moléculas lipídicas en el desarrollo del cáncer, a fin de poder modularlas farmacológica o genéticamente con el propósito de prevenir o retardar el desarrollo del cáncer hepático. Quiroga analiza cómo afectan las distintas dietas que el hombre consume al desarrollo del cáncer. "Para ello alimentamos animales con distintas dietas, por ejemplo dietas ricas en grasa (de las cuales hay varios tipos, la más adecuada para nosotros es la dieta tipo occidental, rica en colesterol) o dieta rica en fructosa (que es una dieta diabetogénica, dado que produce diabetes y resistencia a la insulina de manera rápida) y estudiamos el efecto de estas dietas sobre el metabolismo lipídico y su impacto en el desarrollo del cáncer".
Quiroga detalló que "del mismo modo, trabajamos con suplementos dietarios (como por ejemplo el aceite de pescado, entre otros suplementos) y evaluamos su efecto general sobre las dietas y, por ende, sobre el desarrollo del cáncer hepático. De esta manera estudiamos cuáles dietas, y su combinación con suplementos dietarios, serían más nocivas y cuáles más beneficiosas y preventivas".
Para el investigador, "el cáncer hepático es una de las afecciones malignas más frecuentes en el mundo. Su incidencia está creciendo drásticamente en el mundo occidental debido al incremento de afecciones hepáticas de base tales como el hígado graso no alcohólico. Esta afección se considera como un conjunto de enfermedades que van desde el hígado graso común hasta la esteatohepatitis, es decir una inflamación hepática grave e irreversible, la cual finalmente progresa hacia la cirrosis y sus complicaciones asociadas que son la falla hepática y el cáncer de hígado".
Según Quiroga, hoy en día se acepta que un incremento en la producción de lípidos es un fenómeno molecular general durante el desarrollo del cáncer. En este sentido, remarcó que "los mecanismos que relacionan la acumulación de lípidos con el desarrollo del cáncer no se conocen con exactitud. Sin embargo, se sabe que la resistencia a la insulina asociada con obesidad, el síndrome metabólico y también la diabetes llevan a un aumento en la liberación hacia sangre de ácidos grasos desde el tejido adiposo, junto con la liberación de sustancias altamente inflamatorias. Todas estas sustancias, en conjunto o por separado, favorecen la acumulación de grasa y la consecuente inflamación del hígado, que finalmente puede derivar en cáncer hepático".
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