El debate sobre la conveniencia de la fluorización del agua potable de red para abastecimiento público tiene por lo menos seis décadas, y aún no quedó zanjado ni mucho menos. Hoy se ha reactualizado -quizás por la viralización de las redes sociales, donde organizaciones ambientalistas divulgan con insistencia sus rechazos y denuncias contra este proceso químico. Lo cierto es que en pleno siglo XXI, el tema sigue dividiendo a la comunidad científica internacional.
¿Qué es el flúor y para qué se fluoriza el agua? El flúor es un elemento químico y tiene muchas aplicaciones en diversas ramas. En disolución acuosa, se presenta normalmente en forma de fluoruro.
Los fluoruros de sodio, por ejemplo, se aplican sobre todo en los productos para la higiene dental (pastas y esmaltes dentales, entre otros). El argumento de la política sanitaria de aplicar flúor al agua potable responde a eso: a la prevención de las caries y la mejora en la salud dental de los consumidores.
Así, el proceso de fluoración del agua consiste en la acción controlada de añadir un compuesto fluorado en el agua de abastecimiento público. La finalidad: elevar sus niveles de flúor hasta una concentración óptima para prevenir la caries dental. Se considera la concentración óptima de flúor aquella que no termine provocando una saturación en los tejidos expuestos de la boca.
Normativa
Este proceso químico “está avalado por una ley nacional que promueve la fluoración del agua y la desfluoración del agua que naturalmente tiene más flúor que la indicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que fija un valor guía para el ajuste de los fluoruros en 1,5 miligramos (mg.) por litro como máximo. Por supuesto que en Santa Fe se respeta la dosis indicada por la OMS en la fluoración del agua, aún con una dosificación por debajo del máximo”, aseguró a El Litoral Andrea Obregón, directora provincial de Odontología del Ministerio de Salud.
A su vez, la Ley Provincial N° 11.220 establece la regulación de la prestación del servicio de agua potable y las condiciones de autorización para los prestadores en toda la bota santafesina. En su anexo A, dentro del grupo de “sustancias tóxicas inorgánicas” (como arsénico, cadmio, mercurio y plomo, entre otros) se incluye a los fluoratos. Se recuerda el límite máximo obligatorio de 1,5 mg./litro (OMS).
En Assa
En la planta potabilizadora de Aguas Santafesinas SA. (Assa) “hoy se está dosificando entre 0,6 y 0,8 mg/litro de flúor. El valor está muy por debajo del fijado por la OMS”, afirmó a este diario Guillermo Lanfranco, gerente de Relaciones Institucionales de Assa. También confirmó que actualmente esa empresa sigue dosificando el agua con flúor pese a que Nación ha suspendido la provisión de insumos a las provincias. “Estamos dosificando porque tenemos insumos en stock”, dijo.
Y fijó la posición institucional: “Nosotros insistimos en brindar un servicio social esencial como es el agua, ajustándonos a la normativa vigente y a los estándares internacionales. Estamos dando acceso a un servicio de agua apta para consumo humano a casi 2 millones de personas. Y muchas veces se cree que la fluoración es perjudicial, cuando no es así. La gente a veces piensa que el agua envasada es más segura. Pero, por ejemplo, Assa tiene un límite permitido de arsénico de 50 mg., mientras que en algunos casos el agua envasada viene con 200 mg. de ese componente”.
Argumentos científicos
Obregón cita, en un documento enviado a la Defensoría del Pueblo, los argumentos científicos que validan la no peligrosidad de fluorar el agua potable. En 2003 la OMS expresó en informes técnicos que “el fluoruro protege contra la caries, las reduce de 20 a 40 % en niños. Se realizaron más de 800 ensayos controlados para estudiar el efecto de la administración de fluoruros, que comprueban que es el agente preventivo más eficaz contra la caries”. La funcionaria cita otros documentos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que refrendan a la OMS.
Un antecedente provincial: la Universidad Nacional de Rosario (UNR) realizó un trabajo de vigilancia epistemológica durante los años 1999 y 2001. Allí se concluyó que hubo “un incremento significativo de niños de 7-8 años sin experiencia de caries. El porcentaje se incrementó de 45 % en 1994 al 58 % en 1999 y en 2001 al 70 %. Y los niños de 12-13 años sin experiencia de caries aumentaron de 12% en 1994, al 16% en 1999 y al 25% en 2001”, citó Obregón.
Consultada sobre los eventuales daños a la salud que podrían provocar en el organismo humano el flúor, la directora de Odontología fue concluyente: Esos daños “son imposibles en las dosis indicadas por la OMS. Los valores están definidos no sólo por la OMS, sino también por la OPS, o el código alimentario de Anmat, entre otros”.
EL LITORAL.
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