Ocurrió a las 10 de la mañana del jueves. Los maleantes siguieron al dueño de la vivienda sin que se diera cuenta y luego lo maniataron. La alarma alertó a la policía.
La Capital |
El jueves Germán se despertó pensando en que había dejado las luces encendidas en su casa de fin de semana ubicada en un barrio semiabierto de Ibarlucea. El hombre, un profesional de 53 años, subió entonces a su auto de alta gama y manejó por la ruta 34 hasta el kilómetro 5, a la altura del cementerio Jardín. Allí dobló a la izquierda y tomó por la avenida Los Incas, una calle de tierra que se pierde hacia el oeste. No le prestó atención, pero entonces lo seguía un Citroën C4 negro. Cuando finalmente Germán llegó al portón de acceso al barrio y bajó para abrir, tres hombres armados lo sorprendieron y lo hicieron ingresar a su casa. Eran las 10 de la mañana del Día del Trabajador.
A Germán lo metieron a los empujones en su vivienda desconociendo que el domicilio tenía la alarma conectada y que se activó alertando a la guardia de la subcomisaría 17ª, distante a unos 4 kilómetros de la finca. Por eso, mientras a la víctima la ataban y amordazaban, y los ladrones acopiaban electrodomésticos y buscaban dinero, la policía ya estaba en camino.
Tiros y un preso. Fue cuestión de minutos. Una brigada de la sub 17ª llegó al lugar, ingresó al barrio y puso en fuga a los ladrones, quienes salieron a correr a campo traviesa ocultándose en un cañaveral lindero. Algunos vecinos indicaron que se escucharon algunas detonaciones de arma de fuego por lo que se supone hubo intercambio de disparos. En ese marco, uno de los maleantes fue detenido a unos 200 metros de la casa asaltada.
El muchacho fue identificado como Lucas Ezequiel G., de 21 años y domiciliado en el barrio La Cerámica de Rosario. Fuentes allegadas a la pesquisa indicaron que dijo ser integrante de la barra brava de Rosario Central, algo que anoche no había sido comprobado. El joven quedó a disposición de la Fiscalía de Flagrancia y Turno mientras sus compinches huyeron dejando el Citroën C4 en el ingreso del barrio.
Ese auto tenía pedido de captura por haber sido robado a punta de pistola en la ciudad de Venado Tuerto en septiembre pasado. Dentro del mismo la policía halló un anorak azul marino similar a los que utiliza la policía, un sello de una comisaría de La Plata y documentación de otro robo cometido en la zona rural de Ibarlucea a principios de año. También había un improvisado cartel en una hoja tamaño A4 que decía “Policía de Santa Fe”.
Campo adentro. A la altura del kilómetro 5 de la ruta nacional 34 se levantan dos mojones de referencia para el foráneo. En sentido sur-norte, a la derecha de la ruta hay un cartel que alerta: “Smata Camping a 300 metros”; y a la izquierda está desde hace 40 años el cementerio Jardín Ibarlucea y la avenida Los Incas que, muy poceada, ingresa hacia el oeste. El tránsito por ese callejón está flanqueado por el campo santo y unos 200 metros más allá señoriales construcciones que sólo dejan ver sus ingresos y sus paredones. La primera calle que cruza Los Incas, a unos 1.400 metros de la ruta 34, es Los Mayas. Unos 100 metros antes se visualiza un cartel con el nombre del barrio y un portón corredizo que se abre a mano. Un sensor de movimiento roto y arrancado da testimonio de que ese ingreso alguna vez también tuvo una alarma.
Detrás de ese portón se distribuyen nueve casas y uno de los laterales del predio está ocupado por un cañaveral y yuyales, espacio que los ladrones aprovecharon para esconderse al huir.
El jueves a la mañana Germán, cuya casa es una de las más cercanas al acceso, viajó en su auto hasta el barrio. Pero cuando bajó para abrir el portón se dio cuenta que no estaba sólo. El C4 se le estacionó al lado y velozmente tres hombres armados lo rodearon y lo encañonaron. Los investigadores trabajaban ayer sobre dos hipótesis: a Germán lo tenían “marcado”, o lo siguieron porque “les gustó” como víctima.
El jueves a la mañana Germán, cuya casa es una de las más cercanas al acceso, viajó en su auto hasta el barrio. Pero cuando bajó para abrir el portón se dio cuenta que no estaba sólo. El C4 se le estacionó al lado y velozmente tres hombres armados lo rodearon y lo encañonaron. Los investigadores trabajaban ayer sobre dos hipótesis: a Germán lo tenían “marcado”, o lo siguieron porque “les gustó” como víctima.
Lo concreto fue que para Germán la tranquilidad del feriado se transformó en una pesadilla al quedar en manos de la gavilla. Pero los delincuentes no le prestaron atención al sistema de alarma de la casa que se activó y alertó a la subcomisaría 17ª, cuyos efectivos supieron enseguida que algo no andaba bien en el barrio. Cuando llegaron al lugar se toparon con el Citroën C4 estacionado en el ingreso. El auto tenía sus patentes manchadas con barro para que no se pudieran leer los guarismos.
El ingreso de los policías, armas en mano, coincidió con el desbande de los ladrones, que se fueron cubriendo con tiros, según confiaron circunstanciales testigos que dicen haber escuchado algunas detonaciones. Así, dos ladrones fugaron pero el tercero fue detenido.
Otro hechos. El C4 había sido robado a mano armada en Venado Tuerto el 6 de septiembre pasado. En su interior había algunos cheques y valores producto de otro robo que se registró a principios de año en Los Naranjos y Los Olivos, en la zona rural de Ibarlucea.
Ese robo se dio a a unos 2 mil metros de la autopista Rosario-Santa Fe, a 1.500 metros de la ruta 34 S que une Ibarlucea con Granadero Baigorria y a unos 2 kilómetros del relleno sanitario de Ricardone. Lo que quiere decir es que los ladrones conocen bien la geografía y los caminos rurales de esos pueblos. Aquel golpe tuvo como particularidad que los maleantes se equivocaron de vivienda a robar. Queriendo robar la del hijo ingresaron a la de su padre. “Che, nos equivocamos de casa. Es acá al lado”, dijo en aquella oportunidad uno de los asaltantes, lo que motivó que sus socios se movilizaran para robar la casa contigua.
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