Un hombre atormentado por los celos optó por acabar con la vida de su pareja de 22 años en una vivienda del barrio La Loma. Tras cometer el crimen se entregó a la policía.
El cuerpo de Carla Vargas fue hallado por la policía en el dormitorio de su casa de calle Estanislao Zeballos y Padre Vieira.
Los antecedentes de violencia doméstica y numerosos registros de agresiones físicas entre Carla Vargas y su concubino Sergio Gamarra fueron la antesala de un desenlace trágico del que casi toda la familia estaba al tanto. Las declaraciones de padres, hermanos y primos de uno y otro dan cuenta de la situación límite a la que había llegado la pareja, que al borde de la separación y en medio de una pelea, terminó con la muerte por ahorcamiento de la joven de 22 años.
El hecho se remonta al 6 de noviembre último, cuando el “Gringo” Gamarra se entregó en la Comisaría 10º y confesó lo que había hecho. Una patrulla de esa dependencia se dirigió hasta la casa de calle Estanislao Zeballos y Padre Vieira del barrio La Loma, donde la mujer fue hallada sin vida.
El cable de un ventilador con el que la chica había sido estrangulada estaba al costado del cuerpo y debajo de un brazo la policía encontró una carta escrita con birome roja, en la que Gamarra explicaba lo ocurrido a la madre de la joven.
Con alevosía
Un mes después, el 7 de diciembre, el juez de Instrucción Sexta, Sergio Carraro, dictó el procesamiento para Marcelo Fabián Gamarra, por el delito de “homicidio calificado cometido con alevosía”.
En los considerandos de la resolución, el juez Carraro aclaró primero cómo fue la mecánica del homicidio. De acuerdo al informe de los expertos -médicos forenses y policía científica-, “se pudo concluir como hipótesis más firme que la muerte de Carla Vargas, se produjo por asfixia mecánica por compresión traumática del cuello causada por lazo constrictor”. La confesión del propio Gamarra no dejan dudas al juez sobre la autoría del crimen.
Sin embargo, a partir de las declaraciones de testigos -en su mayoría familiares directos de la pareja-, se puso de relieve el contexto de suma violencia en el que vivían Vargas y Gamarra, que a su vez eran padres de cuatro chicos.
Todos definieron a Gamarra como un hombre muy celoso. Y al parecer, no le faltaban motivos. Según se pudo reconstruir en el expediente, la pareja llevaba unos seis meses tomando clases de boxeo en un club de barrio Cabal. Allí conocieron a un profesor al que apodan “Chino”, que a espaldas de Gamarra comenzó un “amorío” con Vargas.
Súplica y muerte
Pero, el secreto no duró demasiado y la violencia recrudeció en el hogar cuando él supo de la aventura de la mujer con la que convivía. El día del crimen, “Pupy” -así la llamaban a Vargas- le confesó a su compañero la decisión de separarse e incluso le enrostró el engaño.
Entonces sobrevino un nuevo ataque. “Fue un momento en cual me enceguecí y para colmo vi ese cable y lo único que pensé fue en agarrarlo y en ir a ahorcarla. No pensé en ninguna otra forma de matarla”, confesó y continuó describiendo la manera en que logró vencerla en fuerzas e inmovilizarla.
Lo último que recordó fue una súplica: “No lo hagas, perdoname”, le dijo ella; pero él siguió apretando el cable hasta dejarla sin vida.
Después le avisó a una hermana para que buscara a los nenes que estaban durmiendo en la otra habitación, y tras contarle lo ocurrido se entregó.
Una sola posibilidad podía mejorar la situación de Gamarra frente a la Justicia, pero atento a su propio relato el juez Carraro consideró “la inexistencia de circunstancias atenuantes que pudieran obrar en su favor, como para considerar la posibilidad de una imputabilidad disminuida por haber actuado en un estado de emoción violenta”.
Lo confirmó la Cámara
Otro caso de femicidio registrado en la ciudad de Santa Fe fue confirmado ayer por la Cámara de Apelación Penal, que agravó la figura de “homicidio calificado por el vínculo” por el cual había sido procesado el asesino y le atribuyó además “alevosía”.
La Sala IV integrada por los camaristas Roberto Reyes, Daniel Rucci y Federico Echauri, confirmó parcialmente el procesamiento dictado por el juez de Instrucción Séptima, Diego De la Torre, en perjuicio de Claudio Romano.
El hombre de 43 años estranguló a su esposa Viviana Correa de 45, con el cinto de una bata de baño.
El hecho ocurrió en una casa de calle Pedro Díaz Colodrero al 1900, en el barrio Sargento Cabral, durante la madrugada del domingo 26 de agosto.
Los abogados Leandro Corti y Fabio Mudry, querellantes en representación de los padres de la víctima, confirmaron hoy la noticia y se mostraron conformes con la resolución de segunda instancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario