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domingo, 22 de julio de 2012

Son módicas las pretensiones del Gobernador Antonio Bonfatti hasta fin de año

Las dificultades financieras que atraviesa Santa Fe dejaron en pie sólo las prioridades: evitar el conflicto salarial, invertir en infraestructura eléctrica y en seguridad. Las elecciones de 2013 en el horizonte.

Los números de la provincia no terminan de acomodarse. Los lamentos del gobernador Antonio Bonfatti y su ministro de Gobierno Rubén Galassi presagian dificultades para el resto de año. No serán al nivel de provincia de Buenos Aires, que no puede pagar con recursos propios a sus trabajadores, pero sí se notaran en el retraso de la obra pública y en potenciales conflictos en torno a los acuerdos salariales. La desaceleración de la economía -que hasta el Indec reconoce- se siente en la provincia, que en términos nominales no mejorará la recaudación del ciclo anterior. Con los recortes a la reforma tributaria (exagerado mote para un miserable ajuste de impuestos a sectores privilegiados) impuestos por la oposición, se avecina una época de vacas más flacas. Para colmo, el tiempo de las Letras de Tesorería se consume sin que se emitan y ya quedan 5 meses hasta fin de año.
Los proyectos en marcha, mejor dicho, en construcción, son varios y van a paso lento. Los que no se han comenzado, en cambio, es probable que no comiencen, al menos durante esta gestión: el Puerto de la Música (obra emblema de la gestión de Hermes Binner) va razonablemente camino al archivo y otro tanto parece suceder con la Biblioteca del Bicentenario de Rosario, aunque en este caso el proyecto y desarrollo corrió por cuenta del entonces intendente Miguel Lifschitz.
Hay fondos como para cubrir gastos corrientes, pagar sueldos (aunque habrá que ver, en el segundo semestre, con paritarias) y poco más. Ese poco más tiene que ver con obras para evitar los apagones en verano y mejorar el tema de seguridad que tiene en jaque al gobierno desde su asunción, hace poco más de medio año.
La inversión en la Empresa Provincial de la Energía más que una decisión política es un imperativo, ya que vendrá, junto con la temporada estival el cronograma electoral con un nutrido proceso de internas abiertas, simultáneas y obligatorias para definir candidatos y luego la elección de legisladores nacionales. El tema de las candidaturas será otro punto de preocupación para el gobierno, porque si bien no cambiará nada con el resultado dentro de los límites de la provincia, el fortalecimiento o debilitamiento del gobierno dependerá en buena medida de la performance y su proyección hacia el 2015. Por eso mismo se alistan candidatos: en el socialismo, Hermes Binner ya se ha anotado y corre el riesgo de patinar para el 2015 si no gana su distrito en la parlamentarias. Mucho que perder y casi nada por ganar: que menos que ganar la provincia que gobernó, y que gobierna su partido, si quiere ser candidato a Presidente un par de años después. La otra opción sería que busque otro período como gobernador, al que llegaría pisando los 70 años. Esa decisión también postergaría las aspiraciones de otros dirigentes del partido que han sabido esperar su turno y que se verían sorprendidos con ese escenario. La alternativa de Binner como candidato a diputado por Capital Federal, teniendo en cuenta el perfil del electorado porteño y la instalación nacional del candidato de cara a las próximas presidenciales parecía una buena opción, no sólo porque le abría el camino a Miguel Lifschitz para encabezar en diputados, sino porque también, de acuerdo a ese resultado, se empezaría a definir la sucesión de Bonfatti para la Casa Gris. Pero parece que Binner no quiere arriesgar, tal vez pensando que gana Santa Fe, cosa que nadie se atreve a pronosticar. Sobre todo, con las declaraciones que hace el candidato y que complican el vínculo que trabajosamente tratan de mantener con el gobierno nacional los que tienen responsabilidad de gestión y diálogo.
Binner quiso que Bonfatti fuera el candidato en 2011 y así fue. Habrá que ver que pasa en 2013 antes de imaginar el 2015.
Otra de las áreas en las que se dispondrá de presupuesto es en Seguridad. Las estadísticas de estos seis meses superan en cuanto al adecentamiento de la fuerza policial y procedimientos antidrogas a los dos últimos años de gestión de Binner. Y no porque se hayan obtenido logros extraordinarios, sino porque lo anterior fue calamitoso. La idea de "no tener conflictos con la policía" le dio vía libre a los uniformados, a tal punto que los comisarios ni siquiera presentaban las declaraciones juradas para ascender, y de todos modos lo conseguían.
Basta ver la "evolución patrimonial" que se ha detectado desde la llegada de Leandro Corti y la continuidad de Raúl Lamberto para tomar nota de la anodina gestión precedente, que podría equipararse a "hacer la plancha", como criticaron desde la oposición.
La honorabilidad del ministro Lamberto -destacada en esta columna el día de su nombramiento- es insuficiente para combatir el narcotráfico y la complicidad policial. Es un presupuesto necesario, pero no alcanza y esto lo sabe tanto el funcionario como el gobernador, que ha solicitado "resultados contundentes y señales claras a la sociedad". Estas comienzan a verse y pretenden generar una corriente de confianza difícil de conseguir, sobre todo después de tanto tiempo de pasividad, en el mejor de los casos.
De acá a fin de año, las pretensiones del gobierno son evitar los conflictos con los estatales (especialmente garantizar el ciclo lectivo), mejorar el parque energético, fundamentalmente en Rosario, y bajar las estadísticas de criminalidad y narcotráfico que crecieron exponencialmente durante el primer gobierno socialista. Parecen módicas, y posibles. Lo demás -incluido el año electoral que se avecina- está a mayor distancia que la mirada del gobernador.

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