La nueva Ley de Niñez estableció un plazo máximo de estadía con la familia sustituta de un año y medio. Pero mientras se define si regresa a sus orígenes o se da en adopción pasan más de tres años, lo que profundiza el dolor del desarraigo.
Son 28 familias santafesinas las que reciben niños en riesgo para contenerlos y cuidarlos hasta que puedan volver a sus familias de origen o sean adoptados. Integran el "Grupo de Hogares de Tránsito de Santa Fe", que abarca las ciudades de Santa Fe, Santo Tomé, Esperanza, San Justo y Rafaela y reciben niños de toda la provincia.
"Llegan totalmente desnutridos, maltratados, abusados, abandonados... Hay que estimularlos permanentemente para que se recuperen", contó Eugenia ("Geny") Trucco y remató con una cifra contundente: "De 50 bebés que pasaron por mi familia, recibí uno solo en estado óptimo". "No nos llegan bebés gorditos, rozagantes, alegres. Nos llegan bebés que fueron tirados en una bolsa de basura, golpeados, en pésimas condiciones", acotó Amelia Boero, otra integrante del grupo.
Actualmente, hay 18 chicos en hogares de tránsito: desde bebés hasta niños de cinco años. Algunos llevan más de dos años esperando que se defina su situación y siete aguardan que el tribunal de familia declare que pueden ser adoptados. Desde el surgimiento de la agrupación -hace 28 años- más de 700 chicos pasaron por las familias transitorias.
Estadía prolongada
Ante un caso de maltrato, interviene la Subsecretaría de la Niñez y la Adolescencia. Este organismo se contacta con la coordinadora de los hogares de tránsito para ver si pueden recibir al niño. "En este momento tenemos 18 chicos en tránsito, algunos desde hace más de tres años, y somos 28 matrimonios. Siempre hace falta gente", señaló Ana Biagioni.
Según la ley 12.962 el máximo que pueden estar en un hogar de tránsito es 18 meses, pero en la realidad pasa más tiempo. Ésta es una de las preocupaciones de las familias transitorias. "En los comienzos del grupo, los casos se resolvían en poco tiempo. Hoy eso no ocurre y están en nuestras familias más de dos o tres años. Esto hace mucho más difícil el desarraigo del niño. Es una de las problemáticas más graves que tenemos y que nos hace replantearnos nuestro trabajo porque no sabemos si lo que hacemos ayuda o termina perjudicándolos", confesó Ana.
"Antes era más expeditivo: a los dos o tres meses salían en adopción o volvían a sus hogares. Pero esto se empezó a extender con la nueva ley de niñez. En una de las familias transitorias, la nena ya tiene seis años y hace más de cinco que está con ellos. Es evidente que no se quiere ir. Entonces, ¿qué hacemos? ¿también nosotros le vamos a fallar al chico y volver a dejarlo?", cuestionó Rita Bertoncini, coordinadora de la asociación.
En tanto, la directora de niñez, Carolina Galcerán, explicó que cuando el niño no puede estar en su familia de origen porque corre riesgo, se toma una medida de protección excepcional por 90 días. "En ese tiempo se trabaja para revertir esa situación. Si no se logra, se puede prorrogar por otros 90 días hasta un máximo de un año y medio. Vencido ese plazo, si la situación se revirtió, se lo revincula con su familia; si no se le pide a los Tribunales de Familia que declaren el estado de adoptabilidad del niño".
Galcerán aclaró que desde la Subsecretaría no pueden manejar los tiempos que demoren los tribunales de familia en declarar el estado de adoptabilidad. Aunque indicó que "para ganar tiempo", en forma paralela se informa al registro de adopción para que vayan teniendo en cuenta a estos niños y se les busque una familia.
El mismo círculo
Otra preocupación es que en algunos casos los chicos son restituidos al mismo círculo en el que fueron maltratados. "Cuando ya los tenemos un año, la Subsecretaría de Niñez empieza a ver si la familia ampliada, es decir la abuela, un tío o la madrina puede hacerse cargo. El problema es que esos familiares siguen teniendo contacto con los padres que provocaron el maltrato. Por ejemplo, si una nena fue violada por su padre y vuelve a vivir con su abuela, es casi seguro que va a seguir encontrándose con él, incluso pueden vivir en la misma cuadra", denunció Amelia.
Geny expresó lo que sienten ante estas situaciones: "Nuestro dolor es tan grande cuando vuelven al lugar del que fueron sacados y ese lugar no está recuperado". En tanto, Ana cuestionó -no sin ironía- la finalidad de su tarea. "¿Para qué los cuidamos y les damos todo el amor del mundo si al final terminan sufriendo el doble cuando vuelven a sus familias originales? En definitiva lo que hacemos es fortificarlos durante tres años para que puedan afrontar lo que les va a tocar cuando vuelvan a su hogar".
Al respecto, la funcionaria de Niñez aclaró: "Si se revincula al niño con la familia extendida, ésta tiene que tener en claro cuál es su responsabilidad y se trata de que tenga una actitud protectora hacia el niño".
Consultada acerca de si se realiza un seguimiento de los niños que vuelven con sus familias, Galcerán señaló que se sigue trabajando a través de los equipos, centros de salud, los municipios y comunas.
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