Por primera vez una denuncia sacó a la luz lo que sería un clásico delito de trata de personas en el corredor turístico de la costa santafesina.
Aldo Monzón es el hombre que recuperó a su hija de 19 años secuestrada y abusada por los clientes de una confitería situada a la vera de la Ruta 1, tres kilómetros al sur de San Javier durante el fin de semana. Monzón, para lograr su objetivo acudió a la policía, pero además se valió de su herramienta de trabajo, el micrófono de la FM Ideal que emite su programa “Ecos de la región”. La decidida reacción del padre al cual le habían robado su hija precipitó un procedimiento igual a tantos otros, pero diferente en cuanto -por primera vez- podría poner en evidencia la comisión de un delito en un ámbito donde habitualmente todo se resuelve en el plano de las conjeturas. Ocurre que, “cuando los desesperados familiares de las chicas que desaparecen en la región piden por ellas -dijo Monzón-, aparecen, pero cuando eso ocurre el temor a las represalias hace que la denuncia se caiga y sin denuncias, no hay detenciones. Las chicas, se dice, se fueron y actuaron por su propia voluntad”. Pero en este caso, los agentes de la Unidad Regional XIV lograron liberar a la joven víctima que era mantenida privada de la libertad -encerrada bajo doble vuelta de llave-, en una casa del barrio San Roque, y Monzón no retiró su denuncia. El mismo personal de la División Judicial de la Unidad Regional XIV avanzó más aun, y capturó al individuo que mantenía secuestrada bajo amenazas de muerte a la pobre chica, a su hijito de corta edad y a toda su familia. Luego, al procedimiento practicado el lunes a la tarde siguió ayer el desembarco de los agentes de la División de Trata de Personas del Departamento Judicial D5 que llegaron desde la capital santafesina. Este personal especializado de la policía santafesina habría de practicar no menos de cuatro inspecciones domiciliarias, también apresó a otras tres personas -una de ellas con antecedentes en el tráfico de drogas-, y secuestró documentos que serán puestos en manos del juez de la causa. Los detenidos serían miembros de la familia de Paco, el individuo que sedujo a la muchacha para, en una artera maniobra, terminar ofreciéndola en el mercado del turismo sexual. Monzón refirió esta mañana que tuvo noticia de la desaparición de su hija por ella misma. “Ella dejó a su hijito en casa, en manos de su hermana y horas después llamó por teléfono para decir que se iba a Catamarca”. “Poco después -agregó Monzón-, pudimos saber que ella había sido obligada a mentir y además que tanto ella como toda nuestra familia estaba amenazada de muerte, mientras tanto ella vivía un calvario interminable”. Monzón expuso el caso de su hija a través de los micrófonos de la radio y acudió a la policía, con lo que logró que una patrulla se dirigiera a la casa de Paco. En el mismo momento, sería encontrada la joven madre cuando era ofrecida como una mercancía a los turistas que frecuentan la costa santafesina. En la wiskería Oasis, teatro de operaciones del grupo de Paco, los agentes de la División de Trata de Personas secuestraron ayer a la tarde una suerte de “libro diario” donde esta gente asentaba los resultados económicos de sus turbios negocios. El verdadero dueño de Oasis sería el propio padre del encargado detenido, Paco. En la actualidad, ese hombre está tras las rejas en cuanto en la Justicia federal una causa lo involucra seriamente. Con respecto a la joven víctima de éste, el primer caso “comprobado” de trata de personas en el corredor turístico de la costa santafesina, se recupera junto a los suyos con apoyo médico y sicológico.
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