Mencionar trabajo infantil hace pensar en los niños que mendigan y en los hijos de los peones rurales. Sin embargo, el sector que más absorbe niños trabajadores es el comercio. Por lo general, se trata de la situación del "nene que ayuda" en el negocio, taller o finca familiar. El segundo sector demandante es el empleo doméstico. Lo siguen una vasta gama de prestaciones englobadas en "Servicios", construcción, hotelería y restaurantes.
Cuando los encuestadores del gobierno sobre trabajo infantil llegaron a Coronda, autoridades y frutilleros afirmaron con orgullo que allí ya no había niños ni adolescentes trabajando en la cosecha. Pero a las maestras les seguían faltando entre sus alumnos los hijos e hijas de los peones golondrinas de la frutilla. La razón era que esos chicos ya no iban a arrancar la fruta sino que debían faltar a la escuela para quedarse en casa a cuidar sus hermanitos mientras sus padres iban a la cosecha. Una maestra jardinera del norte santafesino afirmó con naturalidad que sus alumnos no trabajan en los hornos de ladrillo familiares, sino que "hacen tortitas" con la masa de barro y las ponen en los moldes que los mayores se encargan luego de quemar en el horno y convertirlos en ladrillos. Todavía se concibe natural y necesario que las fábricas de vidrio de San Carlos ocupen chicos de 14 años. En el convenio existe la figura del aprendiz, y bajo esa forma se legitima el trabajo de un menor de edad. En los pueblos, hasta el presidente comunal afirma que allí los niños no trabajan, que eso es un problema de "la ciudad". En Rosario, en Santa Fe, mencionar el trabajo infantil hace pensar en los niños que mendigan y en los hijos de los peones rurales; sin embargo, el sector que más absorbe niños trabajadores es una actividad bien urbana: el comercio. Esos ejemplos son algunas de las "formas invisibles, naturalizadas" del trabajo infantil, como también lo son el cuidado de hermanos menos, ancianos o enfermos, las tareas domésticas en el propio hogar, dijo la socióloga Virginia Trevignani, de la Universidad Nacional del Litoral, al sacar conclusiones sobre el primer informe sobre trabajo infantil que se hizo en Santa Fe, a pedido del Ministerio de Trabajo provincial. "Siempre nos preguntan cuántos chicos trabajan en Santa Fe, y la verdad que no es posible llegar a una cifra precisa justamente porque la esencia del problema lo torna difuso al naturalizar el hecho de que un niño o niña trabaje. Hay discursos en la sociedad que toleran, justifican y hasta enaltecen el trabajo infantil", explicó a Rosario/12 Silvina Devalle, coordinadora del Ministerio. Son los comentarios del tipo "mejor que el nene trabaje antes que esté robando o sin hacer nada", o "si el chico trabaja estará mejor preparado para encontrar empleo cuando sea adulto", "si la cabeza no le da, que vaya a trabajar". Devalle invalidó esos lugares comunes: "Los niños tienen derecho a asistir a la escuela y a jugar. Es falso que la delincuencia exista porque los niños no trabajen. Y si un niño trabaja en lugar de educarse está limitando sus posibilidades de empleo a futuro", argumentó. Números relativos Un dato aproximado es el de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) de 2009, cuando el 5 por ciento de los niños de 10 a 17 años relevados en los grandes aglomerados urbanos de la provincia declaró tener una ocupación. La incidencia de este flagelo en Santa Fe tuvo su piso en 2005 (3,31%), hizo pico en 2007 (6,02%) y volvió a descender: 4,96% en 2009 es el último registro. En términos de género, son 7.800 varones y 3.300 mujeres. A nivel nacional, la EPH midió 4,87 puntos. Pero por lo dicho antes, la estadística es relativa: las encuestas oficiales señalan los niños que trabajan por remuneración y propina, pero omiten a los que realizan tareas domésticas en su hogar, o tienen a su cuidado a hermanos, ancianos o enfermos. Consultada por Rosario/12, Trevignani señaló: "Las fuentes de información en Argentina no sirven para medir trabajo infantil de manera cuantitativa, precisamente por esas formas naturalizadas que no se asumen como lo que son. Por eso la forma de indagar estas cuestiones no es preguntar si su hijo trabaja, porque los padres responden honestamente que no, sino que se pregunta ¿qué hace su hijo desde que se levanta hasta que se acuesta? y entonces surge otra realidad, por lo general invisible". Rubros De las conclusiones del informe se tiene que en Santa Fe el comercio es, por lejos, el sector más demandante de niños y adolescentes trabajadores entre los 5 y los 17 años. El 32 por ciento de los casos relevados responden a esta tipología. Por lo general, se trata de la situación del "nene que ayuda" en el negocio, taller o finca familiar. El segundo sector demandante es el empleo doméstico (21,6%). Lo siguen una vasta gama de prestaciones englobadas en "Servicios" (18,8), Construcción (11,6), Hotelería y restaurantes (9,4), Producción primaria (5) e Industria manufacturera (1,7). En cambio, en el panorama nacional, si bien el comercio es el que más emplea niños y adolescentes, el orden sigue por la construcción, luego la industria, los "Servicios sociales y personales", el servicio doméstico, la hotelería, el sector primario, y por último el transporte. Los más compelidos a trabajar son los varones y de mayor edad, pero en el caso de las tareas domésticas, las niñas triplican a los niños. Mapa Otro mito que se desarticuló fue que el trabajo infantil es cosa de pobres. En el caso del trabajo infantil en comercios, el 40 por ciento de estas situaciones se hallaron en hogares por encima de la línea de pobreza. Estos conceptos se desgranaron durante el encuentro de las comisiones provinciales para la prevención y erradicación del trabajo infantil (Copreti) de la Región Centro que se realizó el viernes en el hotel de Urquiza al 1200. La Copreti en Santa Fe la integran el gobierno, la Municipalidad, y numerosas entidades del agro, la industria, gremios e iglesias. El ministro de Trabajo, Carlos Rodríguez, reparó en que la participación infantil en el mundo laboral es más probable en las actividades de baja tecnificación, las artesanales, en los sectores con mayor informalidad legal, en el ámbito del cuentapropismo y los negocios familiares. De los 362 municipios y comunas de la provincia a los que el Ministerio envió el cuestionario, sólo contestaron 79 (22%). El grueso de las localidades que no respondieron está en el norte de la Bota. Las actividades donde es más frecuente hallar menores trabajando son, para el ámbito rural, la cosecha artesanal de algodón, procesamiento de caña de azúcar, cría de chivos, ovejas, arreo de ganado, y fabricación de ladrillos, en el norte provincial. La pesca de subsistencia y artesanal, en el litoral del Paraná, la cosecha artesanal de frutillas y la fabricación del vidrio, para la zona centro. En las grandes ciudades, el uso de menores como mano de obra se da como embaladores y ayudantes en supermercados y otros comercios, el reciclaje de basura, la venta ambulante, el trabajo doméstico, cuidado de niños, ancianos y enfermos. Como puede apreciarse, tanto la producción primaria como la industria y los servicios están involucrados en la explotación laboral de la niñez. Contrasentidos Surge un dato que, por lo menos, demanda una reacción de coherencia por parte del Estado: el informe de la cartera laboral apunta la prostitución infantil como una de las actividades que existen en cuanto a trabajo infantil en los cotos de turismo de caza en la costa central y en las grandes ciudades. Sin embargo, salvo un caso que hace unos meses denunció una ONG en Rosario, el problema no existe para la Policía ni para la Justicia. En Reconquista, hasta hace poco estuvo vigente una ordenanza que legitimaba el empleo de menores como ayudantes de supermercados. La psicóloga Devalle contó que este diagnóstico sobre el trabajo infantil en la provincia permitió "mejorar la toma de decisiones". Por ejemplo, en el caso de Coronda narrado al comienzo de la nota, ante la inasistencia escolar de los hijos de los recolectores de frutilla, el equipo a cargo del estudio pudo detectar que el problema de la ocupación de esos niños persistía, aunque puertas adentro del hogar. La solución, entonces, fue lateral: el Ministerio de Trabajo creó dos centros de cuidado infantil para la atención de los hijos de 0 a 5 años de esos trabajadores golondrinas, de manera que los hijos mayores pudieran concurrir a la escuela, liberados de esa tarea asignada por sus padres. Esos espacios, llamados "Mi Casita" I y II, tienen profesionales en pedagogía, y funcionan de lunes a sábados, de 6 a 18, horario de actividad en las quintas frutilleras y galpones de despalillado y empaque. En la reunión del viernes, una de las conclusiones compartidas fue que las contradicciones que circulan en la sociedad civil y en la esfera del poder público son los síntomas de una época que no terminó de hacer una bisagra histórica y cambiar del todo la concepción del niño como sujeto de derechos. La propia ley 26.390, que prohíbe el trabajo infantil y protege el trabajo adolescente, impone los 16 años como la edad mínima para que una persona sea admitida en un empleo. Otro contrasentido: a los 16 años ningún adolescente ha terminado la escuela secundaria. Y en este caso, es la Ley quien lo permite.
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