Fue con su madre y un abogado a Tribunales, pero huyó al enterarse de que lo alojarían en el Instituto de Rehabilitación de Menores de Rosario, donde teme que lo maten.
La Capital |
Un chico de 15 años sospechado de un crimen y señalado también por balear a un hombre el lunes pasado en Tablada se presentó ayer ante la Justicia. Sin embargo, antes de que le tomaran declaración y luego de enterarse de su casi seguro traslado al Instituto de Rehabilitación de Menores de Rosario (Irar), se escapó. Había llegado a Tribunales acompañado por su madre y un abogado particular, pero se esfumó casi en las narices de la jueza de Menores y de la custodia policial. Al respecto, su progenitora dijo que el adolescente decidió profugarse porque teme que lo maten en el Irar.
La fuga de M. D. de los Tribunales tuvo ribetes casi escandalosos por la poca intuición demostrada por los funcionarios judiciales para prevenirla. A las 11.30 de la mañana la novedad era que el pibe se había presentado con un abogado y su madre en el juzgado de Menores de turno en feria, a cargo de Gabriela Sansó, sindicado en al menos dos hechos graves.
En principio, está sospechado de ser el homicida de Jorge Maximiliano "Chancho" Pérez, un hombre de 36 años baleado en la cabeza el 3 de diciembre a la madrugada en la puerta de su casa de Centeno al 200.
Pero tras ese incidente se encadenaron otros hechos de sangre. Y al ver que se iba cerrando el círculo sobre él, M. D. llegó a Tribunales y se presentó ante Sansó, que ahora tendrá en sus manos la instrucción del caso por la edad del sospechoso.
Mientras el chico aguardaba en el pasillo de mesa de entradas del despacho, sobre la planta baja del lado de Montevideo, la jueza ordenó a la sumariante que lo interrogara.
Según fuentes judiciales, al mismo tiempo se evaluaba trasladar a M. D. al Irar en virtud del grave señalamiento en su contra. Pero aunque durante la feria el único acceso habilitado al edificio es por calle Balcarce, y se supone que el control del destacamento policial es más acotado, el chico se esfumó imprevistamente sin dar aviso y ni alcanzó a tener contacto con la auxiliar de la jueza.
Al parecer el pibe tomó la determinación tras enterarse de que pasaría la noche en el instituto de Saavedra y Cullen donde su vida correría riesgo en contacto con menores con quienes tiene problemas.
Violencia cruzada. Si bien el chico siempre estuvo bajo la lupa de los investigadores por el crimen de Pérez pudo ser otro incidente el que precipitó su presentación: la balacera contra Ramón "Moneda" Núñez, el lunes pasado. Ese día la madre del baleado, Ana María Acosta, acusó al menor de balear a su hijo en Necochea al 3900, hecho que por otra parte originó una denuncia de la madre de M. D.EM_DASHconocida en Tablada como "la Pipi"EM_DASH quien acusó a Ramón de amenazarla previamente con un arma. Por ello el miércoles fue imputado el hombre herido.
Pero Acosta no sólo aportó a los fiscales los detalles puntuales sobre la balacera contra Núñez, de la cual fue testigo con otra hija, sino que se despachó con datos sobre otro caso: afirmó haber sido testigo directo —también lo dijo a este diario— de cómo M. D. asesinó a Pérez. Y atribuyó a su condición de testigo los ataques y amenazas permanentes contra ella y su familia.
Cabe recordar que horas después del homicidio de Pérez una balacera y un crimen volvieron a sacudir ese humilde sector de Tablada. Sobre el mediodía del 3 de diciembre fue gravemente herida una chica de 14 años ajena al conflicto que eventualmente se encontraba en Patricias Argentinas y Garibaldi. Y mientras era inhumados los restos de Pérez, el 5 de diciembre, fue acribillado de al menos diez balazos el padrastro de M. D. y pareja de la Pipi, Jonathan "Tico" Ferreyra, de 24 años. Ese feroz ataque con aroma a revancha por la muerte de Chancho, fue en inmediaciones de la cortada Gaetano Rezzara y Patricias Argentinas, zona conocida como "La U".
Pero el desparramo de sangre no quedó allí. Cristian Machuca, de 19 años, murió el jueves pasado en Necochea al 3900, el lugar donde vive Ana Acosta. Recibió al menos 11 balazos en abdomen y tórax mientras iba en una moto con la Pipi. Le llevaban víveres a M. D. que estaba demorado en la comisaría por un robo en Ayacucho y Colón.
Si algunas versiones indicaron que a Machuca lo confundieron con el hijo de la Pipi eso no está claro. También se habla de que víctima y victimario se conocían y eran compañeros de andanzas. Y que en realidad Machuca fue ejecutado porque se quedó con una parte más del dinero que resultó de reventar un par de bunkers de droga de la zona.
Es a partir de esa reconstrucción y de lo que declara la testigo del ataque se empiezan a barajar nombres vinculados al crimen de Machuca, uno de los cuales estaría vinculado a la propia familia Núñez. En ese camino intrincado donde resulta difuso distinguir entre víctima y victimario, batir la cana parece ser una traición que se paga con sangre.
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