En 2001, cuatro chicas y dos muchachos murieron carbonizados en el lugar el chocar contra una camión. Durante años, estudiantes de la región juntaron firmas y exigieron remodelarlo.
/La Capital |
El 31 de marzo de 2001 amaneció con un cuadro espeluznante cerca de Oliveros. Cuatro chicas y dos muchachos perecieron carbonizados cuando el auto en el que viajaban chocó de frente con un camión en la ruta 11 sobre el muy angosto puente sobre el canal Serodino. Ambos vehículos explotaron. Las llamas mataron a los seis jóvenes estudiantes que quedaron atrapados en el chasis y también causaron serias heridas a otros dos que milagrosamente lograron salir a tiempo. Ahora, a más de 13 años de ese trágico hecho y tras muchos reclamos de pobladores de la zona para que se ensanchara el enlace vial, el nuevo puente fue habilitado el paso de vehículos.
Desde el 7º Distrito Santa Fe de la Dirección Nacional de Vialidad se precisó que el viaducto, ubicado entre Timbúes y Oliveros, representó para la Nación un destino de fondos de 9.536.181 pesos, financiados por el Ministerio de Planificación Federal y la Secretaría de Obras Públicas de la Nación.
El nuevo puente, que ya está habilitado, se inaugurará oficialmente a principios de noviembre cuando se terminen detalles de señalización. Tiene un ancho de calzada de 8,30 metros, más dos banquinas a cada lado, con defensas laterales de barandas metálicas. En cuanto al paso de agua, se amplió la sección del puente, que se llevó a 25 metros de extensión, sin apoyo central, con protección de los taludes del canal y cabezales adecuados en hormigón armado.
Asimismo, se elevó la rasante de la calzada, y por estar ubicado en una curva de la ruta, se peraltó la estructura y se rectificaron los radios de las curvas de acceso, aspectos que mejoran la seguridad vial. Como última tarea de terminación resta la demarcación horizontal definitiva, en tanto la actual provisoria permite transitar con seguridad, por lo que se recomienda no obstante una velocidad reducida en el lugar.
Mientras se terminaba de construir la obra, en el lugar existió un paso alternativo mediante un puente Bailey montado por Vialidad Nacional, y por el cual sólo se permitía el paso de vehículos livianos y transporte de pasajeros o de servicios de emergencia. En ese lapso se restringió totalmente el tránsito pesado; pero ahora, ya con el puente listo, está autorizado el paso de camiones, siempre con carga reglamentaria en pesos por eje y dimensiones.
Firmas y testimonios. El trágico choque del 31 de marzo de hace 13 años no fue el único, antes y después hubo otros siniestros fatales, pero el de 2001, por su dimensión, causó consternación en toda la zona y en especial en San Lorenzo, Puerto San Martín y en Maciel, donde vivía la mayoría de las víctimas. Los jóvenes viajaban por la ruta 11 en un Ford Sierra Ghía hacia el norte. Unas horas antes, el grupo había estado reunido en el country del Club Red Star de San Lorenzo, festejando los 18 años de unos de los muchachos.
El choque fatal disparó entonces una campaña en la que muchos estudiantes de cuarto y quinto años de escuelas de Oliveros, Monje, Maciel, San Lorenzo, Serodino, Andino, Puerto Gaboto, Timbúes y Puerto San Martín iniciaron una campaña para juntar firmas (en una primera etapa se colectarón más de 3.600) para reclamar la refacción y ensanche del puente, al que calificaron de “asesino”, e incluso entregaron una carta al entonces gobernador Carlos Reutemann. Ellos vivieron la bronca e incertidumbre de los habitantes ante la indiferencia de quienes debían hacer las obras. Los alumnos de la Escuela Juan XXIII de Oliveros iniciaron las gestiones para pedir a la provincia y a Vialidad Nacional que se concretaran los trabajos.
En todo el cordón industrial, los adolescentes pegaron afiches en muchos negocios con el reclamo de ensanche del vetusto y estrecho puente. El entusiasmo de los estudiantes los llevó a entrevistaron con el entonces gobernador. Laura Podio, ex estudiante de quinto año de la escuela de Oliveros y una de las hacedoras de la campaña, le dijo entonces a este diario que “en un acto en Puerto Gaboto hecho para recordar el 474º aniversario del primer asentamiento español en el Río de la Plata —el fuerte Sancti Spíritu— le dimos a Reutemann una carta pidiendo que se concretaran las obras. Además diputado o funcionario que identificábamos, le contábamos el tema”. Podio contó en esa oportunidad que “pese a tener exámenes trimestrales, todos nosotros le robamos tiempo a los estudios y muchas tardes y los fines de semana, casa por casa, para buscar firmas reclamando el ensanche del puente por el que pasan miles de vehículos a diario”.
Más de 13 años después, La Capitalr volvió a comunicarse nuevamente con la ex alumna secundaria que hoy vive en Rosario y estudia bibliotecología, pero que va asiduamente a Oliveros pues su familia y amigos viven allí. “Es una satistacción ver el nuevo puente y comprobar que los reclamos, la lucha aquella sirvió de algo. La obra llegó, despues de años, tarde, pero llegó. Antes de adolescente recuerdo que cuando pasaba por el estrecho puente, sentía temor a no entrar si venía otro vehículo de frente. Hace unos día pasé y sentí una sensación de holgura, no tuve miedo”, dijo la otrora gestora de la campaña de firmas.
Podio comentó que en aquella ocasión, tras iniciar la tarea Carlota Di Francesco, tomaron la idea y los estudiantes de todo el cordón industrial llegaron a juntar —en una primera etapa— 3.600 firmas solicitando la obra, y luego se llegó a las seis mil. Después, ya recibida, le pasé la posta a otro compañera Fabrina Donato, que hoy es periodista, y las gestiones continuaron. Fue muy sentida esa campaña y me causa gran satisfacción poder ver concretado el nuevo puente que fue el reclamo de toda la zona no sólo desde 2001, sino desde hace más de tres décadas”.
Efectivamente desde hace muchas décadas hubo accidentes en cercanías del puente o en el mismo enlace sobre el canal Serodino. Elsa Magrín, quien vivió muchos años en la zona, y ahora ya es octogeraria recordó a este diario que “la curva cerrada y lo estrecho del puente siempre fueron un inconveniente. Hace más de 60 años ya le decían el «puente de la muerte». Hubo muchos accidentes graves allí. Después de siniestro de 2001 en mayo de 2002 una nueva muerte de un joven de 25 años, que chocó con un camión y cayó a las agua, reavivó los reclamos. Por suerte ahora se hizo esta obra tan reclamada”.
de la calzada, y por estar ubicado en una curva de la ruta, se peraltó la estructura y se rectificaron los radios de las curvas de acceso, aspectos que mejoran la seguridad vial. Como última tarea de terminación resta la demarcación horizontal definitiva, en tanto la actual provisoria permite transitar con seguridad, por lo que se recomienda no obstante una velocidad reducida en el lugar.
Mientras se terminaba de construir la obra, en el lugar existió un paso alternativo mediante un puente Bailey montado por Vialidad Nacional, y por el cual sólo se permitía el paso de vehículos livianos y transporte de pasajeros o de servicios de emergencia. En ese lapso se restringió totalmente el tránsito pesado; pero ahora, ya con el puente listo, está autorizado el paso de camiones, siempre con carga reglamentaria en pesos por eje y dimensiones.
Firmas y testimonios. El trágico choque del 31 de marzo de hace 13 años no fue el único, antes y después hubo otros siniestros fatales, pero el de 2001, por su dimensión, causó consternación en toda la zona y en especial en San Lorenzo, Puerto San Martín y en Maciel, donde vivía la mayoría de las víctimas. Los jóvenes viajaban por la ruta 11 en un Ford Sierra Ghía hacia el norte. Unas horas antes, el grupo había estado reunido en el country del Club Red Star de San Lorenzo, festejando los 18 años de unos de los muchachos.
El choque fatal disparó entonces una campaña en la que muchos estudiantes de cuarto y quinto años de escuelas de Oliveros, Monje, Maciel, San Lorenzo, Serodino, Andino, Puerto Gaboto, Timbúes y Puerto San Martín iniciaron una campaña para juntar firmas (en una primera etapa se colectarón más de 3.600) para reclamar la refacción y ensanche del puente, al que calificaron de “asesino”, e incluso entregaron una carta al entonces gobernador Carlos Reutemann. Ellos vivieron la bronca e incertidumbre de los habitantes ante la indiferencia de quienes debían hacer las obras. Los alumnos de la Escuela Juan XXIII de Oliveros iniciaron las gestiones para pedir a la provincia y a Vialidad Nacional que se concretaran los trabajos.
En todo el cordón industrial, los adolescentes pegaron afiches en muchos negocios con el reclamo de ensanche del vetusto y estrecho puente. El entusiasmo de los estudiantes los llevó a entrevistaron con el entonces gobernador. Laura Podio, ex estudiante de quinto año de la escuela de Oliveros y una de las hacedoras de la campaña, le dijo entonces a este diario que “en un acto en Puerto Gaboto hecho para recordar el 474º aniversario del primer asentamiento español en el Río de la Plata —el fuerte Sancti Spíritu— le dimos a Reutemann una carta pidiendo que se concretaran las obras. Además diputado o funcionario que identificábamos, le contábamos el tema”. Podio contó en esa oportunidad que “pese a tener exámenes trimestrales, todos nosotros le robamos tiempo a los estudios y muchas tardes y los fines de semana, casa por casa, para buscar firmas reclamando el ensanche del puente por el que pasan miles de vehículos a diario”.
Después de 13 años. Más de 13 años después, La Capital volvió a comunicarse nuevamente con la ex alumna secundaria que hoy vive en Rosario y estudia bibliotecología, pero que va asiduamente a Oliveros pues su familia y amigos viven allí. “Es una satistacción ver el nuevo puente y comprobar que los reclamos, la lucha aquella sirvió de algo. La obra llegó, tarde, pero llegó. Antes de adolescente recuerdo que cuando pasaba por el estrecho puente, sentía temor a no entrar si venía otro vehículo de frente. Hace unos día pasé y sentí una sensación de holgura, no tuve miedo”, dijo la otrora gestora de la campaña de firmas.
Podio comentó que en aquella ocasión, tras iniciar la tarea Carlota Di Francesco, tomaron la idea y los estudiantes de todo el cordón industrial llegaron a juntar —en una primera etapa— 3.600 firmas solicitando la obra, y luego se llegó a las seis mil. Después, ya recibida, le pasé la posta a otro compañera Fabrina Donato, que hoy es periodista, y las gestiones continuaron. Fue muy sentida esa campaña y me causa gran satisfacción poder ver concretado el nuevo puente que fue el reclamo de toda la zona no sólo desde 2001, sino desde hace más de tres décadas”.
Efectivamente desde hace muchas décadas hubo accidentes en cercanías del puente o en el mismo enlace sobre el canal Serodino. Elsa Magrín, quien vivió muchos años en la zona, y ahora ya es octogeraria recordó a este diario que “la curva cerrada y lo estrecho del puente siempre fueron un inconveniente. Hace más de 60 años ya le decían el «puente de la muerte». Hubo muchos accidentes graves allí. Después de siniestro de 2001 en mayo de 2002 una nueva muerte de un joven de 25 años, que chocó con un camión y cayó a las agua, reavivó los reclamos. Por suerte ahora se hizo esta obra tan reclamada”.
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