Ocurrió este viernes a la mañana, en una vivienda de San Martín 6382 del Barrio Mayoraz. Los dueños de casa fueron despojados de dinero, alhajas y otros objetos de valor. Durante el atraco sufrieron castigos físicos.
Si bien el robo se consumó hoy la secuencia se inició ayer a la tarde cuando un individuo llegó hasta la vivienda ubicada en San Martín 6382 y solicitó colocarse una inyección.
Ocurre que en dicho domicilio reside Gladys Mirta Núñez (60), quien desde hace años agrega a su magra jubilación algunos pesos haciendo trabajos de enfermería a domicilio.
Con el pretexto que debía aplicarse dicha inyección debido a que padecía un fuerte dolor en la columna el sujeto ingresó a la casa. En realidad lo que estaba haciendo era el estudio previo del “terreno”.
Pero esta mañana, cerca de las 9, el mismo individuo volvió a llamar a la puerta de la familia Núñez. Ahora el pretexto no fue una inyección, sino que se ofreció para cortar el césped.
Esta vez la dueña de casa no aceptó el convite.
Sin embargo algunos minutos después el sujeto insistió con sus llamados y tirando el anzuelo. “No se acuerda de mí... soy el de la inyección”, dijo.
Gladys abrió la puerta con la intención de dar una respuesta. No fue posible.
De un empujón la introdujeron violentamente al interior del inmueble. Para esta parte el sujeto ya no estaba solo, sino que lo acompañaba un compinche.
De los malvivientes se supo que son dos hombres de unos 27 a 30 años aproximadamente. Uno es delgado y el otro más bien subido en kilos.
“¡Quedate quieta o te matamos!”, fue la frase que tiraron los rufianes a modo de presentación. Acto seguido comenzaron a reclamar por el dinero.
Sin piedad la mujer fue obligada a tirarse al suelo. Luego la subieron a una camilla donde le ataron los pies y las manos con un alambre.
No escapó a esta locura el esposo de Gladys, Miguel Angel Stafora (71), quien también se encontraba en la casa.
Claro que lo suyo reviste mayor gravedad por cuanto los delincuentes descargaron toda su furia contra el hombre de la casa.
Miguel Angel fue sometido a una dura golpiza. “Le pegaron por todos lados”, narró Gladys a este diario entre lágrimas. “Le daban patadas en la cabeza, en las costillas. Luego tomaron un machete que hay en la casa y con el mango le pegaban”.
Todo parece indicar que en materia de tormentos los casos no tenían límites. “Hasta le tiraron agua hirviendo a mi esposo”, dijo hoy la mujer.
La pesadilla del matrimonio duró cerca de una hora y media. Durante todo ese tiempo los malvivientes no solo sometieron a los dueños de casa con violencia física, sino que además requisaron cada una de las dependencias del inmueble.
Los rufianes se llevaron cerca de 10 mil pesos en efectivo, además de alhajas de oro y plata; varios teléfonos celulares y otros objetos de valor.
“Yo en todo momento les decía que no teníamos plata, pero ellos (por los ladrones) parecían enloquecidos”..., subrayó Gladys.
Al cierre de esta edición los esposos eran asistidos por amigos y familiares que habían llegado hasta el lugar para interiorizarse de este delicado asunto.
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